dimarts, 2 de maig del 2017

Los bombardeos de terror en la Guerra Civil: de Guernica a La Desbandá


https://www.cuartopoder.es/invitados/2017/04/27/de-guernica-a-la-desbanda-los-civiles-en-el-punto-de-mira/12901


BOMBARDEO DE GUERNICA / 80 AÑOS DE UN CRIMEN DE GUERRA


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Fernando I. Lizundia *

Bombardeos guerra civil española
Destrucción en las calles de Granollers tras el ataque de la aviación italiana del 31 de mayo de 1938. / Winifred Bates. Imperial War Museums
El bombardeo de Guernica, llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana el 26 de abril de 1937, no representa, pese a lo que cabría esperar, el peor crimen de guerra cometido hasta la fecha por las fuerzas aéreas de cualquier país. Ni tan siquiera fue el más grave de los llevados a cabo contra la población durante la Guerra Civil española.
En realidad, los primeros ataques aéreos contra los civiles los llevó a cabo el Ejército austríaco en julio de 1849, cuando atacó con 200 globos aerostáticos cargados de explosivos a la insurrecta Venecia, que quería sacudirse el yugo de los Habsburgo.
La población civil no volvió a ser víctima de los ataques aéreos hasta el estallido de la I Guerra Mundial. En concreto, hasta el 6 de agosto, cuando dirigibles Zeppelín alemanes bombardearon la localidad belga de Lieja. La gravedad de estas acciones experimentó un salto el 13 de julio de 1937, cuando bombarderos alemanes Gotha G-IV atacaron Londres, con un saldo de 162 muertos y 432 heridos.
Contra los bolcheviques
Finalizado el conflicto mundial, en 1919 un total de 14 países –encabezados por Reino Unido, Francia, Italia, Japón y Estados Unidos– enviaron una fuerza expedicionaria a Rusia para ayudar al Ejército Blanco a combatir a los bolcheviques. Al Ejército Rojo le cupo el dudoso honor de sufrir el primer ataque aéreo con gas venenoso (gas mostaza), que gozaba de la aquiescencia de Winston Churchill, ministro de la Guerra y del Aire del Reino Unido.
De forma simultánea, la Fuerza Aérea británica (Royal Air Force, RAF) sentó los fundamentos de la guerra aérea total, matando a civiles, incendiando las cosechas y matando al ganado desde sus aviones. Esto puso fin a la rebelión de los pastunes y a la III Guerra Anglo-Afgana.
Los mismos métodos fueron empleados cuatro años más tarde, en 1923, por los británicos para combatir la insurrección popular en Irak, con un balance de 9.000 civiles muertos en nueve meses, que puso fin a la revuelta.
El precedente español
España, por su parte, probó entre 1921 la guerra aérea total contra los rebeldes rifeños, a los que atacó con bombas explosivas e incendiarias. En julio de 1923, los aviones españoles utilizaron gas tóxico contra los habitantes del poblado de Amesauro, en la cabila de Tensamán, con efectos devastadores.
En vista de esto no es de extrañar que en la Guerra Civil española los militares africanos, la mayoría de los cuales apoyaban el golpe de Estado contra la II República, hiciesen un uso extensivo del arma aérea contra la población civil, con la manifiesta voluntad de desmoralizarla y conseguir una rápida victoria.
El propio general Emilio Molacerebro de la asonada, había reconocido que, dado que no gozaban de suficiente apoyo militar, tenían que eliminar a quienes no pensasen como ellos y, atemorizar al resto. El general Francisco Franco prefirió dejar aquella primera tarea en manos de la Falange y de los requetés, y confiar la creación del terror a las fuerzas aéreas expedicionarias italiana y alemana.
1.491 muertos en Madrid
La Legión Cóndor de Hugo Sperrle y la Aviación Legionaria italiana lanzaron sus primeras acciones de entidad contra la ciudad de Madrid, bombardeada los días 27 y 28 de agosto de 1936. Los ataques prosiguieron durante toda la batalla de Madrid. Cuando los franquistas suspendieron su ofensiva, incapaces de tomar la ciudad, 1.491 civiles habían muerto bajo las bombas, 430 había sido dados por desaparecidos y se habían contabilizado más de 2.800 heridos.
Los bombardeos más cruentos se produjeron los días 18 y 19 de noviembre, con un balance de 133 víctimas civiles, lo que provocó una protesta conjunta de 20 representantes diplomáticos destacados en la ciudad, que denunciaron la barbarie.
Santander fue la siguiente ciudad en conocer el martirio de los bombardeos de terror. El 27 de septiembre de 1936 los aviones de la Legión Cóndor, en un ataque sorpresa, causaron 70 muertos en la capital cántabra.
Bilbao fue objeto de continuos ataques a partir del 25 de septiembre, aunque los sistemas de alerta permitieron reducir el número de víctimas. Además, la reacción popular ante el bombardeo de terror del 4 de enero, cuando civiles y milicianos asaltaron las cárceles asesinando a 224 presos derechistas, llevó a Franco a prohibir nuevos ataques de este tipo contra la capital vizcaína.
La Desbandá, la gran barbarie de la Guerra Civil
Pero nada de lo que se había visto hasta ese momento ni nada de lo que llegó después puede compararse con el horror que se vivió durante lo que se ha dado en llamar La Desbandá, el calvario que miles de personas –las cifras oscilan entre 15.000 y 150.000—tuvieron que soportar mientras escapaban por la carretera costera que une Málaga y Almería, hoy Nacional 340.
Todos huían del Ejército sublevado y, en especial de las tropas moras, que el 8 de febrero entraron en Málaga. Los miles de refugiados se convirtieron en el blanco de los aviones alemanes e italianos, que los bombardearon y ametrallaron sin descanso. También fueron objetivo de los disparos de los buques de guerra sublevados –los cruceros CanariasBaleares y Almirante Cervera— que barrieron a aquella horda de desarrapados con el fuego de sus cañones de grueso calibre.
Inicialmente se habló de que aquella matanza inmisericorde había acabado con la vida de entre 5.000 y 10.000 personas, en su inmensa mayoría civiles indefensos. Actualmente se cree que el número total de fallecidos se encuentra en una horquilla que va de los 3.500 a los 5.000 muertos, pese a todo una barbarie sin parangón en la contienda civil española.
MemorANDA (YouTube)
Durango: encarnizamiento italiano
La Aviación Legionaria italiana volvió a golpear dos meses más tarde, el 31 de marzo de 1937, cuando aparatos trimotores de la Regia Aeronautica bombardearon la villa vizcaína de Durango. Este ataque, el tercero más cruento de la guerra, reúne algunas características que lo hacen especialmente cruel.
Por un lado, el objetivo elegido era la ciudad vizcaína más derechista y que más simpatizaba con la causa carlista, adherida al golpe de Mola. Además, la mayoría de los fallecidos fueron alcanzados por las bombas en el interior de templos y edificios religiosos. Por último, los bombarderos atacaron por la mañana, y por la tarde los cazas hicieron acto de presencia para ametrallar los cortejos fúnebres de los muertos unas horas antes.
Al final, el ataque concluyó con 336 civiles muertos, 60 de ellos refugiados a los que no fue posible identificar, y más de 600 heridos. Los italianos podían sacar pecho tras el vapuleo que les acababan de administrar en la batalla de Guadalajara.
Un mes más tarde, Wolfram von Richthofen, que había probado en la ofensiva de Vizcaya las tácticas de la blitzkrieg (guerra relámpago) para el arma aérea, ponía a prueba su táctica de guerra aérea total en el bombardeo de Guernica, con el que logró reducir a escombros la Parte Vieja de la villa foral. Alrededor de 200 personas perdieron la vida y hubo más de 600 heridos.
Guerra Civil española. Bombardeo Durango
Vista de Durango durante el bombardeo captada por un aviador italiano. / Gerediaga Elkartea. Franco Borgato
Barcelona, Alicante y Granollers
Uno de los capítulos más desconocidos de la Guerra Civil es el del bombardeo de Barcelona por los aviones italianos. En total, más de 50 ataques que arreciaron en marzo de 1938 y se prolongaron hasta el final de la guerra. Pero lo más duro de esta ofensiva aérea se centró entre la noche del 16 de marzo y las tres de la tarde del 18, siendo especialmente sangrienta la noche del día 17.
Esta serie de ataques, en los que el objetivo declarado era la población civil, murieron 924 personas y se atendió a más de 1.500 heridos. Uno de los episodios más cruentos tuvo lugar el 17, cuando una bomba alcanzó a un camión que transportaba dinamita. La explosión, ocurrida en el casco urbano, mató a los 23 soldados que viajaban en el vehículo, así como a muchos transeúntes sorprendidos por la enorme deflagración.
El 25 de mayo, los italianos centraron sus ataques en la ciudad de Alicante. Los Savoia Marchetti SM79 y SM81 de la Regia Aeronautica lanzaron sus bombas sobre la localidad, para desmoralizar a la población. La ciudad carecía de una defensa aérea efectiva, lo que permitió a los italianos afinar su puntería. Al menos 275 personas murieron y 1.000 resultaron heridas.
Apenas seis días más tarde los italianos volvieron a sembrar el terror. En esta ocasión el objetivo fue la localidad catalana de Granollers. La ciudad, situada 20 kilómetros al norte de Barcelona, carecía de cualquier blanco militar. Las autoridades inglesas ordenaron un análisis del ataque, que concluyó que el único objetivo era aterrorizar a la población civil. Entre 100 y 224 personas, según las fuentes, resultaron muertas.
El error de Cabra
La República no está libre de culpa. También bombardeó a la población civil y sus ataques se centraron en las plazas de Granada y Oviedo, que se habían convertido en enclaves sublevados en territorio republicano. Sin embargo, el número de víctimas de estos ataques fue notablemente bajo.
No es este el caso del error de Cabra, localidad cordobesa bombardeada el 7 de noviembre de 1938 por aviones SB2 Katiuskas republicanos. Un informe había señalado la presencia de un fuerte contingente italiano, que habría montado un campamento en la localidad. La información resultó ser falsa y las tiendas atacadas albergaban el mercado semanal, en lugar de un contingente militar. Un total de 109 personas murieron y otras 200 fueron heridas.
cabradigital (YouTube)
(*) Fernando I. Lizundia es periodista.
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