La cofradía recuerda que está enterrado como hermano mayor y se remite a la decisión que tome la familia El Ayuntamiento de Sevilla inicia los contactos para exhumar los restos del militar golpista enterrado en la basílica
El general Gonzalo Queipo de Llano, uno de los militares golpistas que comandaron el alzamiento de 1936 junto a Francisco Franco, fue una de las bestias negras de Sevilla y responsable de una brutal represión que se cobró más de 12.000 vidas en la provincia, y 50.000 en toda Andalucía. Ahora, 81 años después, quien fuera 'virrey de Sevilla' vuelve a protagonizar la vida política tras conocerse los contactos del Ayuntamiento de Sevilla para exhumar sus huesos de la basílica de la Macarena, donde fue enterrado con honores por su ayuda a sufragar la construcción de dicho templo. El Consistorio y varias asociaciones ciudadanas quieren cumplir así con la ley de Memoria Histórica y retirar el símbolo con mayor carga franquista que aún perdura en la capital hispalense.
Fue hace un año cuando el Ayuntamiento de Sevilla, gobernado por el PSOE gracias al apoyo de Izquierda Unida y Podemos, aprobó una moción -sin apoyo del PP ni de Ciudadanos- para pedir la retirada de los restos del general franquista, y su esposa Genoveva Martí, de la basílica de la Macarena, uno de los espacios más visitados de la ciudad por el tirón fervoroso de la virgen del mismo nombre, y situado junto a la muralla donde se llevaron a cabo cientos de fusilamientos ordenados por el militar. Ahora, y con el sostén añadido de la recién aprobada ley andaluza de Memoria Histórica, IU y las asociaciones, amén de otras organizaciones republicanas y de izquierda, han intensificado la presión para zanjar el asunto de una vez por todas.
Las plataformas civiles no quieren que el tema caiga en el olvido, y el pasado martes organizaron una vigilia laica ante el Arzobispado con una enorme pancarta donde se leía «Fuera el genocida Queipo de Llano de la Macarena». Cuentan con un referente exitoso, el del general Emilio Mola, cuyos restos fueron exhumados del Panteón de los Caídos en Pamplona tras el acuerdo alcanzado por el Ayuntamiento de la capital navarra y la familia. La presencia en Sevilla del general golpista no se reduce a su tumba sino que, fruto de la intensa labor religiosa y de caridad que realizaron en sus últimos años de vida tras el régimen de terror impuesto en Sevilla, el matrimonio da nombre a otras dos hermandades de la ciudad, las de Santa Genoveva y San Gonzalo.
El Arzobispado
Pero lo que sería un asunto claro en cualquier otro sitio se complica en Sevilla, donde las hermandades religiosas ejercen una suerte de poder fáctico en la ciudad. Especialmente La Macarena, una de las más reconocidas a nivel mundial, símbolo de la ciudad y titular del templo, por tanto única responsable de la retirada -con el visto bueno de los familiares- según la norma vigente desde abril. Nadie, y menos un ayuntamiento en minoría, quiere perder una jugosa porción de votos por un asunto que divide a los sevillanos. Desde el Ayuntamiento, y aunque las competencias no son suyas, explican que se «han iniciado contactos» con el Arzobispado y la hermandad de la Macarena para recordar que la ley tiene que ser cumplida por todos. Conceden, eso sí, que se trata de un tema sensible y que en Sevilla «hay matices e interpretaciones».
El Arzobispado «se compromete a estudiar el caso», aunque añade que respetará «siempre lo que diga tanto la familia como la hermandad». El hermano mayor, Manuel García, ya ha asegurado que solo actuarán si lo solicita la familia, que no ha manifestado ningún deseo de exhumar el cuerpo y trasladarlo a otro lugar hasta el momento. García recordó el jueves que Queipo de Llano está enterrado en la basílica a título particular, como hermano mayor honorario que fue, distinción que recibió al convertirse en el gran benefactor en la construcción del recinto sagrado.
Asimismo, subrayó que aunque los servicios jurídicos están estudiando la carta remitida por el Consistorio para garantizar el cumplimiento de la ley, entienden que la hermandad ya cumplió en 2009 con la normativa de la Memoria Histórica al borrar de la lápida cualquier referencia al franquismo, de modo que tallado en piedra solo queda su vinculación con la cofradía.
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