"En España todavía hay una negación de que hubo una represión", defiende en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA
La responsable del Equipo Argentino de Antropología Forense lamenta que las autoridades españolas sean reacias a autorizar a las familias a buscar a sus parientes fallecidos durante el franquismo
PI Studio
La forense vallecana de familia cordobesa Mercedes Salado ha pasado más de dos décadas trabajando en Latinoamérica. Primero en Guatemala, estado en el que se enfrentó a la mortalidad infantil por la desnutrición, y después en Argentina, país en el que forma parte del prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense, una ONG que ha identificado los cuerpos de detenidos-desaparecidos de la dictadura de la Junta Militar o el cuerpo de Ernesto 'Che' Guevara en Bolivia. Personalmente Salado, que ha vuelto a residir en España tras encabezar la identificación de 117 soldados argentinos en Las Malvinas, ha desempeñado también su trabajo en Bosnia-Herzegovina, Chipre, Guatemala, Irán, Irak, Marruecos, Sudán y Timor Oriental.
Pregunta. ¿Cómo acabó trabajando en Guatemala?
Respuesta. Cuando terminé el doctorado en Biología en la Universidad Autónoma de Madrid me mudé y estuve ahí seis años. Pero era muy frustrante trabajar con niños con un riesgo alto de muerte, en este caso por desnutrición. [...] Cuando dices realmente que este niño se va a morir en un mes y no tienes nada que hacer ni nada que decirle a la madre, más que encontrar alguna hierbita que le pueda mejorar un poquitito esa parte nutricional, pero sabes que no tiene arreglo, entras en un bucle de frustración que en mi caso fue explosivo. En ese momento en Guatemala nosotros trabajamos en comunidades remotas donde estaba ya trabajando la Fundación de Antropología Forense de Guatemala. La antropología forense no existía en los 90 como algo conocido o reconocido. No tenía ningún tipo de financiación. O sea, éramos un poco frikis para la época y nos íbamos cruzando en el camino, yo midiendo niños para evaluar la desnutrición, ellos buscando personas desaparecidas en fosas; y en un momento no pude más, no pude más. [...] Me presenté en la Fundación de Antropología Forense de Guatemala y les dije bueno, quiero trabajar con vosotros. Uno siempre piensa que trabajar de forense es trabajar con la muerte, pero el aspecto positivo era que nadie se podía morir, que en mi caso era muy importante. Yo en ese momento no me di cuenta del impacto que eso tiene en generar procesos de vida. Es un proceso en positivo, es recuperar una historia, es recuperar una verdad, es saber qué pasó y eso genera procesos de vida en la familia y en la sociedad civil si quieres en general, que es muy gratificante personalmente. Entonces me convertí en forense.
P. ¿Qué poso le ha dejado su trabajo en el Equipo Argentino de Antropología en todos los países en los que ha ejercido como forense?
R. El Equipo empezó muy temprano a ser llamado por distintas organizaciones internacionales, comisiones de la verdad, comisiones de familiares, cortes internacionales. O sea, fíjate que nosotros prestamos consultoría a: Corte Penal Internacional, Cortes Especiales, Comisiones de la Verdad, Comisiones especiales, grupos de familiares, organizaciones de familiares, es muy diverso. A veces lo hacemos en el marco de investigaciones criminales, a veces lo hacemos en el marco de proyectos humanitarios. Y yo creo que esa posibilidad de viajar, de ver distintos conflictos, conflictos recientes, activos, conflictos pasados, conflictos con componentes políticos, con componentes religiosos, con contextos culturales totalmente diferentes, te da esa riqueza de aprender, te da esa riqueza de incorporar que hay muchas diferencias, que sabemos que desde la parte técnica se pueden usar las mismas herramientas adaptando, que no quiere decir improvisando, pero adaptando a diferentes contextos. Pero yo creo que lo más importante, por lo menos para mí, de entender, es que hay una base común del comportamiento humano que es la misma. El dolor de los familiares es el mismo, la búsqueda en la misma, la necesidad de saber es la misma, la necesidad de saber no se cubre solamente, como dice, que lo tiene muy claro, el Derecho Internacional Humanitario no se cumple con identificar un cuerpo, con entregar un cuerpo y decirle aquí lo tiene. Hay que saber de qué murió, hay que saber como murió. Ese derecho a la verdad es común en todos los contextos, en todas las religiones, en todas las diferentes variables de conflicto, de tiempo y de espacio donde te puedes encontrar.
P. Recientemente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dicho que España es uno de los países del mundo con más fallecidos sin identificar. Una persona como usted, que ha estado tanto tiempo en Latinoamérica, en Argentina, especialmente haciendo ese trabajo, ¿qué opinión le merece que España no se haya lanzado a esa identificación?
R. Mira, va a sonar un poco fuerte, yo siempre dije que, a mí me da vergüenza, realmente siempre me dio vergüenza la falta de voluntad política de España en enfrentar, ni más ni menos, que su responsabilidad. Porque no es que estemos hablando de un favor hacia los familiares. A mí siempre me dio vergüenza que España yo lo vivía desde Latinoamérica. España era el adalid de los derechos humanos. Era y con mucho orgullo, alguien que detenía Pinochet, que se atrevía a juzgar a Scilingo por los vuelos de la muerte en Argentina, que aplicaba la Justicia Universal, pero que olvidaba a sus desaparecidos y negaba a sus desaparecidos como política de Estado. Yo viví 20 años en Argentina y viví 20 años en un lugar donde hay una política de Estado de responsabilidad en la búsqueda activa de sus detenidos-desaparecidos. Igual que lo he visto en Chile. Vengo de un lugar donde la jurisprudencia se sentó de una forma en el que el organismo judicial entiende que la investigación para la identificación de personas desaparecidas no necesariamente implica una investigación criminal donde existe lo que se llama el derecho consuetudinario, que aunque no se hubieran firmado todavía ciertos convenios, siguen vigentes. Esa jurisprudencia que está muy clara en Argentina, que se intentó trasladar cuando el juez Baltasar Garzón abrió esa causa donde por fin podían adherirse un montón de familiares, más de 100.000, no fue entendida por España. España siguió con el círculo vicioso de negar su historia, con el círculo vicioso de negar su responsabilidad realmente en la búsqueda y la identificación de esos ciudadanos españoles que fueron asesinados por el Estado, ni más ni menos, y que siguen negándola. Y que muchos de ellos, bueno, pues con nombre o sin nombre, estaban enterrados debajo del monumento a un dictador. Eso es único. Yo lo viví siempre con vergüenza.
P. ¿Qué opinión tiene de la reciente Ley de Memoria Democrática Española?
R. El texto de la Ley de Memoria Histórica fue un paso importante. Era muy insuficiente para los derechos realmente y las obligaciones del Estado, porque no es solamente los derechos de la familia, es la obligación del Estado de realmente investigar y reparar con la verdad lo que ocurrió. Yo creo que la Ley de Memoria Democrática no la conozco tanto en profundidad de los detalles, intentó llenar muchos vacíos que tenía la Ley de Memoria Histórica, que era un primer paso muy pobre. Intentó llenar un poco más de esa formalización de la responsabilidad que tiene el Estado en llevar a cabo esas tareas. Me parece que falta mucho todavía.
P. ¿A qué se refiere?
R. Ha habido muchos pasos. Ha habido pasos gigantes. Creo que el Estado entiende un poquito más su responsabilidad, pero creo que depende de los gobiernos todavía y no debe depender de los gobiernos. Tenemos todavía un país en donde si hay un gobierno de derecha puede haber un freno a eso, si hay un gobierno de izquierda se van dando pasos y no debería pasar. Esto es una política de Estado, no es una política gubernamental que debería trascender. Y me sigue avergonzando la intervención del organismo judicial, me sigue avergonzando que haya una amenaza jurídica hacia jueces que se hayan atrevido a autorizar [exhumaciones] en un marco humanitario porque ya no hay una posibilidad de investigación criminal, ya no hay una búsqueda de esa responsabilidad penal, ya murieron los responsables de esos crímenes. Pero hay todavía una amenaza de que pueden ser acusados y de hecho lo son por autorizar que se haga una exhumación o por autorizar que se haga una investigación de la búsqueda que es tendente a la identificación de esas personas que fueron asesinadas o fueron represaliadas. Entonces, creo que todavía nos queda muchísimo por aprender. Estamos muy enfermos como sociedad. España todavía está muy enferma.
P. ¿En otros países es diferente?
R. En Argentina, en Latinoamérica en general, yo no te digo que esté todo perfecto, no te digo que no haya personas que defiendan todavía esa dictadura, personas que estén en contra diametralmente de todo lo que supuso una intervención militar, pero nadie niega que la hubo. En España todavía hay una negación de que hubo una represión. Hay una negación de que eso no es una guerra civil. ¿Cuántas víctimas no forman parte de caídos en la Guerra Civil? Forman parte de asesinatos por parte del Estado y violaciones terribles a los Derechos Humanos. Y de hecho, España tiene muchas llamadas de atención del Grupo de Naciones Unidas de Desaparición Forzada, que cree que no está haciendo su tarea porque España tiene convenios específicos, que tiene suscritos y que tiene obligaciones como Estado de investigar. Y no lo hace; y no lo hace, bueno ¿por qué? Porque hay un miedo político, porque hay un precio político todavía hoy. Y eso a mí me sigue dando vergüenza a eso. Pasos gigantes desde hace 20 años, sí. Muchos de esos pasos gigantes siempre han sido por empuje de la sociedad civil y siguen siendo por empuje de la sociedad civil, de personas particulares que pusieron su tiempo, su dinero, sus carreras, fueron represaliadas si quieres también, para que eso se pudiera hacer; pero no porque realmente hoy por hoy ¿mejoró la voluntad política? Sí, depende todavía de los gobiernos y eso no debería seguir pasando. Entonces sigue habiendo un poquito de vergüenza ahí.
P. ¿Cree que el Equipo Argentino de Antropología Forense puede también ayudar a España?
R. El Equipo Argentino ha ayudado de varias formas. Nosotros llevamos desde hace 20 años en contacto muy estrecho con la Asociación de Memoria Histórica a nivel nacional. Estamos muy en contacto y siempre hemos estado muy cercanos a [la Sociedad de Ciencias] Aranzadi, a varios grupos. Hemos ido actuando en la medida que nos han ido pidiendo. No sirve de nada que venga, que viniera en un momento en el que hay una capacidad técnica en España, el problema no es la capacidad técnica, en España el problema era la voluntad política y el miedo jurídico a hacer eso. Entonces llegar como que fuéramos, no sé, el 'Che' Guevara diciendo nosotros podemos hacer todo era una farsa. A nivel técnico fuimos asesorando y fuimos apoyando en lo que fuimos solicitados. Colaboramos en varios casos haciendo análisis genético de forma gratuita, porque en España ese era otro de los problemas, que eran voluntades particulares de apoyo. Yo he visto y he participado en exhumaciones, invitados por la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica, donde el dinero para poder hacer la exhumación de esa persona salió de un sindicato noruego. A mí eso me rompe la cabeza. Nosotros hicimos el análisis genético gratis. Otros ponían su tiempo los fines de semana para poder ir. Todo eso que se armó, se fue armando, aparte de ayudas y de voluntades. Y ahí el Equipo siempre estuvo presente, pero en la sombra, porque no era una cuestión técnica en España. En España, arreglar la cuestión técnica era muy fácil darle el apoyo que requirieran en cuanto a la experiencia que ya había acumulada en Latinoamérica, en otros países era muy fácil. ¿Cómo romper el miedo político? Es lo difícil. ¿Cómo romper el miedo jurídico? Era lo complicado. Y en eso el Equipo Argentino de Antropología Forense lo único que podía hacer era hacerse presente, como hicimos en algunas exhumaciones, para estar con el juez o la jueza que se había atrevido a autorizar [abrir] esa fosa para decirle esto es normal y esto es lo que hay que hacer y no pasa nada, porque esto es lo que se hace habitualmente en otros países, incluso en contextos muy recientes postdictadura. Entonces en eso nos hicimos presentes en dar un poco de tranquilidad, buscar apoyos que pudieran dar también una asesoría jurídica. Pero el problema era otro, el problema es mucho mayor que eso.
P. ¿Le gustaría participar en la búsqueda de Federico García Lorca?
R. A mí me gustaría colaborar en la búsqueda de García Lorca, igual que me gustaría colaborar en la búsqueda de Pepe Pérez. Creo que la de García Lorca es una tarea pendiente del Estado, igual que más de 100.000 personas que tiene todavía enterradas en cunetas. Lorca, la ventaja que tiene es que es un nombre conocido y que la visibilidad internacional que todavía hace falta para seguir mostrando las vergüenzas de la ausencia de esa búsqueda de todo lo demás. Que nunca van a tener nombre.
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