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El historiador Paul Preston destaca sus vínculos con Valencia en la ceremonia donde lo han nombrado doctor honoris causa de la Universitat de València
Moisés Pérez - Valencia
Hijo de una familia obrera de Liverpool y con una infancia complicada, pocos dirían que Paul Preston acabaría convirtiéndose en el historiador e hispanista de referencia sobre la figura del dictador Francisco Franco o sobre la Guerra Civil. Sin embargo, lo es. Y gracias a ello, este lunes la Universitat de València le ha nombrado doctor honoris causa. Un premio que ha calificado de “inmerecido”.
Prudente y siempre riguroso, su discurso se ha alejado de una declaración de intenciones o de intentar sentar cátedra sobre su especialidad. Repasar, ensalzar su figura y cargar contra aquellos que “quieren enterrar la memoria histórica” ya ha sido obra del historiador Ismael Saz, quien ha hecho la laudiato.
“Su obra no es objetiva, porque es un demócrata. Pero lo ha hecho con rigor”, ha pronunciado Saz, para acto seguido criticar a todos aquellos que han cuestionado la trayectoria de Preston: “Los que lo criticaban eran los que buscaban recoger un velo de impunidad sobre la represión franquista”. “Preston destaca por poner luz en un pasado silenciado y manipulado”, ha añadido Esteban Morcillo, rector de la Universidad de València. “Con su obra recuperamos la memoria perdida de aquellos que escondieron la verdad”, ha sentenciado.
Ante tales halagos, Preston se ha sentido incómodo. No en vano, ha repetido en varios ocasiones que el premio, para él, “era inmerecido por el extraordinario honor que representa”. Su intervención, empezada en valenciano para justificar porqué continuaba en castellano, ha sido emocional, mostrando su apego a Valencia y al País Valenciano. Lazos iniciados de la mano de José María Coll, con quién cultivó amistad en Londres en los años setenta. También con la fundación que promovió el exportador de Burriana Vicente Cañada Blanch.
De esos contactos, de la necesidad de elegir una especialidad tras terminar en Oxford -que ha calificado de “dimensión paralela” para un chico humilde como era él cuando llegó- y de la fascinación que tuvo por la Guerra Civil, surgió su inquietud hacía estos hechos de la historia española. Su fijación por Valencia le hizo estudiar a políticos de la época como al dirigente de la CEDA Luis Lucia.
“Cuando acepté el encargo de hacer la biografía de Franco lo hice con cierta renuencia”, ha reconocido. “Franco era una figura aburrida, un tanto odiosa, que no me interesaba. Pero, una vez que empecé, me dí cuenta que me fascinaba”, ha confesado, a la vez. Preston no se ha quedado ahí sobre el dictador. “Era un enigma con aspectos cómicos”, ha indicado. “Creía que Pablo VI era bolchevique o Juan XXIII era masón, o que el mundo era regido por un superestado masón”, ha ironizado sobre el dirigente fascista.
“Horrorizado”
Fuera de su intervención, Preston no ha querido valorar la política española o valenciana. “Me paso tanto tiempo interpretando el pasado que no sé hacerlo del presente”, ha afirmado. No obstante, sí que lo ha hecho sobre la crisis de los refugiados.“Cuando por una crisis humanitaria vienen avalanchas de personas es muy difícil saber qué hacer”, ha expresado.
Fuera de su intervención, Preston no ha querido valorar la política española o valenciana. “Me paso tanto tiempo interpretando el pasado que no sé hacerlo del presente”, ha afirmado. No obstante, sí que lo ha hecho sobre la crisis de los refugiados.“Cuando por una crisis humanitaria vienen avalanchas de personas es muy difícil saber qué hacer”, ha expresado.
Comparándolo con el drama de los exiliados españoles en 1939, cuando las autoridades francesas no podían ayudar a los refugiados españoles, ha indicado que “ahora existe la posibilidad de ayudar en los campos de Jordania y de Líbano". “El problema se debe resolver en Siria, en Oriente Medio”, ha sentenciado tras confesar que está “horrorizado” sobre el drama humanitario que padecen los refugiados.
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