diumenge, 5 de novembre del 2023

El Chalet Orue, centro clave de represión contra las mujeres

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Entre los años 1937 y 1942, el Chalet Orue de Bilbao fue un centro clave de la represión franquista contra las mujeres vascas. Por este lugar, situado en Santutxu, pasaron miles de mujeres, algunas de las cuales fueron fusiladas o condenadas a 30 años de prisión, y fueron encerradas con sus hijos menores de 3 años.


Un centro clave de la represión franquista contra las mujeres vascas fue el Chalet Orue en Bilbao, donde, durante cinco años, miles de personas pasaron por esta prisión improvisada. Así se recoge en el artículo "Mujeres y represión franquista en Bilbao: el Chalet Orue", elaborado por los investigadores de la UPV-EHU Antonio Pérez Embeita, Aritz Onaindia Martínez y Jon Penche González, y que ha sido publicado recientemente por la revista "Huarte de San Juan".


En el mismo, se ofrece el perfil de las mujeres que pasaron por esa concreta cárcel a partir de más de 1.000 expedientes penitenciarios, que muestran "una imagen clara de las características de estas víctimas".


El Chalet Orue fue un caso peculiar dentro de las cárceles dependientes de la Prisión Provincial de Bilbao, situada en Larrinaga, y se añadió al territorio de las cárceles centrales de mujeres de Zornotza y Durango. Se trataba de una casa particular perteneciente a "una familia de raíz carlista, cuyos propietarios al parecer huyeron de la Villa en el contexto de la Guerra Civil".

Aprovechando esa circunstancia y una vez tomada Bilbao por los fascistas en junio de 1937, las autoridades franquistas convirtieron el edificio situado en Santutxu en una prisión improvisada, algo bastante habitual, ya que la "amplitud de la represión obligó a la dictadura a utilizar prisiones de este tipo". como solución de emergencia a la situación de hacinamiento que produjo el hacinamiento carcelario".


En ese lugar y durante cinco años, hasta 1942, se aplicó "una represión diferente" a las miles de mujeres que por él pasaban, ya que "el franquismo quiso acabar con la imagen de la mujer republicana y lo hizo de forma sistemática y programada". Había que redimirlas ideológica y espiritualmente para que se asemejaran al modelo de la mujer franquista, el ángel del hogar, cuyo papel estaba subordinado al del hombre", afirma en la obra.

¿Cómo eran las mujeres que pasaron por el Chalet Orue de Bilbao? Atendiendo a su edad, la mayoría eran jóvenes, con un 25% entre 18 y 25 años, y que eran "los más politizados y más activos en la lucha antifranquista". Aunque en ese lugar también fueron encerradas 65 mujeres mayores de 60 años e incluso se dieron casos de ancianas de hasta 80 años.


En cuanto a su lugar de origen y residencia, la más común de las cautivas fue lógicamente vizcaína, pero hubo mujeres nacidas en prácticamente todas las provincias del Estado, destacando los casos de Cantabria, Madrid y Málaga. Esta última circunstancia se debe a la emigración, como consecuencia de la revolución industrial vivida en la cuenca minera del país, pero también de la política de dispersión aplicada por las autoridades franquistas.


LA DISPERSIÓN, CASTIGO AÑADIDO

Al respecto, los investigadores de la UPV-EHU añaden que esta dispersión alejó a los presos de sus familiares y amigos, de sus redes de apoyo, "dejándoles en una situación más vulnerable si cabe". Además, los múltiples traslados hacían "complicado a las familias saber en qué prisión se encontraba cada preso", cuando sus visitas proporcionaban a los presos alimento y alojamiento, por lo que, en ocasiones, asumían "la diferencia entre la vida y la muerte". Los traslados "a miles de kilómetros de distancia de las personas detenidas por el régimen eran una práctica común, que responde a un método sistematizado de castigo".


Esa complicada situación personal se volvía dramática en el caso de las mujeres que tenían hijos. El 50% de los reclusos del Chalet Orue no tuvieron hijos debido a su juventud, pero el 20% tuvo cuatro o más crías, varios tuvieron más de diez y algunos incluso vivieron en cautiverio.


Con ellos convivían madres con hijos menores de 3 años, lo que asumía "una suerte de doble condena", ya que, por las condiciones en las que vivían, "era probable que enfermaran y, en su caso, murieran sin no haber visto nada fuera de los muros de la prisión". Sí, no sucumbieron, ya que en Orue murieron alrededor de una docena.


Respecto a la presencia de infantes, los autores del estudio señalan que "sabemos que, en 1940, había al menos 13 en el chalet, pero podrían haber sido más, ya que su existencia no consta en los registros penitenciarios".


Cuando esos pequeños cumplieron 3 años no pudieron permanecer en la prisión, lo que obligó a las madres a entregar a su hijo a alguna familia que pudiera trasladarse al lugar donde estaban encerrados o que se llevara otro interno que estaba a punto de salir. cargar. Si no existiera ninguna de estas dos opciones, "serían las autoridades franquistas las que mandarían, pudiendo estas mujeres perder sus hijos al pasar a estar del Estado".


De lo que hacían estas presas, el 35% se encargaba de las tareas domésticas, "sus labores" según la jerga de la época, aunque también aportaban a la economía familiar a través de tareas en el campo o en el mar, en las zonas de pesca. Del 38%, no hay datos y hay "profesionales feminizadas como agricultores, pescaderos o amas de casa", con un porcentaje de trabajadoras o vendedoras. En cuanto a las profesiones que requieren estudios superiores, "brillantes por su ausencia", se indica en el artículo.


CONDENADO A 30 AÑOS DE PRISIÓN

¿Qué delitos se les imputaron para mantenerlos encarcelados? Era "grave" y principalmente se les acusaba de complicidad en la rebelión o rebelión militar, circunstancia curiosa teniendo en cuenta que eran precisamente los rebeldes a quienes se acusaba. Estas acusaciones iban acompañadas de las penas más habituales de 30, 12 y 6 años de prisión. El 30% de los presos fueron condenados a la primera y última pena, respectivamente.


Once mujeres fueron fusiladas mientras el chalet funcionaba como prisión para mujeres. Tras varios estudios se ha podido rescatar del olvido sus nombres: María Fernández García, de Barakaldo; Elvira Martínez Pascual, de Bilbao; Teresa Chiches Ledesma, de Bilbao; Cecilia Idirin Gárate, de Basauri; Ana Naranjo Martín, de Sestao; Juana Mir García, de Bilbao; Berta Peña Parra, de Sestao; Adelina Fernández Pérez, de Bilbao; Feliciana Echave Artola, de Bilbao; Léonides Antruejo Lorenzo, de Sestao; y Juana Abascal Nicolás, de Castro-Urdiales.

Aunque hubo mujeres que pasaron muchos años en prisión, "en la mayoría de los casos las penas fueron conmutadas y acabaron beneficiándose de una especie de 'indulto' parcial aplicado por la dictadura a principios de los años 40, cuando la situación de superpoblación penitenciaria se reveló insostenible." Se estima que en 1940 la población penitenciaria del Estado era de aproximadamente 270.000 reclusos.


Esa "medida de gracia" se aplicó a personas que tenían condenas de 6 años o menos, aunque una parte importante salió de la cárcel para sufrir la deportación. Tuvieron que comparecer ante la Guardia Civil al llegar al lugar donde iban a vivir y su libertad dependía de los informes que hicieran las autoridades locales. Se trata por tanto de una forma de "libertad relativa, dependiente de las autoridades franquistas y que deja a los presos en una situación de total precariedad".


En cualquier caso, pasaban al menos un año promedio en prisión y, cuando salían en libertad, cargaban con un estigma que condicionaba sus vidas a ser tildados de "rojos" y "marcados socialmente".


Las que tenían penas más altas fueron trasladadas a otros centros penitenciarios, como la Prisión Central de Mujeres de Saturrara, en Gipuzkoa.


De esta manera se fue vaciando el Chalet Orue, hasta que en 1942 fueron liberadas las últimas mujeres encarceladas, que habían sido castigadas "no sólo por su imprescindible trabajo en la retaguardia, sino también por haber abandonado su papel tradicional, siendo objeto de una doble pena". represión: política y género".


Así, "además de ser desposeídas de los derechos políticos y sociales alcanzados en la etapa republicana, fueron nuevamente excluidas de la vida pública y sometidas al yugo masculino". Todo ello, concluye el estudio, con el objetivo de "volver a anclar a las mujeres en el ostracismo y la sumisión".


El pasado mes de noviembre se inauguró una placa conmemorativa en memoria del desaparecido Chalet Orue como homenaje a todas aquellas mujeres que fueron encarceladas allí por el franquismo.