Los trabajos de la fosa común de Pico Reja, la de mayor tamaño del franquismo de las que se han abierto en España, enfilan su recta final y eso abre ahora el debate de qué hacer en este gran espacio del cementerio de San Fernando de Sevilla en el que, hasta la fecha, se han localizado restos de 1.661 represaliados. Esto supone el doble de los inicialmente previstos, una cifra muy elevada teniendo en cuenta que en Sevilla casi no hubo combates durante la Guerra Civil, y habla del simbolismo de un espacio en el que se va a levantar el mayor osario de España con víctimas de la represión franquista.
“Ahora toca darle un sitio digno a todas estas personas”, ha apuntado este miércoles el concejal hispalense Juan Tomás Aragón, que ha presentado el diseño de lo que ocupará este espacio a los integrantes del Consejo de Memoria Democrática de Sevilla. Será un osario/columbario con carácter memorial, para que así “también sirva de punto de encuentro para familiares y asociaciones”, y que consistirá en tres sencillas estructuras para acoger los restos con un ciprés en el centro.
De esta manera se respeta la estructura triangular de la zona, que de ahí recibe su nombre de Pico. Con 671,34 metros de longitud (66 más de la que inicialmente se esperaba) y una profundidad de unos cuatro metros, esta fosa común alcanza los 2.685 metros cúbicos. El monumento se presenta así como “un pico de tres aristas y tres entradas”, un “lugar de reflexión y recogimiento” que acoja a los visitantes y cuente con elementos que expliquen la importancia de la que ha sido la primera fosa común franquista abierta en Sevilla capital.
Las explicaciones las han dado Anart Ormaza y Juantxo Aguirre, de la sociedad científica sin ánimo de lucro Aranzadi, encargada de una exhumación complicada por unas grandes dimensiones en las que los restos de los represaliados estaban mezclados con otros más de 6.000 cuerpos de la actividad funeraria normal. El monumento ocupará todo el espacio de la fosa y el ciprés se plantea como un “árbol memoria” que preside un espacio abierto y sin puertas.
Los trabajos darán inicio en enero, cuando termine el trabajo de arqueólogos y forenses, y el conjunto estará concluido para antes del verano. Eso sí, en el propio Consejo de Memoria Democrática ya empezaron a aportarse posibles mejoras: un espacio de sombra, que el lenguaje de las explicaciones que se ofrezcan sea “lo más claro y directo posible” hablando de asesinados y golpe de Estado, que se incluyan nombres, que haya un espacio para fotos... Ya a mayores, se instó al Ayuntamiento hispalense a continuar con las exhumaciones en el resto de fosas comunes del cementerio, a que la memoria histórica vuelva a las aulas de la capital y que se culmine la eliminación de referencias franquistas en calles y edificios.
El alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, recogía el guante y se comprometía a retomar las actividades en los colegios admitiendo que “hay que hacer un esfuerzo para que se conozca lo que ocurrió”. De hecho, “gran parte de la población no conoce lo que es Pico Reja, y eso que hay una película y todo”, de ahí que anunciara la realización de un gran acto público de participación ciudadana “para dar a conocer todo lo que estamos haciendo”.
Para todo ello, ha comprometido nuevas partidas en los presupuestos municipales y la continuación de las exhumaciones en el resto de fosas del camposanto, empezando por la del Monumento. Todo ello, con un llamamiento al resto de administraciones a continuar arrimando el hombro (“hay que ser coherentes con una ley que nos obliga a todos”) y con la satisfacción del trabajo hecho en Pico Reja, que a partir de ahora se convertirá en epicentro del movimiento memorialista sevillano.
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