dilluns, 8 de febrer del 2021

El 8 de febrero de 1937 más de 3000 republicanos eran asesinados en la masacre de la carretera Málaga-Almería

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La masacre de la carretera Málaga-Almería fue un brutal ataque a civiles por parte del bando sublevado que dejó más de 3000 muertos

Conocida popularmente como «La Desbandá»la masacre de la carretera Málaga-Almería fue un brutal ataque a civiles por parte del bando sublevado ocurrido durante la Guerra Civil Española, el 8 de febrero de 1937, tras la entrada en Málaga de las tropas franquistas. La masacre de la carretera de Almería constituyó el episodio más cruento de la Guerra Civil en Málaga y uno de los peores de todo el conflicto.

Conocida popularmente como «La Desbandá»la masacre de la carretera Málaga-Almería fue un brutal ataque a civiles por parte del bando sublevado ocurrido durante la Guerra Civil Española, el 8 de febrero de 1937, tras la entrada en Málaga de las tropas franquistas. La masacre de la carretera de Almería constituyó el episodio más cruento de la Guerra Civil en Málaga y uno de los peores de todo el conflicto.

Durante la II República, Málaga se había caracterizado por la fuerza del movimiento obrero, en especial de la CNT y del Partido Comunista de España, que en las elecciones de febrero de 1936 había conseguido el primer diputado de su historia por esta provincia: Cayetano Bolívar. Bolivar fue nombrado comisario delegado de Guerra en el sector de Málaga el 28 de noviembre de 1936 tras el estallido de la Guerra Civil.

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Tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 contra la República, la ciudad de Málaga y gran parte de su provincia quedaron bajo control republicano debido a la acción de las milicias obreras que consiguieron sofocar el golpe. Durante los primeros meses de guerra, Málaga estuvo prácticamente aislada del resto del territorio de la República ya que la única vía terrestre que la enlazaba y que no estaba en poder de los sublevados era la carretera de Almería, la cual era vulnerable al bombardeo marítimo y dificultaba el envío de soldados y provisiones a la provincia.

De hecho, esta carretera se encontraba cortada a principios de 1937 por unas inundaciones acaecidas en Motril. Por ello las autoridades de Málaga actuaron en muchas ocasiones al margen de las decisiones del gobierno republicano. En enero de 1937 los mandos republicanos tienen la certeza de que Málaga es una plaza perdida, y dieron órdenes de evacuar la ciudad.

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La masacre de la carretera Málaga-Almería

Ante los primeros movimientos franquistas hacia Málaga, en la capital cundió el pánico ante la represión, por lo que muchos civiles y milicianos optaron por huir por la carretera de Almería. Se calcula que fueron decenas de miles los que intentaron huir, aunque el camino era extremadamente difícil tanto por los bombardeos como por el hecho de que la carretera se encontraba en pésimas condiciones a la altura de Motril. Los civiles fueron atacados por mar y aire causando la muerte a entre 3000 y 5000 civiles.

Participaron en el bombardeo, además de la fuerza aérea franquista, los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera, así como los tanques y la artillería rebeldes. La escuadrilla aérea España, fiel a la República, trató de defender a los huidos con poco éxito. La mayoría de pueblos en el camino hacia Almería no ayudaron a los fugitivos ante el miedo a las represalias posteriores por parte de los sublevados, que continuaban avanzando.

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Los que se quedaron también fueron asesinados

Los cálculos sobre la cantidad de huidos de Málaga son confusos y difíciles. Se calcula que fueron entre 15 000 y 150 000. La acción del ejército franquista sobre los huidos por la carretera de Almería provocó entre 3000 y 5000 muertos, la mayoría civiles.

Igualmente, la represión sobre aquellos que habían permanecido en la ciudad fue la más brutal desde la Masacre de Badajoz, en agosto de 1936. El historiador Hugh Thomas calcula en unos 8000 el número de fusilados y enterrados en fosas comunes como las del cementerio de San Rafael, de los que ya se ha obtenido el nombre de 6100.

El testimonio de Thomas Cuthbert Worsley

Paul Preston recogía en su libro El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después el testimonio del escritor Thomas Cuthbert Worsley, plasmado en su propio libro Behind the Battle, quien hizo de conductor del médico canadiense Norman Bethune y de su ayudante Hazen Size:

La carretera seguía llena de refugiados, y cuanto más avanzábamos peor era su situación. Algunos tenían zapatos de goma, pero la mayoría llevaba los pies vendados con harapos, muchos iban descalzos y casi todos sangraban. Componían una fila de 150 kilómetros de gente desesperada, hambrienta, extenuada, como un río que no daba muestras de disminuir… Decidimos subir a los niños al camión, y al instante nos convertimos en el centro de atención de una muchedumbre enloquecida que gritaba, rogaba y suplicaba ante tan milagrosa aparición. La escena era sobrecogedora: las mujeres vociferaban mientras sostenían en alto a los bebés desnudos, suplicando, gritando y sollozando de gratitud o decepción.

Cuthbert Worsley pasó tres y días y tres noches junto a Bethune y Size haciendo viajes de ida y vuelta para rescatar a todos los que pudieron de los que huían.

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https://www.eldiario.es/andalucia/malaga/desbanda-incognitas-resolver-despues-masacre_1_1710011.html

La Desbandá: las incógnitas sin resolver 82 años después de la masacre


La masacre de La Desbandá, uno de los peores crímenes de guerra cometidos por el ejército franquista, permaneció casi oculta durante muchas décadas. "Aquel corrió", es una frase que, según la historiadora Encarnación Barranquero, se decía bajito para señalar al malagueño o la malagueña que huyó de las tropas de Queipo de Llano por la carretera de Almería, convertida aquellos días en la carretera de la muerte. Sobre aquello cayó un manto de silencio, culpable en el caso del franquismo, y de cierta vergüenza entre los perdedores de la guerra, que nunca explicaron del todo cómo cayó Málaga a manos de los sublevados.

Carmen Tejero, la memoria de La Desbandá 82 años después de la masacre

Una superviviente rompe su silencio para acercar a los jóvenes malagueños la memoria de La Desbandá

Desde hace algo más de una década, hay un movimiento civil que reivindica la memoria de aquel episodio sangriento, al que se suma el esfuerzo de varios investigadores por rescatar de la oscuridad de los archivos y de la soledad de los supervivientes, documentos y testimonios que expliquen qué pasó en los cinco días de terror que van del 7 al 12 de febrero de 1937.

El movimiento civil ya pidió responsabilidades a Alemania por la participación de los bombarderos Heinkel, documentada fotográficamente por el médico Norman Bethune. Ahora, la Asociación La Desbandá ha reclamado por escrito al Director General de Memoria Histórica que abra una investigación sobre el censo y la identidad de las víctimas, sus lugares de enterramiento y las "responsabilidades criminales de los gobiernos alemán, italiano y las autoridades golpistas españolas".

En paralelo, algunos investigadores siguen a la búsqueda de documentos que permitan aclarar qué pasó para que la Málaga Roja cayera en manos fascistas del modo en que lo hizo: sin apenas resistencia, y exponiendo a la población a una huida en la que fue tiroteada y bombardeada por tierra, mar y aire.

Andrés Fernández, arqueólogo de profesión, es uno de esos investigadores. Hace tres años publicó con la historiadora Maribel Brenes Éxodo Málaga Almería, una investigación, adelantada por eldiario.es/Andalucía, en la que se concluye que los desplazados fueron el doble de los que se había pensado hasta entonces. En torno a 300.000 personas pudieron huir por la carretera Málaga-Almería, según los documentos que Brenes y Fernández obtuvieron del archivo personal de Negrín, que posee la Fundación Juan Negrín, con sede en Las Palmas.

La historiadora y profesora de la UMA Encarnación Barranquero, que empezó a estudiar la matanza en 1987, siempre ha estimado que el número de desplazados está entre 100.000 y 150.000. Fue el Socorro Rojo Internacional quien aseguró que había atendido a 100.000 malagueños llegados a Almería. Sin embargo, la historiadora advierte de la dificultad de establecer una cifra precisa ante la ausencia de registros, el bombardeo posterior de Almería y el caos de la huida.

Al fin y al cabo, todas las cifras salen de la observación visual de los testigos directos, como la de Norman Bethune, el médico canadiense que socorrió a las familias que huían. Pero Bethune salió desde Almería el día 10, tres días después de que comenzara el éxodo, de modo que su perspectiva nunca fue completa. 

De los que salieron de Málaga llegaron al tramo entre Adra y Almería unos 200.000, según el testimonio de un teniente de carabineros consultado por Andrés Fernández. Muchos otros se dieron la vuelta y regresaron, hambrientos, exhaustos o heridos, y muchos murieron. Almería abandonó el censo de refugiados cuando se comprobó que muchos seguían hacia Levante.

Los propios militares republicanos y el coronel José Villalba estiman en sus declaraciones que huyeron unas 300.000 personas. "Queipo de Llano hablaba de 250.000. No sería su primera mentira, pero cuando los republicanos dan cifras similares...", señala Fernández. A gran parte de la población de la capital, que rondaba los 190.000 habitantes, se estima que se sumaron entre 60.000 y 90.000 procedentes de la zona occidental, y otros 50.000 que pasaron a través del boquete de Zafarraya hasta Vélez-Málaga.

Las indagatorias de la República, a falta de sentencia

Desde 2006, Fernández ha ido recibiendo los documentos acumulados en ese inmenso archivo, que se nutre del medio millón de documentos que Negrín se llevó consigo a París. Hasta ahora, el gran descubrimiento han sido las indagatorias del proceso con el que la República encausó a los principales mandos militares de Málaga, que no defendieron ni la plaza ni a su población civil.  Sin embargo, sigue faltando el documento esencial: la sentencia.

En esa resolución debe estar la verdad judicial republicana de qué ocurrió para que Málaga cayera como cayó. El mismo 7 de febrero, el coronel José Villalba, encargado de su defensa, abandonó la ciudad con otros mandos militares. Queipo de Llano, que se había dedicado a amenazar por radio a los malagueños mientras esperaba a los italianos del Corpo Truppe Voluntari y a los marroquíes regulares, se encontró con una ciudad casi indefensa.

El otro gran misterio está en saber qué pasó con las armas y la munición que se esperaba de Valencia y que nunca llegó. Fernández y Brenes han podido consultar documentos donde se da cuenta del envío, y de la espera en Málaga. "Y ahí se pierde, en el camino", dice Fernández, que prefiere no sacar conclusiones, aunque recuerda que entre los militares republicanos ya empezaba a cundir la división y las disputas internas.

Barranquero recuerda la carestía de armas para la defensa de la República. También que la ciudad estaba entonces bajo la hegemonía comunista y anarquista. "El Gobierno de Madrid tenía lo que tenía, y tenía que elegir. Si defender Madrid en el Jarama o mandar a Málaga las armas", explica. 

Es probable que ni el propio Queipo de Llano fuera consciente de la debilidad y la escasa resistencia que encontraría en Málaga. "Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna", bramó en una de sus tristemente célebres arengas radiofónicas. Tomada la ciudad, centró sus discursos en quienes huían: "A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones".

Entre 5.000 y 10.000 muertos

¿Cuántos murieron? Eso tampoco se sabe con certeza, aunque las estimaciones más fiables están entre las 5.000 y las 10.000 víctimas mortales. La memoria oral, tan necesaria para los historiadores, es también caprichosa, y aquí falta la memoria documental para completarla, porque las defunciones no se inscribieron en los registros civiles. "La cuestión es cómo se contabilizaba eso. Porque la gente que se moría en el camino no iban a registrarlos", señala Encarnación Barranquero.

Hay quien dice que muchos cuerpos fueron arrojados al mar, y otros siguen en las cunetas esperando que alguien los desentierre. Algunos supervivientes explicaban cómo encontraron cuerpos amontonados entre los cañaverales. También hay testimonios de quienes cuentan lo difícil que era recorrer el camino por la noche sin pisar los cadáveres. Muchos refieren haber visto en primera persona idéntica escena dantesca: un bebé mamando sobre el cuerpo inerte de su madre. Probablemente ocurriera, pero es improbable que todos los que relatan la anécdota la vivieran.

Algunos supervivientes recordaban que desde tierra se oían las risas de los marineros de los buques que se dedicaron a bombardear la costa. Fernández y Brenes consultaron el cuaderno de bitácora del Canarias, uno de esos buques, donde se reflejan la munición y las salvas, que empezaban a las 6,45 de la mañana, pero no el objetivo. "La parte que más se acerca a la costa es a 500 metros. No creo que hicieran blanco, pero sí puedes divisar", explica. En cuanto a los vuelos, hay constancia documental de un vuelo de reconocimiento, en el que el piloto observa a los fugitivos. "Desde Tablada le dicen que el objetivo es disparar. Él pide que le repitan la orden y le dicen que dispare".

Durante décadas, el franquismo ocultó lo que ocurrió, y muchos callaron. La respuesta a qué ocurrió aquellos cinco días de febrero está en la memoria de quienes sobreviven, y en los sótanos de algunos archivos, que aún guardan los secretos de una de las peores masacres del ejército franquista.

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https://www.eldiario.es/andalucia/malaga/norman-bethune-documento-historia-desbanda-memoria_1_1142109.html

Norman Bethune, el médico que documentó para la Historia la masacre de La Desbandá


La Desbandá, el criminal episodio de la Guerra Civil en el que entre cinco y diez mil malagueños que huían a Almería fueron asesinados por las tropas golpistas, cumple estos días 83 años. Durante mucho tiempo, de la Desbandá en Málaga "se hablaba bajito", en palabras de la historiadora de la Universidad de Málaga Encarnación Barranquero, una de las primeras en estudiar la matanza. Hoy, el episodio se recuerda con marchas a pie y actividades escolares.

Málaga-Almería, febrero del 37: 'La desbandá', el infierno en el camino

Málaga-Almería, febrero del 37: 'La desbandá', el infierno en el camino

Es seguro que sin las fotos que tomaron desde su destartalada ambulancia el médico Norman Bethune (Gravenhurts, Ontario, Canadá, 1890 - Tang, China, 1939) y su ayudante, Hazen Sise, el crimen no hubiese alcanzado la categoría simbólica que tiene ahora.

Igual que la matanza de la carretera Málaga-Almería, Bethune fue durante mucho tiempo un gran desconocido. Cuenta Jesús Majada, su biógrafo español, que tropezó con su nombre por primera vez en un artículo publicado por El País en 1996. Se titulaba El médico de los brigadistas y daba cuenta de la creación de un comité de homenaje a Bethune.

El artículo se abría con una frase atribuida al doctor cuando decidió abandonar su cómoda plaza de cirujano para meterse de lleno en una Guerra Civil ajena: "Hoy es en España donde se lucha para decidir si la democracia muere o vive". El artículo informaba también de la intención de reeditar un librito del galeno titulado El crimen de la carretera Málaga-Almería. Para Majada, un profesor de Literatura interesado en los libros de viajes de extranjeros por Málaga, aquello sonaba bien.

Así que buscó el libro y lo halló en la Biblioteca de Catalunya. "Encontré un folletito en el que venían 26 fotografías que me dejaron pasmado, porque eran iguales a las que aquellos días se veían en televisión de la Guerra de Yugoslavia", relata.

Bethune en España: de Madrid a la carretera de Almería

Las fotografías mostraban el horror de la guerra en toda su crudeza. Madres desamparadas con bebés en su regazo, regueros de civiles caminando, niños que huían. Además, despertaron el interés de Majada en el personaje: un reputado cirujano que abandona su país para combatir el fascismo a miles de kilómetros. Por si fuera poco, Bethune resultaba ser un héroe en China, donde falleció en 1939. ¿Quién era ese doctor?

Bethune había llegado a España el 3 de noviembre de 1936. Independiente y con un punto egocéntrico, pero también muy resolutivo y con un gran sentido de la justicia y el compromiso, pronto dejó huella. Creó el Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre y aplicó por su cuenta y riesgo un innovador sistema móvil de transfusiones. Primero en los frentes de Madrid; después en el este.

A primeros de febrero de 1937, cuando se entera de que los regulares de Queipo de Llano pretenden tomar Málaga, acude en auxilio de los civiles con su ambulancia llena de sangre y aparatos, junto a Hazen Sise y Thomas Worsley. Para cuando alcanzan Almería, Málaga ya ha caído. Pese a todo, llega a Casteldeferro (Granada), y durante tres días y tres noches transporta decenas de heridos hasta Almería. Fue su ayudante, Sise, quien tomó las fotos que registraron la matanza, y que algunos sitúan entre las inspiraciones del Guernica. Jamás pisó Málaga.

Bethune regresa entonces a Madrid, donde edita en inglés, francés y español el librito con las fotografías de su terrible experiencia en la carretera, y vuela a Canadá en mayo de 1937 para recaudar fondos para la República. En esa gira muestra los horrores del fascismo con su libro y un documental, Corazón de España. "España es una herida en mi corazón. Una herida que nunca cicatrizará. El dolor permanecerá conmigo, recordándome siempre las cosas que he visto...", les dice a sus compatriotas.

Cuando va a volver a España, el Partido Comunista pone pegas a sus métodos. Resolutivo por naturaleza, no lo duda: su nuevo destino está en China.

El panegírico de Mao

Allí recibe un encargo directo de Mao Zedong, por entonces jefe militar del Ejército Rojo: organizar la sanidad en el frente en plena guerra contra el Japón imperial. Bethune se remanga: forma al personal sanitario, levanta hospitales y opera con sus propias manos. Es así como, tras un corte fortuito, contrae la infección que le mata.

Cuando murió, Mao Zedong escribió un artículo glosando su espíritu "internacionalista". "¿Qué espíritu impulsa a un extranjero a entregarse sin ningún móvil personal a la causa de la liberación del pueblo chino como a la suya propia?", se preguntaba Mao. El texto fue incluido luego en el Libro Rojo y millones de chinos lo han estudiado de memoria.

Bethune es uno de los ciudadanos extranjeros más populares en China, donde cientos de bustos honran su memoria. Bethune, la forja de un héroe es una película protagonizada por Donald Sutherland y Helen Mirren que relata la peripecia china del doctor, que se puede ver en Youtube.

Apenas dedica un minuto a su paso por España, aunque también recoge un encendido discurso pronunciado en Canadá a su regreso de la Guerra Civil: "El fascismo es un germen. Un virus que transmite la enfermedad del fascismo, que ha destruido la salud democrática de España, que infectó el cerebro del Japón imperial, el Tercer Reich de Alemania, la Italia del señor Mussolini (…) No creo que sean ustedes inmunes a esa enfermedad, ni que sea problema de otros al otro lado del mar".

En España, el nombre de Bethune permaneció en el casi absoluto anonimato hasta setenta años después.

La recuperación de la memoria de Bethune

En 2004, una exposición le sacó del pequeño círculo que conocía su figura. La produjo el Centro Andaluz de Fotografía y la organizó Jesús Majada a partir de las fotos del libro que encontró en Catalunya y otras que halló en archivos canadienses. Majada pasó dos años presentándola en muchos despachos. Fue un éxito instantáneo en Málaga, y luego se pudo ver en treinta ciudades españolas, en Ciudad de México, Montreal y China.

"Pensé que Málaga estaba en deuda con él. El hospital llevaba el nombre de un aviador que bombardeó la ciudad [Carlos de Haya], y a este hombre, que salvó tantos niños y mujeres en la carretera, nadie lo conocía", dice Majada, también autor de Carretera Málaga-Almería y coautor de Bethune en España junto a Roderick Stewart, el biógrafo canadiense del doctor.

Se cree que al menos 150.000 malagueños huyeron por la carretera mientras eran bombardeados y ametrallados. Otros autores, como Andrés Fernández y Maribel Breneselevan la cifra posible hasta los 300.000. André Malraux lo dejó escrito en La Esperanza: "El mundo entero fluía, en ese momento, en un único sentido".

Los cuarenta años de dictadura cubrieron este episodio de un manto de olvido. Por eso, en los años 90 la matanza apenas se conocía fuera de algunos círculos académicos y de lo que se contaba en ambientes familiares. La recuperación de las fotografías de Bethune ayudó a sacar a la luz esa historia silenciada. Aunque sigue habiendo incógnitas, hoy es un hecho histórico conocido y documentado.

Ahora un tramo de la carretera a la altura del Peñón del Cuervo recibe el nombre de Paseo de los Canadienses. Sin las fotos, Bethune seguiría siendo solo un extraño apellido y es posible que de La Desbandá se siguiese hablando bajito. "Creo que sin las fotos esto no se hubiera recuperado nunca o hubiese quedado en la Universidad. Porque si no hay imágenes, no hay historia", concluye Majada.


http://ateneorepublicanodelasrozas.es/?p=323

La desbandá: El genocidio de la carretera Málaga-Almería (febrero de 1937)


http://www.eldiario.es/andalucia/infierno-camino_0_226777422.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_la_carretera_M%C3%A1laga-Almer%C3%ADa

http://www.publico.es/politica/desbanda-mayor-tragedia-guerra-civil.html

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/10/andalucia/1328898809_855627.html

http://www.lopezcuenca.com/malaga1937/testimonios.html

http://servicios.diariosur.es/lahuida/main.html

 

La masacre de la carretera Málaga-Almería (febrero 1937)

Esta entrada está dedicado a mi abuela Lola (sí, la de las croquetas) porque ella siendo una niña vivió estos dramáticos sucesos que a día de hoy todavía recuerda… y a todos los que murieron y sobrevivieron a la carretera de Málaga-Almería…

Entre el 6 y 8 de febrero de 1937, se produjo en Málaga la «Desbandá», entre 100.000 y 150.000 personas salieron con lo puesto, a pie en su mayoría, y en burro o vehículo los más afortunados, dirección Almería. Fueron los protagonistas del mayor éxodo de la Guerra Civil.

Pero, ¿qué provoca que una gran parte de la población de una ciudad recoja lo que pueda y se lance a pie a una aventura tan incierta como peligrosa? Es algo que siempre me he preguntado. Por eso he estado investigando un poco y sólo hay una respuesta, el instinto de supervivencia, pero sobre todo elPÁNICO COLECTIVO.

Los antecedentes son los de siempre, comunes a todos los sucesos de la Guerra Civil. Tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, en Andalucía, sólo Almería, Jaén y Málaga siguieron leales al Gobierno legítimo de la República.

Malagueños pidiendo armas en el Palacio de la Aduana contra el golpe de estado

Tras el fracaso de los golpistas, Málaga se convierte en objetivo prioritario para Franco (Batalla de Málaga), más que por su importancia estratégica, sino como su importancia moral. Desde agosto Málaga se ve sometida a intensos bombardeos provocando decenas de muertos.
El caldo de cultivo de ese pánico colectivo empieza cuando entre agosto y septiembre de 1936 caen las zonas de Archidona, Antequera y Ronda. Es entonces cuando comienzan a llegar a la capital los primeros refugiados (unos 35.000), los cuales traen noticias aterradoras de la caída de sus ciudades y pueblos, haciendo especial alusión al Tercio de Regulares, a los cuales les atribuyen saqueos y asesinatos.
Con estas noticias recorriendo Málaga, el general fascista Gonzalo Queipo de Llano, desde Radio Sevilla, comienza una guerra psicológica contra la población civil, no sólo habla de los avances de ejército fascista sino que profiere a la población de las zonas republicana toda clase de advertencias y amenazas. En una de estas «charlas» decía así: “Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”.

Aviones franquistas sobre Málaga

Las experiencias contadas por los refugiados unidas a las alocuciones de Queipo de Llano hacen que Málaga se suma en un ambiente de terror ante la llegada inminente de las tropas fascistas.
finales de 1936 la única vía de escape de la capital hacia zona republicana era la carretera de Almería. La defensa de Málaga estaba compuesta por 12.000 efectivos mal organizados y peor equipados, abandonados a su suerte por el Gobierno de la República que dio por perdida la ciudad, en su mayoría eran campesinos y milicianos voluntarios repartidos por la provincia, frente a un ejército fascista de 19.000 soldados bien instruidos y equipados, 10.000 regulares del Tercio de Marruecos más 10.000 italianos de las Corpo Truppe Volontarie de Mussolini.
El domingo 7 de febrero la artillería ya está a las puertas de la Capital y la población entra en pánico. Es cuando empieza la «desbandá»:
Unos huyen por su implicación en los sangrientos desmanes de los días posteriores al golpe de estado, otros por su implicación política o sindical, pero la mayoría lo hace porque ¡todo el mundo se va! y porque el pánico se había instalado en la conciencia colectiva. Es un efecto dominó sin precedentes.

El 7 de febrero por la tarde, los barrios populares se quedan vacíos y la caravana se reúne en el Paseo del Parque y toma dirección El Palo y Rincón de la Victoria. Aunque no hay cifras oficiales se estima que la cifra oscilaba entre 100.000 y 150.000 personas.

Refugiados malagueños en la carretera Málaga-Almería

Refugiados malagueños en la carretera Málaga-Almería

Podemos hacernos una idea de lo que se vivió en aquel momento, por el libro «Dialogue with the death» del corresponsal del ‘Daily Worker’ (NYC), Arthur Koestler:

«Hacia las 2 de la tarde comienza el Éxodo desde Málaga. La carretera es un río de camiones, coches, mulas, carros, gentes asustadas que riñen entre ellas. Esta riada lo chupa y lo arrastra todo: civiles, milicianos desertores, el gobernador civil, algunos oficiales del Estado Mayor… Corren algunos extraños rumores por Málaga: que los rebeldes han ocupado ya Vélez, la siguiente población hacia el este, a unos 50 km; el río de refugiados se dirige a una trampa mortal. Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se alimenta sin cesar de los arroyos del miedo».

El domingo 8 de febrero se toma la ciudad.

Refugiados malagueños en la carretera Málaga-AlmeríaA las 7:30 de la mañana entran las tropas fascistas por la carretera de Torremolinos y se encuentran con una ciudad semivacía, con los barrios obreros abandonados.
A las 9:30 entran en el puerto de Málaga los cañoneros Cánovas del Castillo y Canalejas
Al mediodía llegan las columnas italianas desde Antequera y Colmenar. A las 14:00 ya hay tropas desfilando por el Centro.
El mismo día 8 de febrero la marea de refugiados ya ha llegado a Torre del Mar, y allí se les unen los refugiados del interior. Aquí es cuando empiezan los bombardeos desde los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera y de la aviación alemana, la Luftwaffe. Queipo de Llano explica con una “broma” la decisión de bombardear a la población civil:

“A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación, que los bombardeó”

Con las bombas empieza el pánico, y la gente intenta refugiarse en las cunetas, rocas, o campos de caña de azúcar.

El diario británico «The Manchester Guardian» relató lo que estaba ocurriendo en la carretera de Almería:

«La evacuación de Málaga comenzó cuando la población supo de las dificultades de los frentes, pero nadie creyó que el éxodo voluntario iba a asumir el carácter de un cataclismo humano desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos. (…) Pronto el camino quedó cubierto de muerte».

Refugiados malagueños en la carretera Málaga-Almería

Se fueron abandonando los enseres y los bultos. Cuando la comida empezó a faltar, la marea de refugiados arrasó los campos de caña de azúcar. Los pueblos por los que pasan se negaban a ayudarlos temerosos de las futuras represalias. Muchos de ellos murieron en las cunetas, otros muchos llegaron hambrientos y heridos a Almería.

 

Refugiados malagueños en la carretera Málaga-Almería

Se estima que los bombardeos por mar y aire sobre la columna de refugiados provocaron entre 3.000 y 5.000 muertos, la mayoría civiles.

Para que nos hagamos una idea, el 26 de abril de 1937, en Guernika, laLegión Cóndor mató a 126 personas según los documentos más recientes. En la Masacre de Srebrenica murieron unos 8000…

Las únicas imágenes que tenemos de la “desbandá” son del médico canadiense Norman Bethune(1899-1939) y sus ayudantes Hazen Size yThomas Worsley.

Era un famoso cirujano pulmonar que impactado por las noticias sobre la Guerra Civil, abandona su puesto y se une a las Brigadas Internacionales como voluntario sanitario. Estando en Madrid, le llegan noticias de la caída de Málaga y del masivo éxodo, y decide partir para Almería para socorrer a los refugiados. Llega el 10 de febrero a Almería y se dirige con su ambulancia dirección Málaga para socorrer a los refugiados.

Lo que vio lo relata de esta manera en su libro “El crimen de la carretera Málaga-Almería”:

“Una muchedumbre de personas y animales ocupaba todo el ancho de la carretera… La llanura se extendía tan lejos como la vista podía alcanzar y por ella serpenteaba una hilera de 30 kilómetros de seres humanos, como un gusano gigantesco con innumerables pies que levanta una nube de polvo que se extendía hasta más allá del horizonte. (…) Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre las rocas o vagando temblorosos sin rumbo (…) Los muertos estaban esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al sol”.

Impactado por lo que vio, vació la ambulancia y la utilizó para transportar a los refugiados durante cuatro días:

“Resolvimos regresar para dedicarnos a transportar a los más desvalidos… Descargamos el equipo y las existencias de sangre (…) Después abrimos las puertas traseras. Se podía ver la excitación en los rostros de los refugiados. Todos esperaban, pero sin saber si tendrían posibilidades. Una multitud de padres y madres se apretó alrededor del coche. Decidimos transportar a las familias que tuviesen más niños y a los niños sin padres, que eran incontables. Llevábamos a 30 ó 40 personas en cada viaje”.

Todo lo que vivió esos cuatro días lo plasmo en sus diarios y describió la tragedia como “la más grande y terrible evacuación de una ciudad en los tiempos actuales”.

Aquellos que se dieron la vuelta y volvieron a Málaga sufrieron la brutal represión de Queipo de Llano, que ríete tú de la Masacre de Badajoz.

Refugiados volviendo a Málaga


Entre 1937 y 1940 se calcula que fusilaron a unas 20.000 personas, miles de ellas se encuentran en las fosas comunes del Cementerio de San Rafael, donde se estima que hay enterrados más de 4.000 cadáveres (se han rescatado 2.800 cuerpos) y están consideradas como unas de las mayores de Europa…


Fernando Arcas, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, considera la «desbandá» un preludio de las grandes persecuciones humanas y los genocidios que sacudieron el siglo XX. Es autor del documental «Yo estaba allí» donde recoge testimonios de la Guerra Civil y la represión franquista en Málaga.
Hasta mediados de los ochenta poco se supo de este Guernika andaluz. Los franquistas querían olvidar el suceso y los republicanos se sentían avergonzados por haber abandonado a su suerte a Málaga y a su población.