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José Congost, junto a la fosa común del cementerio de Santa catalina donde en primer lugar fue enterrado su tío en 1944. Foto: Paco Sánchez
José Congost, pudo ¡por fin!, hace unos días, visitar la tumba en Ceuta de su tío Congost Plá, fusilado en agosto de 1944, en la puerta Málaga de la fortaleza del monte Hacho, junto a sus dos compañeros Antonio Reinares y Ramón Valls Figuerola. Tras visitar la tumba: “… ha sido un momento de emociones mi padre siempre pensó que estaba en una fosa común y gracias a la publicación de un libro conocemos desde hace unos años su nueva ubicación, mi tío que luchó por una España republicana y en libertad de ideas, pensamientos y voluntades que todos los seres humanos merecen.”
Miles de españoles se encontraban el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante, entre ellos tres jóvenes, Antonio Reinares Metola, José Congost Plá y Ramón Valls Figuerola, ellos aguardaban un barco que les permitiese abandonar España, camino del exilio, tras la derrota del ejército republicano. Llegó el buque Stanbrook, zarpando hacia Orán (Argelia), cinco años después estos tres alicantinos fueron fusilados ante los muros de la fortaleza del Monte Hacho.
El barco arribó a Orán el 30 de marzo de 1939 y quedó anclado a la entrada del puerto sin poder atracar en los muelles hasta el 6 de abril, día en que amarró en el muelle Ravín Blanc. Allí empezó para muchos un largo exilio, más de 2.600 personas consiguieron escapar, hacinadas, en el mítico “Stanbrook”.
Pero aquella travesía no se les olvidaría a ninguno de sus ocupantes, el barco iba escorado por el exceso de peso, todos estaban apiñados, y apenas tenían comida, y existía el miedo a ser hundidos por los submarinos alemanes o por los aviones que les sobrevolaban. Cuando divisaron al día siguiente las costas africanas, supieron que desembarcarían en Orán, a los exiliados los alojaron en una antigua cárcel con funciones de albergue, y a los tres días fueron repartidos por varias casas de la ciudad.
Muchos de estos exiliados pudieron abandonar Argelia, tras muchas penurias, y establecerse en el Marruecos francés, concretamente en Casablanca, donde organizan una resistencia al régimen de Franco, con la creación de la denominada Unión Nacional Antifascista (U.N.A.). Estudian la posibilidad de restituir en Tánger, como cabeza de lanzadera para después pasar a Ceuta.
La resistencia en Tánger entra en contacto con estos exiliados en Casablanca y le piden que necesitan a un delegado para su apoyo, ya que están muy vigilados. El 10 de agosto de 1941 se desplaza a Tánger Congost Plá. Realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un cajón y protegido por el jefe de estación, Leopoldo Serdán. Se reúne con la resistencia que trabaja en la ciudad y estudian la posibilidad de que Tánger sirva de plataforma para otras ciudades. Comienzan a recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo adaptarían con el nombre de Liberación de España, escrito a máquina, y lo reparten por la ciudad. Como el trabajo de captación va en aumento, el recién llegado José Congost requiere nuevamente de Casablanca el envío de otro delegado más y a los pocos meses llegó por el mismo conducto Antonio Réinales Metola, este tiene en sus planes inmediatos el trabajo de reorganizar las Juventudes Socialistas Unificadas. Al cabo de algunos meses formó un comité, integrado por Amalia Guerrero Lemos, secretaría general; Sebastián Mesa Mefre, secretario de propaganda; León Azulay Cohen, secretario de organización, y los vocales Jacob Cuby y Rubén Bengio.
En septiembre de 1941 se envían dos nuevos dirigentes desde Casablanca, Adelo Aguado Hidalgo y Ramón Valls Figuerola; éstos asumen mayores y más amplias atribuciones y, sobre todo, el propósito de abrirse camino hacia Ceuta y el Protectorado. Congost Plá, jefe del comité en Tánger, viaja por varias ciudades del Protectorado y consigue los apoyos de Antonio Gómez Rocober y Ramón Peña en Larache; meses más tarde se desplazó a Tetuán y Ceuta.
EN DETALLE
91 detenidos en Tánger son enviados a Ceuta
En total son noventa y un detenidos, los enviados a Ceuta desde Tánger en 1944, el consejo de guerra se celebró en las dependencias del cuartel del Rebellin, unos años antes, el 14 de junio de 1940 Franco ocupó Tánger con la excusa de mantener su neutralidad. La captura de una gran cantidad de exiliados españoles en esta ciudad era su objetivo oculto. Tras siete días de vistas y declaraciones se aprobaron múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los que vinieron de Casablanca, Congost, Reinares y Valls. El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron fusilados en los muros de la fortaleza militar del Monte Hacho. El delirio de Franco se había cumplido. Cuando, en 1945, se produce el fin de la II Segunda Guerra Mundial y la derrota de las potencias nazi-fascistas obligaron a Franco a ordenar el abandono de Tánger. Él ya había conseguido su objetivo. Aunque a lo largo de la historia de España ha habido numerosos exilios por razones políticas, el exilio trágico por antonomasia, por encima de todos los demás, ha sido el provocado por la guerra civil de 1936-1939.
¿Quién pagó en 1949 el traslado de la fosa común a un nicho?
Tras el fusilamiento de Jose Congost Plá, Ramon Valls y Antonio Reinare, en agosto de 1944. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido, este es el nombre que aparece en el archivo del cementerio de Santa Catalina de Ceuta, abonó el traslado de los restos, tal vez, ese nombre fue ficticio y quien estaba detrás era el partido comunista en el exilio.
Como detalle significativo, en la lápida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo del partido. Tras consultar el archivo del cementerio, los encargado me aseguran que esa lápida fue la que se ubicó en aquellos años cuarenta, ¿Cómo pudieron esquivar a la dictadura y lograr que no se dieran cuenta en pleno franquismo que esa estrella era un símbolo comunista?, esa pregunta, no sé si algún día, tendremos respuesta, actualmente se puede visitar en el cementerio de Ceuta.
Existe un gran desconocimiento, a pesar de los años transcurridos, esa aventura humana que vivió una parte del exilio español en el Magreb, cárceles, campos de concentración, compañías de trabajos forzados, represión y vida clandestina falsa integración en la vida ciudadana, rechazados siempre, de manera más o menos descarada marginados en realidad a lo largo de toda su historia.
La frase ‘siempre nos queda Tánger’ era la más pronunciada por los cientos de republicanos que desde Ceuta, el Protectorado y las ciudades costeras andaluzas huían del golpe del 17 de julio, con el fin refugiarse en la ciudad internacional. Desde la Legación republicana en Tánger, su secretario Clemente Cerdeira, el presidente del PSOE en Ceuta Jiménez Cazorla y el diputado socialista y prestigioso catedrático Martínez Pedroso, intentaban dar cobijo y protección a los que continuamente llegaban.
Desde un primer momento en Tánger se crea una resistencia al franquismo, realizando desde la finalización de la Guerra reuniones en Ceuta y en las vecinas ciudades del protectorado, Tetuán o Larache. Los servicios secretos de Franco los tienen vigilados, pero no pueden detenerlos. Esta resistencia tiene su fin cuando las tropas de Franco toman Tánger en junio de 1940, muchos pudieron huir a Casablanca, protectorado Francés o vía Marsella al exilio europeo y después al continente americano. Otros se quedaron en Tánger continuando con la resistencia al régimen.
La resistencia estaba liderada por el socialista Antonio Castilla y en uno de sus múltiples contactos con los exiliados en Casablanca, les piden que necesitan a un delegado para su apoyo, ya que ellos al ser conocidos en la ciudad están muy vigilados por la policía. Recordemos que en Casablanca se encontraban numerosos españoles exiliados, sobre todo alicantinos, quienes al terminar la guerra pueden huir por los puertos del levante español y cruzar hacia Argelia. Allí tras estar detenidos en los campos de concentración, y pasar penalidades, muchos logran pasar a Casablanca.
Se iniciaba un éxodo en el Magreb de dimensiones cuantitativas y cualitativas como nunca hasta entonces se había conocido en la historia de los españoles. Se veían obligados a abandonar España no sólo las autoridades del Régimen republicano y los dirigentes de los diversos partidos políticos y de los sindicatos, así como sus cuadros, también lo hacía un gran número de profesionales -escritores, periodistas, médicos, catedráticos, juristas, farmacéuticos, ingenieros, militares…-, tal vez los más representativos y cualificados de la inteligencia española de la época.
La aventura de esta España peregrina no terminó oficialmente hasta que iniciada la transición democrática en España tras la muerte de Franco, la nueva Constitución, refrendada por una inmensa mayoría de españoles, puso fin a la realidad y la dialéctica de las dos Españas, iniciándose un periodo de reconciliación y de consenso democrático. La información sobre el exilio republicano, ha sido notoriamente insuficiente en los medios de comunicación de masas, de modo que la mayoría de la población, especialmente los jóvenes, lo desconocen.
Debido a los nuevos proyectos y con el fin de recibir noticias del comité central deciden que el dirigente recién llegado de Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid, pero es detenido en la capital. Tras durísimos interrogatorios se le acusó de ‘atentar contra la seguridad del estado y fomentar la organización de partidos políticos’. Se le realizó un consejo de guerra sumarísimo, siendo ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942. Ésta detención origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros de la resistencia en Tánger.
Crear en Ceuta en 1944 una resistencia al franquismo
Desde Tánger se desplazan a Ceuta se entrevistaron con Demetrio Valentín, quien sirve de enlace para hablar con Pedro Rodríguez, dirigente socialista quien hacía pocos meses quedó en libertad tras cumplir condena en la fortaleza del monte Hacho. Celebraron varias reuniones en la ciudad, asistiendo también el secretario político del Partido Socialista en Ceuta, Juan Traverso, y los cenetistas Agustín Álvarez y López Infante. Debido a los nuevos proyectos de la resistencia a la dictadura y con el fin de recibir noticias del Comité Central deciden que el dirigente recién llegado desde Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid para mantener algunas reuniones y obtener más información. Celebró varias reuniones con las células clandestinas en la capital, pero mientras se encontraba reunido con miembros del comité peninsular fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, y tras duros interrogatorios se le acusó de “atentar contra la seguridad del Estado y fomentar la organización de partidos políticos”.
Tras un consejo de guerra sumarísimo, fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942 en Madrid. La detención de Adelo Aguado origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros de las células en las ciudades de Ceuta, Tánger y las del Protectorado, Tetuán y Larache. En total son noventa y un detenidos. Todos son enviados a Ceuta, los hombres a la fortaleza del Hacho y las mujeres a la prisión del Sarchal. Se celebró el consejo en el cuartel de Sanidad, habilitándose una gran sala especial, comenzando el 9 de marzo de 1944.
Después de siete días de vistas y declaraciones se aprobaron las múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los alicantinos, José Congost Plá, Antonio Reinares Metola y Ramón Valls Figuerola, acusándoles de un delito contra la seguridad del Estado. El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron ejecutados. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido abonó el traslado de los restos. Como detalle significativo, en la lapida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo de las Juventudes Socialistas Unificadas, que todavía continúa en el cementerio de Ceuta.
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