En la Asociación por la Memoria Histórica contra el Silencio y el Olvido de Málaga están irritados. Ante el inminente desmantelamiento del Juzgado Togado Militar de la capital, los integrantes de la asociación temen que también desaparezca uno de los registros más vastos que llena de contenido a un pasado nebuloso de la ciudad. Si en el cómputo global de la historia una década se relativiza hasta convertirse casi en el ayer, la entrada de las tropas nacionales en Málaga, con sus fusiles y el consecuente llanto de los chiquillos, queda la sensación de un acontecimiento que todavía se puede palpar. Por retorcido que se quiera presentar en ocasiones. Ahí queda el buen puñado de simbología, con sus placas, estatuas, edificios o nombres de calles, que estiran la impronta del general Franco en la ciudad. Como si asimilar la historia equivaldría a barrer sus piezas debajo de una alfombra, pero a plena luz del día.
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2015/10/25/testimonio-mudo-pasado/804203.html
El testimonio mudo del pasado
Unos 20.000 expedientes, entre ellos de la Guerra Civil, relatan la historia reciente de la ciudad
Matías Stuber 25.10.2015 | 16:16
El testimonio mudo del pasado
La imagen muestra a un nutrido grupo de historiadores en los interiores del Archivo Militar. Entre ellos, Pepe Sánchez y Rafael Molina. L. O.
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El cierre del Juzgado Togado de Málaga amenaza con trasladar el vasto registro histórico a Sevilla - La documentación, que ha servido de base para rescatar el pasado de las personas fusiladas contra un muro en el Cementerio de San Rafael, puede estar a punto de desaparecer de Málaga si las autoridades no se ponen de acuerdo para su reubicación
Aún pueden ser consultados por los malagueños que lo deseen. Fotografías, consejos de guerra, expedientes, sentencias. Verdades a la espera de su hallazgo. Testigos mudos de un pasado que hoy sirven para contar el ayer. Cuando cayó el caudillo, el país se partió en dos. Entre los que quisieron trazar una línea del olvido, considerando que el pasado en un nuevo mundo por venir ya no importaba. Y los interesados en llenar de claridad a un pasado oscuro. En un relato de búsquedas continuas. De pistas perdidas y de acontecimientos que han dejado pronunciados rasguños.
En la Asociación por la Memoria Histórica contra el Silencio y el Olvido de Málaga andan irritados. Ante el inminente desmantelamiento del Juzgado Togado Militar de la capital, los integrantes de la asociación temen que también desaparezca uno de los registros más vastos que llena de contenido a un pasado nebuloso de la ciudad. Si en el cómputo global de la historia una década se relativiza hasta convertirse casi en el ayer, la entrada de las tropas nacionales en Málaga, con sus fusiles y el consecuente llanto de los chiquillos, queda la sensación de un acontecimiento que todavía se puede palpar. Por retorcido que se quiera presentar en ocasiones. Ahí queda el buen puñado de simbología, con sus placas, estatuas, edificios o nombres de calles, que estiran la impronta del general Franco en la ciudad. Como si asimilar la historia equivaldría a barrer sus piezas debajo de una alfombra, pero a plena luz del día.
En Málaga, el odio sistematizado se instauró a partir de 1937. Que hoy se conozca que la purga se tradujo en unas 2.840 personas fusiladas contra el muro del Cementerio de San Rafael se debe, en parte, a los más de 20.000 expedientes que se guardan en la calle Casas del Campo 18 y que componen el archivo militar de Málaga. El Juzgado Togado de Málaga custodia, hasta el momento, la documentación que ha servido de base a miles de familias de la capital y de la provincia. Base para que conocieran el pasado de sus antecedentes. El estudio minucioso de los juicios militares de la época ha permitido reconstruir una parte de la historia, cuya reconciliación se articuló en Málaga con la construcción del panteón piramidal que recoge los restos de los olvidados en San Rafael.
Actualmente, la continuidad del archivo en Málaga está en peligro. La jurisdicción militar tiene cada vez menos recorrido y las pocas tropas que quedan en la provincia están estacionadas en Ronda. «El Tribunal Militar Central (TMC) ya ha mandado el escrito a la subdirección general del personal civil, comunicando el cese de personal laboral», explica José Luis Clares. Él es uno de los tres funcionarios que prestan sus labores en el tribunal. La voz de alarma saltó a finales de septiembre. Es cuando le comunicaron al personal civil del juzgado que dejarían de prestar sus funciones en el tribunal, y que serán reubicados. El cierre del Juzgado Togado Militar de Málaga equivale a la pena de muerte del archivo militar de la capital, que sería trasladado a Sevilla. Siempre que las autoridades no se pongan de acuerdo en encontrar una solución. Para Pepe Sánchez, el presidente de asociación por la memoria histórico, que desaparezca el archivo militar de Málaga, equivale al desgarre de un trozo de historia de la ciudad. «La historia de 30.000 malagueños desaparecería de la ciudad. Todas las investigaciones que se están llevando a cabo por profesores de la UMA, institutos, asociaciones memorialistas y particulares se perderían ante la obligación de tener que desplazarse hasta Sevilla para consultar los archivos», apura quien pasa gran parte de su tiempo en busca de las huellas perdidas tiempo. Considerado como patrimonio histórico de la ciudad, los archivos contienen documentación desde 1884, hasta un siglo más tarde. Entre los miles de folios, los testimonios de infinitos consejos de guerra que abarcan expedientes desde la Guerra de Cuba, pasando por la huelga del pan acaecida en Málaga en 1918, hasta la época comprendida entre final de siglo y la Guerra Civil. Un archivo, que a la postre, ha servido para poner nombres a miles de esqueletos apilados en las temidas fosas del olvido. «Para recabar las identidades de las personas fusiladas ha sido necesario coordinar la documentación de libros de cementerios, registros civiles, expedientes de prisión del archivo histórico-provincial, y del archivo militar», explica Rafael Molina, otro miembro de la asociación. Además de participar en los trabajos de exhumación desarrollados en el pasado, y que han permitido sacar los restos de casi tres mil personas de las fosas comunes de la provincia, es un asiduo del archivo militar para dar continuidad a una labor historiográfica que ahora peligra. «Hablamos de un archivo que no está digitalizado», relata un trabajo que ahora pasa por fotografiar a las más de mil cajas clasificadoras que se apilan en el primer piso del Togado Militar. Un lugar imprescindible para cualquier interesado en recomponer las piezas de un puzle que ayuda a entender el pasado y sirve, a su vez, como fuente para trazar una perspectiva sociológica de una España, que no en pocas ocasiones, funcionaba del revés. Bajo una sospecha generalizada, la inocencia dejó de ser una suposición y tenía que ser probada. «Los expedientes no sólo tratan de los enjuiciados, sino que nos aportan datos y características de la población». Que en un expediente que juzga a 40 personas, aparezcan 38 huellas dactilares en vez de firmas, es una prueba más del alto grado de analfabetismo imperante. En muchos casos, los expedientes sirven para revelar la cruda realidad de una época, en la que la vida humana era tratada con desprecio. Sin pétalos, ni sobriedad. Una pequeña alteración del orden servía para justificar la muerte a efectos de la «limpieza social». También son relatos de matrimonios forzosos a última hora. Ante la evidencia de que las alianzas civiles iban a carecer de valor, muchos hombres se casaron de forma precipitada ante la iglesia para que sus hijos pudieran mantener los apellidos del padre y de la madre. La urgencia se debía a que al día siguiente del «sí quiero», le seguía la ejecución de la sentencia de muerte. Dramas personales que son el día de día de Francisco Espinosa. Él es el alma del archivo y el encargado de articular todas las investigaciones de memoria histórica en Málaga.
Este archivo, que si nada lo impide acabará en Sevilla, advierte de que se puede morir por unas ideas, pero nunca matar por ellas.
'Limpieza social' en las cárceles
El pasado está lleno de historias ocultas que sirven para poner de relieve la crudeza de una guerra que distinguió entre ganadores y perdedores. Tiempos, en los que no hacía falta la sentencia de un juez en determinados casos. Muertos anónimos que han podido ser rescatados de las fosas comunes y que pudieron recobrar la dignidad gracias a la labor historiadora de muchos voluntarios y a la documentación que proporciona el archivo militar. La recuperación de los cuerpos se cifra en casi 3.000 personas de las 4.411 que la documentación cifra como asesinada. Entre algunas de estas muertes, algunas tan crudas, como las que se detallan en el documento superior. Cualquier posible «alborotador», podía ser eliminado por causas de la «limpieza social».
En la Asociación por la Memoria Histórica contra el Silencio y el Olvido de Málaga andan irritados. Ante el inminente desmantelamiento del Juzgado Togado Militar de la capital, los integrantes de la asociación temen que también desaparezca uno de los registros más vastos que llena de contenido a un pasado nebuloso de la ciudad. Si en el cómputo global de la historia una década se relativiza hasta convertirse casi en el ayer, la entrada de las tropas nacionales en Málaga, con sus fusiles y el consecuente llanto de los chiquillos, queda la sensación de un acontecimiento que todavía se puede palpar. Por retorcido que se quiera presentar en ocasiones. Ahí queda el buen puñado de simbología, con sus placas, estatuas, edificios o nombres de calles, que estiran la impronta del general Franco en la ciudad. Como si asimilar la historia equivaldría a barrer sus piezas debajo de una alfombra, pero a plena luz del día.
En Málaga, el odio sistematizado se instauró a partir de 1937. Que hoy se conozca que la purga se tradujo en unas 2.840 personas fusiladas contra el muro del Cementerio de San Rafael se debe, en parte, a los más de 20.000 expedientes que se guardan en la calle Casas del Campo 18 y que componen el archivo militar de Málaga. El Juzgado Togado de Málaga custodia, hasta el momento, la documentación que ha servido de base a miles de familias de la capital y de la provincia. Base para que conocieran el pasado de sus antecedentes. El estudio minucioso de los juicios militares de la época ha permitido reconstruir una parte de la historia, cuya reconciliación se articuló en Málaga con la construcción del panteón piramidal que recoge los restos de los olvidados en San Rafael.
Actualmente, la continuidad del archivo en Málaga está en peligro. La jurisdicción militar tiene cada vez menos recorrido y las pocas tropas que quedan en la provincia están estacionadas en Ronda. «El Tribunal Militar Central (TMC) ya ha mandado el escrito a la subdirección general del personal civil, comunicando el cese de personal laboral», explica José Luis Clares. Él es uno de los tres funcionarios que prestan sus labores en el tribunal. La voz de alarma saltó a finales de septiembre. Es cuando le comunicaron al personal civil del juzgado que dejarían de prestar sus funciones en el tribunal, y que serán reubicados. El cierre del Juzgado Togado Militar de Málaga equivale a la pena de muerte del archivo militar de la capital, que sería trasladado a Sevilla. Siempre que las autoridades no se pongan de acuerdo en encontrar una solución. Para Pepe Sánchez, el presidente de asociación por la memoria histórico, que desaparezca el archivo militar de Málaga, equivale al desgarre de un trozo de historia de la ciudad. «La historia de 30.000 malagueños desaparecería de la ciudad. Todas las investigaciones que se están llevando a cabo por profesores de la UMA, institutos, asociaciones memorialistas y particulares se perderían ante la obligación de tener que desplazarse hasta Sevilla para consultar los archivos», apura quien pasa gran parte de su tiempo en busca de las huellas perdidas tiempo. Considerado como patrimonio histórico de la ciudad, los archivos contienen documentación desde 1884, hasta un siglo más tarde. Entre los miles de folios, los testimonios de infinitos consejos de guerra que abarcan expedientes desde la Guerra de Cuba, pasando por la huelga del pan acaecida en Málaga en 1918, hasta la época comprendida entre final de siglo y la Guerra Civil. Un archivo, que a la postre, ha servido para poner nombres a miles de esqueletos apilados en las temidas fosas del olvido. «Para recabar las identidades de las personas fusiladas ha sido necesario coordinar la documentación de libros de cementerios, registros civiles, expedientes de prisión del archivo histórico-provincial, y del archivo militar», explica Rafael Molina, otro miembro de la asociación. Además de participar en los trabajos de exhumación desarrollados en el pasado, y que han permitido sacar los restos de casi tres mil personas de las fosas comunes de la provincia, es un asiduo del archivo militar para dar continuidad a una labor historiográfica que ahora peligra. «Hablamos de un archivo que no está digitalizado», relata un trabajo que ahora pasa por fotografiar a las más de mil cajas clasificadoras que se apilan en el primer piso del Togado Militar. Un lugar imprescindible para cualquier interesado en recomponer las piezas de un puzle que ayuda a entender el pasado y sirve, a su vez, como fuente para trazar una perspectiva sociológica de una España, que no en pocas ocasiones, funcionaba del revés. Bajo una sospecha generalizada, la inocencia dejó de ser una suposición y tenía que ser probada. «Los expedientes no sólo tratan de los enjuiciados, sino que nos aportan datos y características de la población». Que en un expediente que juzga a 40 personas, aparezcan 38 huellas dactilares en vez de firmas, es una prueba más del alto grado de analfabetismo imperante. En muchos casos, los expedientes sirven para revelar la cruda realidad de una época, en la que la vida humana era tratada con desprecio. Sin pétalos, ni sobriedad. Una pequeña alteración del orden servía para justificar la muerte a efectos de la «limpieza social». También son relatos de matrimonios forzosos a última hora. Ante la evidencia de que las alianzas civiles iban a carecer de valor, muchos hombres se casaron de forma precipitada ante la iglesia para que sus hijos pudieran mantener los apellidos del padre y de la madre. La urgencia se debía a que al día siguiente del «sí quiero», le seguía la ejecución de la sentencia de muerte. Dramas personales que son el día de día de Francisco Espinosa. Él es el alma del archivo y el encargado de articular todas las investigaciones de memoria histórica en Málaga.
Este archivo, que si nada lo impide acabará en Sevilla, advierte de que se puede morir por unas ideas, pero nunca matar por ellas.
'Limpieza social' en las cárceles
El pasado está lleno de historias ocultas que sirven para poner de relieve la crudeza de una guerra que distinguió entre ganadores y perdedores. Tiempos, en los que no hacía falta la sentencia de un juez en determinados casos. Muertos anónimos que han podido ser rescatados de las fosas comunes y que pudieron recobrar la dignidad gracias a la labor historiadora de muchos voluntarios y a la documentación que proporciona el archivo militar. La recuperación de los cuerpos se cifra en casi 3.000 personas de las 4.411 que la documentación cifra como asesinada. Entre algunas de estas muertes, algunas tan crudas, como las que se detallan en el documento superior. Cualquier posible «alborotador», podía ser eliminado por causas de la «limpieza social».
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