La sublevación militar del 18 de julio de 1936 no logra triunfar en la ciudad de Málaga ni en su provincia, por lo que, al transformarse esta sublevación en guerra civil, queda en consecuencia en la llamada zona republicana.
Desde que en agosto de 1936 los sublevados tomaron Granada, Málaga había quedado prácticamente aislada, unida a la zona republicana solamente por el estrecho pasillo de la costa por el que discurre la carretera Málaga-Almería.
En febrero de 1937, el general Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur del bando sublevado, decide desencadenar la ofensiva para tomar Málaga, encargando al coronel Francisco de Borbón de la Torre, duque de Sevilla, la dirección táctica de la misma, que se desarrollará, entre el 3 y el 8 de febrero de 1937, mediante una maniobra convergente desde tres direcciones, una columna procedente del sudoeste, desde la provincia de Cádiz por la costa, bajo su propio mando; una columna procedente del noroeste, desde Ronda, al mando del coronel Basilio León Mestre; y una columna procedente del nordeste, desde Granada, al mando del coronel Antonio Muñoz Jiménez.
En esos momentos, la guarnición de Málaga (Ejército del Sur republicano), al mando del coronel José Villalba Rubio, recién incorporado al destino, consta de unos 12.000 soldados y milicianos escasamente armados y mal equipados y con solamente16 piezas de artillería, que deben enfrentarse a los 15.000 efectivos de las Fuerzas Regulares Indígenas y a los 10.000 efectivos de Corpo Truppe Volontarie (CTV) italiano, dotados de abundante artillería y carros blindados, con que cuentan las fuerzas atacantes del coronel Borbón, apoyadas por cien aviones de la Aviación Legionaria italiana y por apoyo naval.
La ofensiva se inicia el 3 de febrero de 1937, inicialmente desde Ronda (noroeste), encontrando cierta resistencia, por lo que se hace intervenir al CTV italiano desde el nordeste (Granada). El 6 de febrero, el CTV ocupa las alturas de las Ventas de Zafarraya, desde donde dominan la carretera Málaga-Almería paralela a la costa. El coronel Villalba da la orden de retirada por esa única vía de salida que queda, por la que ya ha empezado un éxodo civil temeroso de las represalias de los sublevados, que conocen bien por las noticias recibidas de otras ciudades conquistadas.
Málaga está a punto de caer y sólo queda el punto de salida de la carretera de Almería que controlan las fuerzas sublevadas
Málaga está a punto de caer y sólo queda el punto de salida de la carretera de Almería, que controlan las fuerzas sublevadas desde las alturas de las Ventas de Zafarraya, pero, sorprendentemente, éstas no intentan cortar esta vía de escape del enemigo en retirada. Porque la “estrategia” es otra. La orden de retirada del mando militar republicano ha incrementado la desesperación, por lo que el éxodo civil se convierte cada vez más en una avalancha desorganizada de vehículos, familias enteras a pie, en carro o en burro, mal pertrechadas y sin la debida protección para el frío ni víveres para la larga travesía (“ciento cincuenta kilómetros de angustia y miseria”, escribirá más tarde el doctor Norman Bethune, que acudió con su unidad de transfusiones a socorrer a los desplazados). Que, por cierto, tampoco pueden recibir demasiada ayuda en los lugares por los que pasan, debido, una vez más, al temor de los lugareños a las represalias.
Es el momento de la variante “estratégica” decidida por el mando sublevado: se inicia el acoso y el bombardeo de las largas columnas de civiles y milicianos que huyen indefensos en dirección este hacia Almería, de la “desbandá”. De ello se encargan los cruceros de la flota sublevada Canarias (al mando del capitán de fragata Francisco Bastarrechea Díez de Bulnes), Baleares (al mando del capitán de fragata Manuel Vierna Belando) y Almirante Cervera (al mando del capitán de fragata Salvador Moreno Fernández), 33 cazas Fiat y 34 bombarderos de la Aviación sublevada y la Aviación Legionaria italiana. La escuadrilla aérea republicana España intenta defenderlos, pero sin éxito, debido a su inferioridad numérica y técnica.
Se ha calculado que el número de personas que participan en esta “desbandá” fue de entre 10.000 y 15.000, de las cuales entre 3.000 y 5.000 fallecieron, la mayoría debido a los bombardeos o, posteriormente, debido a las heridas recibidas en ellos. Es decir, asesinadas. Civiles masacrados intencionadamente por fuerzas regulares. Es famosa, ¡y muy dura! la frase pronunciada por el general Queipo de Llano en su alocución radiofónica del 9 de febrero al referirse a las operaciones en curso, en concreto a la conquista de Málaga y específicamente al éxodo civil por la carretera de Almería: “Una parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarlos en su huida y hacerles correr más a prisa, enviamos a nuestra aviación, que les bombardeó”.
El número de personas que participan en esta “desbandá” fue de entre 10.000 y 15.000, de las cuales entre 3.000 y 5.000 fallecieron, la mayoría debido a los bombardeos
Entre 3.000 y 5.000 muertos hasta que la “desbandá” logra alcanzar las posiciones de la 6ª Brigada Mixta y de la XIII Brigada Internacional republicanas, desplegadas en la línea de Albuñol, tras las cuales logran refugiarse. Línea donde quedará el frente establecido hasta el final de la guerra en 1939.
Esta es la breve y resumida historia de la “desbandá”, la masacre de civiles llevada a cabo por los militares sublevados el 18 de julio de 1936, entre cuyos responsables encontramos a tres oficiales de la Armada sublevada: el capitán de fragata Salvador Moreno Fernández, comandante del crucero Almirante Cervera, participante en los bombardeos, que no supo (o no quiso) negarse a obedecer la delictiva, inmoral e injustificable orden de bombardear de forma masiva a civiles desarmados; el almirante Francisco Moreno Fernández, hermano del anterior, jefe de la Escuadra sublevada, cuya previa autorización y orden expresa era necesaria para que se pudiera llevar a cabo la acción; y el almirante Juan Cervera Valderrama, jefe del Estado Mayor de la Armada sublevada, sin cuyo conocimiento y consentimiento tampoco se podría haber llevado a cabo la acción.
En el caso de los hermanos Moreno Fernández, además, se da la circunstancia de que fueron actores principales de la sublevación militar en el la Base Naval y Arsenal de Ferrol, participando activamente en las acciones que aseguraron el triunfo de la sublevación y la puesta a disposición de ella de las unidades más valiosas de la flota de guerra de la República. Ocupando posteriormente, ya ambos como almirantes, importantes cargos durante la dictadura.
A pesar de lo cual, los tres están enterrados en nada menos que en el histórico Panteón de Marinos Ilustres, concebido para albergar los restos mortales de aquellos marinos que alcanzaron el reconocimiento por su valor y su destreza en el combate, cultivando las letras o desarrollando las ciencias, en cumplimiento de su deber y bajo la bandera de su honor.
Consciente de esta anómala e inaceptable circunstancia, la Asociación por la Memoria Militar Democrática (AMMD) solicitó, por comunicación dirigida a la ministra de Defensa con copia al secretario de Estado de Memoria Democrática el pasado 20 de septiembre de 2022, la exhumación y retirada del Panteón de los restos de los tres almirantes citados, basándose en Ley de Memoria Democrática, que dictamina como contraria a la memoria democrática la exaltación de dirigentes de la sublevación militar o posterior represión. Solicitud que se ha reiterado, desde entonces, al menos cuatro veces, la última en septiembre de 2023, habiéndose recibido en todos los casos como respuesta el silencio administrativo o contestaciones dilatorias. Razón por la que, en última instancia, la Asociación ha recurrido al Portal de Transparencia en demanda de explicaciones sobre estos silencios administrativos, cuya respuesta aún no se ha producido.
Es también por estas razones por las que la Asociación ha encontrado en el 8 de febrero, aniversario de la “desbandá”, una fecha oportuna para proceder a formular ante el Ministerio de Defensa una reclamación previa a la vía judicial solicitando dicha exhumación y retirada de los restos del Panteón de Marinos Ilustres de estos tres almirantes responsables directos de la masacre de la “desbandá”, informando a la sociedad española mediante el correspondiente Comunicado y solicitando en él cuantas adhesiones consideran justificada la petición de exhumación y retirada de los restos del Panteón de Marinos Ilustres de los almirantes Juan Cervera Valderrama, Francisco Moreno Fernández y Salvador Moreno Fernández.
Enrique Vega Fernández
Coronel de Infantería (retirado)
Miembro de la Asociación por la Memoria Militar Democrática (AMMD)
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