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Etxeberria observa restos óseos en su laboratorio de San Sebastián. / EFE
«En una o dos legislaturas se acabará con la cuestión de las fosas comunes en las cunetas», asegura el director de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Francisco Etxeberria Antropólogo forense
LARIOJA.COMO | LUIS J. RUIZ | LOGROÑO | 27-9-2017
Francisco Etxeberria (Beasain, 1957) es el gran antropólogo de la Guerra Civil. Al frente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, desde el año 2000 trabaja en la exhumación de los 'desaparecidos' de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Desde entonces han recuperado los restos de más de 8.000 personas y han colaborado en trabajos similares en Chile y Argentina. Esta mañana abre el curso de verano de la UR 'Memoria Histórica. De fosas, libros y silencios' que organizan la Asociación La Barranca y el Gobierno regional.
- La Ley de Memoria Histórica cumple este año su décimo aniversario. ¿Ha alcanzado sus objetivos?
- Era una ley necesaria y todos pensamos que fue insuficiente. Pero ha servido, por ejemplo, para mejorar el acceso a la documentación de los archivos aclarando que es información accesible para los historiadores. En lo que se refiere a las fosas comunes, la ley remite ese trabajo a un plano administrativo pero no siempre hay apoyos y así lo ha advertido la ONU. Resulta que hay una ley que dispone que las autoridades se deben implicar para favorecer estas tareas y no ocurre así, no cumplen la ley. En el transcurso de esta década han sido más los años en los que no ha existido ningún apoyo institucional que aquellos en los que lo ha habido. Lo hubo desde Presidencia en el gobierno de Rodríguez Zapatero pero después no ha existido ningún apoyo institucional y, es más, ha habido declaraciones insultantes. Por eso la ONU vuelve a criticar poderosamente al Gobierno de España. Los observadores no entienden cómo no existe la implicación necesaria.
- ¿Y por qué no existe?
- En este tema, al principio todos teníamos un complejo de culpabilidad porque no estuvimos a la altura de las circunstancias años atrás, cuando esto se debería haber hecho. Se ha trabajado mucho en lo que tiene que ver con las heroicidades de la guerra, la historia militar del conflicto, pero nadie pensó cómo ayudar a esas familias modestas que están a nuestro alrededor. También hay una sociología del franquismo que llega hasta nosotros con perspectivas que son preconstitucionales. Ahora hay una generación que no vivió la dictadura y que no puede entender que haya fosas en el monte. Y también hay personas, claramente de derechas, que antes eran muy beligerantes y ahora empiezan a darse cuenta de que este asunto se puede gestionar de manera natural y normalizada. Cuando se acercan a una exhumación y ven lo que pasa ahí cambian de idea. Estamos cerca de que todo esto se haga y de que en una o dos legislaturas se acabe con la cuestión de las fosas comunes en las cunetas.
-¿Cuántas fosas quedan por abrir?
- Los últimos informes de la oficina de atención a las víctimas del franquismo hablan de unas 2.000, pero no vamos a encontrar todas. Víctimas desaparecidas y enterradas hay miles, pero nunca podremos llegar a todas ellas. Si localizamos el 20% será todo un éxito porque hay lugares en los que los cementerios están desbaratados o periferias de pueblos en los que ahora hay pabellones o urbanizaciones.
- ¿Cómo es el momento de apertura de una fosa?
- En todas las exhumaciones hay un guión para una novela o una gran película. Nosotros vamos atraídos por el reto científico y el interés social, pero las claves están en lo otro que ocurre en la fosa, en la parte emocional, en los sentimientos humanos. Uno se conmueve y percibe la importancia de lo que hacemos por lo que dicen, opinan y exigen quienes están alrededor de la fosa, los familiares. La familia tiene un doble sentimiento de alegría y de tristeza. Lloran de alegría. En ese momento lo relevante no es si la bala entró por la derecha o por la izquierda sino ver a los familiares. La memoria histórica habla del presente, no del pasado. Es lo que pide, lo que exige ese familiar.
- Una forma de devolverles la dignidad.
- Nosotros no devolvemos dignidad a nadie porque nunca les quitaron la dignidad. Ni al asesinarles. La habrían perdido si nos hubiéramos olvidado de ellos. Exhumando fosas encontramos dignidades. Las autoridades políticas no van a devolver la dignidad a nadie sino que tienen que reconocerla, que murieron por algo.
- Y en La Rioja. ¿Hay mucho trabajo por hacer?
- En La Rioja cuando murió Franco muchas familias fueron solas a hacer estas tareas. Hay una referencia que siempre pongo de ejemplo: La Barranca. Es un lugar de memoria preservado a perpetuidad por unas mujeres y una asociación. Como hay garantía de que se va a preservar siempre no hay necesidad de exhumaciones. Es un espacio dignificado.
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