dissabte, 27 de maig del 2017

ANDALUCÍA: OTRA TIERRA, OTRA GUERRA. Los mecanismos de la represión. José María García Márquez.


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Andalucía, otra tierra, otra guerra word pressEn Andalucía los golpistas realizaron una represiva virulenta, mediante una guerra sin trincheras, una guerra de tapias y cunetas dirigida por Queipo de Llano: Detenciones, interrogatorios, fusilamientos fueron siempre organizados por gobernadores militares, mediante comandancias coordinadas con Guardia Civil, milicias cívicas, Falange y Requeté. Las actividades criminales por parte de Falange y milicias derechistas no desvían la atención de los principales asesinos: Las columnas de ocupación dirigidas por militares, que estructuraron la represión, la inmensa mayoría de los asesinatos, mediante la aplicación mecánica de “bandos de guerra”, nada de actuaciones “incontroladas”, “venganzas personales”, “ajustes de cuentas”..
Queipo de Llano fue un vulgar criminal de guerra cuyas columnas actuaron con especial brutalidad y violencia llevando a cabo matanzas indiscriminadas con centenares de asesinatos en multitud de ciudades y pueblos de Andalucía. Legionarios y regulares, y sus oficiales y mandos, pusieron en práctica la única forma de guerra que conocían, cometiendo las mismas barbaridades y tropelías que en aldeas rifeñas durante la guerra de Marruecos. Algunas de estas bandas, como la columna de Castejón, actuaron con sevicia desproporcionada y sangrienta, décadas después permanece el terror en el recuerdo.
La primera fase se destacó por una vesánica represión, pero en la fase siguiente se realizó la gran matanza. Durante el verano y el otoño de 1936, de forma continuada y metódica, los comandantes militares y los derechistas locales llevaron a cabo una masiva depuración, encarcelaron a millares de personas, saquearon y expoliaron sus bienes, sancionaron, humillaron, y fusilaron a todos los que consideraron sus adversarios. Muchas personas fueron asesinadas por ser familiares o amigos próximos de dirigentes políticos y sindicales, que no consiguieron capturar por haber huido.
Cuando se amortiguó la represión, se precisaba mano de obra para producir alimentos y medios para la guerra, la cuota represiva mínima se cumplió siempre. Cuando en febrero de 1937 Málaga fue ocupada por las tropas italianas y las huestes de Queipo, se asesinaron inmediatamente más de 1.300 prisioneros mediante consejos de guerra sumarísimos, sencillamente tapias judiciales. En Sevilla los consejos de guerra ejecutaron a más de 600 personas, muy lejos de los casi 11.000 asesinatos por los bandos de Queipo. En Huelva, de 6.019 víctimas documentadas hasta la fecha, solamente 386 lo fueron por sentencias de consejos de guerra. Igualmente en Cádiz, Córdoba, Granada..
Al terminar la guerra, se realizó la última fase represiva con los huidos que retornaron a sus provincias de origen, dejando bien claro que no había llegado la paz sino la victoria. Nada ni nadie escapó a la vorágine depuradora del nuevo régimen. La dictadura quedó fuertemente asentada sobre una base sangrienta. Una podrida, pestilente y anquilosada civilización tutelada por espadas, cruces y terratenientes, no dudó en asolar a sangre y fuego el país cuando vieron que sus privilegios ancestrales peligraban.

Artículo original: ANDALUCÍA: OTRA TIERRA, OTRA GUERRA (pg. 5)

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