“Me dijeron que mi madre no me quería, que me adoptaron para no dejarme en la calle”
Guillermina Fernández ha logrado hallar la verdadera historia de su madre biológica, presa en la cárcel de mujeres de Málaga durante la posguerra. “Nunca llegaré a saber sus motivos, si me quería, si le dijeron que había muerto, si me dio en adopción en aquella época de hambre”, aclara la afectada.
Guillermina Palenzuela López tenía solo 27 años cuando ingresó en la vieja cárcel de mujeres de Málaga. Corría el año 1939. Había acabado la guerra y como esposa del dirigente comunista Juan García Maturana, fue acusada en un consejo de guerra sumarísimo de urgencia del robo de unos pendientes. La condena, doce años de cárcel.
Gracias a la investigación realizada por los historiadores Eusebio Martínez y Juan Hidalgo en el libro 600 mujeres, la hija de Guillermina, bautizada con su nombre pero con los apellidos de sus padres adoptivos, Fernández y Grau, ha tenido la oportunidad de conocer la verdadera historia de su madre biológica.
“Las celdas podían ocupar entre 3,8 metros y 3 metros y podían estar destinadas para trece presas”
“A Guillermina madre, le detienen por tener unas joyas que nunca tuvo, y que suponen que fue producto de saqueo, pero la realidad es que fue encausada por ser esposa de Juan García Maturana”, Eusebio Rodríguez recuerda las condiciones precarias en las que la madre de Guillermina tuvo que vivir dentro de la antigua prisión de mujeres de Málaga. Su encarcelamiento terminó el año 1947. Nunca tuvo juicio por aquella causa ni un abogado defensor que interviniera en los ocho años de reclusión. A los 34 años de edad y con tres hijos a su cargo, Guillermina se trasladaría a Barcelona al salir de la cárcel.
Si tenemos que destacar una característica de las prisiones de mujeres en aquella época, el durísimo hacimiento era la principal de ellas. Eusebio Rodríguez afirma que “las celdas podían ocupar entre 3,8 metros y 3 metros y podían estar destinadas para trece presas”. Las enfermedades infecto-contagiosas de todo tipo como la gangrena, el tifus, la viruela hemorrágica o el estado de extrema desnutrición hicieron tomar a la dirección medidas de aislamiento severas con algunas de las presas.
La urgente petición de Guillermina buscando a su madre
El Instituto de Estudios Almerienses recogió una petición el pasado mes de mayo. Era la hija de Guillermina. Había encontrado en un libro el expediente de su madre. “Nunca había sabido nada de ella solo que no me quería y que me había dado en adopción. Siempre me dijeron que mi madre no me quería, que me adoptaron para no dejarme en la calle”.
Guillermina Fernández y Grau tiene hoy 68 años de edad y vive junto a sus hijos y su marido en Barcelona. “Al pedir una partida de nacimiento vi en mis papeles un recuadro con el nombre de mi madre. Era el mismo que el mío e indicaba una adopción de unos papeles escritos con una firma que quedaba en blanco al ser analfabeta”.
Poco se conoce de la historia real pero las conjeturas de Guillermina hija van poco a poco hilando el duro trance de su madre. “Si salió de la cárcel en abril del 47 y yo nací en marzo del 48, mi madre se quedó embarazada al poco tiempo de salir en los años peores de la posguerra”. La hija de Guillermina nació en el hospital clínico de Barcelona. A los pocos días se tramitó la adopción. Tanto Eusebio, el investigador como la hija de la protagonista pierden el rastro biográfico de Guillermina que saldría del hospital a sus 34 años, posiblemente rumbo al exilio.
La esposa de Juan Maturana no consta como casada en la partida de nacimiento de su cuarta hija. “¿Dónde estarían mis hermanos?, ¿Se trasladaron con ellos? ¿Se quedarían para siempre en Almería tras tantos años de reclusión? Nunca llegaré a saber sus motivos, si me quería, si le dijeron que había muerto, si me dio en adopción en aquella época de hambre”, destaca Guillermina. En el escrito de adopción, adjunto en la partida de nacimiento de la niña, Guillermina madre pone una raya en la marca del padre y no deja constancia de su lugar de residencia.
Criada en una familia de militares vencedores
La posible hija del comunista Maturana vivió el resto de su vida una educación por parte de los vencedores, en el Colegio de las Teresianas de Barcelona. “Mi padre era militar y mi madre regentaba la cantina del cuartel militar de caballería en la calle Numancia, en el numero 9 de Barcelona capital”.
Cuando Guillermina fue creciendo caía en la cuenta de las pocas fotos que había de su madre embarazada. Al preguntar vio que no había ninguna imagen y empezaron las preguntas. “Mis padres nunca me trataron con muchísimo cariño y siempre me decían que había sido adoptada por una madre que no me quería dar ni de su leche para alimentarme”.
Solo al conocer la partida de nacimiento en sus años de casada, pudo saber el verdadero nombre de su madre biológica. “Yo preguntaba y preguntaba quién era ella, si sabían algo y nunca quisieron desvelarme aquella historia tan terrible de la que venía”. Al descubrir el expediente de encarcelamiento, Guillermina comenzó a respirar como no hacía hace muchos años. “La angustia de ser una niña robada o abandonada y el odio profundo a mi madre biológica pasó a una ternura enorme por ella que tanto pasó en vida”.
Tras pedir su partida de nacimiento en el Clínico y el expediente en varias cárceles solo espera tener un poco más de luz sobre la historia y saber dónde puede estar enterrada. “No puedo ya verla ni pedirle perdón pero sí entender las terribles circunstancias que tuvo que vivir antes de tenerme” Ahora solo queda para Guillermina encontrar la tumba de su madre. No sabe si en España o el extranjero.
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