dilluns, 14 de maig del 2018

Los niños robados de Marruecos (y vendidos a familias españolas)

http://www.elmundo.es/cronica/2018/05/13/5af7360bca4741920f8b459e.html
Mohamed, de pequeño.

Entonces era un bebé y llegó a Melilla envuelto en una sábana en brazos de
 una mujer que no era su madre. Porque Javier nació en marzo de 1979 en el hospital El Hassani de Nador. Una enfermera le dijo a la mujer que le dio a luz que su hijo había muerto en el paritorio. Un funcionario marroquí falsificó los papeles de nacimiento y la enfermera entregó al bebé a una señora llamada Fátima, una española que se encargaba de pagar a las sanitarias para que «secuestraran» a los recién nacidos y así venderlos a familias españolas. Ella fue la que entregó a Javier a una intermediaria para cruzar con él hasta Melilla. «Después quedó con mis padres en un piso de la ciudad. Ellos le pagaron 250.000 pesetas por mí. Así me compraron. Fui un niño robado», reconoce Javier.Acompañamos a Javier, llegado desde Cádiz, que busca en Nador a su madre biológica, y descubre cómo funcionaba la red que vendía bebés de familias pobres y madres solteras a gente adinerada de España
Él es uno de los 53 casos descubiertos. Hoy tiene 39 años: "Tengo claro quién es la que me crió de pequeño en Granada y después me dio una buena educación en Cádiz. No le guardo rencor, siempre será mi única madre"
Javier suspira. Se muerde las uñas. Está muy nervioso. Mientras aguarda la fila, mira atónito el caos del paso fronterizo de Beni Enzar, en Melilla. Vuelve a suspirar. «En verdad he tenido suerte de no haber crecido aquí», susurra. Se distrae leyendo la letra pequeña de la última página del pasaporte que acaba de renovar. Le tiemblan las manos. Es la primera vez en su vida que va a entrar a Marruecos. Por lo menos siendo consciente de ello. Hace 39 años cruzó esa misma frontera a la inversa.
Ya han pasado cuatro días desde que cruzó la frontera. Dice que las contradicciones internas no le dejan descansar por las noches. Tiene claro que el único motivo por el que está en Marruecos es para conocer sus orígenes e intentar encontrar un rastro de su madre biológica. Pero no se le quita de la cabeza el sufrimiento de su otra madre (sabe que él anda en busca de sus orígenes en Marruecos). Por eso nos pide que no tomemos fotos ni desvelemos ciertos datos de su identidad. «Tengo claro quién es la que me crió de pequeño en Granada y después me dio una buena educación en Cádiz. No le guardo rencor por lo que hizo. Siempre será mi única madre», añade.

"Yo sabía que era adoptado"

Fue su familia -su mujer y su hijo adolescente- quien le empujó en Navidades a dar este paso. Porque la vida de Javier dio un giro hace cinco años, cuando la Guardia Civil de Melilla destapó una organización de tráfico de bebés que estuvo oculta durante 43 años en la ciudad autónoma y en el norte de Marruecos. Entonces hubo 31 personas implicadas y 28 víctimas localizadas. Aunque no se produjo ninguna detención porque las imputadas (monjas, enfermeras, comadronas, intermediarias...) eran muy mayores y el resto ya estaban muertas.
«Yo sabía que era un niño adoptado en Melilla, mis padres me lo dijeron cuando era pequeño. Algo no cuadraba por mis rasgos oscuros. No les quedó más remedio que confesarlo. Fue un trauma que ya pasé. Pero cuando vi este caso en las noticias, y que los años de los bebés robados y comprados coincidían con mi nacimiento, le pregunté a mi madre [su padre falleció hace 10 años]», cuenta Javier. «Ella me reconoció que habían pagado por mí. Durante este tiempo he intentado olvidarme del tema, nunca he querido denunciarlo ni considerarme una víctima de esa trama para no hacerle daño, pero siempre me ha quedado la curiosidad de conocer mis orígenes. Y, lo más importante, encontrar a la mujer que me llevó en su vientre y decirle que su hijo no murió hace 39 años en aquel hospital».
Estos días, en Nador, Javier ha hablado con dos antiguos médicos del hospital El Hassani, con un ex policía y con una enfermera que trabajó allí durante las décadas de los 70 y 80. No ha conseguido ninguna pista sobre su madre biológica. Lo que sí ha logrado es confirmar aquel nombre que leyó en la prensa hace cinco años y que es la persona que dirigía la trama en Marruecos: Fátima Manuch.
Esta mujer, española de Tetuán que se convirtió al islam, se encargaba de comprar los bebés a las enfermeras de Nador por 300 euros. En 2013, el programa Equipo de Investigación de La Sexta entrevistó al fiscal de la ciudad marroquí, quien confesó que entre los años 1978 y 1985 se vendieron 11 niños en los hospitales de Nador y de la ciudad de Oujda. Cinco los compró Fátima en el año 79. Y uno de ellos fue Javier, que ya planea volver a su casa en Cádiz porque, tras estar investigando y ver la complejidad del asunto, no tiene esperanzas de encontrar a su madre biológica.
Desde que el 8 de mayo de 2013 la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla destapó la trama y presentó 28 casos, las denuncias de víctimas se han repartido por toda España. Según fuentes policiales, las cifras actuales de casos confirmados hoy en día llegaría a 53, sin contar a todas aquellas personas que no han querido exponerse por no involucrar a las familias que les compraron y que les han criado como a sus hijos. Pero esta trama sale de nuestras fronteras. Y llega incluso a Francia.

"Encontré a mi madre"

Aquí entra en escena la historia de Mohammed Ali Bennani. Nació en 1981 en el hospital de Salé, en la ciudad de Rabat. Los médicos le dijeron a sus padres que había muerto. Pero la realidad es que acabó adoptado por la familia Ahmani, que vivía en la ciudad de Saint-Julien-les-Villas, al este de Francia.
Pasó 20 años hasta que descubrió, gracias a un certificado en el que vio que su padre era estéril, que algo no cuadraba en su vida. «Me contaron la verdad y en 2002 decidí empezar a buscar a mi verdadera familia», cuenta Mohammed. «Estuve 14 años investigando hasta que conseguí acceder a los archivos de defunción del hospital de Salé el día de mi nacimiento. Tuve suerte porque mi padre, Ahmed Bennani, que trabajó en la Gendarmería Real con Hassan II, me inscribió en el registro civil pese a creer que había muerto. Entonces, en 2016, encontré a mi madre, El Mnebhi Ouafaa, y a mis hermanos, y me reuní con ellos». Hoy, Mohammed y su familia biológica están luchando en los juzgados marroquíes por recuperar su verdadera identidad.
No ha tenido la misma suerte otro niño robado francés, Brahim Kermaoui. Nació en agosto de 1978 en un hospital de la ciudad de Berkan, a 95 kilómetros de Melilla. A su madre también le dijeron que había fallecido. A los 13 años descubrió que sus padres, de origen marroquí, le habían «adoptado». El año pasado publicó un libro (L'enfant égaré, el niño perdido) contando su historia.
«En 2011 fui a buscar a mi familia a Berkene, pero no encontré nada. Hablé con la enfermera que me robó y que me vendió a mis padres adoptivos, y lo negó todo. Después vi en la prensa que todo esto era una trama internacional, que afectaba también a muchos niños robados de España. Entonces decidí escribir un libro para contar todo esto, para ayudar a las víctimas que aún no conocían sus orígenes», explica Brahim, que ha estudiado al detalle cómo funcionaba la organización que traficaba con niños entre Marruecos y España.
Sabe quién era Fátima Manuch y que lideraba esta trama junto a sus dos hermanas, Josefa y Luciana (apellidadas Recas Mariscal). Ellas vivían en Melilla y se encargaban de reclutar a las mujeres embarazadas (prostitutas y madres solteras de Marruecos, que no querían tener a los hijos). Sus nombres aparecen en los certificados falsos de los bebés como «madrinas». «Era una red bien estructurada que tocaba diferentes frentes. Por un lado están los bebés robados de Marruecos y del Hospital Militar y de la Cruz Roja de Melilla. Las enfermeras decían a la madre que su hijo había muerto», cuenta el comandante Arturo Ortega, jefe de Operaciones de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, que dirigió la bautizada como operación Oculta desde 2011 a 2013.
«La banda también tenía pisos donde atendían a otras mujeres embarazadas hasta que daban a luz. Aquí aparecen tres monjas, como sor Mercedes Hoces, que cuidaban y atendían a estas mujeres reclutadas por las hermanas Recas. Y luego quedaban en otros pisos patera o en parques para entregar a los bebés a familias adineradas que vivían en varias ciudades españolas», explica el comandante Ortega.
En la comisaría de Melilla aún guardan el organigrama de la operación (es el que reproducimos en estas páginas). Un simulacro con dibujos donde se explica al detalle cómo funcionaba toda esta red. Aparecen señaladas varias comadronas, como Isabel Villasana, que cobraban 50.000 pesetas por falsificar las partidas de nacimiento. Los agentes también tienen otro organigrama, el original, con los rostros de cada persona vinculada a la trama, pero que no podemos publicar para preservar la intimidad de las víctimas.
«Las familias adoptivas llegaron a pagar entre 1.200 y 6.000 euros por un hijo y un certificado de nacimiento falso. Durante estos años nos han llegado bastantes denuncias desde el País Vasco, Cantabria y Valencia. Nos decían que también eran niños robados. Muchos padres se lo confesaron después de nuestra investigación», dice el comandante Ortega. «También hemos detectado otros muchos casos, pero estas personas no se consideran víctimas y nunca van a denunciar a sus padres. Al fin y al cabo, son quienes les han criado con cariño». Como Javier, el chico que busca a su madre biológica en Nador, que nunca se ha planteado recurrir a la vía judicial para encontrarla.
Los agentes de Melilla cuentan que la investigación se inició tras una denuncia en 2011 que la Asociación Anadir (Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares) presentó ante la Fiscalía General del Estado. Tenían el testimonio de dos mujeres de la Comunidad Valenciana que habían confesado que eran bebés robados en los años 70. Aquí es donde aparecen la trama de Ontinyent y el nombre de María Isabel Castelló, la captadora de matrimonios con alto nivel económico y que no podían tener hijos.
Teo Ibernón, reportero de Antena3, fue el primer periodista que destapó el papel de Isabel en toda esta red de tráfico de niños. Ella era la intermediaria entre Valencia y Melilla, la que «encargaba los bebés». Fueron 14 los casos encontrados en la Comunidad Valenciana, cinco de ellos en Ontinyent. La única víctima que dio la cara fue una mujer llamada Mari Carmen, que reconoció en varios programas de televisión que sus padres la compraron en un bar de Melilla por 350.000 pesetas en 1979.
El abogado de Mari Carmen fue Enrique Vila, presidente de la asociación SOS Raíces Adoptados, por cuyas manos han pasado más de 600 casos de bebés robados y adoptados en toda España. «Yo tuve dos clientes de Ontinyent que habían nacido en Melilla y que estaban buscando sus orígenes. Conseguí una orden judicial en 2012 para poder investigar en los hospitales de Melilla, pero descubrí que muchos de los nacimientos no se producían en los hospitales públicos. La mayoría se daban en casas o como mercancía mafiosa que cruzaba la frontera con embarazadas o con bebés que entregaban a los compradores en una plaza o en los pisos de la ciudad», explica el letrado.
Justo esta semana se ha conocido que la Justicia española celebrará el primer juicio por un caso de bebés robados el próximo día 26 de junio. El protagonista es el doctor Eduardo Vela, acusado de participar en el presunto robo de un bebé en el año 1969 en una clínica de Madrid.
A falta de que puedan llegar más denuncias, las investigaciones de la trama de Marruecos-Melilla se cerró hace tiempo porque «no quedan imputados que estén con vida o los que hay son muy mayores», repiten desde la Guardia Civil. Su gran labor de investigación ayudó a que muchos de estos bebés robados descubrieran su verdadero origen.

"No les guardo rencor"

Como es el caso de Javier, el protagonista de este reportaje. O de una chica de Alicante llamada Berta. «Mis padres me lo tuvieron que reconocer. No les guardo rencor ni tengo ninguna intención de ir a buscar a la señora que me dio a luz», sentencia esta chica. Otra mujer de Bilbao cuenta que ella sí que se enfadó mucho cuando supo la verdad: «Pero es que no puedo denunciar a las personas que me han querido y cuidado toda la vida. A mí me adoptaron en el año 81 y mis padres me han dicho que mi madre biológica era una señora que iba a abandonarme nada más nacer».
La semana que viene, en cuanto empiece el mes de Ramadán, la cadena de televisión Tamazight emitirá la última película, rodada hace unos meses, del director de cine marroquí Mohamed Bouzegou. «Trata sobre los niños robados en el hospital de Nador y vendidos a familias españolas, ambientado en el año 1984», explica el cineasta. «El protagonista es un comisario de policía que se da cuenta de que a su mujer le robaron a su hijo cuando dio a luz y la película cuenta su lucha por recuperarlo». Un papel que nunca han tenido opción de protagonizar en la vida real las madres marroquíes a las que les robaron (o compraron) a sus hijos.