La lucha final contra el franquismo es descrita con candor por algunos. En ocasiones, transmiten una visión romántica, traducida en grupos de jóvenes inmersos en el afán de derrocar aquel régimen, corridas ante los grises, valientes pegadas de carteles y muy buen rollo. Pues no.
Que se lo digan al arquitecto Luis Suárez que, con apenas veinte años, sufrió torturas en los calabozos de la DGS no una, sino dos veces, a manos del policía Antonio González Pacheco, a quien se conocía como Billy el Niño.
Unas agresiones horribles que le hacían desear la muerte, recuerda, mientras sus torturadores bebían cubatas delante de él. Ahora a sus 69 años, Suárez presenta una querella contra Billy el Niño y contra otros dos funcionarios policiales por crímenes de lesa humanidad. Lo hace aquí en Madrid ante los juzgados de la Plaza de Castilla. Sus abogados y el colectivo CEAQUA, que han interpuesto una querella contra el mismo individuo en Argentina, creen que más de 60 personas le demandarán individualmente ante la Justicia española.
Durante todos estos años, estos seres humanos han llevado en silencio, la rabia, el dolor y una tremenda sensación de impotencia por esos horribles episodios.
Mientras tanto, Billy el Niño continuó su carrera de funcionario policial protegido por sus jefes, y ahora por el Gobierno de Mariano Rajoy Brey, que se niega a permitir su extradición, como pide la jueza argentina, y se niega también a investigarlo y enjuiciarlo aquí.
El franquismo y los años que siguieron a la muerte del dictador fueron brutales. Universitarios, trabajadores, todos muy jóvenes, en buena parte aún menores de edad, hombres y mujeres, sufrieron una represión cruel, consentida y planificada. Muchos perdieron la vida como Enrique Ruano a manos de la policía y por acción de la ultraderecha o la jovencísima comunista Yolanda González cuya muerte fue espantosa. El régimen y sus sicarios mataban. Como dicen los abogados de Luis Suarez, Manuel Ollé y Jacinto Lara, “fue una política sistemática y planificada con el objetivo de acabar con los opositores al régimen. Fueron crímenes contra la humanidad”. Hoy sus víctimas piden justicia pero Billy el Niño sigue tomando cubatas con toda tranquilidad.
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