divendres, 18 de març del 2016

Terrorismo de bajo perfil de los falangistas.


https://lasmerindadesenlamemoria.wordpress.com/2016/03/16/terrorismo-de-bajo-perfil-de-los-falangistas/



(40 años de guerra al rojo y masón II)
Nuestros mayores vivieron en una sociedad traumatizada y asustada donde, por si quedaba alguna duda, se sentía la omnipresencia del verdugo mayor: el caudillo. Los paseos y las sacas… iban acompañadas con la presión absoluta sobre la población. El terrorismo de bajo perfil se manifestaba en diversos actos de fuerza y humillaciones de los falangistas, como eran rapar el pelo, pegar palizas públicas, aceite de ricino (causa desarreglos intestinales, vómitos), los abusos sexuales, la intimidación, la tortura… Estas felonía se extendieron por toda España nada más terminar la guerra fueron la base de la relación entre vencedores y vencidos. En los tiempos actuales, las personas que han vivido el asedio de ETA en pequeños pueblos de Euskadi cuentan que mayor que el miedo a la muerte, era el encierro y el desprecio que les supuso en la vida cotidiana. Los falangistas fueron los precursores de la “socialización del sufrimiento” que hace unos pocos años puso en marcha el entorno político de ETA.
540552_381760051884011_1857460525_nNo tenemos muchos testimonios de estas “torturas” en las Merindades, pero no tenemos ninguna duda de que serían parte de lo cotidiano, ya que era una práctica generalizada en toda España. Os agradeceríamos que aportaseis vuestros conocimientos enviándolos almerimemo@gmail.com o insertándolos como comentario en esta misma entrada.
El maltrato físico en las detenciones era lo normal (apaleamiento), los ingresos en la cárcel se producían en un estado lamentable de los detenidos, de hecho la práctica de la tortura se mantuvo hasta el final del Régimen en los cuartelillos. Hasta simples disputas vecinales por disputas de pastos, podían conllevar una somanta de palos de los sádicos, empoderados tras el uniforme. En el ámbito rural se mezcló la política con las rencillas entre vecinos. Sufrieron idénticas consecuencias muchos vecinos cuyo único “delito”, por ejemplo, fue poseer tierras que alguno de los vencedores ambicionaba. Todo abuso era fácil y arbitrario, tenían patente de corso
La coaccion con la violencia de los símbolos
rito nacionalTambién sufrieron una violencia más subliminal: intimidación en la vidacotidiana (calle, escuela…) para atemorizar y humillar. Obligaban a participar en los desfiles, manifestaciones y celebraciones (los que se quedaban en casa eran enemigos y había que perseguirles…), a colgar símbolos franquistas de los balcones, los cánticos y las voces obligatorias, junto con los saludos en brazo en alto. Por si alguien dudaba de las normas, están venían publicadas como parte de la intimidación psicológica a que se sometía. Daban gran publicidad a los asesinatos-fusilamientos y a los castigos para que sirvieran de escarmiento, igualmente se publicaban en la prensa las multas y las sanciones.
Un camino para no entrar en conflicto con el poder, era no relacionarse con nadie que hubiera sufrido represión, así los represaliados eran “apestados” y aislados socialmente. La gente veía peligrar su existencia si ayudaba a los afectados por la represión, hasta familiares cercanos en ocasiones les dieron la espalda. Los leales y sus familiares eran perseguidos continuamente, su indefensión les provocaba un miedo constante ante las visitas de los falangistas y Guardia Civil, y la impunidad de sus actuaciones. No había otro camino: La sumisión obligatoria. En la intimidación, en menor escala estaban las amenazas, venganzas y burlas.
Ni siquiera se dejaba en paz la correspondencia. A los rojos no les llegaban las cartas en muchos lugares y tenían que ir a buscarlas al cuartel.
La Intimidación a las familias
En su función coercitiva, y para que no se moviera nadie, pusieron interés especial en atemorizar a los familiares de desafectos incluso a los más pequeños. Las familias de republicanos eran rehenes, sometiéndose a sus exigencias para salvar a los suyos. Los franquistas pretendían borrar la memoria de las gentes, hacer pasara a la República como si fuera un espejismo. El miedo y las penurias económicas lo hicieron realidad, por la mera supervivencia.
La propaganda de los actos oficiales era otra forma de humillación. Celebraciones a los Caidos, en un homenaje que pretendía ser perpetuo y se celebraron ininterrumpidamente durante 40 años: el 18 de julio día de la victoria, el 1 de abril día del caudillo y 1 de octubre el de los caídos. Las víctimas de los republicanos sólo habían muerto para sus familiares.
Tampoco se olvidaron de los más pequeños, los fascistas procuraron que se trasmitiera la intimidación a los niños, se movieron entre la manipulación al maltrato infantil.. Desde el principio en cada pueblo que tomaban sacaban a los niños de la escuela para ir al desfile a celebrar la toma. Los adultos vencedores se lo pusieron difícil a los hijos de los perdedores. En el Auxilio Social (Instituto de ayuda social de la sección femenina de la Falange) la humillación era la norma. Utilizaron a los hijos de los rojos, cuando no les pegaron e insultaron. Así incluso otros niños, los retoños fascistas, insultaron, maltrataron, tiraron piedras, amenazaron a los hijos de los perdedores. Los niños pequeños tuvieron que hacer recados, trabajar en el campo, en el taller, en casa. Como escribimos hace un tiempo… Les robaron la niñez, la inocencia, la diversión.
Coacción económica
Miedo era la palabra que también movía el mundo económico, miedo a los expedientes, miedo a las multas, miedo a las confiscaciones… ¡Menudo país de miedo era la nueva España! No era para menos, la amenaza de multas era continua, pero no era su único instrumento. Los fascistas y la iglesia controlaban todos los mecanismos para satisfacer las necesidades básicas, así que utilizaban esas herramientas para humillar y controlar a la ciudadanía: las Cartillas de racionamiento, los subsidios al combatiente, los imprescindibles certificados de buena conducta, los avales para encontrar trabajo… Los falangistas se habían apropiado de todo, y se seguían apropiando de todo lo que podían.
También era evidente la represión a los vencidos y vencidas en las Prestaciones del nuevo estado: La política asistencias de ayudas estaba condicionada por la política represiva, mediante la discriminación en las ayudas de Auxilio Social y otros. Igualmente el mercado al acceso laboral era vedado a los vencidos, o se daba prioridad a los falangistas. Además de la falta de trabajo, se discriminaba en los sueldos a los no falangistas.
La religión como coacción 
Desde el 19 de julio la religión católica fue la oficial del Estado. La ola de religiosidad impuesta inundó todos los rincones. La presión era continua y la iglesia también en esto fue un instrumento fundamental para imponer la resignación ante los abusos del régimen. La coerción religiosa fue muy importante y perduró en el tiempo a lo largo de la Dictadura.
De nuevo la Iglesia siempre omnipresente en el estado Franquista y su organización
Otro medio fundamental de coerción era la necesidad de informes favorables de conducta para cualquier tipo de actividad (carnet de conducir, oposición al puesto de trabajo, superación de expedientes de depuración, obtención de la libertad condicional, cualquier empleo)… Los expedientes los realizaban el alcalde, la FET, la GC y el párroco. El cura era el garante de la honradez de los vecinos.
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