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El parque histórico vivió jornadas cruciales durante la Guerra Civil
Los cuatro partidos que componen el Gobierno municipal de Barajas, tras acoger y admitir simultáneamente la iniciativa de una plataforma ciudadana —un hecho muy infrecuente en la política municipal madrileña — han acordado impulsar la creación de un museo histórico en el puesto de mando republicano del parque de El Capricho, desde donde se vivieron cruciales acontecimientos durante el desenlace de la Guerra Civil, en marzo de 1939.
Tras el consenso alcanzado el pasado 5 de febrero en el Pleno de la Junta de Distrito de Barajas entre socialistas, populares, Izquierda Unida y UPyD, la decisión de crear allí un museo está ahora en manos de las concejalías de las Artes y la de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid que, a través de la Dirección General de Patrimonio Verde, rige el Parque de El Capricho. La propuesta irá al pleno del Consistorio madrileño en una próxima reunión, según anunció la portavoz socialista Ana d'Altri.
En este vergel arbolado del noreste de la ciudad permaneció instalado, desde 1937 hasta el fin de la contienda, el Cuartel General del Ejército Republicano del Centro, que albergó durante ocho meses al Estado Mayor del general José Miaja, jefe republicano de la defensa de Madrid, así como su puesto de mando subterráneo. Sería sucedido en el cargo por el coronel Segismundo Casado, que rindió Madrid a Franco.
El Capricho es, con el Retiro y el Campo del Moro, uno de los principales parques históricos de la ciudad. Data de fines del siglo XVIII. Había pertenecido al conde de Priego, a la rica familia del noveno Duque de Osuna, a su viuda, la conde-duquesa de Benavente, y a sus herederos, desde su construcción en 1784 hasta 1896.
Posteriormente, fue adquirido por los joyeros Bauer, hasta su incautación en 1936. Contaba con estanque, ría, fontanas, templetes, exedras, laberintos, abejeros, praderas, rosaledas y casas rústicas, entre otras instalaciones, más un suntuoso y palaciego edificio con torreones obra de Antonio López Aguado, arquitecto de Fernando VII, así como diferentes pabellones. Francisco de Goya pintó alguno de sus mejores lienzos en su recinto.
La construcción de establecimientos castrenses en este parque en 1937 obedeció a sus excelentes condiciones para albergar instalaciones militares dada su extensión, más de un centenar de hectáreas, así como por hallarse situado en una zona de Madrid alejada del frente bélico, estabilizado durante los tres años de contienda en torno a la Ciudad Universitaria; de igual modo, pesó para su selección como enclave militar su proximidad a la salida de Madrid por la carretera de Aragón, libre del hostigamiento del Ejército de Franco, su proximidad a los aeropuertos de Barajas y de Alcalá de Henares, así como por su masa arbolada, óptima para el camuflaje antiaéreo. Tres edificaciones fortificadas subterráneas, el puesto de mando, un polvorín y una galería de escape, componían su dote defensiva.
En un principio, los edificios preexistentes fueron empleados por el Gobierno republicano como asilo infantil y sanatorio. Además del palacio de los duques, la construcción más singular de cuantas alberga es el refugio antiaéreo subterráneo ubicado a una profundidad de entre 14 y 16 metros, capaz de resistir los efectos de bombas de hasta 100 kilogramos. Su principal acceso partía de un talud contiguo al palacio. El refugio estuvo distribuido en una docena de estancias, de puertas herméticas de acero, techo abovedado a 2,5 metros de altura y solera hormigonada. Contaba con una galería central de 30 metros, pasillos en zig-zag y en ángulo recto, además de sistemas de ventilación, dispositivos anti-gases, agua en abundancia, duchas anticontaminantes, líneas de conducciones eléctricas, telegráficas y telefónicas, según ha narrado Antonio Morcillo, presidente del Grupo de Estudios del Frente de Madrid, Gefrema, organización no gubernamental que promueve el estudio y recuperación de enclaves bélicos que datan de aquella época.
Buena conservación
Por su estado actual, figura entre las fortificaciones mejor conservadas de las que se construyeron en España a lo largo de la Guerra Civil y que, según el experto Jacinto Arévalo, en Madrid alcanzaron una cifra aledaña a los 5.000 elementos, entre nidos de ametralladoras, búnkeres, bastiones, fortines, casamatas de fábrica y atrincheramientos, de todos los cuales unos 3.000 siguen en pie en distintos enclaves de la región con muy diversos estados de conservación. “Madrid contó con varios centenares de refugios antiaéreos, algunos construidos ocasional y velozmente en sótanos pero otros, a partir de 1937, lo fueron de fábrica, ya más perfeccionados”, añade Arévalo.
“El refugio del puesto de mando subterráneo del parque de El Capricho, conocido en clave militar como Posición Jaca, es considerado como canon de las construcciones de su género”. Y agrega: “Tenía capacidad para alojar unas 70 personas, que allí trabajaban; disponía de depósitos de agua potable procedente de un viaje subterráneo cercano y poseía varias chimeneas de ventilación protegida, más un sistema de puertas herméticas semejantes a las de los buques; por su sólida y razonable construcción, era ideal para las funciones que tenía asignadas como centro subterráneo de mando y control”. En su exterior, “tuvo asimismo su acuartelamiento una brigada de tanquetas, más el cuerpo de guardia, compuesto por unos 150 hombres”, concluye.
El enclave castrense, la Posición Jaca, ha pasado a la historia por los hechos registrados en su interior y entorno a consecuencia del denominado golpe del coronel Segismundo Casado, militar republicano que sucedió a Miaja en el mando del Cuartel y que dirigió los tratos secretos establecidos por él para la rendición de Madrid al Ejército de Franco.Tras Casado se alinearon dirigentes socialistas, como Julián Besteiro y anarquistas, como Cipriano Mera; frente a ellos se situaron el Partido Comunista y el propio presidente del Gobierno, el socialista Juan Negrín, comprometidos en la continuidad de la contienda, con la esperanza de que la inminente internacionalización de la guerra en Europa permitiera alterar favorablemente a la República la relación de fuerzas con las tropas de Franco.
Un vestigio en la madera
La confrontación llegó a las armas. Vestigio de aquella lucha desplegada ferozmente incluso con la intervención de tanquetas entre el 7 de marzo de 1939, en que el Cuartel General fue conquistado por los comunistas, y el 8 de marzo, recobrado por las fuerzas de Casado, es una rodaja de madera que conservan los jardineros del parque.
Cuando a finales de los años 80, Adolfo Serrador, profesor de una escuela-taller de jardinería instalada en El Capricho, provisto de una sierra eléctrica, hacía ante sus alumnos una demostración de corte con un tronco de una antigua arizónica allí existente, el filo metálico chocó contra un objeto contundente: era un proyectil alojado en el corazón mismo del maderamen. Su examen dendrocronológico, según el número de anillos anuales que presentaba, demostró que la bala llevaba allí alojada desde 1939, fecha en la que se desarrollaron los enfrentamientos, explica Juan Spalla, jardinero de El Capricho.
Por otra parte una década antes, en torno a 1976, El Capricho se libró de su conversión en un mero parque de barrio gracias a una intervención conjunta del Colegio de Arquitectos, la Escuela de Arquitectura y la Academia de Bellas Artes. Sus representantes entonces, el arquitecto Jaime Tarruell, la paisajista Carmen Añón y el historiador de la Arquitectura, Pedro Navascués, respectivamente, lograron convencer al alcalde José Luis Álvarez de la singularidad del palacio y del jardín neoclásicos y de la exigencia de una delicada restauración paisajística y arquitectónica, que se emprendería tiempo después por cuenta del Ayuntamiento, propietario del parque desde 1974.
Plataforma ciudadana
El Gefrema y el Colectivo Guadarrama han asesorado a Diego Carrascosa, promotor de la denominada Plataforma Ciudadana por la Apertura del Búnker de El Capricho, que ha promovido el consenso municipal para la musealización y apertura. Hoy, El Capricho es bien de Interés Cultural, por lo que la apertura permanente al público, la musealización de su refugio antiaéreo y su régimen de visitas, deberán contemplar un cambio normativo de uso y observar estrictas normas de seguridad, de afluencia y de disponibilidad. Todo ello habrá de ser debatido por una Mesa de Trabajo convocada al respecto por las dos concejalías, Las Artes y Medio Ambiente, concernidas en el futuro proyecto.
“Presumiblemente, la apertura a las visitas del puesto de mando se ceñirá a los fines de semana, para evitar efectos adversos de una eventual masificación”, explica Ana d'Altri, portavoz del PSOE. Una representación de este partido, encabezada por Jaime Lissavetzky, visitó recientemente el parque, sus jardines e instalaciones, dentro del proceso de activación del consenso ahora conseguido.
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