diumenge, 6 de maig del 2018

Los judíos en la Guerra Civil Española


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Se dice que la Guerra Civil Española fue la última guerra romántica que presenció el mundo, tomando en cuenta el idealismo, pasión y encarnizamiento con que se vivió el conflicto. Milicianos de todo el orbe acudieron al llamado para frenar el avance del fascismo en Europa, formando así las famosas Brigadas Internacionales. ¿Pero cuál fue el papel de los judíos en tal conflicto? ¿Por qué bando se inclinaron? ¿En qué consistió su participación? Adentrémonos entonces en la España de 1936 para intentar aclarar estas inquietudes

Génesis de un conflicto

Es casi un lugar común referir la fascinación que despierta entre los historiadores, y también entre quienes no lo son, la Guerra Civil Española (1936-1939), atracción que viene dada por ese despertar de la conciencia europea que significó el conflicto armado ibérico. Se trataba de hacer frente al naciente fascismo y de ponerle coto al encumbramiento de Adolfo Hitler.
En la Guerra Civil Española se batieron con denuedo ideologías y ciudades enteras. Estamos ante un enorme conflicto social, político y armado que se desató tras el fracaso parcial del golpe de Estado de julio de 1936 por parte del Ejército contra el gobierno legítimamente electo de la Segunda República, hecho que acababa con el experimento democrático desarrollado en España desde abril de 1931.
Dos eran los bandos: el republicano, o popular, que apoyaba al gobierno elegido democráticamente, y el bando sublevado, conformado por el alto mando militar y la Falange española, de orientación fascista.
Una de las causas de este enfrentamiento fue la negativa por parte de los sectores dominantes españoles a aceptar un golpe de timón social que ponía en entredicho sus privilegios, dando paso a una mayor participación popular. Lucha de clases, enfrentamientos religiosos, exacerbación de nacionalismos contrarios, enfrentamiento entre la dictadura militar y la democracia republicana, entre fascismo y comunismo, son apenas algunos de los ingredientes que aderezaron el cocido que arrojaría la cifra de 500.000 muertos.
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Desde Éretz Israel recibieron apoyo de organizaciones como “Amigos por España”, y se instituyó una organización para asistir a las víctimas del fascismo y antisemitismo

El bando republicano contó con la ayuda de la Unión Soviética y de los miles de brigadistas llegados de todo el mundo para hacer frente al naciente fascismo de la Falange, que contó con el apoyo de Italia y Alemania, naciones que probaron en suelo español las estrategias de guerra que luego explayarían en la Segunda Guerra Mundial, como si de una especie de globo de ensayo se tratara. Por solo citar un ejemplo, recordemos el atroz bombardeo sobre la ciudad de Guernica en abril de 1937 por parte de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, hecho que Pablo Picasso inmortalizaría en su tela homónima, Guernica, hoy resguardada en el Museo Reina Sofía.
Alrededor de 60.000 personas de todo el mundo acudieron como voluntarios a batirse en el frente español en defensa de lo que consideraban una causa justa. Se calcula que cerca de 40.000 voluntarios se enrolaron en las llamadas Brigadas Internacionales, organizadas en octubre de 1936 en defensa de la República Española. A España llegaron intelectuales como George Orwell, Ernest Hemingway, Romain Rolland, André Malraux y Arthur Koestler.

Brigadas Internacionales con presencia judía

Según las estadísticas, luego de los franceses, los judíos fueron el grupo extranjero más numeroso en participar en el conflicto, contando con entre 8000 y 10.000 voluntarios.
Desde Éretz Israel recibieron apoyo de organizaciones como “Amigos por España”, y se instituyó una organización para asistir a las víctimas del fascismo y antisemitismo. En España supieron apreciar la ayuda internacional. “Ustedes son la historia”, les decía Dolores Ibarruri, la reconocida líder comunista apodada “La Pasionaria”.
Digna de mención es la Compañía Botwin, nacida en el seno del Batallón Palafox, que tenía la particularidad de estar constituida exclusivamente por judíos y cuya inspiración era Naftalí Botwin, el comunista judeo-polaco fusilado por el gobierno de Pilsudski en 1925.
En un orden del día del Estado Mayor de la XIII Brigada Dombrowski se puede leer: “El 12/12/1937 la Compañía Judía Botwin se ha unido a nuestra gloriosa familia de combatientes antifascistas que comprende combatientes polacos, alemanes, bielorrusos, judíos, españoles y de otras nacionalidades. Más allá de las diferencias nacionales o de las convicciones políticas, lo que nos une es la lucha contra el fascismo. En la lucha por nuestra y vuestra libertad, se dan la mano los antifascistas de todos los países del mundo. Entre los voluntarios de las Brigadas Internacionales, en particular de la Brigada Dombrowski, los voluntarios judíos se han hecho notar por su heroísmo y su espíritu de sacrificio en la lucha contra el fascismo. Para honrar la memoria de los combatientes judíos caídos sobre el campo de batalla, hemos decidido que la segunda compañía del heroico Batallón Palafox desde hoy se llame Compañía Judía Botwin. A nosotros nos es caro el recuerdo de Naftali Botwin, el obrero judío polaco que sacrificó su vida por la lucha contra el fascismo. Su nombre es símbolo de la lucha de las masas populares judías, símbolo de la solidaridad internacional y de la fraternidad entre los pueblos”.
Durante los nueve meses de existencia de la Compañía Botwin, sus comandantes murieron rápidamente a consecuencia de las heridas infligidas durante el combate. Los sobrevivientes fueron hechos prisioneros y, posteriormente, al comprobarse que eran judíos, fueron ejecutados por el ejército de Franco, a diferencia de los españoles que fueron llevados a campos de prisioneros.

La prensa en idish

Pero la ayuda judía no solo se hizo patente en los frentes de combate, sino también desde la actividad intelectual, específicamente la referida a la prensa.
La Compañía judía Botwin llegó a editar su propio periódico en idish, asunto nada fácil tomando en cuenta que la tipografía española no tenía máquinas de escribir con caracteres hebreos; por tanto, se tuvo que hacer a mano. El primer número del diario Botwin aparece el 30 de diciembre de 1937, y alcanzaría 6 ediciones, hasta septiembre del año siguiente, una semana después de la disolución de las Brigadas Internacionales.
El diario judío francés Naje presse, en su primera página de la edición del 17 de agosto de 1937, reseñó la publicación de este periódico en idish de la siguiente manera: “Aparece en España un diario de las milicias judías. Sin duda este día permanecerá como una fecha gloriosa en la historia del pueblo judío, en particular en la lucha de sus heroicos hijos que combaten por la libertad y la independencia de España… Mientras los antisemitas definen a los judíos como personas sin coraje, mientras el diario reaccionario polaco Sila tiene el descaro de declarar que en España no combate ni siquiera un solo obrero judío, el legendario ejército popular de la República española inicia la publicación de un diario dedicado a los combatientes judíos”.
La compañía Botwin se convirtió, a pesar de sus reducidos efectivos, en símbolo de la participación judía en la guerra de España, y obtuvo un eco resonante en parte del mundo judío.

Gerda Taro y Robert Capa

Gracias a las inmortales imágenes del fotógrafo Robert Capa, el mundo entero pudo enterarse de primera mano de lo que estaba pasando en España. De ascendencia judía, en 1936 Capa cubre la Guerra Civil Española, y sus imágenes tomadas en los diferentes frentes de combate aparecen simultáneamente en la revista norteamericana Life, en la francesa Vu y en la inglesa Weekly Illustrated, tres de las de mayor circulación en el mundo.
Una de las imágenes que removería las fibras más íntimas de la humanidad fue la de un miliciano español en el preciso momento en que era asesinado de un disparo, fotografía que lanzó a Capa a la fama. Él no huía del peligro, no buscaba posiciones cómodas que resguardaran su cuerpo en menoscabo de su trabajo fotográfico, tal como lo comprueba su muerte, acaecida años después al pisar una mina antipersona en el camino vietnamita de Thai Binh.*
Gerda Taro, su compañera sentimental y también gran fotógrafa, documentó el conflicto español. Hija de judíos polacos, Taro fue testigo del triunfo republicano en la primera fase de la contienda, lo que le granjeó el respeto del mundo al publicarse su reportaje en la revista Regards. En el frente de batalla registró los atroces bombardeos de la aviación fascista, sin importarle demasiado los riesgos que corría. El arrojo y la valentía fueron dos de sus cualidades más destacadas. Por eso, después de haberse jugado el pellejo en los frentes de guerra, no podemos menos que resentir el modo en que encontró la muerte: Gerda Taro murió en un absurdo accidente al regresar del frente de batalla. Subida al estribo de un automóvil, y a partir de la confusión causada por unos aviones enemigos que volaban a baja altura, un tanque republicano aplastó su cuerpo, muriendo poco después. Tenía 27 años.

El 1° de abril de 1939 el generalísimo Francisco Franco puso fin al conflicto firmando el último parte de guerra que declaraba su victoria y establecía un acuerdo de amistad con la Alemania nazi. La naciente república española fue disuelta, y pocos meses después estallaría la Segunda Guerra Mundial, comprobando que el temor ante el avance del fascismo era absolutamente justificado, pues en este nuevo enfrentamiento morirían cincuenta millones de personas, incluyendo seis millones de judíos.
Franco gobernó hasta su muerte en 1975, y luego de una delicada transición llevada a cabo por el presidente Adolfo Suárez, hoy España es democrática.
En 1986, al conmemorarse medio siglo del comienzo de la Guerra Civil, y habiendo España establecido relaciones con el Estado judío, Jaim Herzog, a la sazón presidente de Israel, reconoció el valor y arrojo de los voluntarios, considerándolos luchadores por la libertad. Luego, Herzog escucharía al rey Juan Carlos en la Gran Sinagoga de Madrid decretar la conciliación y la anulación del Edicto de Expulsión de 1492.
Poco después, en 1990, y por iniciativa de un grupo de brigadistas judíos, se inauguró en el cementerio de Montjuic, en Barcelona, un monumento en forma de Estrella de David en memoria de los 8000 voluntarios judíos que se batieron en la guerra, y que durante el conflicto fueron alabados unánimemente por su valentía y dedicación.
*Vea nuestro dossier “Robert Capa: la mitificación del reportero gráfico”; en NMI Nº 1901:http://bit.ly/2klOSNN
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