Intentaba no mirar,
pero oía su voz.
Qué parda la tierra
y verdes los árboles.
Un árbol era suyo.
No podía moverse.
Con todo el cuerpo herido
yacía allí gimiendo.
No sabía qué hacer:
rasgué su abrigo,
fue sencillo,
la metralla me ayudó.
Pero se estaba muriendo
y la manta se combaba.
“Dios os bendiga, camaradas,
Y os lo pague.”
Eso fue todo.
Ninguna consigna,
Ningún puño cerrado
Excepto de dolor.
T.A. R. Hyndman En Philip Toynbee, El tambor lejano, Sedmay. Madrid, 1977. Trad. Joaquín Fernández.
Tom Hyndman era amigo de Stephen Spender y pasante de abogado; en su despacho laboralista contribuyó a la defensa de muchos obreros despedidos y represaliados por participar en las “Marchas del Hambre” que menudearon en Inglaterra y EEUU durante los años 30. Quedó muy afectado por el estallido de la Guerra Civil y, sobre todo por la muerte de John Cornford en Lopera, que era para Hyndman “un símbolo de todo aquello en lo que creíamos: un poeta romántico y joven, un héroe”. Se unió a los voluntarios británicos que fueron a apoyar a la República, embarcando rumbo a España en la estación de Victoria de Londres en enero de 1937. Se encuadró en el batallón británicos que llegó al frente el 12 de febrero. Sus experiencias de la batalla fueron condensadas por él en este breve poema intimista, de alta intensidad emotiva y gran poder evocador. Hay que tener en cuenta el tributo de sangre pagado por el Batallón Británico en esta batalla: de los 600 miembros iniciales sobrevivieron 225.
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