dissabte, 27 de gener del 2024

Restaurar para honrar la memoria: una joven se ayuda de IA para recuperar y poner color a fotografías de víctimas del franquismo y el Holocausto.

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Soldados represaliados, hombres, mujeres y niños prisioneros en campos de concentración. Historias que, en la mayoría de los casos, tiene que conocer antes de ponerse a restaurar


Restaurando el retrato de los caídos para honrar su memoria: una joven pone color a las fotografías de víctimas del franquismo y el Holocausto

Restaurando el retrato de los caídos para honrar su memoria: una joven pone color a las fotografías de víctimas del franquismo y el Holocausto

05:56

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Madrid

Una pequeña habitación a modo de estudio. En el escritorio, una tableta gráfica junto a un ordenador portátil hace las funciones de paleta. Es “la cueva” en la que Luda Merino (Siberia, 2001) se encierra desde hace cuatro años. Una infancia diferente, y su gusto por la historia y el Photoshop llevaron a esta joven estudiante de animación 3D a restaurar imágenes de víctimas - en su mayoría españolas - tanto del franquismo como del Holocausto. Un “hobbie” que empezó por ver si de casualidad le llegaba a algún familiar y que hoy acumula más de 165.000 seguidores en X (antiguo Twitter).

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Acababa de cumplir los 18 años cuando Luda se topó con una foto deteriorada de un bebé en la cuenta oficial del museo de Auschwitz, el campo de concentración y exterminio que sirvió a la Alemania nazi para asesinar a cerca de 1,1 millones de personas en la primera mitad de los años 40, el 90% judíos. Entonces, decidió que iba a restaurarla. Mientras que esa imagen se perdía en su archivo, siguió restaurando fotografías sacadas de Internet y de la Asociación de Memoria Histórica, hasta que en 2021 se abrió un perfil llamado “Restaurando su dignidad” para publicar su trabajo e intentar explicar la historia que hay detrás de cada imagen. Pensó que iba a tener poco tirón, pero al año de empezar el proyecto ya sumaba más de 120.000 seguidores.

De las 350 fotografías que ha restaurado en este tiempo, la mayoría son retratos. Algunos sacadas de internet, pero otros son fotografías que le mandan los familiares. Soldados represaliados, hombres, mujeres y niños prisioneros en campos de concentración. Historias que, en la mayoría de los casos, tiene que conocer antes de ponerse a restaurar. “En los campos nazis, la mayoría tiene un cartel al lado, en el que a parte del número, pone unas letras en las que te indica qué numero de prisionero era y con eso puedes sacar qué distintivo tienes que ponerle y su color”, explica Luda.

Así es la restauración de las imágenes

Tras el proceso de documentación, ya con la fotografía, hace una primera limpieza de rayones, virutas, trozos rotos, sacar y poner brillos y sombras. Repasa los rasgos de la cara, difumina y pasa la imagen por una Inteligencia Artificial que mejore su calidad, aunque reconoce que la IA “suele hacer cosas raras” como “poner pelo” donde no hay, y esto le obliga a tener que estar retocando y volviendo a pasar por la IA, a veces hasta en 5 ocasiones. Una vez que ha conseguido una imagen nítida comienza a colorear décadas en blanco y negro.

Sirviéndose de su tableta gráfica y de un lápiz electrónico coloca en Photoshop capa tras capa, dibujando y superponiendo sobre la fotografía. Primero el color de la piel, después la cara, el blanco de los ojos, el color rosado de la boca, así hasta llegar a la vestimenta, donde suele consultar a un amigo experto para poder hacer una reconstrucción que sea lo más fiel posible. A veces, en 45 minutos ha terminado, otras en 6 o 7 horas, dependiendo del número de figuras que haya.

La última foto que muestra es la de Manuel, un hombre de Almería que fue deportado al campo de concentración de Mauthausen, Austria, donde murió a manos de los nazis en 1942. Una imagen de poco más de 6 centímetros que el padre de Pilar llevaba en la cartera y que un día le hizo llegar a Luda para que se la restaurase.

Restauración de una fotografía de una víctima del Holocausto

Durante décadas, la familia de Pilar pensó que su tío Manuel - un sargento republicano - había muerto en la Guerra Civil, pero un día un hombre les hizo llegar un libro escrito por 3 supervivientes de Mauthausen en el que aparecía el nombre de su tío: “Manuel Lucas Martínez, Gusen, 26 del 1 del 42”. Después de varios años investigando, encontraron dos partidas de defunción. La primera decía que Manuel había muerto en la enfermería, la segunda que había muerto en su cama. Pero la realidad es que creen que fue asesinado con una práctica habitual de los nazis en aquel momento, congelado por el frío después de que le rociasen con agua de madrugada.

Buceando en redes sociales acabó entrando en Restaurando su dignidad. Pensó que la foto de su tío tenía más de 80 años y estaba muy antigua y contactó con Luda. Pilar le dio algunas pistas, como que Manuel tenía los ojos verdes, y unos días después, lo que era gris y apenas se diferenciaba, recuperó su color. “Supuso mucho. No paraba de llorar”, reconoce.

Luda, que lo hace de forma altruista - reconoce que es “muy bonito” ayudar a cerrar algunas heridas del pasado, y aunque su nombre habla de restaurar dignidades, la realidad es que ella asegura que no restaura su dignidad porque “ellos murieron con ella”. Por el momento, Pilar ya tiene cogidos los vuelos para ir al pueblo de Mauthausen y poner una placa de cerámica en recuerdo de su tío Manuel con una frase: nunca muere quien no se olvida.