La vesania de los ultra-católicos españoles en guerra superó con creces la del malvado rey bíblico Herodes. No vamos a hablar de los cientos o decenas de miles de Niños Robados sino de algo mucho peor que es menos conocido: el fusilamiento de niños y de nonatos durante la Guerra y la inmediata Posguerra. Algunos de los nombres de aquellos infantes fusilados deben ser citados con nombre y apellidos, porque si alguien duda de que la barbarie llegara a esos extremos, fácilmente los pueden revisar en internet. Por citar sólo un puñado de ejemplos: Francisco Castillo Sánchez (asesinado a los 12 años), Félix Gálvez (13), Juan Gómez Sánchez (16), Juan González Espinosa (12), Celedonio Maroto (16), Dionisio Martínez (13) Y también Antonia Molina Pérez (13), cuya ejecución prueba que los ‘nacionales’ también fusilaron a niñas.
Durante las exhumaciones en el cementerio de San Rafael (Málaga), sólo en 2009 ya se habían encontrado los restos de 349 menores de 10 años, quizá no todos fusilados sino -otra vez quizá-, algunos víctimas por otras causas. En las dos Castillas, se sabe que fueron fusilados no menos de 40 menores. La columna falangista de Fernando Zamacola Abrisqueta entró literalmente a sangre y fuego en Grazalema en el verano de 1936. Asesinaron a 250 personas (un 15% de la población) y arrojaron los cuerpos, algunos vivos todavía, a varias fosas comunes. Los forenses memorialistas encontraron los restos de quince vecinas -embarazadas cuatro de ellas- de edades entre 15 y 61 años… y también los de un niño de 13 años al que sus paisanos llamaban el Bizarrito porque era hijo de María la Bizarra y de Pepe el tío Fraile.
En 2008 se exhumaron en Ponferrada los esqueletos de una mujer de 22 años y de su hijo de tres años, Fernandito Cabo Blanco, hijo de Jerónima Blanco, fusilada pese a estar embarazada de seis meses. El aragonés Jesús Pueyo Maisterra, se estremece recordando la participación en la Guerra de un cura feroz en “el fusilamiento de Basilia Casaus, que tenía 19 años y estaba embarazada de gemelos. Según el médico le faltaban entre una o dos semanas para dar a luz. La Guardia Civil y la Falange aceptaron esperar para fusilarla. Pero su primo, que era sacerdote, se negó a prorrogar la sentencia y dijo: ‘Hay que fusilarla, muerto el animal, muerta la rabia’, y fue fusilada frente al castillo de Sádaba“.
Dentro de la prisión de Saturrarán (Bizkaia, 1938-1944; dirigida por monjas mercedarias) se han encontrado evidencias sobre los restos de 56 niños. Y la monstruosidad no terminó en esos asesinatos sino que continuó en la modalidad de niños robado, los niños menores de tres años fueron separados de sus madres desapareciendo automáticamente de las listas de ingreso de la enfermería de la prisión. En el Jaén de 1942, la mortalidad infantil entre los vencidos llegó al 35%, un récord que hoy creemos exclusivo de los países pobres pero impropio de un país europeo tan amante de los bebés que llegó a calificar como delito el control de natalidad –evidentemente, no así el control de la mortalidad.
Artículo original: http://bit.ly/2p4ev7C
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