dissabte, 27 d’octubre del 2018

Despedida a las Brigadas Internacionales. 28/10/1938. Hace 80 años.



El primer monumento a los brigadistas tras la guerra se inauguró el 28 de octubre de 1988, justo en el cincuentenario de la emotiva despedida que Barcelona brindó a las Brigadas Internacionales.

Despedida de las Brigadas Internacionales en Barcelona el 28 de octubre de 1938, con el discurso de Dolores Ibárruri, "la Pasionaria".



Discurso Pasionaria a Brigadistas 1 Noviembre 1938


"La Pasionaria" (Dolores Ibarruri)
"Hasta pronto hermanos"
Discurso de "La Pasionaria" despidiendo y agradeciendo el apoyo prestado por las Brigadas Internacionales

EnlacesGuerra Civil Española | La Pasionaria

Célebre Discurso de Dolores Ibarruri "La Pasionaria" de despedida a los voluntarios de las Brigadas Internacionales.

Hasta pronto hermanos:

Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas... Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humanadesterrados de su patriaperseguidos por la tiranía de todos los pueblos...

Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.

De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.

Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.

Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.

Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.

¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!...

¡Madres!... ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.
Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».

Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.

No os olvidaremosy cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...

Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

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Despedida de las Brigadas Internacionales

   SE cumplen ahora 80 años de la perpetración de una de las mayores injurias consumadas por el Comité de No Intervención contra la República Española: el 28 de octubre de 1938 desfilaron por última vez las Brigadas Internacionales, antes de abandonar España, en cumplimiento del acuerdo para que los combatientes extranjeros salieran de la península. El Gobierno republicano cumplió ese ignominioso designio, en tanto los militares rebeldes continuaban manteniendo activas las tropas y las armas enviadas por la Alemania nazi, la Italia fascista y otras naciones satélites, como Portugal, y lo hicieron con total desfachatez e impunidad, hasta invitarles a participar en el llamado Desfile de la Victoria el 19 de mayo de 1939. 
  
Previamente el día 25 tuvo lugar en L’Espluga de Francolí un acto muy emotivo: la entrega de las banderas de las Brigadas Internacionales al Ejército leal. El jefe del Gobierno y ministro de Defensa, el doctor Juan Negrín, pronunció un emocionado discurso de despedida y agradecimiento, al que pertenecen estos párrafos:

   Os halláis congregados aquí los representantes auténticos de 53 países; representantes que, para venir a luchar con vuestros hermanos de España, tuvisteis que vencer grandes dificultades hasta conseguir pisar tierra española. Cumplisteis como héroes en la lucha por la libertad del mundo en esos dos años que habéis vivido vinculados a nosotros, en horas inolvidables para la historia de nuestro pueblo. […]
   Vuestra retirada es una necesidad que nos imponemos para demostrar a esa falsa No Intervención que la retirada de los voluntarios no es problema para la República y sí para los sublevados, coaligados con las fuerzas extranjeras que pretenden en España conquistar nuevas posiciones. Y España ha adoptado esta resolución considerando que podía contribuir a la pacificación del mundo, haciendo cuanto estuviera de su parte para localizar el conflicto, para lograr esta paz basada en la justicia de la que España no se separa jamás.

   Terminó su discurso el doctor Negrín prometiendo a los brigadistas que al terminar la guerra el Gobierno concedería la nacionalidad española a quienes desearan adquirirla, como agradecimiento por su valentía al abandonar sus países para venir a combatir en España al nazifascismo internacional. Pero la España leal perdió la guerra, y sobre los brigadistas cayeron todos los improperios e insultos de que son capaces los fascistas.

El último desfile

    Barcelona fue testigo de la identificación del pueblo español con los brigadistas internacionales, que vinieron a prestarle su ayuda en la justa lucha contra los militares monárquicos rebeldes y sus colaboradores nazifascistas.  Podemos seguir el desfile en el diario barcelonés La Vanguardia, que dedicó la tercera página de su edición del día 29 a reseñarlo ampliamente.  A las 16,30 horas del viernes 28 de octubre de 1938 comenzó el acto apoteósico que contempló el último desfile de las Brigadas Internacionales, por la Avenida del 14 de Abril (actualmente Avenida Diagonal), adornada con banderas tricolores, arcos de triunfo, guirnaldas y flores. En los árboles se colgaron carteles con los nombres de los batallones que habían luchado junto a los milicianos, consignas y mensajes.
   La tribuna presidencial estaba colocada en la Avenida de Pedralbes, y en ella se situaron el presidente de la República, Manuel Azaña; el jefe del Gobierno, Juan Negrín; el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y generales, jefes y oficiales de la guarnición, así como una comisión de la Sociedad de Naciones encargada de controlar la retirada de los voluntarios extranjeros, en la España leal, naturalmente, porque en la rebelde no se quisieron enterar de que había tropas alemanas, italianas, portuguesas y de otros países.
   Los jefes del Estado y del Gobierno pasaron revista a las tropas a duras penas, porque la multitud rompió los cordones de seguridad y los abrazaba además de cubrirlos literalmente de flores. También al paso de los voluntarios les tiraban flores, hasta quedar cubierta la calle, demostración del agradecimiento del pueblo catalán a quienes abandonaron sus países para venir a combatir en España al nazifascismo.

Un homenaje recíproco

   Encabezaban el desfile el comisario Gallo y los tenientes coroneles Hans y Morandi. Marchaban los brigadistas agrupados por nacionalidades, cada una encabezada por una gran pancarta en la que aparecían diversos lemas. El de los polacos, por citar un solo ejemplo, decía: “España, ejemplo para todos los países amenazados por el fascismo.” De esa manera se produjo un homenaje recíproco, del pueblo español representado por el catalán a los voluntarios de la libertad, y de los brigadistas al pueblo que supo resistir con valentía a los militares traidores y a sus patrocinadores nazifascistas, sin miedo a los bombardeos, sin doblegase por el hambre y las carencias de casi todo lo que había sido habitual durante los felices años republicanos en paz, y sin dudar nunca de la victoria.   
   Después de los combatientes desfiló el cuerpo de enfermeras internacionales, seguido por dos camiones con heridos. Cada cuerpo contaba con su banda de música. Los aviones surcaban el espacio en vuelos bajos, y los asistentes los aplaudían, especialmente a los populares “Chatos” soviéticos, uno de los regalos de Stalin a la República Española. El entusiasmo de los espectadores era inmenso.
   Pero hubo que suspender el desfile porque se hizo de noche, los aviones no podían volar, y la ciudad debía reducir la iluminación ante los peligros de bombardeos fascistas. Los altavoces anunciaron la interrupción del desfile y el consejo a los espectadores de que se disgregasen ordenadamente, como así lo hicieron. Se quedaron sin desfilar los cuerpos de Sanidad, Intendencia, Carabineros y Seguridad, así como las fuerzas blindadas, baterías de Artillería, camiones isotérmicos y otros. Sin embargo, no se produjo ninguna decepción entre los espectadores, porque lo visto les había emocionado y llenado de entusiasmo patriótico.    

Y un poema

   Además se llevaban un poema de Miguel Hernández, el poeta del pueblo, que un avión había lanzado en bombardeo lírico sobre la gente. Es un soneto modernista, compuesto con más emotividad que intención literaria:      

 AL SOLDADO INTERNACIONAL CAÍDO EN ESPAÑA 

   Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos 
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de ellos.

   Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
que tu aliento llenara de movimientos bellos.
Quisiste apaciguar la sed, y las panteras,
y flameaste henchido contra sus atropellos.

   Con un sabor a todos los soles y los mares,
España te recoge porque en ella realices
tu majestad de árbol que abarca un Continente.

A través de tus huesos irán los olivares
desplegando en la tierra sus más férreas raíces,
abrazando a los hombres universal, fielmente.

   Es un homenaje a los voluntarios internacionales muertos en España en defensa de la libertad, y también al poeta del pueblo, que nunca obtuvo mayor difusión para sus versos. No es el mejor poema de Miguel Hernández, aunque transpira emoción y amor al soldado desconocido, como los engrandecidos en muchas ciudades con monumentos.
   Aquella jornada confirmó la solidaridad entre el pueblo español y los brigadistas internacionales, el afán de los dirigentes republicanos por cumplir los acuerdos internacionales hasta cuando les perjudicaban, y la perfidia del Comité de No Intervención.

ARTURO DEL VILLAR

 PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO

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Himno de marcha de las Brigadas

Sobre texto de Erich Weinert y música compuesta por Carlos Palacio:
País lejano nos ha visto nacer.
De odio, llena el alma hemos traído,
mas la patria no la hemos aún perdido,
nuestra patria está hoy ante Madrid,
mas la patria no la hemos aún perdido,
nuestra patria está hoy ante Madrid.
Camaradas, cubrid los parapetos,
que la vida no es vida sin la paz.
Defended con el pecho vuestros hijos,
os ayuda la solidaridad;
defended con el pecho vuestros hijos.
os ayuda la solidaridad.
Libre España de castas opresoras,
nuevo ritmo el alma batirá,
morirán los fascismos sangrientos,
en España habrá ya felicidad;
morirán los fascismos sangrientos,
en España habrá ya felicidad.
Generales traidores a su patria
del fascismo quieren saciar la sed;
mas los pueblos del mundo defendemos
lo que España jamás ha de perder;
mas los pueblos del mundo defendemos
lo que España jamás ha de perder.
Guerra al pueblo no hacemos como ellos,
pues nosotros luchamos por la paz,
con el triunfo del mundo antifascista
la tierra ensangrentarán;
con el triunfo del mundo antifascista
la tierra ensangrentarán.

Si al combate marchamos con arrojo
para España obtendremos libertad.
Morirán los fascismos sangrientos,
en España habrá ya felicidad;
morirán los fascismos sangrientos,
en España habrá ya felicidad.

https://brigadasinternacionales.org/

https://brigadasinternacionales.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1334:lespluga-18&catid=42:cronicas&Itemid=62

En L'Espluga de Francolí 80 años después
El 25 de octubre de 1938, la delegación de las Brigadas Internacionales se reunió en L'Espluga de Francoli y transfirió sus banderas militares al ejército español antes de que fueran pronto desmovilizadas. Fue en el patio de un albergue situado en Les Masies de Poblet, que había servido de cuartel general de la 35 División Internacional. Robert Capa, David "Chim" Seymour yHenry Buckley eternizaron aquella emotiva despedida.
Allí, el presidente del Gobierno, Juan Negrín y el jefe del Ejército del Ebro, el teniente coronel Juan Modesto, dieron sus discursos de despedida. El desfile de despedida oficial en Barcelona se hizo el 28 de octubre de 1938.
Aquí el discurso de Negrín:
Queridos internacionales amigos, queridos hermanos; hermanos siempre, por una confraternidad que ha sellado en los campos de batalla vuestro sacrificio de sangre; por los restos mortales de los que yacen para siempre en España.
¡Qué magnífico espectáculo, queridos hermanos, el que presencio en estos instantes! Porque, ¿qué es esto que veo yo, sino un plebiscito en pequeño de todos los pueblos del mundo, testimoniado por todos los que sienten como suya la causa de España, que es la causa de la libertad y del derecho?
Habéis venido a España, espontáneamente, a defender nuestro país: sin ninguna obediencia a jerarquía superior a vosotros: por vuestra propia voluntad de sacrificar lo que más difícilmente se presta a nadie: a sacrificar la vida. Veníais a defender la justicia, el derecho escarnecido, porque sabíais, también, que aquí, en España, se jugaba la libertad del mundo entero.
Os halláis congregados aquí los representantes auténticos de cincuenta y tres países; representantes que, para venir a luchar con vuestros hermanos de España, tuvisteis que vencer grandes dificultades hasta conseguir pisar tierra española. Cumplisteis como héroes en la lucha por la libertad del mundo en esos dos años que habéis vivido vinculados a nosotros, en horas inolvidables para la historia del nuestro pueblo.
Muchas fueron las veces que los voluntarios internacionales -que nunca han sido tantos como han querido demostrar nuestros enemigos-, hermanados en la lucha, han escrito páginas gloriosas de nuestra epopeya. Yo recuerdo aquí los tristes momentos del mes de noviembre cuando pensábamos que, de un momento a otro, caería Madrid, ciudad prácticamente indefensa, y, digo prácticamente, porque tan sólo la defendían los pechos de sus hijos, que carecían de armas, para hacer más contundente su gloriosa e inmortal defensa. No olvidaré nunca la impresión extraordinaria que me produjo en aquellos momentos angustiosos el desfile silencioso, sereno, sin un canto, pero con un aire de resolución imponderable, de dos mil voluntarios internacionales que, por las calles de Valencia, se dirigían con firmeza hacia Madrid, atacado por el enemigo sin ninguna piedad, aun sabiendo que allí iban indiscutiblemente a jugarse, y casi más que a jugarse, a perder la vida.
Lo que ha ocurrido en España ya lo sabéis vosotros, porque también ha sucedido en otros países, aun cuando éstos no han sabido reaccionar como nosotros. Elementos de todos conocidos consiguieron crear una situación en la cual un Estado, un Gobierno legalmente constituido, se encuentra, por la traición y la vileza, sin las defensas necesarias a todo Gobierno y que sólo se encuentra asistido de una masa popular, no preparada para una guerra. Junto a esa gran masa popular, desarticulada y descoyuntada para la defensa, vosotros habéis contribuido grandemente a que no se sintiera desasistido el pueblo español, porque os veía a vosotros, auténticos representantes de vuestros pueblos, acudir en defensa de nuestra causa y facilitar con vuestra colaboración las grandes tareas de organización que han cristalizado en un magnífico y potente Ejército, hoy ya auténticamente español, que marcha con paso firme y seguro hacia la victoria.
Hoy me place, amigos míos, queridos hermanos nuestros, recordar, en este momento solemne de despedida, aquellos días inolvidables de Madrid, en la Ciudad Universitaria; en Brihuega, Guadalajara, Toledo, Belchite, en Teruel, en Lérida y en el frente del Este; en fin, en tantos otros lugares que ya no puedo seguir nombrando porque en casi todos los sitios, teatros de nuestra tragedia, habéis colaborado con un heroísmo sin precedentes, como el que corresponde a quienes sienten con toda intensidad la justicia de nuestra causa. Yo quiero rendir un homenaje póstumo a todos vuestros caídos, que son también los nuestros; quiero recordaros, como símbolos representativos, por cuantos por ser jefes vuestros y comisarios formaban parte integral de vosotros mismos, a Hans, Kart, Wolf, general Luckas, gran hombre, muerto en el frente del Este; Walter, y tantos y tantos otros, jefes y comisarios, que, con su dirección y que con su entusiasmo, os han sabido conducir en los momentos más duros hacia victorias positivas y resistencias insuperables. Comisarios de gran capacidad que, como Gallo y Marty, han sido los verdaderos puntales de vuestras Brigadas Invencibles.
Vuestra retirada es una necesidad que nos imponemos para demostrar a esa falsa No Intervención que la retirada de los voluntarios no es problema para la República y sí para los sublevados, coaligados con las fuerzas extranjeras que pretenden en España conquistar nuevas posiciones. Y España ha adoptado esta resolución considerando que podía contribuir a la pacificación del mundo, haciendo cuanto estuviera de su parte para localizar el conflicto, para lograr esta paz basada en la justicia de la que España no se separa jamás.
El Gobierno español quisiera testimoniaros de una manera directa su agradecimiento. Vuestro espíritu, y el de vuestros muertos, nos acompañan y quedan unidos para siempre a nuestra historia. El Gobierno de la República reconocerá y reconoce a los internacionales, que tan bravamente han luchado con nosotros que ya pueden decirse son connaturales nuestros, el derecho a reclamar, una vez terminada la guerra, la ciudadanía española. ¡Con ello nos honraremos todos!
Buen camino, hermanos internacionales, como os ha deseado hace unos momentos el jefe del Ejército del Este. Buen camino y continuad la lucha, cerca de vuestros pueblos, para dar a conocer la verdad de lo que ocurre en España, mientras nuestro pueblo continúa vuestra gesta en los frentes de combate. Cuando hay un deber que cumplir, o se sucumbe o se cumple.
Nosotros tenemos un deber que cumplir y es el de conseguir para España un porvenir nuevo, más humano y progresivo. Y lo cumpliremos. Pueden caer diez, cien, mil; pero cuando un pueblo quiere vencer, no sucumbe jamás y vence, aún a costa de los mayores sacrificios.
Camaradas combatientes, amigos y hermanos: ¡Viva la República!