Pasto del olvido
Santa Coloma de Queralt es un municipio de la provincia de Tarragona. En este mes de enero, se cumplirán 85 años de la masacre que tuvo lugar en dicha población en 1939, tres meses antes de que terminase la guerra en el frente bélico.
El hecho fue considerado tan bárbaro y tan cruel como el perpetrado por el ejército golpista en Guernica, Málaga-Almería y otras ciudades españolas. Pero ni siquiera en Wikipedia, cuando se habla de la historia de dicha población, se recupera dicho acontecimiento que, cuando sucedió, tuvo una respuesta conjunta de la clase política española que se mantenía fiel a la República.
La ofensiva de Cataluña, batalla de Cataluña, campaña de Cataluña o Defensa de Cataluña fueron los términos con los que se denominó el conjunto de operaciones militares que libraron los golpistas y el ejército leal a la República, desde diciembre de 1938 hasta febrero de 1939, es decir, hasta que los fascistas entraron en Barcelona.
En el relato de lo que sucedió, antes de que las tropas rebeldes se hicieran con Barcelona, el nombre de Santa Coloma de Queralt aparece de pasada, de modo accidental, sin detenerse en la tragedia que sufrió. Ya no digamos, una vez terminada la contienda. El silencio redujo a pavesas lo ocurrido.
Efecto de la “profundización”
El periódico falangista Arriba España describía, con fecha del 15 de enero, la situación estratégica de la guerra en esta comarca calificando el avance de las tropas fascistas como “efecto de la profundización”, un cínico eufemismo con el que se quería expresar las actuaciones de las fuerzas rebeldes contra la población republicana, fuese militar o no, con el fin de aplastar la “resistencia marxista” (Arriba España, 15.1.1939). Es decir, cuanta más “profundización”, más ciudades destruidas y más muertos.
En ese triunfal reportaje, después de contar cómo se “había batido enérgicamente a los rojos” y conquistar Valls y distintos pueblos de la comarca, se decía:
“Para esta profundización (entrada en Barcelona) ha sido menester derrotar terriblemente al enemigo y ocupar el pueblo de Rocafor, Motbrió de la Marca y Conesa y quedaban a dos kilómetros escasos de Santa Coloma de Queralt”.
Y ahí quedaba toda la referencia a esta población. Después proseguía:
“Poco más al Sur de este lugar franqueaba la divisoria con la provincia de Barcelona, que en esta misma tarde ha comenzado a ser liberada. La desmoralización del enemigo, abatido siempre por nuestras bayonetas, se acentúa por momentos en todos los sectores y cada nuevo día que se traduce en otra gran victoria, que comprende los objetivos exactos y gloriosos de esta ofensiva que quedará en la historia como la interpretación más genial de la guerra realizada por la mente singular del Caudillo” (Arriba España, Diario de Navarra, 15.1.1939).
Que los periódicos golpistas obviaran cualquier masacre perpetrada por el Glorioso Movimiento Nacional no entraba en la lógica publicitaria de la guerra. Pues era timbre de gloria alardear de ellas, no solo para animar a los suyos, sino para meter miedo al enemigo. Pero, en esta ocasión, ni siquiera salió a la palestra pública, incluso mintiendo, como ya hicieron con Guernica, atribuyendo a los propios habitantes de Santa Coloma o a los mismos republicanos dicho acto de barbarie contra una masa indefensa de hombres, mujeres y niños.
Lo que pasó
Lo que sucedió el 14 de enero de 1939 por la mañana fue que una escuadra compuesta por cinco Savola Marchetti SM 79 provenientes de una base aérea de Zaragoza bombardearon Santa Coloma de Queralt y sus alrededores para dejar expedito el avance de los tanques. Por la tarde, un columna de tanques de la División Littorio -su comandante en jefe era Gastone Gambara-, entró en la población.
Pero no contó con la resistencia de las fuerzas republicanas de la zona lo que dio dando lugar a intervenciones heroicas, como la del cabo republicano Celestino García Moreno, que, saltando de su trinchera y a base de granadas, sostuvo en liza a una columna de tanques, heroicidad que contaron los periódicos de izquierdas, haciendo que, incluso, el presidente Negrín aplaudiera públicamente dicha gesta. La prensa de izquierdas no tardó en hacer de Celestino el héroe de la España Republicana del momento.
Pero el día 19, la División Littorio entró de nuevo en liza y en esta ocasión las fuerzas republicanas, muy inferiores en armas y en soldados a las fuerzas fascistas, se vieron obligadas a salir de Santa Coloma de Queralt. Lo que sucedió después viene recogido en la prensa de izquierdas de la época. Ni una palabra en los periódicos de la derecha.
Así, del periódico anarquista CNT y de Claridad, socialista, entresaco la descripción realista de lo que sucedió y que ningún periódico de derechas desmintió:
“Al llegar a una de las bases de repliegue, el jefe de la división ha hecho las siguientes declaraciones: Después de nuestra salida del pueblo de Santa Coloma de Queralt observamos que en el centro de una de las eras se encontraba un gran gentío en medio de un impresionante silencio. Nuestras posiciones venían a ser como un mirador colgante sobre la campiña. Observamos, con el auxilio de los prismáticos, cuantos movimientos se realizaba abajo.
El silencio de aquella masa de gente a la que precedía tropas que gesticulaban y gritaban fue convirtiéndose en gritos de dolor. La División Littorio a la que pertenecían las tropas que operaban por este sector, había concentrado a todos los ancianos, mujeres y niños naturales de la población, así como a los de los otros pueblos. Allí estaban confundidos evacuados del Norte, de Madrid, de Andalucía, de Aragón y de los pueblecitos catalanes últimamente amenazados por la invasión.
Pudimos ver con toda claridad que un nuevo grupo de soldados portadores de ametralladoras instalaron estas de forma que dieran una perfecta organización de fuegos sobre la masa de personas allí congregadas. Para los facciosos todos que habían huido de su terror eran rojos peligrosos.
De pronto sonó la voz de mando y las máquinas comenzaron su ruido con los gritos de terror y con los ayes de las madres que llevaban en brazos a sus hijos y los de los niños que buscaban el regazo de sus madres. Era una impresión verdaderamente dantesca que jamás se borrará de nuestros ojos. Caían racimos de mujeres, hombres y niños hasta el número de 225 o 250 en que se calcula el total de los asesinados en masa” (Febus. Claridad y CNT, 18.1.1939).
El titular de La Voz del combatiente -diario del ejército del centro- lo resumió de este modo: “En una era de las proximidades de Santa Coloma de Queralt dispararan con ametralladoras contra una masa de 250 personas indefensas”.
Hay que añadir a esta tragedia que el alcalde de la población, Luis Solá Pedró, tampoco se libró de la persecución fascista. Fue detenido el 27 de enero y fusilado el 20 de octubre de 1939.
Condena de Solidaridad Obrera
El periódico anarquista Solidaridad Obrera fue el más contundente en condenar la masacre de Santa Coloma. Entendía que tal bestialidad no era propio de españoles, ni de hombres. Quizás, como insinuaba Solidaridad, los periodistas afectos al golpismo no quisieron saber nada de este hecho por “considerarlo fruto de los instintos más bajos de la zoología”. Pero el antecedente de lo sucedido en Guernica y en la carretera de Málaga hasta Almería, la conocida como la masacre de la Desbandá en febrero de 1937, no parece aconsejable adherirse a dicha tesis. De hecho, el Ministro de la Gobernación, Serrano Suñer, al término de la guerra envió un telegrama bien efusivo al secretario general del partido fascista, Starace, expresándole “su admiración por la eficaz y soberbia organización del partido” (Diario de Navarra, El Pensamiento Navarro, 18,6.1939).
Y no hay que olvidar que quien dirigía las tropas de la División Littorio, comandante Gambara, era íntimo de Mussolini.
“Feroz bestialidad de los invasores. La hecatombe de niños, mujeres y de ancianos en Santa Coloma de Queralt. No. No. Ese inmundo y repugnante crimen que ha sido perpetrado por las hordas de la invasión en Santa Coloma Queralt no puede ser achacado a españoles. Ni a españoles ni a hombres.
Los más feroces instintos de la más baja zoología, el refinamiento del crimen más abyecto, la barbarie más inaudita entre los más sanguinarios bárbaros, no son comparables a esta hecatombe de víctimas inocentes e inermes, encadenadas por la invasión, segadas por el fuego de las ametralladoras. Allí, sobre la era donde el pan de cada día, por años y siglos, ha sido conseguido con su sudor y emoción de un trabajo honradamente practicado, ha sido vertida la sangre de niños, de mujeres, de ancianos, por la ferocidad fascista de los extranjeros.
Crimen inútil. Crimen estúpido. Crimen que deshonra tanto a las bestias que lo han ejecutado como a los hombres de todo del Mundo, que nada hacen por paralizar el brazo de los asesinos; que deshonra la Civilización y a los Gobiernos, a todas las instituciones humanas, encasilladas en un frío egoísmo o en una conmiseración pasiva, ante el calvario de un Pueblo sometido a las terribles desventuras.
Las feroces bestias que se alimentan de sangre inocente que, en santa Coloma de Queralt y en los pueblos esclavizados -nunca sometidos- de Cataluña, dan rienda suelta a sus instintos, son las que quieren someternos.
¡Se equivocan! Con el ímpetu y la sagrada cólera de la venganza dura, inflexible, temas, hasta que del enemigo no queden en nuestro suelo ni las cenizas” (Solidaridad Obrera, 19.1.1939).
Descripción de la masacre por Margarita Nelken
Margarita Nelken, entonces militante del Partido Comunista, relató en un artículo tan extenso como intenso lo sucedido en Santa Coloma. En él, además de hacer una descripción tan cruda como vívida de lo sucedido en dicha era, haría un elogio de Cataluña como país, pues, en su opinión, era objeto del odio felino tanto de los fascistas españoles como italianos. El artículo lo reprodujo Frente Rojo. Este largo fragmento era parte de su contenido:
“Después de la tragedia de santa Coloma. Con centuplicado coraje.
Creíamos haberlo visto ya todo en punto a barbarie. Después de la matanza de Málaga y Almería en que millares y millares de indefensos fugitivos fueron perseguidos a la vez por las bombas y ametralladoras de los aviones italianos, y los obuses de la flota alemana, no pensábamos pudiera ya la imaginación evocar escenas del más desenfrenado vandalismo. Y sin embargo ha sido precisa la invasión de pueblos de Cataluña por la hordas de la División italiana Littorio para que pudiéramos repetir con el escritor francés: “Dante no había visto nada” (Margarita Nelken se refería a Paul Claudel)”.
En el siguiente párrafo describe quiénes fueron los masacrados en número de 250:
“Toda literatura sobra. La realidad escueta tal como hubieron de contemplarla desde las altura que circundan la vega de santa Coloma de Queralt, los combatientes del Ejército Popular replegados hacia esos lugares. En unas eras un grupo compacto de mujeres, niños y ancianos. En total unos doscientos cincuenta. Doscientos cincuenta seres humanos que integran un lamentable rebaño de fugitivos del pueblo de Cataluña y de evacuados de otras regiones llegados, meses atrás, a amparar en la hospitalidad catalana su éxodo forzoso de regiones ya arrasadas por el invasor.
Los soldados extranjeros, los mercenarios a quienes han querido vender la patria los que hacen profesión de ser los verdaderos nacionales a empujones y culatazos, han concentrado en estas eras el lastimoso rebaño de mujeres, niños y ancianos. Cuando ya los tienen allí reunidos, sin escapatoria posible, con las ametralladoras convenientemente emplazadas al efecto, y a una voz de mando, dada por alguien que está fuera te todo lo que puede llamar Humanidad disparan sobre este montón de seres indefensos.
Los gritos, los gemidos, las invocaciones de piedad, las madres que corren alocadas con sus hijos apretados contra su pecho o que se hincan de rodillas, levantados en sus brazos; los niños que se apretujan contra sus madres; los alaridos de los que pronto enloquecen; las maldiciones. Cuestión de unos minutos: el montón de mujeres, niños y ancianos queda reducido a un montón de cuerpos asesinados…” (Frente rojo, 19.1.1939).
Manifiesto a toda Europa
Después vino la publicación de un Manifiesto.
Los periódicos Verdad. Del Partido Comunista; Política, Órgano de Izquierda Republicana; Claridad, Órgano de la UGT; El Día Gráfico; Las Noticias. Órgano del comité de la UGT de Cataluña; La Voz del Combatiente. Diario del ejército del centro; CNT. Órgano de la Confederación Nacional del trabajo, además de reproducir de forma unánime de Febus sobre, la masacre, añadió el manifiesto “firmado por los representantes de todos los sectores de la opinión española”.
El texto del manifiesto estaba precedido por la siguientes palabras: “El asesinato en masa de seres indefensos de Santa Coloma de Queralt sobrepasa los límites de la crueldad y del salvajismo”. Estaba firmado por l representantes de todos los sectores de la opinión española e “iba dirigido a la conciencia de todos los seres civilizados”. Decía lo siguiente:
“Tropas italianas de la división Littorio, después de concentrar en un campo próximo al pueblo catalán de santa Coloma de Queralt, mujeres, niños y ancianos que huían de la invasión, los asesinaron sistemáticamente disparando sobre ellos con ametralladoras emplazadas al efecto
Ante este crimen que sobrepasa cuantos han cometido las invasiones de los tiempos más bárbaros de la historia, nosotros representantes de todos los sectores de la opinión española apelamos a todos los seres civilizados del mundo para que vean a qué procedimientos de inaudita crueldad no vacilan en recurrir los invasores de España para dominar a un pueblo cuyos sentimientos de independencia nacional no habrá de dejarse amedrentar por el terror, para que decidan si es posible permitir ni un día más que en 1939 de la era cristiana puede tolerar el mundo que se perpetren semejantes matanzas de seres indefensos.
Los hechos más monstruosos de la edad pre-civilizada han sido borrados por esta matanza de mujeres, niños y ancianos realizada con toda premeditación por las tropas italianas de la División Littorio”.
El deseo final: “Apelamos de este crimen ante el tribunal la conciencia universal y de la historia”.
Firmantes del Manifiesto
El manifiesto tenía fecha del 19 de enero de 1939. Sus nombres los reprodujo el periódico Frente Rojo en esa misma fecha. No aparecen los pesos pesados de la política, pero sí los representantes de los partidos políticos e instituciones catalanas más importantes.
Diego Martínez Barrio, presidentes de las Cortes
Ramón Lamoneda, secretario del Partido socialista y diputado
Luis Nicolau d´Olwer, diputado de “Acció Cat.”
Pous y Pagés, presidente del instituto de las Letras Catalanas
Antonio Machado, poeta
Manuel Irujo, diputado católico vasco
José Díaz, secretario general del Partido Comunista
Juan Comorera, secretario general del Partido Socialista unificado de Cataluña
Navarro Tomás, profesor, director de la Biblioteca Nacional
Doctor Márquez, decano de la Facultad de Medicina de Madrid
Rodríguez Vera, secretario general de la UGT
Vicente Sol, diputado de Izquierda Republicana
Benito Artigas Arpón, diputado de Unión Republicana
Dolores Ibárruri, vicepresidente de las Cortes Españolas
Margarita Nelken, escritora, diputado comunista
Fernando Pintado, presidente del Ateneo de periodistas de Barcelona
Antonio Huerta, director de El Diluvio
Anglada Camarasa, pintor
Bacarisse, director del Gran Teatro del Liceo
Julia Álvarez Resano, diputado, secretaria femenina del Partido Socialista
Joaquin Xirau, catedrático de Filosofía
Carlos Riba, escritor, miembro del instituto de las Letras Catalanas
Fernando Valera, diputado de Unión Republicana
Francisco Gómez Hidalgo, diputado de Unión Republicana
Rafael Moragas, publicista
Fabián Vidal, periodista, exdiputado republicano
Mariano R. Vázquez, secretario del Comité Nacional de la Confederación Nacional del Trabajo
Epitafio final
Por si fuera poco, se ignoran los nombres de las personas, hombres, mujeres y niños, que sucumbieron ante la ferocidad de aquellas ametralladoras. No se sabe siquiera si fueron enterrados dignamente o, si como dice el poeta, siguen habitando “donde habita el olvido, en los vastos jardines sin aurora, donde ya solo son memoria de una piedra sepultada entre ortigas”.
Ni, tampoco, sé si en el lugar de la masacre se ha erigido un monolito en su memoria.
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