Posted: 31 Oct 2014 05:36 AM
PDT
Entre agosto y septiembre de
1975, 11 personas fueron condenadas a muerte por consejos de guerra del
franquismo. Eran militantes antifranquistas y de izquierdas. Seis de ellos
fueron indultados a último momento, pero cinco fueron ejecutados. Fueron los
últimos condenados a muerte por el franquismo. Manuel Blanco Chivite era uno
de ellos, acusado por su militancia en el FRAP y en el PCE (m-l).
Me acerco hasta el metro de
Villaverde, en el sur de Madrid, para conversar sobre la actividad de La
Comuna. Manuel me espera en El Garage,
una editorial de literatura, arte y política, que comparte espacio con un
taller de artistas. Rodeados de libros que llenan varias estanterías
comenzamos nuestra charla.
Me interesa conocer la opinión
de Manuel sobre los últimos años del franquismo y el período de la Transición
española. La visión de un militante que fue protagonista de aquellos años y
que sigue participando en las luchas actuales.
La crisis actual del régimen
del 78 nos induce a preguntarnos por el momento histórico en que fue
fraguado, y Manuel Blanco Chivite nos aporta su mirada crítica.
JM: Manuel, cuéntame ¿cómo
y por qué se formó La Comuna?
MBC: La Comuna Es una
asociación de represaliados y de presos y presas de la última época del
franquismo, lo que se suele llamar el tardofranquismo, que se suele
considerar desde mediados de los años ‘60 hasta mediados de los ‘70, hasta la
muerte de Franco. Se forma en la primavera del 2010.
Por lo tanto un buen número de
esas personas seguimos vivas y en actividad. Es una asociación que agrupa a
estas personas que estuvieron en la cárcel o que fueron represaliadas en esa
época.
La otra característica es que
agrupa a personas que hemos estado en muy diferentes organizaciones. Hay
gente que estuvo en el PC(ML), La Liga Comunista Revolucionaria, en las
Juventudes Comunistas, en el PCE, en grupos nacionalistas de Euskadi, de
grupos catalanes, etc.
Hay otras organizaciones de
antiguos presos y demás que solo se circunscriben a un grupo específico,
sobre todo el PC. Aquí ya desde el principio ha sido más variado, con la
participación de compañeras y compañeros en Madrid, Castilla-León, Aragón,
Cataluña.
Un tema que animó mucho el
funcionamiento de La Comuna es la Querella Argentina contra los crímenes del
franquismo.
En el manifiesto de
presentación de La Comuna se define un tiempo histórico del que
han sido protagonistas: “Ese fue nuestro tiempo: el franquismo tardío.” Le
pregunto a Manuel su visión sobre esos años convulsivos.
MBC: En los últimos años del
franquismo, en los años ‘70, aparece una izquierda a la izquierda del partido
comunista, con gente joven muy activa y muy radicalizada en algunos casos.
Ante esto la represión del régimen se recrudece. Es decir, después de haber
estado ahí, aparentemente, un poco aplacada, la represión se recrudece.
Están las cifras de las
personas procesadas por el Tribunal de Orden Público, las cifras de
asesinatos en plena calle, por hacer una pintada, en un control de
carreteras. Nosotros hemos hecho una recopilación de unas 55 o 60 personas
asesinadas en los tres o cuatro últimos años del franquismo. Asesinadas
simplemente porque si, por ir a una manifestación por ejemplo, porque estaban
todas prohibidas las manifestaciones y habitualmente eran disueltas a tiros.
No existían ni siquiera las balas de goma ni los gases lacrimógenos. No había
más que tiros de pistola y ráfagas de ametralladora para disolver las
manifestaciones. Y se encargaban de eso la Brigada Político Social y, de
manera muy destacada, la Guardia Civil.
Al mismo tiempo que ocurre
esto, ya hay determinados contactos entre sectores del antifranquismo y
sectores del franquismo, determinadas exploraciones mutuas de cara a ver qué
va a pasar después de la muerte de Franco.
Los inicios de la “Transición
pactada”, como se la llama, no empiezan después de la muerte de Franco: hay
indicios claros de que empieza antes.
De hecho cuando se celebra en
Suresnes el famoso congreso del Partido Socialista, donde sale elegido
secretario general Felipe González, éste viaja a Suresnes bajo la protección
de dos miembros de los servicios secretos españoles.
JM: Claro, y ahí la CIA
también juega un importante papel, ¿no?
MBC: Así es. La situación
estratégica de España en Europa, la geopolítica, manda en muchas cosas. La
socialdemocracia alemana y los norteamericanos, desde Eisenhower y aun antes,
habían prestado mucha atención a España, como “protectores” y “avaladores” de
la dictadura de Franco. Las bases norteamericanas en España, las inversiones
norteamericanas, las multinacionales que se colocan aquí.
Incluso los viajes de ministros
españoles a Estados Unidos, visitas al FBI, etc. En el año 1972 el Ministro
de Gobernación, Tomas Garicano Goñi, viaja a Estados Unidos acompañado de
destacados miembros de la Brigada Político Social a visitar y a ser
aconsejados por el FBI, un viaje que sale en toda la prensa aquí.
Entonces, ante la previsible
muerte de Franco, todos estos hilos se ponen en marcha. Los servicios
secretos norteamericanos, el dinero de la socialdemocracia. Pero el PSOE
entonces no existe, cuando era absolutamente necesario para contemplar un
régimen estable después de la muerte de Franco.
El instrumento que podía tener
aceptación popular era el PSOE, pero nos encontrábamos con que el PSOE no
existía, eran unos grupos dispersos y lo que se llama PSOE no tenía una
presencia para nada importante, no se puede considerar que tuviese una
presencia seria. Por lo tanto, los medios de comunicación se vuelcan a
destacar a sus escasos dirigentes.
A mí me recuerda una anécdota
histórica. Cuando se forma la OTAN, estando en Nueva York el socialista
Indalecio Prieto, la prensa norteamericana le pregunta que es lo que opina
sobre la OTAN. Y el responde diciendo que lo primero que hará España cuando
se reestablezca la democracia es incorporarse a la OTAN.
Por lo tanto, cuando aquí
Felipe González y el PSOE dijeron sobre la OTAN “de entrada NO”, los que nos
habíamos molestado en leer cuatro páginas de historia, evidentemente no nos
lo creímos ni poco ni mucho.
JM: ¿Este proceso de
renovación por arriba es lo que se llama la “Transición pactada”?
MBC: Si. En este caso el
Partido Comunista dirigido por [Santiago] Carrillo, que era fuerte, no lo
suficiente, pero si era fuerte, lo que piensa es que es “su momento”. Porque
de alguien había que echar mano. Si el PSOE no estaba estructurado, hacía
falta un ínterin, una transición dentro de la transición, que de un respiro a
la formalización organizativa y orgánica del PSOE.
El PSOE necesitaba unos pocos
años para lograr tener su militancia, sus estructuras organizativas, sus
aparatos propagandísticos, para conformarse como partido con aspiraciones a
gestionar el Estado.
Y entremedias, ¿quién puede
hacer de puente? Evidentemente el Partido Comunista. Sobre todo un puente que
haga cruzar por encima de las espaldas del pueblo. Que se pueda pisar por
encima de las espaldas del pueblo.
Esa es la lectura real que
tiene ese franquismo en trance de renovarse. Porque todo el franquismo
intenta esa renovación, por fuera de algún fleco secundario, porque no hay
ningún sector del franquismo que quiera suicidarse. El franquismo quiere
renovarse y necesita nuevos gestores, porque ha quemado sus propios gestores,
primero los de Falange, luego los del Opus Dei, los tecnócratas, etc. Además
están en plena crisis económica desde 1970 o 1971, que luego con la crisis
del petróleo del ‘73 se agudiza.
La cuestión para ellos era como
aprovechaban esa crisis económica, es decir, como pasaban de 100.000 parados
que había con la muerte de Franco, a 2.000.000 con Felipe González. ¿Cómo
hacer la reestructuración industrial, la reestructuración económica, que
exigía millón y medio más de parados, en condiciones de dictadura? Imposible.
Sobre todo cuando en España el activismo de las organizaciones más jóvenes
estaba en alza. Tanto su activismo como el número de sus seguidores y
militantes estaban en alza. Estaban teniendo una aceptación mayor, sobre todo
en el sector obrero, en el sector trabajador joven y el sector estudiantil
joven.
JM: Había un ascenso de
luchas obreras y sociales…
MBC: Claro, estaban teniendo
más aceptación estas organizaciones jóvenes que habían nacido a finales de
los años ‘60. Entonces era una situación un poco peligrosa. Hasta el extremo
que una organización como ETA se había cargado al número dos del régimen [en
referencia a Luis Carrero Blanco muerto en un atentado de ETA cuando era
Presidente del Gobierno]. No era ninguna broma.
Por lo tanto necesitaban
alguien, hasta que el PSOE estuviese dispuesto con capacidad para ejercer,
necesitaban que alguien sujetase todo eso. Y Carrillo piensa que es su
momento. Realmente lo era, lo que pasa que el papel que le asignaron no era
el papel que él querría haber desarrollado. Una cosa era el guion que él se
había preparado, es decir, que el Partido Comunista fuese una pieza básica,
no solo en la calle sino en el gobierno. Mientras que para el franquismo el
papel que le estaba adjudicando era clave en la calle… ¡pero no en el
gobierno! En el gobierno esperarían, esperarían al PSOE.
Y esos gobiernos de transición,
de reformulación de la derecha, esa transición fue un gobierno de apaño, pero
muy apañado, el de la UCD [Unión de Centro Democrático], con diversas
corrientes del franquismo.
Y durante esos años el PC
aguantó, aguantó a la gente y le dieron una varita mágica para ayudarle a que
sostuviese, apaciguase al personal [la militancia]. Esa varita mágica era “el
miedo al ejército”, el “miedo al golpe de estado”.
Y como no era muy eficaz esa
varita, porque las movilizaciones y el movimiento asambleario eran muy
fuertes, se montaron un “amago”, que fue el intento de golpe de estado del
23F.
Se ríe bastante cuando menciona
lo del “amago”, y dice que esa es su lectura y la de bastantes personas sobre
estos hechos. Una lectura que desafía uno de los grandes “relatos” de la
Transición, que fue clave para convertir al Rey Juan Carlos en un “demócrata”
de la primera hora, tratando de esconder que era el heredero de Franco.
MBC: El 23F se montó con la complicidad del rey, con la complicidad incluso del PSOE. Y lanzaron ahí a cuatro matones de la Guardia Civil, con Tejero y compañía. Seguro que varios de ellos tenían intenciones golpistas, pero su significación social en España en ese momento, para los grandes grupos de poder…era otra, claro.
Pero aquello resultó, porque
tres días después se hizo la famosa manifestación con Fraga Iribarne,
Carrillo, Felipe, todos unidos “en defensa de la democracia”. Y sirvió para
frenar una serie de cosas y para endurecer una serie de leyes.
Este fue un poco el “arreglo
por arriba”, que llevó al pacto de la Transición y que llevó a algo que a
nosotros nos interesa especialmente en este momento, que es la amnistía.
Había en ese entonces un
movimiento por la amnistía, por la libertad de los presos, fuertísimo. Y
después de varios vaivenes, de varios indultos, llegó la amnistía total de
octubre de 1977, después de las primeras elecciones.
Esta amnistía tenía una
característica antijurídica que llama poderosamente la atención. La amnistía
tenía dos artículos. El primero estaba dedicado a los que lucharon contra el
franquismo, que se nos amnistiaba y salíamos de la cárcel. Pero se nos
amnistiaba, ¿de qué delitos? ¡De los “delitos” de haber luchado contra
Franco! Pero yo no necesitaba ninguna amnistía. Al revés… ¿O acaso se ha
visto que se amnistiase a los miembros de la resistencia francesa que
lucharon contra el gobierno de Vichi o contra los nazis? ¿O a los alemanes de
la resistencia clandestina que lucharon contra Hitler? No necesitábamos una
amnistía, lo que necesitábamos era salir de la cárcel y que se anulasen
nuestros juicios y consejos de guerra. Porque eran juicios y consejos de
guerra de un Estado fascista, de una dictadura fascista.
Pero, en cambio, se nos aplicó la amnistía como si hubiésemos delinquido.
Y el artículo segundo,
amnistiaba a los propios fascistas. Un contrasentido, porque una amnistía
solo es aplicable a aquel que ha sido juzgado por un delito y condenado por
un delito. No puedes amnistiar a alguien que está en su casa disfrutando de
privilegios económicos por haber servido a una dictadura fascista. Alguien a
quien nadie ha investigado, nadie ha juzgado, nadie ha condenado. ¿De qué le
amnistiaban?
Un contrasentido jurídico absoluto, pero que correspondía a un pacto político entre un sector de la oposición antifranquista, circunscripto fundamentalmente al Partido Socialista, al Partido Comunista, y a las burguesías democráticas del País Vasco y Cataluña. Esas eran las cuatro patas de una de las partes del pacto, y del otro lado, el conjunto del franquismo.
JM: Este pacto se mantuvo
35 años, se garantizó la impunidad.
MBC: Así es, se ha mantenido
hasta hoy, se sigue manteniendo. Pero hoy muchos grupos y manifestantes
protestan y empiezan a poner en cuestión el régimen del 78, el régimen
monárquico del 78 (algo que todos aceptaron porque todos se hicieron monárquicos,
todos los del pacto).
Cuando los manifestantes
cuestionan el régimen, están planteando la ruptura de ese consenso de la
transición. El régimen del 78 se basa sobre estos pactos de Transición,
pactos de impunidad de la dictadura. Hoy todo eso se está poniendo en
cuestión.
Y en esto, desde La Comuna,
desde la mayor parte de las asociaciones de la Memoria y todos los colectivos
que integran la Querella Argentina, estamos aportando a esa crisis del
régimen del 78, colaborando en su resquebrajamiento.
|
Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme..... "Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
dissabte, 1 de novembre del 2014
Entrevista a Manuel Blanco Chivite, integrante de La Comuna presxs del Franquismo
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