Los hijos de las víctimas han vivido un auténtico calvario durante más de 80 años
Tomeu Ballester muestra una fotografía de su padre, Bartolomé Ballester Roig.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) considera las desapariciones forzadas como «una grave violación de los derechos humanos». Entiende como tales el arresto, detención y traslado de personas contra su voluntad por parte de agentes gubernamentales, grupos organizados o particulares que actúan en nombre del gobierno y que después se niegan a revelar su paradero o suerte dejándolas así sin protección legal. La mayoría de casos de desapariciones forzadas o forzosas ocultan asesinatos silenciados durante años. Los viudos no lo son sobre el papel. Tampoco lo son los huérfanos. Cada 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, los familiares de los desaparecidos intentan dar visibilidad a un fenómeno del que no escapa Baleares.
Tomeu Ballester tenía cuatro años cuando una tarde los falangistas se llevaron a su padre Bartolomé Ballester Roig a la prisión de la escuela vieja de Campos. Nunca más volvió. Dejó mujer y dos hijos. Su hermana (dos años menor que él) ya ha fallecido, pero Tomeu Ballester, con 91 años ya cumplidos aún mantiene la esperanza de localizar los restos de su padre. Le buscaron sin éxito en el cementerio de Montuïri donde según las fuentes orales fue asesinado, pero sabe que la historia a veces da sorpresas y la exhumación e identificación de los restos de Aurora Picornell en el cementerio de Son Coletes, ha alimentado su ánimo.
«Yo no sé si podremos encontrarlo. A aquellas chicas que mataron en Porreres y se creía que estaban allí en Porreres (Aurora Picornell y las Rojas del Molinar) las fueron a enterrar a Son Coletes en Manacor. No sé si mi padre puede estar también allí en Manacor o puede que esté en Porreres... Están haciendo pruebas para intentar identificar a más desaparecidos», dice Ballester.
Tomeu Ballester era demasiado joven cuando se llevaron a su padre. No tiene una imagen de lo ocurrido en su memoria, pero sí conoce al dedillo la historia silenciada por el Estado que su familia le transmitió: «Lo fueron a buscar los falangistas y lo llevaron a las escuelas viejas donde había treinta o cuarenta detenidos. Una tarde se lo llevaron de allí, a él y a otros tres más jóvenes. Se los llevaron para matarlos en Porreres, pero uno de los que fusilaban era amigo íntimo, no sé si de él o de alguien de la familia y les dijo ‘aquí no les matareis’. Nos dijeron que los mataron en Montuïri, pero allí han hecho cuarenta mil pruebas y no los han encontrado», lamenta Ballester. Se refiere a las dos campañas de exhumación que se han realizado en los últimos años en el cementerio de Montuïri, ambas sin éxito.
«Si recuperamos sus restos sería una emoción muy grande», dice con un nudo en la garganta que le obliga a guardar silencio unos instantes. Llora. «Mi deseo es enterrarlo junto a mi madre en Campos», dice cuando recupera el aliento. No duda ni un instante al defender el derecho de las víctimas a recuperar a sus seres queridos: «Hay que buscarlos. Yo siempre he dicho que a los asesinos no los puedo perdonar, ni a los que lo ordenaron matar, pero a sus familiares, hijos y nietos... contra ellos no tengo nada. No tienen culpa de nada. En las reuniones que tuvimos de Memoria Histórica siempre he dicho lo mismo. Los hijos no tienen culpa de nada».
Medio centenar de familias de desaparecidos de la Guerra Civil y la represión franquista ya han podido recuperar a sus allegados. El último recuento oficial habña de 301 víctimas recuperadas, 51 identificadas y 49 retornados a sus familiares. Pese a su avanzada edad y al tiempo transcurrido desde los asesinatos (más de 80 años) algunos hijos han podido conocer la verdad. Es el caso, entre otros de Catalina Capó, hija de Jaime Capó Amengual, asesinado en el cementerio de Porreres. Tenía siete años la última vez que vio a su padre. Cuando los falangistas fueron a buscarlo se despidió de ella con un beso. La apertura de la fosa de Porreres en 2016 le permitió recuperar sus restos y enterrarlos en su pueblo natal, Búger. Otros hijos de víctimas no han tenido la misma suerte. La mayoría murieron años, o incluso semanas antes de que comenzaran las exhumaciones de sus cuerpos.
El ciclo exhumatorio está a punto de concluir
La antropóloga Almudena García Rubio trabaja desde el año 2003 en la búsqueda, exhumación e identificación de fosas de la Guerra Civil Española de la mano de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Ha dirigido actuaciones incluidas en los diferentes planes de exhumaciones impulsados por el Govern balear. Explica que en las Islas «nos estamos acercando al objetivo de tener todas las demandas y fosas investigadas de las que hay constancia, igual que ha pasado en País Vasco que en el verano de 2020 dio por cerrado su ciclo exhumatorio. Eso no quiere decir que si un tiempo después aparece de forma fortuita una fosa el gobierno no se ocupe».
«En Baleares estamos muy cerca de estar en el mismo punto que País Vasco. La Comisión de fosas ha ido valorando qué fosas había que investigar y se fueron haciendo primero las más urgentes, aquellas en las que teníamos familiares directos vivos vinculados. En el último plan se incluyeron por primera vez las exhumaciones de fosas vinculadas a la batalla de Mallorca en las que están los milicianos que vinieron de fuera. Ciertamente estamos llegando al final del camino», reflexiona.
García Rubio recuerda que «La desaparición forzosa es un delito que no prescribe y se considera que ciertas víctimas en Baleares son víctimas de la desaparición forzosa». Es el caso de las víctimas halladas en Porreres y en Son Coletes. Hasta la fecha se han recuperado allí 136 cuerpos de los que 36 ya han sido identificados «Es lógico que a día de hoy los familiares sigan haciendo valer su derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación y que soliciten que el Estado se ocupe de la búsqueda y de alcanzar la identificación», dice.
Respecto al último Pla de Fosses de Baleares, que Aranzadi y ATICs ejecutan en colaboración, García Rubio explica que «en Son Coletes ya se han hecho todos los sondeos que se podían hacer en el límite del cementerio antiguo (bajo el nuevo). Lo que estaba accesible ya se ha recuperado». Siguen trabajando en las identificaciones. «El lote 1 del último plan nos da dos años de margen para hacerlo y llevamos aproximadamente nueve meses. Están enviadas casi todas las muestras y los laboratorios de genética están trabajando. Las muestras se envían al laboratorio Biomics (País Vasco) y a un laboratorio en la Universitat Autónoma de Barcelona que trabajan conjuntamente.
Del IV Pla de Fosses, quedan pendientes de realizar una intervención en la Cala Sant Vicenç de Pollença (donde se busca una posible fosa vinculada a un campo de concentración), una intervención en el cementerio de Sant Francesc de Formentera (se busca a los presos que murieron en reclusión por inanición en el penal de Formentera) y la parte interior del cementerio de Son Carrió (se busca a víctimas de la batalla de Mallorca).
Los equipos trabajan también en la restauración de los objetos recuperados de las fosas. «Se hizo una parte, pero el lote 4 aún en marcha» dice Almudena García Rubio. La pluma de Aurora Picornell es sin duda el objeto más emblemático. Fue entregada a sus descendientes y estos la donaron al Govern para ser exhibida junto a otros objetos recuperados en un futuro museo de la memoria. «Principalmente recuperamos elementos de la vestimenta (lo que queda de ellos) y otros objetos que llevaban las víctimas en los bolsillos, objetos de la vida cotidiana: lápices, mecheros, monedas llaves…», dice la antropóloga.
Políticas del Govern
El Govern se ha reunido precisamente esta semana por primera vez con los familiares de las víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista. La memoria histórica ha desaparecido de su organigrama. No aparece en su web ninguna referencia al departamento, ni tampoco son fáciles de encontrar los enlaces que antes conducían a los usuarios hasta el memorial de la palabra (cartas de los descendientes en recuerdo de sus desaparecidos) o al balance de las exhumaciones en tiempo real.
La Conselleria de Presidència i Administracions Públiques asume las competencias de Memoria Histórica aunque no figure entre sus funciones en el organigrama oficial. La consellera Antònia Maria Estarellas, acompañada del director general de Coordinació i Transparència, Jaume Porsell recibió a la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver y al vicepresidente de la asociación Guillem Mir el martes 22 de agosto. Tras el encuentro el Govern emitió un escueto comunicado en el que garantiza que «la intención de este Govern es continuar con esta ley, porque la prioridad es dar sepultura a todas las víctimas de la Guerra Civil que aún no han sido enterradas». El escrito evita la denominación ‘víctimas de la represión franquista’, a pesar de que la mayoría de los restos exhumados hasta ahora son de personas que nunca entraron en combate.
El Govern garantiza que cumplirá con la Llei de Fosses, aprobada por unanimidad con los votos del PSOE, Més, El PI y el PP hace dos legislaturas. En cambio derogará la Llei de Memòria Histórica en cumplimiento del pacto que ha firmado con Vox. Esta última ley se aprobó en el Parlament con la abstención del PP. El texto definitivo introdujo algunas de las enmiendas que presentaron los 'populares'.
«Coinciden con nosotros en que todas las víctimas merecen un entierro digno. Nosotros les hemos pedido que no deroguen la Ley de Memoria y les hemos dicho que estamos dispuestos a trabajar con ellos para recuperar a las víctimas, porque esta no es una cuestión de partidos sino de derechos humanos», explica la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver.
El Govern también ha garantizado la construcción de un columbario en el cementerio de Palma, junto al Muro de la Memòria, donde se depositarán los restos de las víctimas exhumadas que no han podido ser identificadas y también los de algunas víctimas identificadas por expreso deseo de sus familias, entre ellas Aurora Picornell. Fuentes de la Direcció general de Transparència confirman que la construcción del columbario «se hará tal y como estaba prevista» y que está «pendiente de la licencia de obras».
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