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La semana más negra del reinado de Camps
Pierde el congreso del PP en Alicante y cede ante las protestas educativas.
BELÉN TOLEDO - Valencia - 21/12/2008 08:00
Dicen los textos clásicos que a los emperadores romanos, cuando después de ganar una batalla desfilaban en cortejo triunfal, les acompañaba un esclavo que les recordaba que no eran dioses, sino hombres: "Recuerda que eres mortal", iba repitiendo el siervo. La costumbre servía para que los mandatarios no se emborracharan de poder y recordaran sus limitaciones.
La cita histórica sirve para ilustrar lo vivido por el presidente de la Generalitat valenciana y jefe del PP regional, Francisco Camps. Tras cinco años de incontestables victorias electorales, y después de meses de una creciente devoción a su figura entre los dirigentes del PP valenciano, en la última semana Camps ha tenido que encajar dos duros golpes.
El presidente de la Generalitat asegura que "todo va fenomenal"
En el ámbito interno, el dirigente conservador cosechó un sonoro fracaso en el congreso del PP de Alicante, celebrado el pasado domingo, en el que perdió la batalla por el control de la formación entre los abucheos de los militantes, que consideraron su apoyo a la candidatura finalmente perdedora como una injerencia. Un día después, el pasado lunes, un poderoso movimiento social obligó a su Gobierno a rectificar en uno de sus temas estrella: la imposición de impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía en inglés.
El zaplanismo seguía ahí
En Alicante, Francisco Camps trató sin éxito de acabar con el último reducto de líderes fieles a Eduardo Zaplana, su antecesor en la Presidencia del PP y de la Generalitat. Para ello propició una candidatura, la del alcalde de Benidorm, Manuel Pérez Fenoll, que debía suceder al jefe provincial, el zaplanista José Joaquín Ripoll.
Camps se dirigió al congreso alicantino entre abucheos y pitadas
Entre sus gestos de apoyo a Fenoll, el más sonado fue la celebración de la reunión semanal del Gobierno autonómico en Alicante, el viernes anterior al congreso. Se anunciaron inversiones millonarias en ciudades cuyos alcaldes se habían decantado por el candidato de Camps. Los partidaros de Ripoll lo entendieron como una afrenta y denunciaron públicamente "amenazas y presiones" y "filtraciones interesadas en prensa", en palabras de Miguel Peralta, miembro de la dirección del PP alicantino.
Finalmente, los esfuerzos de Camps fueron en vano. Ripoll ganó y lo peor fue que, tras la victoria, sus partidarios dieron rienda suelta a su aversión hacia el presidente regional a través de abucheos y pitadas. Desde el escenario, Camps apenas pudo forzar una sonrisa, que en algunos momentos llegó a convertirse en un gesto de desconcertada amargura.
Fuentes del PP afines a Ripoll afirman que el líder erró en el cálculo de sus fuerzas: "Es fruto de su endiosamiento. Su obsesión es eliminar cualquier herencia que pueda hacerle sombra y la prueba es que eligió como candidato al alcalde de Benidorm, la cuna política de Zaplana".
Los críticos del PP achacan los reveses al "endiosamiento" de su líder regional
La sociedad resucitada
El día después del congreso trajo peores noticias, esta vez desde el exterior del partido. La Generalitat se vió obligada a renunciar a su orden de impartir Educación para la Ciudadanía en inglés después de tres meses de oposición ciudadana. Las protestas se organizaron en torno a la Plataforma por la Enseñanza Pública, que agrupó a sindicatos de profesores y asociaciones de directores, inspectores, padres y alumnos.
Después de una manifestación de 40.000 personas, según la Policía Nacional, y ante la convocatoria de una huelga el 17 de diciembre, la Generalitat anunció una moratoria que da libertad a los docentes para elegir idioma en las clases. La oposición culpa del conflicto al "estilo autoritario de gobierno" del PP valenciano, según Gloria Marcos, de IU. Mónica Oltra, de Iniciativa del Poble Valencià, asegura que responde al alejamiento de la realidad de Camps: "Es la prepotencia del líder, su problema es que está en otro mundo".
El PP regional niega cualquier contratiempo. En cuanto al congreso de Alicante, Ricardo Costa, secretario general del partido, asegura que no se debe confundir la presentación de "varias alternativas" con "la división profunda". Respecto al conflicto educativo, la Generalitat ha insistido en los últimos días en que su renuncia es sólo temporal y que la orden de impartir la asignatura en inglés sigue en pie.
¿Y qué dice Camps? Pues que está "profundamente satisfecho" con el congreso alicantino y que en materia educativa "va todo fenomenal".
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La marcha atrás de Camps en Ciudadanía
El jefe del Consell se retracta de impartir EpC en inglés acosado por la protesta social. La plataforma se siente ganadora mientras algunas voces en el PP creen que no debió llegar tan lejos en el pulso al Gobierno.
Carlos Alós, Valencia
La impartición de Educación para la Ciudadanía en inglés no ha resistido el primer examen parcial. El castillo de naipes montado por el Gobierno de Francisco Camps se ha venido abajo en tres meses. La manifestación del 29 de noviembre dejó tocada la política del Consell sobre EpC y la convocatoria de una huelga para esta misma semana, desconvocada tras la rectificación, fue la puntilla.Atrás quedan meses de movilización social con protestas y encierros en colegios e institutos. La revocación de la orden de impartir Ciudadanía en inglés, conocida el lunes, llega un año y tres meses después de que el jefe del Consell anunciara que los adolescentes valencianos de segundo de ESO, de 12 y 13 años, recibirían en lengua extranjera los contenidos de la asignatura. Desde el inicio del curso, el Ejecutivo se ha dado de bruces con la evidencia de que los alumnos no entendían nada y también con una protesta mucho más consistente de lo que esperaba. El examen inicial de EpC resultó un sonoro fracaso. Casi el cien por cien de suspensos. La asignatura debía impartirse con un profesor de filosofía y otro de inglés, que se encargaba de traducir. "Era como una actuación de Martes y Trece", afirma un director de instituto de una localidad de la Ribera Alta, que prefiere mantener el anonimato. Los problemas trascendían a diario y la respuesta no se hizo esperar: movilizaciones de profesores, padres, alumnos y directores sirvieron de altavoz y el pulso ganó la calle. Más de 50.000 personas se manifestaron en Valencia para mostrar su rechazo a la política educativa del Consell.
Quince meses antes, en los primeros días de septiembre de 2007, el propio Camps, ex conseller de Educación, decidió que EpC, la asignatura promovida por el Gobierno socialista, se impartiría en lengua inglesa en la Comunitat Valenciana. El jefe del Consell lanzó la idea en una reunión en la que estaban presentes varios consellers, aseguran fuentes del propio Gobierno y el titular de Educación, Alejandro Font de Mora, se puso manos a la obra. Un año después, incluso en el PP, consideran que se llegó demasiado lejos en el pulso al Gobierno contra la asignatura. El PP había planteado batalla política contra Ciudadanía y en la campaña electoral de las generales de marzo se posicionó radicalmente en contra. Tres meses antes, la Conferencia Episcopal había tomado las calles para protestar contra un contenido docente que considera adoctrinamiento moral. El Consell asumió las tesis más conservadoras del PP y se opuso a la asignatura. Ningún Ejecutivo autonómico popular se atrevió a llegar tan lejos. Algunos, como el de la Comunidad de Madrid, se limitaron a alentar la insumisión, pero el Consell no sólo ideó que se impartiera en inglés sino que estaba dispuesto a permitir que se aprobara con trabajos trimestrales, aunque los jueces dieron al traste con una aspiración que constituía un boicot en toda regla a la asignatura.
Batalla política perdida
Revocada la orden el pasado lunes, la plataforma per l'Ensenyament Públic, que ha aunado las protestas, se siente ganadora del pulso. "El Consell ha perdido la batalla política", dice el portavoz del Sindicat de Treballadors del Ensenyament del País Valencià (Stepv), Vicent Mauri. "No esperaban el nivel de concentración y la diversidad de personas que se manifestaron", añade el portavoz de los profesores de instituto, Vicent Baggetto.
"Hemos conseguido que no la den en inglés y que se sienten a negociar. Ha sido una movilización sin precedentes", apostilla la portavoz de la plataforma y presidenta de las asociaciones de padres, Gemma Piqué, quien sostiene que al Consell no le quedaba otra salida. "No podían hacer otra cosa, no podían seguir jugando. Toda España sabía lo que estaba pasando aquí", remata Piqué. Sin embargo, hace un mes nadie pensaba que el Consell daría su brazo a torcer y tan pronto. "Es evidente que la manifestación ha sido la clave y que la huelga ya hubiera sido demasiado", sugiere Baggetto. Hay plena coincidencia en que se trataba de un experimento condenado al fracaso, de una ocurrencia sin posibilidad de éxito que los expertos han llegado a considerar una barbaridad docente. Pero el Consell siguió adelante para dejar claro su rechazo a un material didáctico que en pleno fragor del conflicto el conseller Font de Mora consideró en las Corts que sólo aspiraba "a formar votantes socialistas".
También resulta evidente que cuando comenzaron las protestas, el Gobierno de Camps no tenía un plan B ante una posible movilización social de la magnitud de la que tomó las calles el 29 de noviembre y por ello no le quedó otra salida que la marcha atrás. "No repararon en las consecuencias ni en las puertas de salida si aquello, como ocurrió, acababa en movilización. Nunca hubo una alternativa y tampoco el anuncio de moratoria coló", dicen desde la plataforma. "Pensaban que ganarían las elecciones en España y entonces no se impartiría. Pero cuando las pierden, la bravuconada de Camps tiene que llevarse a término", dice Maurí. El Consell se escudó durante meses en que la protesta la fomentaban sectores radicales de la política y la educación, pero la movilización puso en evidencia que esa lectura no era correcta. La manifestación fue un éxito. Padres, profesores, alumnos y la sociedad en general tomó la calle. Por primera vez en años, la izquierda sociológica se unía en una sola voz y ello generó en la oposición una sensación de euforia, de batalla ganada tras 15 años de abrumadora mayoría popular.
Un conflicto gratuito
Con cinco años en el poder, ningún otro conflicto había erosionado tanto al Consell, aunque fue el propio Camps el que se metió en la boca del lobo porque el intento de boicot de la asignatura fue un conflicto creado de forma gratuita. Ni siquiera el PP ha sido una piña, aunque en público no hubo voz discordante. Desde las masivas manifestaciones contra la intervención española en Iraq en 2004, las calles no acogían una protesta tan masiva. Pero al final, la asignatura podrá impartirse en las lenguas oficiales. El lunes, y con el jefe del Consell en EE UU, el departamento de Font de Mora difundía una circular con la moratoria. La Plataforma suspendía la huelga y Camps se declaraba el viernes "contento y satisfecho" de la labor de su Gobierno.
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