dimecres, 25 de setembre del 2013

Arturo Torres Barranco represaliado en Torrubia del Campo | #DiseloalaONU


http://comisionverdadfranquismo.com/2013/09/25/arturo-torres-barranco-represaliado-en-torrubia-del-campo/


abuelo2Mi abuelo, Arturo Torres Barranco, nació en 1895 en Torrubia del Campo, un pequeño pueblo de Cuenca. Era agricultor, propietario de unas cuantas tierras, una galera y una pareja de mulas y con ellas sacaba a su familia adelante. No exento de inquietudes políticas, con la llegada de la República ocupó el cargo de Recaudador del Impuesto de Utilidades y Consumos de la primera corporación republicana de la localidad. El 30 de junio de 1936, pocos días antes del golpe militar, presentó el último estado de cuentas. Debido a su edad no combatió.
En las elecciones del 16 febrero de 1936 apoyó al Frente Popular y tras la victoria de éste, en abril fundó en su pueblo el Partido de Izquierda Republicana.
En la mañana del viernes 1 de septiembre de 1939, a la misma hora que Alemana invadía Polonia dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial, era detenido y trasladado a la cárcel del municipio en prisión preventiva. Ese día cumplía 44 años y como tantos otros defensores de la República pasaba a engrosar el catálogo franquista de destrucción humana. Dejó solos y sin recursos para subsistir a una mujer y cuatro hijos pequeños. El menor tenía seis meses.
La Auditoria de Guerra procedió a instruir un sumarísimo de urgencia (1654/29). Ser republicano, tener ideología de izquierdas y haber fundado I.R. en una pequeña localidad conquense era más que suficiente para que le imputaran un delito de Rebelión. Pero, ¿Quién se rebeló contra quien? A media España se la castigó con el encarcelamiento y/o la muerte por no adherirse a la sublevación fascista.
denuncia3El Consejo de Guerra tuvo lugar a las tres de la tarde del día 6 de noviembre de 1940. La acusación del Fiscal: culpable de un delito de auxilio a la rebelión, siendo condenado a la pena de doce años y un día de reclusión.
Gracias a la ayuda de una familia influyente de Cuenca, le concedieron la prisión atenuada el 23 de noviembre de 1941. Salió de la cárcel el 24 de noviembre de 1941 con una libertad precaria, pues a todos los efectos seguía siendo un preso de Franco. Su libertad estaba condicionada al comportamiento que tuviera fuera de la cárcel, por lo que tuvo que vivir con la constante amenaza del retorno. Los salvadores de la patria no le dejaron levantar la cabeza. En octubre de 1944 el Juez considera al abuelo mero propagandista y el Auditor de Guerra acuerda dar curso a la libertad vigilada. Seguía siendo preso. A fecha de hoy no he conseguido averiguar cuando fue liberado.
Durante casi tres años estuvo encarcelado en la Prisión provincial de Cuenca y en la habilitada del Seminario, sometido a la constante tortura psicológica y física de una represión institucionalizada, humillado, convivió con el hambre y el terror. Cuando pudo salir de aquel infierno, era un ser derrotado, agarrado a un bastón, un vencido que guardó silencio durante toda su vida. El régimen franquista no solo le privó de libertad, también hundió la economía familiar. Vivió desde entonces su exilio interior dentro de una sociedad herida, intoxicada de la estructura mental del dictador, para el cual el orden era su orden, el derecho su derecho y la vida no tenía valor.
Y yo, su nieta, decidí iluminar su Memoria por mi padre y por mi hija, para que no olvide nunca y jamás tenga que luchar contra la palabra IMPUNIDAD.
Mi denuncia desde aquí las dificultades para conseguir datos de su represión a través del Archivo Histórico de Defensa. Se negaron a entregarme el expediente judicial alegando que estaba en avanzado estado de deterioro. El Acta del Consejo de Guerra no aparece. Denuncio la paradoja que supone el ejercicio del derecho a saber y un Estado que se llama democrático que lo impide, ya que los documentos están en proceso de destrucción, y no de restauración, y no por falta de medios -que los ha habido durante décadas-, sino por la desidia de una institución, en este caso de las Fuerzas Armadas, por el patrimonio documental que custodia, que es de todos los españoles.
Mi denuncia a Izquierda Republicana, partido del que es militante histórico mi abuelo. Cuando les demande datos de su militancia, después de mucho silencio solo obtuve la desafortunada respuesta de que para ellos era prioridad la política y no la Memoria y me regalaron el calificativo de “ignorante”
Mi denuncia a los gestores de la Querella Argentina y el impedimento constante para poder presentarme como querellante en nombre de mi abuelo.
María Torres Celada