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¿Es posible fundar un nuevo partido de izquierdas?
Almudena Grandes propone, en un libro de diálogos con Llamazares, crear una fuerza distinta a IU.
JUANMA ROMERO - Madrid - 27/10/2008 07:30
¿Llegó la hora? ¿Se puede fundar un nuevo partido a la izquierda del PSOE, con nuevas raíces, nuevo impulso, nuevas siglas, distinto a la genéticamente convulsa Izquierda Unida?
Rotundamente sí. Almudena Grandes, una de las intelectuales más cercanas al corazón de la federación, no es críptica. Ni esquiva. Es transparente. Se puede hacer. Y lo defiende en Al rojo vivo. Un diálogo sobre la izquierda de hoy (A. Machado Libros), una obra que firma con Gaspar Llamazares y que mañana se presenta en Madrid. El libro se alimenta de la charla que mantuvieron el hoy ya ex coordinador de IU y la escritora durante todo un día, el pasado 23 de junio.
Grandes cree que no vale «empecinarse» en prolongar la «agonía» de la federación
“IU ha tocado fondo”, esgrime Grandes, “ha agotado su ciclo vital y las hemorragias la están desangrando”, así que no hay más que una puerta: “Necesitamos un partido. No una coalición, no una alianza, no una plataforma electoral, no una muestra de la creatividad mediterránea [...]. De eso ya hemos tenido bastante, demasiado. Lo que nos hace falta es un partido, ni más ni menos, una organización con una estructura sencilla y jerarquizada, cuyos militantes estén representados por un único órgano de dirección”. IU sufre su “muerte natural”, no vale “empecinarse” en su supervivencia, ni prorrogar su “sangrienta, insoportable agonía”. Hay que pasar página. Ya. “Porque, al otro lado del desierto, hay vida”.
El responsable es obvio. El PCE, manejado en las alturas por Paco Frutos y Felipe Alcaraz. “El acabamiento de IU no es otra cosa que el fracaso del partido que la impulsó, y su dirección no puede sentirse de ninguna manera ajena, y mucho menos víctima, de una situación que nadie ha propiciado tan decisiva, tan sañudamente como ella”. Blanco sobre negro, la autora de El corazón helado dibuja un diagnóstico “duro”, necesario para despertar y fundar un nuevo partido, aunque dé “vértigo”. Una formación que ejerza “una oposición seria, responsable y eficaz desde la izquierda”. Llegó la hora, pues. Fuera arrecia contra el capitalismo.
El ex coordinador prefiere «mantener lo que hay de positivo en IU y acrecentarlo»
Grandes interpela a Llamazares sobre su “opinión exclusivamente personal”. Él cabecea. No es posible. “El creacionismo en política no existe [...]. Debemos mantener lo que hay de positivo en IU, y acrecentarlo”. “Sumar”, y no restar. Acabar con las “luchas cainitas” y volver a la “pluralidad”, al “mestizaje”, a la apertura de la izquierda. Sólo así puede superarse el “pulso agotador” entre IU y el PCE, explica el ex líder. “Nos equivocaríamos si la próxima asamblea [el 15 y 16 de noviembre] fuera la de la refundación comunista de IU”. Su reto es que “confluya toda la izquierda” del PSOE. Para ello es preciso un “pacto interno”, de todas las familias, y una alianza con la sociedad, una oxigenación.
La cúpula gasparista no baraja el exilio de IU. Aunque varios dirigentes asumen sotto voce que la idea “está flotando”, que todo depende de qué perfil triunfe en la asamblea. Llamazares pareció insinuarlo, muy de pasada, en su adiós como coordinador este sábado, en Mieres.
Por los valores republicanos
Al rojo vivo pasea, y no podía ser de otro modo, por la crisis del capitalismo que repiquetea fuera, al otro lado de la ventana de IU. Salta los “catecismos” de siempre, los dogmas (del PCE) y se acerca a los valores republicanos. Reivindica la II República española. Pero también la defensa de la democracia total, la que a través de consultas “revitaliza” la participación ciudadana. La sociedad camina, dicen Llamazares y Grandes, a la “sobreactuación” de la política, fortaleciendo la “bipolarización y el bipartidismo”. El statu quo lo consolidan unos medios de comunicación que “estigmatizan” a la alternativa, IU, y una ley electoral que la margina.
El PSOE no ha ayudado. Es más, alega Llamazares, Zapatero ha actuado con “deslealtad” hacia IU, despreciando la “generosidad” que le mostró la pasada legislatura. Algo que costará perdonar.
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Llamazares se despide del poder
En su acto de dimisión en Asturias, arenga a los suyos para que no den por perdida la asamblea de IU
JUANMA ROMERO - Mieres (Asturias) - 26/10/2008 07:30
Fin del capítulo.
Fin a una era. Fin a un tiempo político. Ayer, a las 12.25 horas, en el Campus Universitario de Mieres, la democracia española escribía la última línea del tercer coordinador general de Izquierda Unida desde su fundación, en 1986. Gaspar Llamazares dejó su sitio libre. Ya no es líder de la federación. Sólo retiene su acta de diputado. Sus ocho años al frente de la tercera fuerza del país (969.946 votos, dos escaños con ICV) se han agotado.
Tenía que ser en Asturias. Ese pedazo de IU que más le ha apoyado, donde se crió como comunista en los ochenta y donde despegó su carrera, siempre al lado de Rubén Fernández, su escudero en la sombra que también lo acompañó en su despedida. "Vengo a dar cuenta de mi dimisión a los más míos, porque no se quiere igual a los hijos, y yo quiero más a mi organización, que es la que más satisfacciones me ha dado", comenzó. Su voz sonaba agarrotada, luchando para sujetar la emoción. Traía un discurso de 20 minutos que había escrito a las seis de la mañana. Y lo leyó, como casi nunca hace, "por razones del corazón y no de la cabeza".
Por un "nuevo socialismo"
Llamazares se despedía, pero no podía renunciar a mandar un mensaje a sus 400 compañeros de Asturias, reunidos allí para elegir a los 65 delegados que acudirán a la IX Asamblea Federal, el 15 y 16 de noviembre en Madrid. "Encabecemos no la resistencia, sino la ofensiva hacia un proceso constituyente en IU, que tendamos la mano para su recomposición y su relanzamiento". Sin códigos: que los suyos, los gasparistas, deben pelear para no dilapidar el capital político de estos ocho años, no dar la batalla contra el PCE por perdida antes del cónclave ahora que se hallan en minoría (el 40%).
«Seamos más imaginativos y más heterodoxos, y menos dogmáticos. Más abiertos y menos sectarios y tribales»
Es una cuestión de identidad. IU, exigió, ha de ambicionar "un nuevo socialismo para el siglo XXI, que aúne protección de los débiles y derechos y un cambio del modelo de producción", no especulativo, "de consumo responsable, sostenible y socialmente justo". Vamos, con miras más amplias a las del envarado comunismo.
La idea de apertura, de ventilación, enlazaba con su alegato final, de gigantesco calado político e innegable lectura doméstica: "Hace falta una IU con más participación, más pluralidad y amabilidad interna". Y prorrumpió, de corrido, intenso: "Debemos ser más imaginativos y más heterodoxos y menos dogmáticos. Más abiertos y menos sectarios y tribales. Más organizados y federales y menos individualistas y feudales". Todo eso para hacer "la revolución concreta del día a día y no la de la cafetería", para "gestionar la frustración y no buscar conseguir todo ahora, sino poco a poco".
«IU es imprescindible. Si no existiera, habría que reinventarla, pero ha de ser útil, una utopía con los pies en el suelo»
De forma implícita, el ya ex coordinador llamaba al pragmatismo, la eterna materia suspensa en IU. El divorcio entre el programa de máximos y el de mínimos. La federación "es imprescindible", sí, pero tiene que "ser útil a los trabajadores, ser una utopía con los pies en el suelo". La pureza del dogma, sugirió al PCE, de poco sirve si no se incide en la realidad. Más plástico había sido minutos antes Jesús Iglesias, el líder asturiano: "Menos desfilar cual paso de Semana Santa y más compromiso con la superación de nuestras dificultades". En su caso, con mayor razón: ahora su ejecutiva negocia con el PSOE entrar en el Gobierno del Principado.
Para Llamazares concluye una etapa "agridulce", con la amargura de la debacle del 9-M, el "orgullo" de haber combatido a José María Aznar en la calle y haber ayudado a los "avances en derechos civiles".
Catálogo de fallos
Hora de asumir errores. "La responsabilidad, no la culpa", precisó. Entre ellos, “"no haber articulado mejor la iniciativa política y la movilización social, no lograr más unidad, no cambiar más y más aprisa IU para ponerla al ritmo de los tiempos". No le dejaron, esbozó. Urge erigir, por tanto, "una alternativa de izquierdas, no que se busque quién no es de izquierdas dentro de IU".
Iglesias ya había avanzado la "parquedad y retraimiento" de los asturianos. La hubo en la despedida. Llamazares se guardó una larga y contenida ovación de sus compañeros, puestos en pie. Rostros duros, de decepción, de derrota y dolor. El líder de IU se iba definitivamente. A las 12.25 del sábado 25 de octubre de 2008.
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El coordinador que no pudo reinar
Llamazares quiso cambiar IU, hacerla más moderna y "soberana", pero no frenó el desgarro interno y la caída electoral
JUANMA ROMERO - Mieres (Asturias) - 26/10/2008 07:30
Vaya por delante una evidencia: no valen las recetas de otros partidos en IU, que no es un partido. Concebirla como tal no es un pecado venial. Conduce a la muerte política. No hay confortables sillones desde los que teledirigir la federación, así en el cielo como en la tierra. Ni los habrá tras un rey que intentó ser más presidencialista. "No presentaré [en la asamblea] un informe de gestión sin gestión porque he gobernado IU. Tampoco un informe inculpatorio. Para eso soy muy asturiano, muy cabezón, y defiendo lo que hago".
Gaspar Llamazares (Logroño, 1957) incidía ayer en una de las marcas de su carácter. Una huella que, para bien o para mal, lega a la federación. Su búsqueda de una "IU soberana"”, moderna, con una relación más flexible con el PSOE (fuera pinzas) e implacable con el PP. Como alega en su obra Al rojo vivo (A. Machado Libros), un diálogo con Almudena Grandes que publica este martes: "Yo quiero un PCE de IU antes que una IU del PCE". "Tenemos mucho miedo a cambiar", dice unas páginas después. La coalición está atenazada por una brutal falta de “confianza y autoestima”.
Gestión "autoritaria"
El ex coordinador no ha cumplido sus objetivos, en parte arrastrado por la "cacofonía interna". La "atmósfera de virus", que dijo ayer Jesús Iglesias. La guerra de unos y otros ha sido constante, extenuante, desde 2000, y aún antes. Está en el ADN de IU. Pero también le ha pesado su perfil adusto, seriote, tímido, poco amigo de las multitudes, y su falta de cintura para gestionar –y equilibrar– las voces internas. Parte del ruido obedece a una rivalidad personal, una antipatía mutua entre Llamazares y los dos aurigas del PCE, Felipe Alcaraz y (sobre todo) Paco Frutos, al que ganó por un voto en 2000, en la VI Asamblea.
Deja el liderazgo de la federación, pero seguirá en política en el Congreso, avisó dos veces
Otra ración se la lleva la incomprensión de su política cotidiana, "autoritaria" para sus detractores, "subordinada" al PSOE, "dócil" con él. Él siempre se ha deshecho de esas críticas. Ha opuesto su trabajo en el Congreso y sus diferencias con Zapatero, las culpas del "bipartidismo feroz" la "injusta" ley electoral.
Llamazares deja una IU desconcertada. Todo puede pasar en la IX Asamblea. O la hecatombe o la refundación. La recuperación es difícil. Desde 1996 (21 diputados), la coalición ha caído en picado. Ocho actas en 2000, cinco en 2004, dos (una de ICV) en 2008. Y todo en un contexto favorable hoy para una fuerza así: la reflexión de las costuras del capitalismo.
El líder que vino de Asturias coge el petate. Ha dimitido. Pero, y lo avisó ayer dos veces, sigue en política en el Congreso. Como decía su camarada Noemí Martín: "Su faro no se ha apagado. Estará ahí"”. Pero IU no adora a líderes caídos. Los sepulta.
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