dilluns, 20 de febrer del 2017

LOS ANDALUCES, NERUDA Y EL WINNIPEG Por Fernando de la Sierpe

http://www.andalucia.cc/winnipeg/


INTRODUCCION
Este relato narra un episodio histórico relativamente poco conocido de la vida de Pablo Neruda y su relación con España. En 1934, Neruda es designado Cónsul de Chile en Barcelona y luego en Madrid. Amaba entrañablemente a España y, en especial, a Andalucía, cuna de sus amigos García Lorca, Alberti, Manuel Altolaguirre, Alexandre, Cernuda, José Caballero, entre otros muchos.
En 1939, hacia el término de la Guerra Civil Española, Neruda, muy afectado por la situación de cientos de miles de españoles, logra convencer al Gobierno de Chile, para ofrecer a los refugiados españoles existentes en Francia y Norte de Africa, una segunda patria: Chile.
Bailaores Andaluces
Es así como es contratado un viejo barco de carga, el "Winnipeg", que embarca en el puerto francés de Trompeloup - Pauillac, en el estuario de la Gironda, próximo a Burdeos, cerca de 2.500 españoles, hombres, mujeres y niños, que iban en busca de nuevos horizontes fuera de España hacia el lejano país austral llamado Chile.
El autor posee una nómina con los nombres de cerca de 2.500 refugiados, correspondientes a los hombres, mujeres y niños que, luego de una azarosa y larga travesía, llegaron al puerto chileno de Valparaíso el día 3 de Septiembre de 1939.
Dicha nómina está a disposición de las personas que deseen ubicar a sus parientes existentes en España y en Chile. Cabe señalar que el autor, luego de ser consultado por nietos de los refugiados españoles, ha logrado contactar a familias españolas con familias chilenas descendientes de estos refugiados y que, por diversos motivos, no se conocían hasta este momento, dando lugar a emotivos encuentros de familias enteras.
De este modo, el relato presenta un gran interés desde el punto de vista humano e histórico y una gran actualidad, ya que, hasta el día de hoy, existen nietos de los refugiados que desean saber de sus familias chilenas y españolas.
El relato describe igualmente la estrecha relación existente entre Neruda y los andaluces García Lorca, Alberti, Machado, Altolaguirre, Alexandre, José Caballero, Cernuda, Pedro Garfias y otros que integraron la llamada “Generación del 27”. En gran medida la amistad existente entre Neruda y los andaluces ya nombrados fue la causa de la gesta del "Winnipeg", a juicio de Neruda, el “mejor poema que había realizado”.
Fernando de la Sierpe ha escrito el presente relato como un homenaje al poeta Pablo Neruda, nacido en Parral, Chile, el 12 de Julio de 1904, cuyo centenario de su nacimiento se celebra en el año 2004.
En el año 2002, se ha celebrado igualmente el centenario del nacimiento de dos grandes poetas andaluces, amigos de Neruda, Rafael Alberti, del Puerto de Santa María y del sevillano Luis Cernuda. Hacia todos ellos, Neruda y los poetas andaluces, está dedicado este relato.
A fin de facilitar su lectura, el relato se presenta en los siguientes capítulos:

 Neruda tuvo una relación muy estrecha con los poetas andaluces, en especial, con Federico García Lorca, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Alexandre, Pedro Garfias, Luis Cernuda entre otros, es la denominada “ Generación del 27”.
Pablo Neruda
En 1933, Neruda fue designado Cónsul de Chile en Buenos Aires, donde llegó en el mes de Agosto. Allí conoció a Federico García Lorca que por esos días llegó a la capital argentina para dirigir y estrenar su tragedia teatral “ Bodas de Sangre”. Se hicieron muy amigos y juntos fueron festejados por los poetas argentinos.
Recuerda Neruda en sus Memorias un episodio curioso en que ambos recitaron, frente a una centena de poetas argentinos, un poema a la manera alimón dedicado a Rubén Darío, en que participaron ambos poetas pronunciando cada uno en forma alternada los versos del poema.
De acuerdo a lo que le explicó García Lorca, torear al alimón se denomina en el arte taurino cuando dos toreros torean el mismo animal simultáneamente con el mismo capote. Lo cual es muy riesgoso, por la exacta coordinación que debe existir entre los toreros.
Una vez Neruda y García Lorca junto a otros poetas fueron invitados a comer a la mansión de un millonario argentino, magnate de la prensa. Después de la fastuosa comida, los dos poetas acompañados de una poetisa rubia y alta salieron a recorrer el parque que rodeaba la mansión, y subieron a una torre blanca que se elevaba hacia las estrellas cerca de la piscina.
Al llegar arriba de la torre embriagado por el resplandor del cielo estrellado, Neruda abrazó y besó apasionadamente a la bella poetisa, cayendo luego ambos al piso donde dieron paso a su ardiente pasión. Entre tanto, García Lorca sorprendido por la fogosidad del encuentro, había sido enviado por Neruda a bloquear la escala para que nadie pudiese interrumpirlos, lo cual llevó a cabo alegremente el poeta andaluz.
La amistad que tiene Neruda con García Lorca en Buenos Aires fue muy estrecha. Realizaban frecuentes reuniones con los poetas argentinos. En las reuniones destacaba García Lorca con su alegría, su risa, sus cantos y bailes. García Lorca disfrutaba tocando el piano junto a sus amigos.

Pocos meses después, a comienzos de 1934, Neruda es enviado a Barcelona y luego a Madrid como cónsul de Chile.
En Madrid, Neruda conoce a todos los innumerables amigos de García Lorca y Rafael Alberti, siendo a los pocos días uno más de ellos. Neruda encontraba diferencias entre los poetas españoles y los latinoamericanos. Encontraba más fraternales y alegres a los españoles. A los latinoamericanos los encontraba más universales, metidos en otras culturas y lenguajes.
En Madrid, Neruda vivía en la “Casa de las Flores”, en el barrio de Arguelles, todo un símbolo de la vanguardia arquitectónica de los años 30. Fue el centro de las tertulias que organizaba el poeta chileno con sus amigos de España.
La “Casa de las Flores” ocupa una manzana entera, de sus balcones cuelgan geranios, de ahí su nombre. Es un edificio de siete pisos.
Geranios
Neruda vivió en el quinto piso de ese edificio. Le agradaba recibir a sus amigos en el balcón del apartamento donde había colocado una mesa de centro y numerosas sillas donde compartía vino, queso, jamón y agradables veladas con sus amigos andaluces García Lorca, Alberti, Manuel Altolaguirre, Antonio Aparicio, José Caballero y numerosos otros.
Otro centro de reunión de Neruda y sus amigos andaluces en Madrid, lo constituye el hogar formado por el diplomático chileno Carlos Morla Lynch y su esposa Bebé Vicuña, grandes amigos por muchos años de García Lorca y Alberti. Los Morla eran tíos del pintor chileno Roberto Matta. Cabe destacar que, incluso, García Lorca dedicó varios de sus poemas a miembros de la familia Morla Vicuña.
También en esa época Neruda, Alberti y García Lorca entre otros, eran asiduos visitantes al apartamento que el legendario pintor y empresario Fernando Gerassi tenía junto a la plaza de toros de Madrid.
Neruda se reune diariamente con los poetas García Lorca, Rafael Alberti, Manolo Altolaguirre, Bergamín, Vicente Alexaindre, Miguel Hernández, Luis Cernuda, y tantos otros. El célebre pintor andaluz José Caballero formaba parte del grupo de amigos de Neruda. En sus Memorias, Neruda se refiere a este último como “pintor de deslumbrante talento y gracia”. Formaban bulliciosos grupos que salían a comer, beber y cantar, para después reunirse en la " Casa de las Flores". Neruda recibe en su casa a Antonio Aparicio que llega directamente desde Andalucía.
Manuel Altolaguirre
Manuel Altolaguirre, poeta nacido en Málaga, que disfrutaba con una imprenta que tenía, llegó un día a la casa de Neruda y le ofrece la dirección de una hermosa revista de poesía que quería editar. Neruda había fundado en 1925 la revista “Caballo de Bastos”, en Chile. Tenía experiencia en la materia y acepta encantado el ofrecimiento. Así nace “El Caballo Verde“, del cual se editan cinco números de gran belleza.
El sexto número de “Caballo Verde” queda sin imprimir, debía aparecer el 19 de Julio de 1936. Ese día comienza la guerra fratricida en España.
A Neruda le seducía el gran poder metafórico de García Lorca y le interesaba todo lo que escribía el gran poeta andaluz. A veces, éste le pedía a Neruda que le leyera sus últimos poemas y a media lectura, García Lorca lo interrumpía gritando “No sigas, no sigas, que me influencias”.
Neruda y García Lorca pasan mucho tiempo juntos en Madrid reunidos con sus amigos, ya sea en la Casa de las Flores de Neruda, en la casa de Carlos Morla, diplomático y escritor chileno o en el apartamento de Fernando Gerassi, al lado de la plaza de toros. Los que animaban las reuniones con una imaginación desbordante eran García Lorca y el compositor chileno Acario Cotapos. García Lorca tocaba el piano y cantaba.
También Neruda asistía con frecuencia a las representaciones del Teatro La Barraca, dirigido por García Lorca. Asiste a la puesta en escena de Fuenteovejuna.
García Lorca decide viajar a Granada en plena Guerra Civil. Sus amigos le indican que en Madrid estaría más seguro. Por último, en caso de urgencia podría asilarse en la Embajada de Chile en Madrid.
Federico García Lorca
García Lorca no hace caso a los consejos de sus amigos chilenos. Decide viajar a Granada. Pocos días después, es apresado por los nacionalistas y fusilado el 19 de Agosto de 1936.
La muerte de García Lorca en Granada, impacta fuertemente a Neruda. El cual comenta en sus Memorias:
“ Federico García Lorca no fue fusilado, fue asesinado. Naturalmente nadie podría pensar que le matarían alguna vez. De todos los poetas de España era el más amado, el más querido, y el más semejante a un niño por su maravillosa alegría. ¿Quién pudiera creer que hubiera sobre la tierra, y sobre su tierra, monstruos capaces de un crimen tan inexplicable?”
La guerra civil comenzó a inclinarse a favor de Franco. En el viejo monasterio de Monserrat, próximo a Gerona, cerca del frente de lucha del Este, funcionaba una imprenta primitiva que databa del año 1499. El editor circunstancial de la imprenta, utilizada por el Ejército Republicano del Este, era el poeta Manuel Altolaguirre.
Allí se imprimió, en extraña forma, el libro “España en el Corazón” de Neruda. Fue impreso, por los soldados, en papel que se fabricó en un molino abandonado para fabricar papel, en el pueblo de Orpi, a partir de una serie de materiales exóticos, géneros, banderas rotas, etc., debido a que en el frente de guerra ya no era posible encontrar el papel adecuado para imprimir libros. Los impresores y fabricantes del papel fueron milicianos republicanos del denominado Ejército del Este.
A pesar de los materiales empleados y de la falta de experiencia de los impresores, el libro quedó muy bien.
Un ejemplar de esta insólita edición se exhibe en Washington, en la Biblioteca del Congreso, como uno de los libros más raros que se haya editado en la época reciente.
Poco tiempo después de terminado el libro, se precipitó la derrota de la República. Cientos de miles de fugitivos, hombres mujeres y niños llenaban los pasos fronterizos huyendo de España. Las columnas eran bombardeadas constantemente por la aviación franquista. En Francia trataron cruelmente a los derrotados asilándolos en campos de concentración.
Dado el estrecho compromiso de Neruda con la derrotada República, el Gobierno de Chile lo retira del cargo consular. Neruda queda cesante y decide viajar a París con su esposa.
Neruda y su mujer, Delia del Carril, arriendan un departamento en el Quai de L´Horloge donde viven con Rafael Alberti, el gran poeta andaluz del Puerto de Santa María, acompañado de María Teresa León, su mujer.
Gracias a Picasso y Neruda, Alberti y su mujer, María Teresa León, pueden trabajar como locutores en Radio Paris Mondiale en un programa que se emitía en español para América.

Alberti quedaba estupefacto por el “extraño comportamiento” de Neruda. Como aquel interés loco de buscar vinos de Chile, en Francia, la cuna de los buenos vinos. Neruda añoraba los vinos de su lejano país austral. Caminaba cuadras y cuadras por las calles de París, buscando los vinos chilenos.
Rafael Alberti
También coleccionaba cosas insólitas como aquella vez que caminando junto a Alberti, por las calles de París, se enamoró de una gran llave de hierro que adornaba una zapatería. Por varios días insistió con el dueño de la zapatería en la compra de la gran llave, hasta que la consiguió y tuvo que traer un albañil para desprenderla de la pared. Neruda coleccionaba las cosas más increíbles.
Luego de un año de exilio en París, Alberti y su mujer se embarcan para Argentina. Proyectan luego radicarse en Chile junto a su gran amigo Neruda. Sin embargo, Neruda es designado cónsul de Chile en México y Alberti desiste de viajar a Chile, permaneciendo 24 años en Argentina.
En 1946, Alberti viaja a Chile para encontrarse con Neruda. Lo acompaña a Isla Negra, hermoso y tranquilo balneario, en la costa chilena cercana a Santiago de Chile. Neruda y su mujer Delia del Carril comenzaban a construir la casa de Isla Negra. La construye “verso a verso”, como decía, con lo que ganaba con sus libros de poesía.

Volcán Laima y Bosque de Araucarias - Chile

Neruda viaja al Sur de Chile junto a Alberti. Cerca de la sureña ciudad de Osorno, recorren los gigantescos bosques chilenos, que Neruda lleva grabados en su espíritu y su poesía.
Caminan entre cascadas vírgenes, matorrales y grandes árboles. Alberti se maravillaba con la belleza y variedad del paisaje chileno en esa zona.
En el Sur de Chile existen bosques de alerces, árboles gigantescos que pueden alcanzar mil años y más de antigüedad entre bellísimos volcanes y lagos.
También existen bosques de hermosas araucarias, a las que Neruda dedicó más de un poema.
Años después, en Roma, Alberti recordaba con Neruda aquel viaje y la belleza y energía que emanaba de los milenarios bosques sureños de Chile.
Sobre Alberti, su gran amigo, Neruda escribió lo siguiente:

“Para los que tenemos la dicha de hablar y conocer la lengua
de Castilla. Rafael Alberti significa el esplendor de la poesía
en la lengua española. No sólo es un poeta innato sino un
sabio de la forma. Su poesía tiene, como una rosa
roja milagrosamente florecida en invierno,
un copo de la nieve de Góngora, una raíz de Jorge Manrique,
un pétalo de Garcilaso, un aroma enlutado de Gustavo
Adolfo Becquer. Es decir, en su copa cristalina
se confunden los cantos esenciales de España “
Neruda era íntimo amigo de Alberti, incluso le regaló en España, la perra Niebla, que acompañó al poeta andaluz durante la guerra civil “como el mejor soldado, pasando hambre y las mismas penalidades de los soldados” como lo reconoce Alberti.

En 1965, Alberti residía en Roma y viaja a Moscú a recibir el premio Lenin de la Paz. En aquella ocasión, entre otras personalidades, se encuentra su amigo Pablo Neruda, el cual recita su poema “Canto General “ en homenaje a Alberti.
Vicente Alexandre
Otro gran andaluz, sevillano, poeta e íntimo amigo de Neruda era Vicente Alexandre, el cual recibe el premio Nobel de Literatura en 1977.
Nadie mejor que el mismo Neruda para describir la relación que tenía con Alexandre, cuando era diplomático de Chile en Madrid. Dice el poeta chileno de Vicente Alexandre :
“En un barrio todo lleno de flores, entre Cuatro Caminos y la naciente Ciudad Universitaria, en la calle Wellingtonia, vive Vicente Alexandre.”
“Es grande, rubio y rosado. Está enfermo desde hace años. Nunca sale de casa. Vive casi inmóvil.”
“Su profunda y maravillosa poesía es la revelación de un mundo dominado por fuerzas misteriosas. Es el poeta más secreto de España, el esplendor sumergido de sus versos lo acerca tal vez a nuestro Rosamel del Valle.”
“Todas las semanas me espera, en un día determinado, que para él, en su soledad, es una fiesta. No hablamos sino de poesía. Alexandre no puede ir al cine. No sabe nada de política.”
“De todos mis amigos lo separo, por la calidad infinitamente pura de su amistad. En el recinto aislado de su casa la poesía y la vida adquieren una transparencia sagrada.”
“Yo le llevo la vida de Madrid, los viejos poetas que descubro en las interminables librerías de Atocha, mis viajes por los mercados de donde extraigo inmensas ramas de apio o trazos de queso manchego untados en aceite levantino. Se apasiona con mis largas caminatas, en las que él no puede acompañarme, por la calle de Cava Baja, una calle de toneleros y cordeleros estrecha y fresca, toda dorada por la madera y el cordel.”
“O leemos largamente a Pedro de Espinosa, Soto de Rojas, Villamediana. Buscábamos en ellos los elementos mágicos y materiales que hacen de la poesía española, en una época cortesana, una corriente persistente y vital de claridad y misterio.”
Un gran andaluz y poeta, amigo de Neruda era Luis Cernuda, de Sevilla.
En 1936, con motivo de la publicación de su obra " La Realidad y el Deseo ", se organizó un homenaje a Luis Cernuda en un restaurante de la calle Botoneras de Madrid. Una fotografía de época, recoge una escena de amistad: el mantel blanco, las botellas de vino, las copas de cristal y el poeta Luis Cernuda rodeado por Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Miguel Hernández, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, María Teresa León y Concha Méndez.

Luis Cernuda
En aquella oportunidad García Lorca se refiere en esta forma a la obra de Cernuda y de sus amigos :
“Entre todas las voces de la actual poesía, llama y muerte en Aleixandre, ala inmensa en Alberti, lirio tierno en Moreno Villa, torrente andino en Pablo Neruda, voz doméstica entrañable en Salinas, agua oscura de gruta en Guillén, ternura y llanto en Altolaguirre, por citar poetas distintos, la voz de Luis Cernuda erguida suena original, sin alambradas ni fosos para defender su turbadora sinceridad y belleza.”
Andaluz y poeta, amigo de Neruda, era Pedro Garfias. En realidad, Garfias nació en Salamanca, pero se formó en Andalucía y adoraba Andalucía. El “joven sevillano de Osuna“ lo llamaba Rafael Alberti. Garfias fue formado en Andalucía de donde tomó la cosmovisión del paisaje y ese “lastre sentimental“ que le criticaba Guillermo de la Torre.
En el destierro este poeta andaluz vivía en un castillo de un lord, en el pueblo inglés de Eaton Hastings. Garfias, como buen andaluz, se aburría en el solitario castillo y se iba en las noches a beber a la taberna cercana. El tabernero no hablaba castellano y Garfias tampoco hablaba inglés. Pero se hicieron muy amigos y bebían juntos. Se contaban mutuamente sus historias favoritas y mientras uno hablaba y gesticulaba el otro lo escuchaba atentamente, pero sin entender absolutamente nada, por supuesto.
Cuando Garfias debió partir al exilio a México se despidieron hablando, bebiendo y llorando porque se habían hecho muy amigos. Al conocer esta historia Neruda le preguntó a Garfias qué creía que le contaba. Garfias le respondió “Nunca entendí una palabra, Pablo, pero cuando lo escuchaba, tuve siempre la sensación, la certeza de comprenderlo. Y cuando yo hablaba, estaba seguro que él me comprendía a mí.”

 El término de la Guerra Civil Española, entre nacionalistas y republicanos, se precipitó a pasos agigantados. Las tropas nacionalistas avanzaron con gran rapidez en los primeros meses de 1939, hasta que se puso fin a la Guerra Civil el 1 de Abril de 1939.
Desde los primeros días de Enero de 1939, varios cientos de miles de republicanos, con sus familias, cruzaban la frontera con Francia buscando salvar la vida. Llegar a Francia no fue fácil, era invierno y los Pirineos estaban totalmente nevados. Muy pocos pudieron utilizar vehículos, la mayoría cruzó los Pirineos a pie, cargando los niños algunos, sus pocos enseres otros, la mayoría con la nieve hasta la rodilla. Los caminos por los cuales avanzaban penosamente las columnas que huían de las tropas nacionalistas eran frecuentemente bombardeadas y ametralladas por la aviación, haciendo más lento aun su penoso desplazamiento. El frío y la escarcha calaban los huesos.
Los combatientes republicanos, mal equipados, trataban de organizarse y detener, aunque fuere momentáneamente, el avance de las tropas nacionalistas. Fue imposible.

Pirineos
La historia del exilio republicano se inició en los Pirineos. Más de medio millón de republicanos con sus familias lograron llegar a Francia. Para los menos, Francia significó el refugio y la libertad. Pero para la gran mayoría de los refugiados significó otra etapa de penurias y sacrificios sin límites. Con los refugiados había del orden de 200.000 soldados republicanos que debieron entregar sus armas al ingresar a Francia.
La sorpresa para los refugiados españoles que buscaban la libertad en Francia fue tremenda. Francia los enviaba a campos de concentración carentes de las mínimas condiciones higiénicas, escuálidos refugios y sin el menor abrigo. Una veintena de enormes campos de concentración se establecieron en Francia y en sus territorios de Argelia y Marruecos, en los cuales fueron hacinados los refugiados republicanos.

Huída a Francia
Evidentemente, el país galo no estaba preparado para recibir a tal avalancha humana.Los campos de concentración estaban rodeados de alambradas, ametralladoras y custodiados por guardias senegaleses.
El techo, abrigo y alimentación eran desconocidos.
Los refugiados desfallecían de hambre, de frío y por las enfermedades derivadas de las pésimas condiciones higiénicas en que eran mantenidos por las autoridades francesas. Comenzaron a brotar de la arena, como hongos, extrañas estructuras y carpas que improvisaban los refugiados en busca de una mínima protección contra el viento helado y la lluvia. Las condiciones de vida en estos campos de concentración eran lastimosas e infrahumanas.
Nacían criaturas que eran paridas sobre la arena húmeda y protegidas en cajas de cartón, mientras cientos de enfermos de disentería agonizaban y contagiaban a sus compañeros de infortunio.
El espacio vital era mínimo, la promiscuidad enorme. Las condiciones de vida eran imposibles de imaginar hoy día. Las instalaciones sanitarias inexistentes. Areas abiertas de los campos de concentración se convirtieron en estercoleros en que hombres, mujeres y niños concurrían a defecar. En tal deplorables condiciones higiénicas, las heridas de los refugiados se gangrenaban con facilidad y las amputaciones eran frecuentes. No existían medicamentos ni anestesia. Incluso, en la mayoría de los campos, el agua para lavarse era inexistente, sólo había agua, en pequeñas cantidades, para beber, que llegaba en camiones cisterna.
El Gobierno francés, dada la gravedad de estos problemas, convirtió dos buques en hospitales flotantes para que atendieran a los refugiados más graves. Estos buques estuvieron anclados cerca de Marsella.
Un número menor de refugiados tuvo mejor suerte, ya que no fueron enviados a los campos de concentración, sino que fueron albergados en casas de muchos franceses de buena voluntad y de españoles residentes.

 Neruda había regresado a Chile, en 1937 y se había aislado en el hermoso país austral, donde continuó escribiendo sus poemas.
 
Puerto Varas y Volcán Osorno - Sur de Chile
Sin embargo, las trágicas noticias de la emigración española, hacinada en los campos de concentración franceses, llegaron hasta Neruda, quien abandona su obra literaria decidido a hacer algo que permita ayudar a los refugiados españoles.
Por otra parte, en esos años ya estaba clara la inminencia del estallido de la segunda guerra mundial, dado el comportamiento de la Alemania hitleriana cuyo poder amenazaba a Europa en forma directa. De caer en manos de los nazis, el destino de los refugiados españoles prisioneros en los campos de concentración franceses hubiera sido siniestro.
En 1939, Neruda, apoyado por sus amigos, plantea al Presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, la idea de traer a Chile la mayor cantidad posible de refugiados españoles junto a sus familias.
No era tarea fácil lo que planteaba Neruda, ya que incluso él mismo estaba casi inválido, con una pierna enyesada.
Sin embargo, Neruda logra convencer al Presidente de Chile quien decidió enviarlo a Francia a fin de organizar la emigración a Chile de los refugiados españoles. A Neruda se le otorgó el título diplomático de Cónsul Especial para la Inmigración Española con sede en París.
Neruda se organiza rápidamente y parte enseguida para Francia, semi inválido, aun con el yeso en su pierna lesionada. Ante la amenaza que acechaba a los refugiados españoles no había tiempo que perder.
Cabe destacar que este esfuerzo que hacía Chile para albergar a los refugiados españoles que tenían sus vidas en peligro era doblemente meritorio ya que, en Enero de 1939, un gran terremoto asoló la zona central de Chile, la más poblada, provocando una gran destrucción de viviendas y matando a decenas de miles de chilenos. Y en medio de tanta tragedia, Chile ofrece el asilo generoso a varios miles de españoles.

Neruda trabajaba con prisa en la selección de los inmigrantes españoles que solicitaban viajar a Chile. Personalmente revisaba la nutrida correspondencia con solicitudes que, en forma creciente, comenzaba a llegar a su oficina de la Embajada de Chile en París. Colaboraba con Neruda en esta tarea, su esposa, Delia del Carril.

Delia del Carril.
Neruda actúa también frente al Gobierno Republicano en el exilio a fin de que ayudaran a seleccionar a los potenciales inmigrantes españoles. Se crea el S.E.R.E., Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles.
Se contrató un buque, el “Winnipeg“, a la Compañía France – Navigation para el traslado a Chile de más de 2.000 refugiados, hombres mujeres y niños.
El buque era un viejo carguero francés que hacía el trayecto entre Marsella y las costas de Africa, habitualmente no llevaba más de 20 personas.

El "Winnipeg"

Sus bodegas se transformaron para dar cabida a más de 2000 literas, en seis pisos.
Los trabajos se realizaron aceleradamente en el puerto francés de Trompeloup - Pauillac, en el estuario de la Gironda , cerca de Burdeos.
En París, Picasso también colabora en las labores de Pablo Neruda, da una entrevista en la cual resalta el esfuerzo que ha realizado Neruda para que los países latinoamericanos acojan a los inmigrantes españoles y agradece también el asilo ofrecido por Chile.
La labor de selección de los inmigrantes efectuada por Neruda con el apoyo del S.E.R.E. fue extraordinariamente eficaz y nada de fácil.
En la mayoría de los casos las familias de los inmigrantes estaban desperdigadas en distintos campos de concentración y se trabajaba con prisa, dado que España presionaba a Francia sobre el tema de los refugiados españoles.
Por otra parte, se cernía sobre Francia la amenaza creciente de Alemania.

Picasso
En estas condiciones, Neruda con la ayuda del S.E.R.E. se dieron a la titánica tarea de reunificar a las familias y embarcarlas en el viejo barco, el “Winnipeg“ con destino a Chile.
Este milagro se logra para la mayoría de las familias sólo horas antes del embarque. Los refugiados llegaban al puerto en trenes provenientes de distintos campos de concentración y de pueblos de Francia.

Neruda describe en su obra “Para Nacer He Nacido” ese momento culminante del embarque:
“Los trenes llegaban de continuo hasta el embarcadero. Las mujeres reconocían a sus maridos por las ventanillas de los vagones. Habían estado separados desde el fin de la guerra civil. Y allí se veían por primera vez frente al barco que los esperaba. Nunca me tocó presenciar abrazos, sollozos, besos, apretones, carcajadas, de dramatismo tan delirantes.”
Se efectuaron en el muelle los trámites burocráticos para la inmigración, identificación, documentación, etc, en que participaron los colaboradores de Neruda, diplomáticos, secretarios, amigos.
La organización en la selección de los refugiados fue muy eficaz y muy rápida dada las circunstancias que vivían los refugiados en Francia. El S.E.R.E. – Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles – organismo creado por el último Gobierno Republicano Español y reconocido por las autoridades francesas, enviaba, a la Embajada de Chile en París, las fichas de los potenciales inmigrantes. De estas fichas, la Embajada de Chile seleccionaba los postulantes que consideraba más idóneos, y el S.E.R.E. procedía a convocar a las familias de los aprobados con la colaboración de las autoridades francesas para reunirlos en el puerto de Trompeloup-Pauillac, donde ya se encontraba el viejo buque “Winnipeg” preparando su viaje hacia el lejano Chile.
En el puerto de embarque se procedió a realizar un examen médico y vacunar a los refugiados. Se les entregó documentación pertinente y se realizó un examen personal a los refugiados por parte de los funcionarios chilenos dirigidos por Neruda.

Puerto de Trompeloup - Pauillac.
El trámite del embarque se inició en la madrugada del Viernes 4 de Agosto de 1939. Terminó al anochecer. El Cónsul General de Chile en Francia, General Marín asistió al zarpe del “Winnipeg” acompañado por Neruda y otros funcionarios de la Embajada de Chile en París. También estuvieron presentes en el momento del zarpe, representantes del S.E.R.E.; del último Gobierno Republicano Español, y autoridades francesas presididas por el Prefecto de la Gironda.
En tierra quedó Pablo Neruda. Vestido enteramente de blanco destacaba en la oscuridad de la noche. Se despedía de los refugiados agitando su sombrero, del mismo color, en el muelle del pueblo de Pauillac, cerca de Burdeos, sobre el estuario de la Gironda.
El “Winnipeg” levó anclas con su pasaje completo y comenzó a alejarse lentamente, entre los cánticos de algunos refugiados. El barco se despedía con pitazos. La mayoría guardó silencio, con gran emoción. Muchos lloraban.
Esa noche Pablo Neruda escribió estas líneas, que recuerda en sus Memorias :

" Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. "

" Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie."
"Trompeloup, 4 de Agosto de 1939"

 El “Winnipeg“ se mueve lentamente con todas sus luces encendidas, por el estuario de la Gironda, alejándose de Trompeloup – Pauillac. Acelera su andar al salir a mar abierto. Días después pasó cerca de las Azores, isla portuguesa, dirigiéndose hacia la Isla Guadalupe, isla francesa de las Pequeñas Antillas, en el Caribe, a fin de reabastecerse de agua, alimentos y combustible.
En el interior del barco, en los primeros días de navegación, se despliega un gigantesco trabajo de organización, que los refugiados cumplen en forma disciplinada. No podía ser de otra forma, dado lo que significaban las más de 2.000 personas, hombres, mujeres y niños, hacinados en el viejo barco de carga, apresuradamente provisto de apretadas literas de madera, servicios higiénicos improvisados, comedores provisorios, cocinas funcionando al máximo día y noche, sistemas de ventilación precarios, bodegas transformadas en dormitorios, etc, etc.
En primer lugar, se repartieron las literas por sorteo. Las mujeres se separaron de los hombres. Los niños pequeños iban con las mujeres en la popa del buque. Cada litera tenía una frazada y una colchoneta de paja. En cada dormitorio de literas, de a tres en altura, cabían cincuenta personas y sólo había un excusado provisorio. Ventiladores eléctricos trataban de ventilar los espacios.
Se establecieron varios turnos de comida, mientras la cocina del barco funcionaba día y noche. En general, la comida consistió en garbanzos, porotos, lentejas, con papas, a veces tortillas. También vendían cervezas y algunos licores en un pequeño bar improvisado que funcionaba en cubierta.
La tripulación era toda francesa, pero evidentemente el grueso de los servicios de atención a los refugiados era realizado por ellos mismos en forma organizada. El barco, como es de imaginar, estaba lleno de voluntarios: para pelar papas, limpiar los baños, cuidar los 350 niños, ayudar en la enfermería, etc etc.
No fue una tarea fácil, pero todos colaboraron en la medida de sus fuerzas. El viaje en el “Winnipeg” y sus incomodidades fue apreciado en distinta forma por los refugiados. Para los menos que habían sido atendidos en casas de franceses, el viaje fue desagradable, dado el hacinamiento en que se encontraban.. Pero, para la mayoría, aquellos que venían de los campos de concentración franceses, el viaje fue un paraíso. Las estrechas literas de madera con una frazada eran una delicia para aquellos que, sólo días antes, dormían en un hoyo en la arena, en los campos de concentración franceses, sin techo y soportando la lluvia y los fuertes vientos.
Se organizaron juegos y clases para distraer a los cerca de 350 niños que venían en el barco. También se organizó una guardería para los más pequeños. Todo lo cual era atendido por personal voluntario de los mismos refugiados.
Más adelante se formaron grupos corales. Los pocos chilenos que iban en el barco dictaban conferencias sobre Chile. Se discutía sobre la actualidad internacional.
Los niños, en general, disfrutaron del viaje, para ellos fue la gran aventura. Consultados por el autor, ya adultos, algunos niños y niñas que venían en el barco confesaron haberlo pasado muy bien. Subiendo y bajando por las escaleras del buque. Escondiéndose en los vericuetos más inverosímiles del "Winnipeg". Compenetrándose de la novedad que significaba navegar en alta mar. Haciendo las típicas diabluras infantiles, etc, etc
Fueron los que más disfrutaron del viaje.
La Segunda Guerra Mundial estaba a punto de comenzar de un momento a otro. Hasta un par de periódicos editados en el barco, informaban sobre las noticias mundiales y sobre Chile. Se reparte entre los refugiados un folleto sobre Chile que había escrito Neruda especialmente para los refugiados.
Los hombres y mujeres dormían en dormitorios separados. Sin embargo, las parejas más fogosas descubrieron en los botes salvavidas, cubiertos por una lona impermeable, un lugar estupendo para sostener encuentros íntimos, instantes respetados por los refugiados.
También hubo nacimientos en el barco, el 6 de Agosto de 1939, dos días después del zarpe, nació Agnes América Winnipeg hija de los refugiados Eloy Alonso y Piedad Bollada. Semanas después nació un niño, Andrés Martí , hijo de Eugenio Castell y de Isabel Torelló. Los partos fueron atendidos, sin contratiempos, en la enfermería del barco trayendo alegría y felicidad a los pasajeros del buque.
El 15 de Agosto de 1939, once días después del zarpe de Francia, el “Winnipeg” llegó a la Isla de Guadalupe, posesión francesa, donde en algunas horas se abastece de alimentos, agua y combustible. Luego el barco continuó su marcha a Panamá. En el viaje hasta la Isla de Guadalupe, el buque había soportado fuertes tormentas que lo remecen como a una cáscara de nuez, asustando a los refugiados, la mayoría de los cuales navegaba por primera vez y ya creían que el viejo barco se hundía entre las olas tormentosas.
En el trayecto hasta Panamá por el Mar Caribe, los refugiados escucharon la noticia de la inminencia del estallido de una nueva conflagración mundial.
El barco llegó al puerto de Colón, en Panamá el día 20 de Agosto de 1939, donde permaneció alrededor de cinco días soportando las altas temperaturas panameñas. El “Winnipeg“ se había transformado en un gigantesco horno. La demora se debió a que nadie se había preocupado de pagar los derechos de paso por el Canal de Panamá, grandiosa obra de ingeniería que permite el cruce de los barcos desde el Caribe hasta el Océano Pacífico y viceversa, subiendo y bajando, mediante esclusas, una considerable elevación.


Resuelto el problema, el barco continuó su peregrinación y en un día cruzó el Canal por entre la densa floresta tropical que lo rodeaba. Pese al calor, los inmigrantes miraban extasiados y sorprendidos la naturaleza exuberante de la vegetación tropical.

Canal de Panamá
En todo el trayecto hasta Panamá, los refugiados temían que estallara la Segunda Guerra Mundial y que los franceses, presionados por Alemania y España, hicieran regresar al “Winnipeg” a Francia. Por lo anterior, el viejo barco, ahora navegando en el Océano Pacífico, aceleró su viaje a Chile, pasando de largo frente a las costas de Colombia, Ecuador y Perú.
El temor que tenían los refugiados en volver a Francia y caer en manos de Hitler no era infundado sino muy real. En 1940, luego de invadir a Francia, la Alemania nazi tomó prisioneros a miles de republicanos españoles los cuales fueron enviados a realizar trabajos forzados. Cabe señalar que cerca de 7.000 españoles republicanos murieron en el campo de concentración de Mathausen, en Austria, durante la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia de los trabajos forzados y las cámaras de gas. Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de republicanos españoles que pelearon por el Ejército francés y en las guerrillas contra los nazis, al ser hechos prisioneros no fueron reconocidos como prisioneros de guerra por Alemania y fueron enviados a campos de concentración y trabajos forzados con los resultados ya señalados.
Chile - Parte del Territorio
El temor de los refugiados republicanos españoles del Winnipeg era, por lo tanto, muy real, en Septiembre de 1939.
Se esperaba que el “Winnipeg” llegara a Valparaíso en los primeros días de Septiembre de 1939. En Chile, mientras tanto, se preparaba la recepción de los refugiados con gran entusiasmo. Se solicitaba a los empresarios de distintas actividades productivas que definieran la cantidad de trabajadores que estaban dispuestos a contratar; se inscribía a familias españolas y chilenas que quisieran recibir en su hogar a los refugiados; se abrieron registros de alojamiento en pensiones y hoteles; se abrió una caja para recibir donaciones de ayuda a los refugiados, junto con actos y festivales benéficos.
En las primeras horas del día miércoles 30 de Agosto de 1939, el “Winnipeg” dando pitazos fondeó en el puerto chileno de Arica, ubicado en la frontera con Perú, dos mil kilómetros, al Norte de Santiago de Chile. Coros españoles, formados por los refugiados en el barco, entonaban sus canciones típicas, felices de haber llegado a la seguridad que les ofrecía el territorio chileno. Hasta ese momento, siempre habían pensado que el “Winnipeg” podría recibir una orden de regresar a Francia.
En Arica, subieron al barco, médicos y enfermeros chilenos, que sometieron a una revisión médica a los refugiados detectándose que no existían casos de gravedad a bordo y que, en general, todos estaban en buenas condiciones de salud.
En ese puerto, veinticuatro refugiados españoles desembarcaron y se quedaron, ya que había ofertas de trabajo para ellos. La mayoría eran pescadores que se integraron a las faenas pesqueras en el Norte de Chile, otros se integraron a labores mineras y a tareas de construcción del ferrocarril de Arica a la ciudad de La Paz, la capital de Bolivia.
El mismo día en la noche, el “Winnipeg” continuó su viaje al Puerto chileno de Valparaíso, viajando ya por aguas chilenas, lo que trajo un alto grado de tranquilidad, a los refugiados españoles. El buque recorrió los 2.000 km. que separan Arica de Valparaíso, en un par de días, en tal forma que, en la noche del sábado 2 de Septiembre de 1939, el ”Winnipeg” ancló en la Bahía de Valparaíso, en la zona central de Chile.
Las autoridades chilenas, dada la situación de normalidad existente en el buque, determinaron postergar el desembarco para las primeras horas del Domingo 3 de Septiembre. Los refugiados no durmieron esa noche. Contemplaron extasiados, llenos de asombro, el gigantesco anfiteatro iluminado que forman los cerros que rodean Valparaíso y cuya infinidad de luces se confundía con las estrellas del cielo. Esa noche, en el "Winnipeg" se repartió champagne a los refugiados para festejar el feliz término del viaje.

Valparaiso de noche
En las primeras horas del amanecer el “Winnipeg” ingresó al Puerto y realizó las maniobras de atraque guiado por los marinos chilenos. En uno de sus costados el buque tenía un gigantesco retrato del Presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, que había sido pintado durante el viaje por un inmigrante.
Ese mismo día se supo la noticia del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En Valparaíso, la bienvenida a los refugiados del " Winnipeg" fue apoteósica. Una impresionante masa humana colmaba muelles, edificios aduaneros, grúas y maquinarias del Puerto. Bandas de música tocaban tonadas y cuecas chilenas. Banderas y pancartas ondeaban por todas partes. La gente gritaba, reía y aplaudía.
A las nueve de la mañana se inicia el desembarco de todos los refugiados, que se realiza en forma muy ordenada, cumpliendo instrucciones adoptadas previamente por las autoridades chilenas.
Inmediatamente de tendido el puente y después de las comprobaciones finales de documentos, se inició el desembarco, el cual estuvo a cargo de los funcionarios especiales del Gobierno de Chile y el recibimiento en tierra a cargo del Comité de Recepción. Al bajar, los refugiados se colocaban en filas a fin de dar cumplimiento a la última disposición sanitaria: vacuna antitífica, la que se hizo por medio de una brigada especial que atendió en el interior de uno de los galpones. Se determinó que dos inmigrantes requerían hospitalización y fueron llevados al hospital.
A medida que cada uno era vacunado, y daba sus datos, salía enseguida a colocarse en los diversos grupos que se había formado. Aquellos cuyas vestimentas eran exiguas y deficientes, eran atendidos por un comité de damas españolas y chilenas, las cuales entregaban a cada refugiado una caja conteniendo mudas completas de ropa blanca. Se les daba también ternos completos, zapatos, chaquetas, etc.
La labor de desembarco se realizó calmadamente, sin inconvenientes de ninguna especie. Doctores y enfermeras chilenas procedían a vacunar a los inmigrantes con la vacuna antitífica a fin de prevenir problemas posteriores a los refugiados.
Se aproximó al barco un tren especial, con doce vagones, dispuesto para llevar a Santiago de Chile a 1.600 refugiados que iban a ser distribuidos entre la capital chilena y las ciudades del sur de Chile.
Gran multitud de porteños habían llegado al Puerto a presenciar el desembarco, la Banda Municipal interpretó los himnos patrios de Chile y España. La recepción otorgada a los refugiados fue calurosa. El Alcalde de Valparaíso y los regidores se hicieron presentes para el desembarco. También se encontraba presente don Rodrigo Soriano, último embajador del Gobierno Republicano en Chile.
Esperaban en Valparaíso los familiares de setenta refugiados republicanos cuyo reencuentro dio lugar a conmovedoras y emotivas escenas.

Estación Mapocho

Después de almorzar, se embarcaron en el tren especial a Santiago de Chile, del orden de 1.600 inmigrantes, quedando alrededor de 600 en Valparaíso.
Otros treinta refugiados viajaron por vía marítima, al puerto de Antofagasta, al norte de Chile, a trabajar en faenas de pesca. El tren partió a las 15.00 horas desde el mismo puerto de Valparaíso.
La distancia entre Valparaíso y Santiago de Chile era sólo de 150 km, sin embargo el recorrido del tren fue demorado por las manifestaciones de aprecio de los chilenos que se produjeron en todos los pueblos por los cuales pasaba la vía férrea.
El tren especial con los refugiados llegó a la Estación Mapocho de la capital chilena alrededor de las 20.30 horas, fueron recibidos por una multitud que los recibió en forma muy cariñosa.
Entre los refugiados venía Leopoldo Castedo, hijo de Sabastián Castedo, Ministro de Economía de Alfonso XIII. Posteriormente, en Chile, fue un célebre historiador. En España había trabajado con Federico García Lorca en "la Barraca". También era amigo de Rafael Alberti, gracias al cual tomó contacto con Neruda en París, y luego embarcado con su familia en el Winnipeg con destino a Chile.
En sus " Contramemorias de un Transterrado", Leopoldo Castedo describe la llegada del tren con los refugiados a Santiago de Chile :
" Si la recepción en Valparaíso fue emocionante, la de Santiago llegó a límites inimaginables. La Estación Mapocho de airosa arquitectura metálica, estaba repleta de entusiastas, hombres, mujeres, viejos y jóvenes. Estos se habían trepado a las farolas y a las estructuras sobresalientes del edificio. Los gritos, los abrazos, no tenían límite ni descanso. A los españoles del exilio, sustantivo que empleo transitoriamente, porque no cuadra utilizarlo en Chile, se nos había transmutado de proscritos abyectos en héroes de una guerra que Chile había seguido apasionantemente, como si hubiera sido suya".
Algunos afortunados encontraron trabajos en la misma estación repleta de gente, luego todos los refugiados y sus familias fueron invitados a una cena en los Centros Republicanos, Catalán y Vasco de Santiago, Finalizada la cual fueron conducidos a los distintos alojamientos preparados para ellos.

Estación Mapocho - Andenes
A algunos les esperaban, en Valparaíso y Santiago, inmediatas ofertas de trabajo y alojamientos de gentes de diferentes ciudades y pueblos de Chile, por lo que todos los llegados en el Winnipeg tuvieron desde el primer momento donde comer y dormir.Nadie quedó sin la debida atención desde el primer día, mediante la generosa hospitalidad que les ofreció la comunidad chilena y la española residente, arraigada desde antes en el país austral.
Los Centros españoles, fueron al comienzo, un gran apoyo para los refugiados. En ellos los inmigrantes realizaban reuniones, en las cuales, al mismo tiempo que se rememoraban los tristes últimos días de la guerra civil y el paso por Francia con sus campos de concentración y las experiencias pasadas, se intercambiaban novedades, informaciones sobre oportunidades de trabajo, nuevos hospedajes, atención médica y otros aspectos.
Iglesia de San Francisco - Cordillera de los Andes al fondo - Santiago de Chile
Inicialmente, los refugiados tenían la esperanza que se produjera un cambio en la situación política de España que les permitiera retornar, sin problemas, a la tierra natal, pero pasaron los años y esto no sucedió. Así, los refugiados se fueron integrando cada vez más en el país austral que tan cordialmente los había acogido. Los refugiados del Winnipeg se fueron separando entre sí, hasta llegar casi a no relacionarse entre ellos mismos, salvo los que mantenían una antigua amistad. Además, que, como hemos dicho, estaban repartidos a lo largo de los cuatro mil kilómetros de largo de Chile.

 Imposibilitados durante largos años de regresar a España, los inmigrantes se van enraizando cada vez más profundamente a la sociedad chilena que los acoge con afecto.
Como en todas las actividades humanas, la suerte fue distinta para los inmigrantes. Hubo algunos que fueron muy destacados desde el comienzo y que encontraron trabajos al día siguiente a su llegada a Santiago de Chile, otros que sufrieron penurias y que sólo después de un tiempo lograron ubicarse en trabajos adecuados y formar familias en Chile.
Santiago de Chile
En general, los inmigrantes se integraron con firmeza en Chile. Estaban agradecidos del país que les dio refugio cuando nadie los quería y formaron familias que se enraizaron en Chile.
“Nosotros somos los hijos de Neruda” me decía con orgullo y agradecimiento una chilena, hija de uno de los inmigrantes. Efectivamente, en la actualidad, varios miles de chilenos descendientes de los inmigrantes del Winnipeg son “hijos de Neruda “. Deben su existencia a esta gesta del poeta chileno que posibilitó el rescate de tantos inmigrantes españoles y posterior formación de los matrimonios hispano-chilenos y su descendencia que, sin la intervención de Neruda, no existiría..
Estos “hijos de Neruda“, además de integrarse en forma excelente a la sociedad chilena, en una enorme variedad de actividades, tales como las artes, la literatura, el periodismo, la abogacía, la ingeniería, la historia, etc. son un valioso aporte al avance sociocultural de Chile.
Pero también hubo muchos otros, un tanto olvidados, que no fueron brillantes ni destacados, pero que con esfuerzo y tesón formaron valiosas familias chilenas, como el caso de aquel jardinero mallorquí, Jaime Cardona Tur, que cuidaba los jardines de una mansión en la hermosa Comuna de Providencia de Santiago de Chile.
Este jardinero, es todo un símbolo, de aquellos inmigrantes del Winnipeg que, sin destacar, se integraron en forma laboriosa y abnegada a la sociedad chilena y constituyeron familias que ahora recuerdan y veneran esta gran gesta nerudiana a la cual, sin lugar a dudas, deben su existencia. Todos son ahora “Los hijos de Neruda”.

 AGRADECIMIENTOS

El autor agradece la colaboración recibida de diferentes personas, chilenas y españolas, que apoyaron con entusiasmo la realización y publicación de este relato, que aceptaron ser entrevistadas, proporcionaron sus historias y material. La mayoría de ellos pasajeros del “Winnipeg” o sus descendientes.
Especialmente valiosa fue la colaboración de don Ovidio Oltra y doña Mercedes Corbatto, quienes viajaron en el "Winnipeg"; doña María Teresa Cardona; doña Carmen Orrego viuda de Leopoldo Castedo; don Darío Pavéz Basso; doña Gabriela María Cantos Almeyda; don Tomás Balaguer, todos ellos de Chile; los Srs. José Manuel Molina de Málaga y Jaime Cardona Jansenwirth de Mallorca, España.
Basílica de los Sacramentinos - Santiago de Chile

También debo agradecer a mis hijos Javier Alberto y Cristobal Ignacio quienes transformaron el texto literario en el presente sitio web.
Fernando de la Sierpe agradecerá igualmente comentarios sobre este relato, los cuales pueden ser enviados al correo : sales@sierpecorp.com

BIBLIOGRAFIA
1. CONFIESO QUE HE VIVIDO – MEMORIAS
Pablo Neruda
Editorial Planeta Chilena S.A.
Santiago de Chile - 1997

2. RAFAEL ALBERTI – DE LO VIVO Y LEJANO
María Asunción Mateo
Editorial Espasa Calpe S.A.
Madrid 1996
3. LOS ESPAÑOLES DEL WINNIPEG
Jaime Ferrer Mir
Ediciones CAL SOGAS
Santiago de Chile - 1989

4. NERUDA
Volodia Teitelboim
Editorial Sudamericana
Santiago de Chile, 1996
5. CONTRAMEMORIAS DE UN TRANSTERRADO.
Leopoldo Castedo
Fondo de Cultura Económica
Santiago de Chile, 1997