No fueron las únicas acusadas de participar en el Socorro Rojo en la Línea. "Desde el inicio de la guerra en julio de 1936, muchas mujeres fueron detenidas por pertenecer a estos sociedad de apoyo mutuo", señala Beatriz Díaz, antropóloga y escritora.
MADRID
Nadie sabe a ciencia cierta si Josefa Guerrero, la más joven de aquellas mujeres con 23 años, conocía a Ana Gavira, de 53, cuando las separaban apenas pocas calles una casa de la otra en la Línea de la Concepción, Cádiz. Lo que sí se conoce es que estuvieron juntas en el juicio del proceso archivado con el número 301. Un consejo de guerra, desconocido hasta la fecha, donde fueron acusadas de pertenecer (solo por el mero hecho de aparecer sus nombres) al Socorro Rojo Internacional. Esta simple cuestión las llevó a ser tildadas de mujeres de máxima peligrosidad para el régimen franquista y juzgadas por la doctrina militar. No estaban solas. Doce compañeras más se encontraron hacinadas en la prisión del Puerto de Santa María (Cádiz) junto a ellas. Ocho meses tuvieron que esperar para el interrogatorio de un juicio que parecía que nunca iba a llegar.
Beatriz Díaz, antropóloga y escritora, autora del libro Sumario 301 contra Milagros Ruiz y trece más, cuyos fondos serán destinados al trabajo del Foro por la Memoria de El Campo de Gibraltar saca a la luz la radiografía política de estas mujeres. La investigadora recuerda a Público cómo las catorce rosas linenses tenían todas hijos cuando fueron detenidas. Cuatro de ellas eran solteras y una era viuda; las demás figuran como casadas. El único delito que habían cometido no era ni ser militantes de un partido, ni tampoco se conocía que hubieran ido a ninguna reunión. Sus nombres aparecieron en las listas del Socorro Rojo Internacional en la Línea, lo que las conminó a un largo período de prisión sin justificación alguna... Las diligencias de autoridades locales acusaban a aquellas catorce mujeres de pertenecer a aquel círculo "marxista por su analfabetismo y escasa cultura" tal y como reza el informe policial.
"¿Por qué me voy a ir si no he hecho nada?"
No fueron las únicas acusadas de participar en el Socorro Rojo en la Línea. Díaz señala a Público "desde el inicio de la guerra en julio de 1936, muchas mujeres fueron detenidas por pertenecer a estos sociedad de apoyo mutuo. Algunas liberadas después de días, semanas o meses. Otras llevadas a la prisión de San Roque o quizás a la de Algeciras, como fue el caso de la abuela de Hortensia Silverio". Hubo otras a quienes borraron del mapa para siempre, como a María López. "De hecho, el Foro por la memoria de El Campo de Gibraltar ha recibido demandas de apoyo para las búsqueda de información sobre mujeres linenses desaparecidas en este contexto".
Su hijo Rafael, vecino de la Línea, relataría a Díaz antes de morir cómo en el patio donde su madre vivía, "se daban las charlas del Socorro Rojo". Mujeres como María López, sin ningún afín político "iban allí́, y los niños, los hombres y todos entraban en el patio y escuchaban la charla que daban", apunta Díaz.
En aquel verano de la guerra, "vinieron cogiendo a todas las mujeres que habían dado dinero y no las trajeron más; a las mujeres embarazadas también". Para buscar a María López fueron hasta la puerta de su casa. "¡María, que vienen preguntando por tu nombre! ¡Corre... Coge por ahí abajo, metete por el patio de Los Huesos y vete al Castillo de España!". y ella dijo, "yo, ¿por qué me voy a ir si no he hecho nada?". Se quedó allí, la detuvieron y nunca más su familia supo el paradero. Sin duda, se trata de una represión de género. "A todas se las llevaron. Por los maridos no preguntaron, nada más que por las mujeres" contaría Rafael López.
El historiador José Luis Gutiérrez Molina fotografío el sumario 301, que se encuentra en el Archivo Histórico del Tribunal Militar territorial número 2 en Sevilla, donde hace un trabajo incansable de documentación desde hace años. Se encontraba dentro de la caja 297. "Gutiérrez Molina me las hace llegar al conocer mi sensibilidad en torno a la represión a las mujeres linenses, con una realidad histórica muy específica, dentro de la comarca".
"¿Qué vivieron estas mujeres en esos largos meses de incertidumbre entre su inesperada detención y su liberación?", se pregunta Díaz. El Penal del Puerto donde fueron encarceladas, se conocía en aquellos años como un penal de la muerte. El hacinamiento, las epidemias y la falta de higiene fueron el día a día de la población reclusa.
La investigadora ha logrado desgranar datos biográficos de cada una de ellas, con la esperanza de lo que sus familiares las identifiquen y sepan lo que vivieron. La policía municipal de La Linea anotó que Florencio, el hijo de Francisca Ladevesa debía de estar huido en Tánger. En los informes se conoce también que el hijo de Justa Domínguez "huyó de la Línea para enrolarse en las Juventudes Libertarias, que tenían organizado el Batallón Fermín Salvochea". El compañero de Ana Hurtado supo de la detención de otros vecinos y no regresó de Gibraltar, donde trabajaba, aunque seguía enviando dinero para sus hijos. Concepción y Enriqueta Toreli Ruiz son hermanas. Ninguna de ellas contesta tener oficio ni firma por carecer de estudios. Solo el marido de Enriqueta se conoce que es pintor en la Línea. María Pérez Cerón es la única que declara una profesión. Es lavandera y vive en la misma calle, que dos de sus compañeras del proceso, Eleuteria Alonso y María Pérez, en la calle Santa Ana. Tiene 49 años de edad y es viuda.
La cercana y dependiente colonia de Gibraltar
En el sumario siempre está de fondo la sombra de la colonia Gibraltar y el trabajo diario en el Peñón, donde muchos de sus familiares trabajaban; iban de mañana y regresaban a la Línea de noche, como afirma Eleuteria Alonso en su segunda declaración ante el juez. "Las detenidas habrían coincidido camino de la frontera con algún mandado, o comprando a un vendedor ambulante", expone Díaz. Si no tuvieron algunas ocasión de conocerse anteriormente, terminaron por saber unas de otras en la soledad de aquella celda para cuadrar los interrogatorios que les ayudaría a salvar su libertad.
Interrogadas tras ocho meses de prisión
"Durante ocho meses aproximadamente, desde diciembre de 1936 a julio de 1937, aquellas mujeres estuvieron en prisión sin ser interrogadas y sin información sobre la acusación". Josefa Guerrero, declaró cómo la "llamaron al cuartel de Falange para hacerle una pregunta y la dejaron allí́ detenida cuatro días y después la trasladaron en unión de las demás al Puerto, donde llevaban ya detenida cerca de nueve meses sin saber a qué atribuirlo".
El sumario recoge declaraciones del Comandante del puesto de la Guardia Civil Manuel Gómez Vaquera donde describía que "las referidas individuas pertenecían al Socorro Rojo, aunque se tiene creencia de que ignoraban los fines de esta asociación, por su poca cultura". Al contrastar unos datos con otros en el informe, Díaz pone en evidencia que este cargo no tenía información fehaciente. Se trataba de notas rutinarias donde poco importaba la situación real de las detenidas. Este es uno de los muchos aspectos que Díaz saca a la luz desgranando en las páginas de su libro los entresijos de los procesos militares represivos sobre civiles.
El jefe de Falange de la Línea las tildaría de "analfabetas o casi analfabetas en su totalidad". El régimen intentaba así quitarle capacidad de decidir y de pensar a estas mujeres alegando que "se habían criado en los suburbios de La Línea". Como la misma autora comenta, en los años 30, la mayor parte de la ciudad de La Línea estaba constituida por barracas.
Justo López, jefe de Falange, declararía el 16 de julio de 1937 que se reunían con frecuencia y hacían propaganda comunista, influidas por "la propagandista Anita Carrillo", una mujer que pudo ser una fuerte de influencia para aquellas mujeres, al ser activista "en el incipiente partido Comunista de la ciudad, organizando a las mujeres linenses, dando mítines y preparando actos" como señalan los archivos.
Los informes investigaban sobre el oficio y actitudes de los hombres, de las mujeres de la familia no importaba
La antropóloga Díaz recalca a Público cómo en "las mujeres eran consideradas seres de segunda, incapaces de decidir, infantilizadas, por eso los informes investigan sobre oficios y actitudes de los maridos, hijos y hermanos; las otras mujeres de la familia no importan".
Aquella justicia no consideraba la carga familiar de estas mujeres, cuyos hogares quedaron huérfanos más de un año. Y es que a pesar de que "cada familia buscaría apoyos en la medida de sus posibilidades" nadie las libró del juicio. Enriqueta tenía cinco hijos menores, que viven con el padre y el abuelo en ese momento y estuvo más de un año y medio sin poder verlos. Los hijos de Dolores tienen 16, 14, 9 y 2 años y medio. Y solo contaban con la ayuda de su padre. Josefa García aclaró que en esos días no salió porque "se encontraba en cama con embarazo. Durante su cautiverio alguien tendría que hacerse cargo de su hijo de pocos meses".
Es posible que los interrogatorios con respuesta firme fueran la mejor carta de salvación para estas mujeres. "Que no ha asistido, ni por curiosidad, a ninguna asamblea", declaraba una de ellas. "Las catorce mujeres dieron respuestas exculpatorias muy similares. Hubo incluso en alguna como Eleuteria Alonso que añadió que en los días siguientes al 18 de julio solo salió́ de su casa excepcionalmente para ir a la de su madre" o María Serrato que dijo no salir de su casa hasta dos meses después.
La evidente falta de pruebas obliga a ponerlas en libertad por parte del juez militar. "Entre diciembre de ese año y enero de 1938, Milagros Ruiz, Magdalena López, María Pérez y Eleuteria Alonso salieron de prisión el 12 de diciembre de 1937. Ana Hurtado, María Serrato, Josefa guerrero, Concepción Toreli, Justa Domínguez y Josefa García salieron el 16 de diciembre de 1937. Por ultimo, Dolores Hidalgo, Francisca Ladevesa, Enriqueta Toreli y Ana Gavira, la más mayor, salieron el 3 de enero de 1938".
"Las mujeres pagaron también un alto precio en la guerra y posguerra franquista, no tanto por los cargos que ocuparon o por sus compromisos políticos directos como por su propia condición de mujer", concluye Díaz. Fueron sometidas a un macro juicio que, en palabras de José Luis Gutiérrez Molina, el mayor investigador de la represión en Cádiz solo se conoce por haberse repetido en una ocasión durante los años de represión como medio para terminar de truncar las libertades de estas mujeres.
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