dimecres, 12 de juliol del 2017

REPUBLICANAS ESPAÑOLAS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE RAVENSBRÜCK (I, II).


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REPUBLICANAS ESPAÑOLAS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE RAVENSBRÜCK (I), “donde en medio de la gran tragedia, quedó patente la fuerza invencible de los débiles” (Neus Català)

Republicanas españolas en Ravensbrück I 2 word pressEl 30 de abril de 1945, alrededor de 3.500 prisioneras del campo de Ravensbrück, malnutridas y muchas de ellas al borde de la muerte, fueron liberadas por el Ejército Rojo en su avance sobre Alemania. En Ravensbrück había pocas judías, pero había miles de francesas, holandesas, rusas, polacas..y las españolas que habían defendido a la República Española cuando fue atacada por el fascismo. Por su condición de mujeres padecieron sufrimientos adicionales a los de los hombres, el impacto físico y psicológico generó en las que sobrevivieron una larga etapa de silencio e introspección.
Tras el fin de la Guerra Civil, miles de Republicanas Españolas pasaron a Francia donde siguieron luchando en la Resistencia, realizando un papel heroico y fundamental, constituyeron redes de transmisiones, suministro, transportes de armas, enlaces y contactos. Cerca de 60.000 mujeres y hombres españoles dieron su vida por Francia. Muchas fueron detenidas y cruelmente torturadas por la Gestapo y la policía de la Francia colaboracionista. En 1940, el ministro franquista y jefe de falange, Ramón Serrano Suñer llegó a acuerdos con Himmler y Heydrich, sellando la suerte de miles de exiliados españoles ya que que Franco consideraba que los republicanos no eran españoles, y no tenían patria: No bastaba expulsarles del país, los franquistas permitieron su deportación a campos de concentración nazis. Suñer mintió en 1976 a la periodista Montserrat Roig diciendo que no lo sabía. En 1944 unas 400 españolas realizaron el mismo viaje que 3 o 4 años antes habían recorrido 10.000 republicanos españoles a Mauthausen y otros campos, siendo deportadas en vagones de ganado a Ravensbrück, el frío campo de concentración para mujeres.
En Ravensbrück estuvieron presas 132.000 mujeres de 40 países. Las 400 españolas fueron marcadas con un triángulo invertido de color rojo (presas políticas), un traje a rayas y un número de matrícula. Fueron esterilizadas con inyecciones que anulaban la menstruación para aumentar su producción. Sometidas a duchas de “desinfección”, rapas de pelo, inspección de todo el cuerpo, humillante y antihigiénico control ginecológico. Las antiguas del campo advirtieron que: “No digáis que estáis enfermas porque os llevan a la cámara de gas”. Nos arrebataron absolutamente todo, incluso pañuelos, sostenes, paños higiénicos. Formaban en impecables líneas rectas durante horas inmóviles al pasar lista: Mover la cabeza, una mano, un pie, cuchichear, representaba recibir gran cantidad de latigazos. Las SS pegaban con saña por cualquier cosa a mujeres mayores, o a niños. Allí, quietas bajo un frío tremendo y débiles, algunas caían y no se las podía ayudar o les echaban a los perros encima.
Cerca de 92.000 personas murieron atrozmente de mil maneras en Ravensbrück: Varios millares fueron exterminadas por el hambre, las epidemias, disentería, tifus, desnutrición, tuberculosis, torturas, envenenamientos, dolorosas inyecciones de bencina en corazón o venas, fusilamiento, destrozadas por perros, ahorcadas, apaleadas, aplastadas por vagones de mercancías, apisonadas, ahogadas en las letrinas, a bastonazos, electrocutadas contra las alambradas. Unas 6.000 fueron a las cámaras de gas y después al crematorio, algunas fueron quemadas vivas como la joven madre Sofía Liman. Se moría anónimamente en “transportes fantasmas” en el que eran gaseadas sin dejar ninguna señal, unas horas de crematorio y al final todo lo que quedaba era un montón de huesos calcinados.
Algunos testimonios de estas mujeres son ESTREMECEDORES. “Ravensbrück era tan terrorífico que las víctimas no lloraban por los muertos, sino por los vivos que esperaban nuevos golpes hechos ovillos. Se abrieron zanjas donde se hizo bajar a los niños con un bombón, se llenaron de gasolina y se les prendió fuego, tan cerca del campo que sus madres se volvían locas de dolor al oír sus alaridos”. “En el quirófano del temido doctor Gebhardt, las “kaninchen” (conejitas de Indias) fueron sometidas a experimentos, operando sus piernas para dejar el hueso al aire, cortando e infectando huesos, músculos y nervios con bacterias para probar sulfamidas. Se mutilaron mujeres al realizar trasplantas de huesos entre ellas. Alfonsina Bueno, de Berga, que murió 39 años después de la liberación, padecía todavía las consecuencias de estos experimentos”.
Los magnates de la industria alemana preveían que en esas condiciones la esperanza de vida de cada presa no superaría los nueve meses, pero no contaban con la solidaridad de las mujeres, que renunciaban a una pequeña porción de su comida para dársela a las que más lo necesitaban. Los SS, asociados a las grandes firmas, Krupp, Thyssen, Siemens, Mercedes Benz, I.G.Farben (que suministraba el gas cyclon 3), entre otras, hicieron grandes fortunas aprovechándose de esta mano de obra barata y siempre renovable.
No olvidemos. Se lo debemos. En un país tan precario en memoria el olvido es inadmisible.




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REPUBLICANAS ESPAÑOLAS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE RAVENSBRÜCK (II). Las supervivientes: “Quién lo diría, los débiles nunca se rinden” (Mario Benedetti)

Republicanas españolas en Ravensbrück II 2 word pressMercedes Núñez Targa, era barcelonesa, militante antifascista durante la República, aprovechó su libertad provisional en 1942 para incorporarse a la Resistencia contra los nazis. Fue deportada en condiciones infrahumanas a Ravensbrück, donde estuvo 40 días con Neus Catalá, Geneviève Anthonioz-De Gaulle, Lise London.. Pasó después al complejo industrial de Leipzig con otras españolas que se ayudaron y apoyaron: Constanza Martínez Prieto, Carme Boatell, Mercedes Bernal, Marita, Elisa Ruiz, María Ferrer (Contxita), María Benitez Luque. Trabajaban produciendo obuses 12 horas al día, de pie, comiendo una sopa y una pequeña rebanada de un sucio pan. El sabotaje era un deber primordial, aflojaban tornillos, inutilizaban obuses y máquinas, ralentizaban el ritmo de trabajo..incluso reivindicaron su condición de presas políticas.
Mercedes, enferma de tuberculosis y escarlatina ya no era útil para el trabajo, los nazis habían decidido su traslado a la cámara de gas el 14 de abril, pero ese día, aniversario de la República, recibió con una banderita republicana las tropas de liberación aliadas americanas. Algunas mujeres agonizantes murieron aquel mismo día. Las deportadas fueron repatriadas hacia sus países de origen excepto las españolas que los franquistas consideraban apátridas y acabaron en Francia. El gobierno francés concedió a Mercedes las máximas condecoraciones, la Legión d´Honneur, la Medalla Militar, la Cruz del Combatiente Voluntario de la Resistencia, la Medalla de la Deportación e Internamiento por hechos de Resistencia, la Cruz de Guerra y la Cruz del Combatiente. Fue delegada en Galicia de la “Amical de Mauthausen y otros campos”
Neus Català nació en Els Guiamets, Tarragona, hija de campesinos, enfermera, organizó las JSUC, participó con la Resistencia francesa, denunciada a los nazis fue detenida, salvajemente golpeada y trasladada a Ravensbrück en un infecto tren de ganado: “Mil mujeres, 4 días de viaje sin parar, sin higiene, sin aire para respirar, sin sitio para sentarnos, un cubo de basura para las necesidades. Algunas llegaron muertas a Ravensbrück, donde nos esperaban nazis, perros agresivos, 20ºC bajo cero, empujadas bestialmente entramos triunfalmente en el mundo de los muertos.
Fue transportada a Holleischen, en Checoslovaquia, para trabajar en la industria armamentística nazi. Día y noche se fabricaban armas, obuses, balas, sin parar. “Mientras podías producir, te perdonaban la vida”: “En las balas escupíamos o poníamos aceite, ¡sabotear, sabotear, dejamos 10 millones de balas inutilizadas!”. La Generalitat de Cataluña la galardonó con la Cruz de San Jordi y la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. El Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la Medalla de Oro al Mérito Cívico. También presidió el Amical de Ravensbrück.
Lise London: “Yo nunca tuve miedo, ¡jamás! yo era una luchadora”. Francesa de padres aragoneses, miembro de las Brigadas Internacionales, militante de las juventudes comunistas. Entró en la Resistencia contra los alemanes, arrestada, encarcelada durante más de un año, deportada a Ravensbrück, mientras su marido Arthur y su hermano fueron deportados al campo de Mauthausen. Setenta años después del final de la guerra civil seguía emocionándose cuando recordaba cómo habían abandonado a la República española los gobiernos capitalistas europeos. Siempre llevó a España y el comunismo en el corazón: “Las Brigadas Internacionales fueron el mejor momento de mi vida”.
Conchita Ramos era de Torre de Capdella (Lleida). Con 17 años reorganizó grupos de la Resistencia francesa. Ella, su tía Elvira y su prima María, la familia Veleta, fueron detenidas por la policía de Pétain y entregadas a la Gestapo para ser interrogadas: “Arrancaban las uñas de pies y manos a hombres y mujeres. Tenía miedo pero no hablé”. Enviadas a Ravensbrück, las 3 fueron seleccionadas aptas para trabajar, otras eran gaseadas. Acabaron en una barriada de Berlín, trabajando material de aviación. También lo saboteaban. “Me dieron muchos bastonazos y me cortaron el pelo al rape. De 650 mujeres quedamos sólo 115”. Conchita tiene muchas condecoraciones, como la Legión de Honor del Gobierno francés y la Medalla de la Resistencia; y posee el grado militar de sargento -lo recibieron las mujeres que hicieron de enlace-. Actualmente es la vicepresidenta de la Asociación de Deportados del Tren Fantasma.
Secundina Barceló, turolense de Veguillas de la Sierra, huyó a Francia donde distribuía prensa clandestina entre los españoles. Fue detenida e interrogada durante 15 días: “Bofetadas, puñetazos, quemaduras con cigarrillos Ante mi silencio, emplearon la matraca, el lavabo, la bañera. Continuaba sin hablar, me amenazaron con colgar a mi hijo si no daba nombres y domicilios”. La violencia la desfiguró tanto que solo era reconocida por sus zapatos. Deportada primero a Ravensbrück, fue llevada al campo de Markkleeberg. De día cumplía tareas con un pico y una pala y por la noche como refuerzo en la descarga de vagones de carbón.
El impacto que sufrieron estas mujeres superó al físico o psicológico. Aunque el silencio era lo único que las mantenía en pie, siempre tuvieron fe de salir vivas de aquella locura. Sólo unas pocas lo consiguieron y dejaron su testimonio para la posteridad. Sobrevivieron al horror. Aquí las hemos recordado.


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