https://cronicasapiedefosa.wordpress.com/2019/01/04/ayudando-a-buscar-desaparecidos/
GONZALO TORRES ENCUENTRA A SU TIO-ABUELO EDUARDO TORRES ORTEGA EN EL CEMENTERIO DE GERNIKA-LUMO.
Aiyoa Arroita Lafuente & Jesús Pablo Domínguez Varona.
La intención del blog Crónicas a pie de fosa cuando lo creamos en el verano de 2015 fue, como dijimos en alguna ocasión, el servir de medio de divulgación para la Memoria Histórica en todos sus campos y de medio de investigacion de la guerra civil y represión franquista por ser la consecuencia directa.
Comenzamos con el retalo de un par de voluntarios novatos con la experiencia en el desconocido mundo de la exhumación de fosas comunes, al cual llegamos por complacer la curiosidad de nuestra hija Arane por conocer a su ídolo Paco Etxeberria.
Una vez pisas una fosa ya no hay vuelta atrás, cambian tus prioridades y concepto de la vida, justicia y nace la Memoria, el recuerdo por lo que pasó desde un punto de vista más humano y menos historiográfico.
Poco a poco hemos ido realizando reportajes, algunos de recopilación de información sobre lugares y hechos concretos de dominio público, pero con el tiempo y debido a la creciente solicitud de información que nos llegaba al correo, por la necesidad de que los familiares tengan un medio en el que expresarse o ver por escrito la historia personal de su familiar.
A lo largo de estos casi cuatro años hemos relatado numerosas historias de vida de personas luchadoras que dieron su vida por la libertad y la defensa de la República, comenzando, como no debe ser menos, por nuestros propios familiares. Ello ha servido de ejemplo para relatar otras historias que de una u otra forma han engrosado la bibliografia existente, sobre los sucesos del golpe de estado fascista, la guerra civil y posterior represión política.
Es muy importante dar voz a las personas silenciadas durante más de 80 años, conocer los sucesos que ocurrieron desde otro punto de vista más real y no el que nos contaron mucho tiempo durante el franquismo. Con ello hemos conseguido relatar la otra historia oculta y olvidada en los archivos y memorias familiares.
Hoy en este nuevo reportaje, hacemos lo que mejor sabemos hacer, contar un relato que sucedió hace muchos años y que nadie más que la familia y algunos investigadores conocen.
En el mes de abril del año pasado 2018 publicamos un reportaje que nos ha marcado a nosotros y a varias familias, “Vida y muerte en Gernika (1936-1939). Bombardeos, heridos, presos y fosas comunes”. En él, a modo de resumen, haciamos un recorrido por la historia de Gernika durante y después de la guerra civil, centrándonos principalmente en las personas que pasaron por los hospitales, los heridos y los que murieron en los bombardeos, frentes de combate y en el Hospital Penitenciario Militar y que acabaron todos en las diferentes fosas o tumbas colectivas del cementerio de Zallo en Gernika-Lumo.
Recordábamos que había principalmente cuatro tumbas colectivas y que en estos últimos meses hemos tenido que acudir en varias ocasiones o trabajar sobre personas que estan enterradas en ellas.
Fosa de los fallecidos en el bombardeo.
Los muertos civiles y militares que fallecieron fueron enterrados dentro del cementerio viejo, los identificados en tumbas familiares y los no identificados en tumbas individuales o común según el espacio disponible. A los diez años, en 1947-1948 fueron exhumados para hacer nichos y sus restos fueron a parar al vertedero por obra y gracia del alcalde franquista. Algunos restos se guardaron y estan recogidos en una caja de madera bajo el mausoleo moderno de estilo clásico “1937 APIRILAK 26” contruido hace años a la entrada del cementerio viejo.
Mausoleo-monumento homenaje a los fallecidos en el bombardeo de Gernika en el cementerio de Zallo. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Cripta franquista.
Después de la toma de Gernika por las tropas nacionales unos días más tarde y el posterior cambió municipal acorde con los nuevos amos de la villa, los muertos caídos en combate nacionales son enterrados en la parte exterior del cementerio con todos los honores. Por ello ese lugar fue rápidamente anexionado al cementerio viejo con la ampliación. Inmediatamente se construyó un mausoleo o cripta con una cruz de “los caídos por dios y por España”. En poco tiempo el lugar fue llenado de restos de soldados caídos en los distintos frentes de guerra, sacados de otros cementerios donde habían sido enterrados. Podríamos decir que el de Gernika fue una especie de “central funeraria franquista”, donde aún hoy reposan los restos de 163 personas.
Cabe señalar que no todos los que están allí abajo en sus nichos son franquistas, sabemos de muy buena tinta que hay otros que aún siendo republicanos fueron obligados a luchar en el ejército rebelde bajo amenaza de fusilamiento o prisión.
Recientemente hemos colaborado en la exhumación y devolución de un navarro republicano, nacido en Mendavia, llamado Valentín Romeo Sagues que estaba en esa cripta y que su familia ha tardado 8 años en encontrar su lugar de “no reposo”. La verdad que nuestra ayuda no ha sido más que estar con la familia en ambos momentos en el cementerio de Gernika-Lumo. La Memoria Histórica no sólo son exhumaciones y homenajes, también es estar con los familiares en esos delicados momentos prestando apoyo, cariño y comprensión.
El pasado mes de junio se tomaron muestras de A.D.N a los dos cuerpos que había tras la pared del nicho y uno de ellos resultó ser Valentín. Su sobrina-nieta Maru Mangado, con parte de la familia vinieron a recogerlo el mes de diciembre y el próximo sábado 12 de enero de 2019 será inhumano en su localidad natal con todos los honores familiares que se merece. Abajo en la bibliografía está el link en el que se relata su historia.
Manu Mangado con los restos de Valentín Romeo Sagues ante la cripta. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Fosa-osario de los gudaris gipuzkoanos.
Los soldados-gudaris de origen gipuzkoano muertos en el frente de guerra cercano fueron enterrados con todos los honores en una parcela del cementerio viejo, propiedad del Partido Nacionalista Vasco (PNV) del Gipuzko Buru Baztar. Allí continúan y también se está a la espera de una posible investigación para saber su estado.
El caso que hemos investigado, y tenido el honor de comunicar a su familia donde está enterrado, es el del comandante de intendencia José Cobeño Corta, del batallón nacionalista vasco “Loyola” . Su sobrina nieta Lourdes Sanz Mingote, que vive en Madrid, nos envió un correo al leer el mismo reportaje sobre Gernika, arriba señalado, y ver en la fotografía el nombre grabado de su familiar en la placa colocada como homenaje y reconocimiento en la fosa de los gipuzkoanos. Nos pedía información para verificar el lugar donde deciamos estaba enterrado y a tal efecto realizamos la investigación e informamos de donde reposan sus restos actualmente. Publicamos un amplio reportaje sobre el y su historia de vida en este blog, “José Cobeño Korta Comandante de intendencia del batallón Loyola. La fosa de los gipuzkoanos del cementerio de Zallo en Gernika-Lumo” y que podéis leer en el link de la bibliografia.
Fosa-osario de los gudaris gipuzkoanos en el cementerio de Gernika-Lumo. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Fosa-osario del Hospital Penitenciario Militar.
Los fallecidos en ese lugar fueron enterrados en la parte exterior del cementerio viejo y zona de posterior ampliación. Se realizaron en tumba individual y en el suelo. Allí estuvieron hasta 1947 cuando el Alcalde franquista ordenó retirar todo rastro republicano, recogiéndose sus restos de forma global. No quería rojos ni nacionalistas en su cementerio, así que expropia sus tumbas y se las da a seguidores del régimen. Afortunadamente en vez de llevarse al osario, se enterraron en una fosa en la parte interior del cementerio viejo. Sobre está fosa, conocida con el nombre de “los presos republicanos”, está pendiente una investigación para realizar catas arqueológicas que indiquen su estado.
Y esta semana hemos tenido nuevamente el honor de poder ayudar a otra familia a saber donde esta su familiar. Otro correo enviado a Crónicas a pie de fosa por Gonzalo Torres Pastor, sobrino nieto de Eduardo Torres Ortega y muerto por enfermedad en el insalubre e inhumano Hospital Penitenciario Militar de Gernika.
Gonzalo y su amigo Ricardo acudieron, en viaje relámpago, a Gernika desde Valencia a conocer in situ los lugares donde paso prisión su familiar y donde el régimen franquista enterró sin nungún respeto y honor humano. Una simple tumba individual en un prado a las afueras del cementerio marcado con una barra de hierro y un número fue su inicial destino. Años después el alcalde franquista los mando sacar junto con el resto y ordenó desaparecer en la basura. Afortunadamente el enterrador hizo caso omiso, recogió todos los restos y los escondió bajo tierra en un minúsculo jardín dentro del cementerio, donde aún reposan.
Fosa-osario de los presos republicanos en el cementerio de Zallo de Gernika-Lumo. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Como no era menos, decidimos acudir a la cita en Gernika con quien sabe y ha investigado todo lo relacionado con el Hospital Penitenciario Militar y de Gernika en particular José Ángel Etxaniz Ortuñez, “Txato” e investigador de Gernikazarra.
El encuentro fue muy emotivo y tenso a partes iguales. Era natural, el relato de Txato no dejaba nada a la imaginación sobre cómo y de qué forma vivieron y fueron tratados los presos hasta su muerte, tras ser trasladados como ganado en vagones infectos de tren. No hace falta describir lo que harían los nazis años después con los judios en los campos de exterminio.
Las reacciones de los familiares al conocer la triste y negra realidad de las penurias que pasaron sus familiares hace que cada uno reaccione de distinta forma, todas normales y comprensibles y que no necesitan ninguna explicación. Son sus sentimientos personales y punto. Muchas de ellas conocen por vez primera lo sucedido y aunque no cierran la herida definitivamente, ayuda a pasar página y ver que no estan solos en la búsqueda.
Aquel infecto hospital no era más que el lugar donde mandaban, con conocimiento de causa, las autoridades franquistas a morir a los luchadores de la república.
Eduardo Torres Ortega, joven valenciano de 21 años muerto en el Hospital Penitenciario Militar de Gernika. Fotografía colocada por Gonzalo Torres Pastor a los pies del ciprés en la fosa de los presos republicanos donde yacen sus restos. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Eduardo Torres Ortega tenía 21 años, estaba soltero y era natural de Rafelbuñel (Valencia) donde la república le alistó con apenas 19 años por quinta, al igual que muchos de sus vecinos en edad militar. Hijo de Gonzalo y Encarnación era el pequeño de cuatro hermanos. Fue empleado litográfico de cierto nivel y en sus ratos libres practicaba la pintura artística. Su sobrino-nieto nos dice que su amor por el arte le hizo ayudar a recuperar y rescatar cuadros de las iglesias valencianas que se quemaron como represalia por ser colaboradores del golpe de estado militar.
Se desconoce su filiación política, si es que tenía, por lo cual no sabemos a que tipo de batallón político fue encuadrado. Solo sabemos que el Archivo de la Memoria Histórica de Salamanca a través del PARES tiene varios documentos relacionados con la represión política franquista entre 1936 y 1975. Ya sabemos de sobra que documentos son esos, son fichas individuales que elaboraban los agentes franquistas con las listas y documentos que su servicio de incautación militar engrosaba cada vez que tomaba una localidad. Con ellos se realizaban informes de valoración e implicación con la República para analizar su adhesión o desafecto al régimen.
Eduardo fue enviado al frente del Ebro en 1938 para engrosar el ejército republicano y luchar ante el avance franquista. Fue capturado y debido a alguna enfermedad cogida tras su detención, enviado a “morir” a unos de los más alejado Hospitales Penitenciarios Militares de su nueva España, a Gernika-Lumo. Esta villa bizkaina fue tomada por los franquistas a los pocos días del bombardeo del 26 de abril de 1937 y a partir de ese momento montaron toda una infraestructura alrededor del antiguo colegio de los Agustinos, un lugar entonces lejano del destruido centro urbano y muy alejado de los núcleos habitados. Su intención era que la vida pasara desapercibida tras sus muros y que la poca población, de apenas un millar de vecinos fieles al régimen, no se acercasen.
Allí murieron 277 presos republicanos, debidamente inscritos en un registro, que fueron a parar al cementerio en el carro municipal de la basura, dentro de un simple ataúd de madera.
El listado que publicanos indica las enfermedades por las que murieron, pero tras ellas no hay más que una forma de ocultación complice con el régimen para decir que murieron de hambre y malos tratos.
Por ejemplo de Eduardo Torres pone que murio de la enfermedad de Adisson el 9 de noviembre de 1938 a las 10.30 de la mañana. Esa enfermedad es consecuencia de una falta de proteínas que el organismo no puede suministrar por falta de alimento que las produzca. Los presos al morir tienen el aspecto físico de un cadáver andante, debido a la falta de alimentación adecuada, cantidad y calidad suficiente. Les dejaban morir de hambre en pocas palabras. Luego venía la parafernalia de poner una enfermedad infecciosa como causa de la muerte de cara al registro.
Txato Etxaniz explicando a Eduardo Torres ante la placa que recuerda el emplazamiento del Hospital Penitenciario Militar de Gernika. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Después de visitar el instituto de enseñanza, de nueva creación, y donde se colocó una placa que indica donde estaba el Hospital, nos trasladamos, junto con Txato, al cementerio de Zallo con Gonzalo y su amigo. Alli la visita fue aún más dura y fria, algo a lo que no nos aconstumbramos nunca, pero que es necesaria en las familias como protección ante el dolor y recuerdo familiar.
El día estaba gris, era media tarde y pronto anochecería. Hacía mucho frio, que no ayudaba a la situación, mientras Gonzalo escuchaba cada uno de los detalles que Txato iba narrando. Primero el lugar donde se enterraron las tumbas en el exterior del cementerio, luego vimos la placa de reconocimiento colocada a la entrada del cementerio viejo con los nombres de los 277 presos fallecidos y ante la que hacemos cada mes de abril un homenaje.
Placa con los nombres de los presos republicanos fallecidos en el Hospital Penitenciario Militar de Gernika, el día del homenaje en abril. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Después recorrimos las fosas, primero la de los republicanos presos, donde le dijimos que allí están los restos de esos hombres presos del régimen que murieron alejados de su tierra natal, entre ellos su tio-abuelo Eduardo Torres. Fue el momento más emotivo y tenso del momento. Gonzalo no se atrevía a pisar el poco cuidado terreno lleno de restos de hojas y ramas del ciprés que allí esta plantado hace años. Lentamente, con la mirada fija en ese reducido espacio, sacó una fotografía de Eduardo y la colocó a los pies del ciprés. Quisimos hacer una foto del momento, pero no fue posible, Gonzalo, emocionado, abandonó el lugar por unos instantes para estar solo son su pensamientos y sentimientos. Todos los allí presentes lo entendiamos, ese momento era privado y así debía serlo. Al rato regresó y pudimos continuar hablando sobre el lugar y las intenciones que se tienen de investigar arqueológicamente esa fosa mediante una cata por Aranzadi, en cuanto se obtenga el permiso, para comprobar el estado de la misma.
Detrás de las tumbas se localiza la fosa de los republicanos, marcada con un ciprés en un minúsculo rectangulo de jardín. Eduardo Torres y su amigo Ricardo escuchando las explicaciones de Txato Etxaniz. Imagen Crónicas a pie de fosa.
Para finalizar recorrimos el cementerio y vimos la fosa de los gudaris gipuzkoanos en otro jardín de iguales caracteristicas y similar relato. Allí si hay una placa con los nombres de los que se supone yacen bajo tierra. Mas abajo, cerca del templo religioso, el lugar donde estuvieron enterrados los muertos en el bombardeo y que se “perdieron” en un vertedero tras unas obras de mejora durante la dictadura franquista. Después se han logrando rescatar, ya en democrácia, soló una ínfima parte de ellos para trasladarlos al nuevo y faraónico mausoleo que se levantó con todo el dinero y honores en el exterior del cementerio viejo, en la zona nueva de ampliación. Despúes a partir del año 2000 vendría el interés por la Memoria Histórica y por el estado de las fosas, su reconocimiento y homenajes.
Llamó la atención de nuestros visitantes valencianos, que una ciudad tan emblemática como Gernika, que está y ha estado siempre en boca y ejemplo de todo el mundo por el tema de la guerra civil y el bombardeo que la hizo famosa, además del propio cuadro de Picaso, que tenga varias fosas-osario en ese estado en el cementerio además de una cripta franquista. No comprenden el poco tacto y dejadez de las instituciones con los muertos durante la guerra, fuera cual fuera la causa y que para ellos debiera ser todo un ejemplo para el resto del Estado. Desgraciadamente nosotros tampoco lo entendemos. Solo puede haber una breve explicación, en opinión de Crónicas a pie de fosa, a Gernika le viene grande la guerra civil y lo que pasó en la villa, ahora solo hablan de Paz, de pasar página y evitar que eso vuelva a ocurrir. Cierto, pero no puede haber Paz si aún hay muertos enterrados de mala manera en una miserable fosa-osario, sin honores pero sin reconocimiento, sin memoria y esperando que alguien busque a sus familiares.
BIBLIOGRAFIA.
Reportaje sobre el Hospital Penitenciario Militar de Gernika y las fosas del cementerio de Zallo en Gernika-Lumo. Tiene el listado de los 277 nombres de presos muertos y enterrados en la fosa de los republicanos.
Reportaje sobre uno de los gudaris enterrados en la fosa-osario de los gipuzkoanos, el comandante de intendencia del batallón Loyola José Cobeño Korta.
Reportaje sobre el soldado navarro republicano Valentín Romeo Sagues obligado a luchar con el ejército rebelde e inhumado en la cripta franquista del cementerio de Zallo en Gernika-Lumo.
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