El
Parador de San Marcos de León personificó este martes en
Josep Sala un homenaje “de memoria” a los más de 20.000
prisioneros que estuvieron encerrados el edificio durante la
Guerra Civil y la posterior
dictadura franquista.
Un acto en el que el
último superviviente del campo de concentración de San Marcos, Josep Sala, tuvo unas palabras de recuerdo a todos aquellos que, con él, “pasaron muchas
calamidades” y con quienes sufrió “unos pasos tremendos de sangre, sudor y lágrimas”. Sala también envió un mensaje a “la gente joven y las generaciones venideras” para que “se salgan de las guerras, que no llevan a ningún sitio”.
De igual manera, Josep Sala pidió a los dirigentes “cordura y sensatez”, al tiempo que les hizo saber que “lo peor que puede pasar en un país es una guerra civil”, porque “si una guerra es funesta, una
civil es tremenda”.
Un “acto de la memoria” que “será histórico”, al tratarse de “una iniciativa de mucho calado y transcendencia” que reunió en León a personas como
Josep Sala,
Antonio Gamoneda,
Luis García Montero,
Carlos Hernández u
Olga Rodríguez que “transmitieron emociones”, según aseguró el ex presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero.
El político parafraseó a Gamoneda para decir que “una patria es un país sin justicia” y abogar por “hacer una patria definitiva”, para lo que “se necesita la justicia de la memoria” y no “fragmentos de la misma”, sino “una memoria completa que costará generaciones construir”.
El ex presidente hizo alusión al “derecho a la memoria personal, un derecho fundamental”, que “conforma la
memoria democrática que se expresa en
San Marcos”, donde se paró a pensar en “qué sentirían y pensarían” lo más de 20.000 presos que estuvieron en el edificio y que “fueron olvidados y vilipendiados durante décadas”.
Un derecho a la memoria personal ante la que José Luis Rodríguez Zapatero lamentó que la sociedad “no reparase en que existieron cientos de campos de concentración”, donde hubo “personas que estuvieron presar, que fueron fusiladas o que simplemente desaparecieron”. Entre esta personas que se encontró su abuelo entre julio y agosto de 1936, “para ser fusilado a los 43 años en
Puente Castro”, tras lo que dejó por escrito que “moría inocente y perdonaba”, de igual manera que pidió a su esposa e hijos que perdonasen también, porque “su único credo consistía en un ansia infinita de paz”.
Como familiar de alguien que estuvo preso en San Marcos “y salió para ser fusilado”, Zapatero quiso dejar claro que “no hay historia sin memoria y no hay democracia sin recuerdo justo”, algo que “será una tarea que tardará tiempo”, pero para lo que celebró que “cada generación pregunta algo más sobre lo que pasó y exige saber, poder recordar, llorar y homenajear a quienes ni siquiera pudieron estar en una referencia mínimamente tangible”, por lo que “cada placa y cada homenaje de la sentido a España y a la democracia”.
“Vuestra dignidad no fue en balde, vuestra memoria está en nosotros y en los valores de la democracia, de la reconciliación y de España”, concluyó el expresidente del Gobierno, quien mostró su deseo que de que la nueva Ley de Memoria Democrática “pueda cumplir el objetivo de tener un censo nacional con todas las personas que sufrieron victimas de la dictadura y la guerra”.
Reconocimiento y memoria
El
presidente de Paradores de Turismo, Óscar López, agradeció la asistencia al acto del último superviviente, Josep Sala, así como de su familia, en nombre de quien se homenajeó “los miles como él que vivieron lo que vivieron en estas cuatro paredes”. Así lo apuntó durante la celebración de un acto de “reconocimiento y memoria”, pero también de “entendimiento y poner en valor la España de hoy”, para ver que “ha cambiado mucho” y que las
dependencias de San Marcos “se dedican a que la gente conozca la historia”, que “en Paradores no se oculta”.
Por este motivo, por no ocultar la historia que tiene San Marcos, “no toda ella positiva”, Paradores ha preparado un ‘podcast’ y colocará unas placas conmemorativas que “explican, con toda transparencia, la historia” del
Hostal.
También participó en el acto el
director del
Instituto Cervantes, Luis García Montero, que ha firmado un acuerdo con
Paradores para la donación de libros para la
biblioteca de San Marcos, se refirió a la democracia como “una manera de entender el orden al servicio de la convivencia y la
hospitalidad y no al servicio de la represión” en un edificio que “tiene momentos bellísimos en la literatura, pero también muy tristes”, porque “cuando hay prisiones es porque el país en general es una
prisión”.
En este sentido, consideró que celebrar este acto en un Parador es “muy significativo” y permite “no olvidar el pasado”, porque “esa es la manera de reconocer la historia y reparar el sufrimiento”.
Por su parte, el poeta Antonio Gamoneda, puso de relieve que la actual es una época “en la que estamos aprendiendo a ser” y que “todavía no está cerrada”, sino que “hay una España trágica que todavía extiende su sombra sobre nosotros” y en la que “el sufrimiento de todas las personas están abriendo a España para que no sea una prisión como lo fue San Marcos”.
Reivindicación y normalidad democrática
La periodista leonesa Olga Rodríguez, acudió al acto como “familiar de una víctima del
franquismo” y recordó a Santos Francisco Díaz, “herrador de
Mansilla de las Mulas, padre dos hijas y cinco hijos”, uno de los miles de presos que pasaron por San Marcos cuando fue campo de concentración franquista y que “sigue desaparecido en una fosa común junto a 70 personas en
Villadangos del Páramo”.
Rodríguez puso de relieve que en España “no hubo
Guerra Civil porque el golpe triunfó a pocas horas del inicio ni hubo bandos enfrentados, se produjo una persecución sistemática contra quienes pensaban de forma diferente a los
franquistas, un plan estudiado para eliminar a quienes tenían unas ideas políticas determinadas y asesinadas por no apoyar el golpe”.
Después de eso, lamentó, llegaron “años sin que nadie pudiera reclamar los cuerpos de sus desaparecidos y fusilados, que no existían en los relatos de la historia, sino que pertenecen a una historia demasiado subterránea aún no reconocida del todo oficialmente a través de un proceso e verdad, justicia y reparación”. Por ello, consideró el acto de hoy “tan importante”, porque “la reivindicación de las víctimas mejora un país” que sería “indigno” si “nadie hubiera luchado contra el golpe de estado” y en el que “reconocer a las víctimas es reconocer que su sufrimiento deja de estar en el olvido”.
Finalmente, el también periodista
Carlos Hernández coincidió con el resto de participantes del acto en que el acto este martes celebrado es “justo, necesario y de normalidad democrática” que “se hace con frecuencia en Italia o Alemania”, mientras que en España “un sector de la sociedad y la política lo ignora y sigue intentando blanquear historia franquista”.
Para Hernández, este martes se dio “un paso más” para “conocer la historia real de San Marcos, muy conocida en León pero muy desconocida en el resto de España” y para “poder sacar del
olvido que en este país “hubo un sistema con 300 campos de concentración y más de un millar de batallones de trabajo, por los que pasaron más de un millón de prisioneros entre los que se produjeron decenas de miles de muertos, ninguno acusado de nada ni condenado por nada por aquellos tribunales ilegales e ilegítimos del franquismo”, que se “empeñó en falsificar la historia, blanquearla y callar con el miedo, el terror y la sangre a las víctima, las familias, los testigos y todos los disidentes políticos”.
El periodista también lamentó que “la democracia no corrigió la situación y decidió no mirar hacia atrás y dejar las cosas como estaban”, de manera que “el peor pecado de los primeros 25 años de dictadura fue no haber corregido esta historia falsificada y haberlas dejado en los libros de texto”, lo que provocó que “generaciones se hayan educado en democracia como verdaderos ignorantes históricos”.
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