María Torres y Gabino Alonso / Noviembre 2013
Patricio Pedro Escobal López (Perico) pudo haber llevado una
cómoda vida como ingeniero, pudo haber disfrutado de la fama por su capitanía
en el Real Madrid y su paso por la selección Española de futbol, pero eligió el
compromiso de su ideal republicano aunque ello le condenara a la muerte. Cuatro veces escuchó el reclamo del
paredón de fusilamiento.
Ingresó en la cárcel improvisada que los franquistas habilitaron
en los locales del frontón de cesta punta Beti-Jai. Que ironía que este nombre
signifique "fiesta alegre" cuando se trataba de un lugar infecto
lleno de piojos donde "No nos daban
de beber más que agua sucia". Patricio lo llamó "el bote" y
allí junto con 900 presos más, vivió con el miedo constante de que apareciera a
cualquier hora del día o de la noche "el veintiocho" como era
denominado el camión de las sacas. “A
partir de aquel día las noches fueron todas de saca con una media de diez a
doce víctimas, excepto los doimingos que por ser día sagrado de una cruzada
santa, dábase cumplimiento al quinto mandamiento de la ley de Dios”
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