La Desbandá, el criminal episodio de la Guerra Civil en el que entre cinco y diez mil malagueños que huían a Almería fueron asesinados por las tropas golpistas, cumple estos días 83 años. Durante mucho tiempo, de la Desbandá en Málaga “se hablaba bajito”, en palabras de la historiadora de la Universidad de Málaga Encarnación Barranquero, una de las primeras en estudiar la matanza. Hoy, el episodio se recuerda con marchas a pie y actividades escolares.
Es seguro que sin las fotos que tomaron desde su destartalada ambulancia el médico Norman Bethune (Gravenhurts, Ontario, Canadá, 1890 - Tang, China, 1939) y su ayudante, Hazen Sise, el crimen no hubiese alcanzado la categoría simbólica que tiene ahora.
Igual que la matanza de la carretera Málaga-Almería, Bethune fue durante mucho tiempo un gran desconocido. Cuenta Jesús Majada, su biógrafo español, que tropezó con su nombre por primera vez en un artículo publicado por El País en 1996. Se titulaba El médico de los brigadistas y daba cuenta de la creación de un comité de homenaje a Bethune.
El artículo se abría con una frase atribuida al doctor cuando decidió abandonar su cómoda plaza de cirujano para meterse de lleno en una Guerra Civil ajena: “Hoy es en España donde se lucha para decidir si la democracia muere o vive”. El artículo informaba también de la intención de reeditar un librito del galeno titulado El crimen de la carretera Málaga-Almería. Para Majada, un profesor de Literatura interesado en los libros de viajes de extranjeros por Málaga, aquello sonaba bien.
Así que buscó el libro y lo halló en la Biblioteca de Catalunya. “Encontré un folletito en el que venían 26 fotografías que me dejaron pasmado, porque eran iguales a las que aquellos días se veían en televisión de la Guerra de Yugoslavia”, relata.
Bethune en España: de Madrid a la carretera de Almería
Las fotografías mostraban el horror de la guerra en toda su crudeza. Madres desamparadas con bebés en su regazo, regueros de civiles caminando, niños que huían. Además, despertaron el interés de Majada en el personaje: un reputado cirujano que abandona su país para combatir el fascismo a miles de kilómetros. Por si fuera poco, Bethune resultaba ser un héroe en China, donde falleció en 1939. ¿Quién era ese doctor?
Bethune había llegado a España el 3 de noviembre de 1936. Independiente y con un punto egocéntrico, pero también muy resolutivo y con un gran sentido de la justicia y el compromiso, pronto dejó huella. Creó el Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre y aplicó por su cuenta y riesgo un innovador sistema móvil de transfusiones. Primero en los frentes de Madrid; después en el este.
A primeros de febrero de 1937, cuando se entera de que los regulares de Queipo de Llano pretenden tomar Málaga, acude en auxilio de los civiles con su ambulancia llena de sangre y aparatos, junto a Hazen Sise y Thomas Worsley. Para cuando alcanzan Almería, Málaga ya ha caído. Pese a todo, llega a Casteldeferro (Granada), y durante tres días y tres noches transporta decenas de heridos hasta Almería. Fue su ayudante, Sise, quien tomó las fotos que registraron la matanza, y que algunos sitúan entre las inspiraciones del Guernica. Jamás pisó Málaga.
Bethune regresa entonces a Madrid, donde edita en inglés, francés y español el librito con las fotografías de su terrible experiencia en la carretera, y vuela a Canadá en mayo de 1937 para recaudar fondos para la República. En esa gira muestra los horrores del fascismo con su libro y un documental, Corazón de España. “España es una herida en mi corazón. Una herida que nunca cicatrizará. El dolor permanecerá conmigo, recordándome siempre las cosas que he visto...”, les dice a sus compatriotas.
Cuando va a volver a España, el Partido Comunista pone pegas a sus métodos. Resolutivo por naturaleza, no lo duda: su nuevo destino está en China.
El panegírico de Mao
Allí recibe un encargo directo de Mao Zedong, por entonces jefe militar del Ejército Rojo: organizar la sanidad en el frente en plena guerra contra el Japón imperial. Bethune se remanga: forma al personal sanitario, levanta hospitales y opera con sus propias manos. Es así como, tras un corte fortuito, contrae la infección que le mata.
Cuando murió, Mao Zedong escribió un artículo glosando su espíritu “internacionalista”. “¿Qué espíritu impulsa a un extranjero a entregarse sin ningún móvil personal a la causa de la liberación del pueblo chino como a la suya propia?”, se preguntaba Mao. El texto fue incluido luego en el Libro Rojo y millones de chinos lo han estudiado de memoria.
Bethune es uno de los ciudadanos extranjeros más populares en China, donde cientos de bustos honran su memoria. Bethune, la forja de un héroe es una película protagonizada por Donald Sutherland y Helen Mirren que relata la peripecia china del doctor, que se puede ver en Youtube.
Apenas dedica un minuto a su paso por España, aunque también recoge un encendido discurso pronunciado en Canadá a su regreso de la Guerra Civil: “El fascismo es un germen. Un virus que transmite la enfermedad del fascismo, que ha destruido la salud democrática de España, que infectó el cerebro del Japón imperial, el Tercer Reich de Alemania, la Italia del señor Mussolini (…) No creo que sean ustedes inmunes a esa enfermedad, ni que sea problema de otros al otro lado del mar”.
En España, el nombre de Bethune permaneció en el casi absoluto anonimato hasta setenta años después.
La recuperación de la memoria de Bethune
En 2004, una exposición le sacó del pequeño círculo que conocía su figura. La produjo el Centro Andaluz de Fotografía y la organizó Jesús Majada a partir de las fotos del libro que encontró en Catalunya y otras que halló en archivos canadienses. Majada pasó dos años presentándola en muchos despachos. Fue un éxito instantáneo en Málaga, y luego se pudo ver en treinta ciudades españolas, en Ciudad de México, Montreal y China.
“Pensé que Málaga estaba en deuda con él. El hospital llevaba el nombre de un aviador que bombardeó la ciudad [Carlos de Haya], y a este hombre, que salvó tantos niños y mujeres en la carretera, nadie lo conocía”, dice Majada, también autor de Carretera Málaga-Almería y coautor de Bethune en España junto a Roderick Stewart, el biógrafo canadiense del doctor.
Se cree que al menos 150.000 malagueños huyeron por la carretera mientras eran bombardeados y ametrallados. Otros autores, como Andrés Fernández y Maribel Brenes, elevan la cifra posible hasta los 300.000. André Malraux lo dejó escrito en La Esperanza: “El mundo entero fluía, en ese momento, en un único sentido”.
Los cuarenta años de dictadura cubrieron este episodio de un manto de olvido. Por eso, en los años 90 la matanza apenas se conocía fuera de algunos círculos académicos y de lo que se contaba en ambientes familiares. La recuperación de las fotografías de Bethune ayudó a sacar a la luz esa historia silenciada. Aunque sigue habiendo incógnitas, hoy es un hecho histórico conocido y documentado.
Ahora un tramo de la carretera a la altura del Peñón del Cuervo recibe el nombre de Paseo de los Canadienses. Sin las fotos, Bethune seguiría siendo solo un extraño apellido y es posible que de La Desbandá se siguiese hablando bajito. “Creo que sin las fotos esto no se hubiera recuperado nunca o hubiese quedado en la Universidad. Porque si no hay imágenes, no hay historia”, concluye Majada.
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