dissabte, 13 de maig del 2023

¿Héroe(s) humanitario(s)? Sobre Paracuellos, diplomacia y la Guerra Civil

 https://conversacionsobrehistoria.info/2023/05/12/heroes-humanitarios-sobre-paracuellos-diplomacia-y-la-guerra-civil/


Sébastien Farré
(Universidad de Ginebra)

Carlos Píriz
(Universidad de Santiago de Compostela)

Nathan Rousselot
(Universidad de Nantes /
Universidad Complutense de Madrid)

 

 

En el año 2022 el doctor Sébastian Farré de la Maison de l’Histoire de la Universidad de Ginebra publicó una completa investigación sobre Georges Henny, delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja en Madrid durante los primeros meses de la Guerra Civil española y autor de un informe sobre las masacres en Paracuellos del Jarama. El libro, que aparecerá próximamente en España publicado por Marcial Pons, se encuentra en libre descarga en francés en la página web de la editorial, Georg Editeur.

En Conversación sobre la Historia ofrecemos la respuesta que, tras la utilización de dicho informe de manera sesgada y descontextualizada por parte de Pedro Corral, periodista y concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Madrid, nos han remitido tanto Sébastian Farré como otros dos autores especialistas del periodo, Carlos Píriz (Universidad de Santiago de Compostela) y Nathan Rousselot (Nantes Université / Universidad Complutense de Madrid).

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A modo de introducción

Los días 18, 19 y 20 de marzo pasados, Pedro Corral, autor de varios libros sobre la guerra civil española, escribió tres artículos sobre la actividad del jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Madrid durante el otoño de 1936. Publicados en el diario electrónico Libertad Digital bajo el título “Georges Henny, un héroe humanitario en la Guerra Civil”[1], estos textos fueron objeto de una charla en el programa de Federico Jiménez Losantos “Es La Mañana de Federico”[2].

Corral relata la actuación de Henny en favor de los presos de las cárceles republicanas de Madrid y su papel durante las “sacas de Paracuellos”. También cómo en su regreso a Ginebra, su avión fue atacado por un caza soviético. Un hecho provocado, según sus hipótesis, con el fin de evitar que testificara ante la Sociedad de Naciones, lo que le habría permitido denunciar las ejecuciones arbitrarias de los presos evacuados de las prisiones madrileñas, o bien como respuesta a su heroico papel de protección de las personas amenazadas por las milicias revolucionarias.

Ilustrado con numerosas imágenes, fotografías y documentos procedentes de los archivos del CICR, los artículos de Corral son presentados como el resultado de una investigación inédita que ha sido posible gracias a la puesta a disposición de los investigadores de “nuevos documentos de extraordinario interés”, según sus palabras, así como a la labor de catalogación y digitalización llevada a cabo por el Centro de Documentación de Cruz Roja Española. Esta documentación, sin embargo, está disponible para los investigadores desde hace más de treinta años. El archivo del CICR se abrió al público en 1996 y los expedientes sobre la guerra civil española se digitalizaron tras un acuerdo entre esa institución y el Ministerio de Cultura español el 13 de junio de 2006. Las copias se conservan hoy en el Centro Documental de la Memoria Histórica[3]. Están disponibles también en la web del Centro de Documentación de la Cruz Roja Española desde hace dos años.

Credencial de Georges Henny (foto: ABC)

El famoso informe manejado por Corral y el papel del delegado con respecto a los presos en Madrid no es nuevo. Él mismo publicó en 2016 un artículo en el diario ABC titulado “Aviones republicanos hirieron al delegado de Cruz Roja que iba a informar sobre la matanza de Paracuellos”[4]. Este tema ha sido retomado en los últimos años por la derecha y extrema derecha mediáticas[5].

Lo cierto es que estos relatos son una continuación de textos publicados durante la misma Guerra Civil, los cuales terminaron por fomentar un género propio de la mano de la lógica martirológica del momento. Fueron los casos, entre otros, de los confeccionados por los encargados de negocios de Noruega, Felix Schlayer, o de Chile, Carlos Morla Lynch[6]. Precisamente estas figuras, junto a otras como Henny, han sido evocadas por determinados autores durante las últimas décadas para representar el ejemplar humanitarismo que permitió proteger a las personas amenazadas por la violencia republicana (el “terror rojo” en estos discursos) en el otoño de 1936[7]. El atentado contra el avión del delegado de la Cruz Roja sirve, de la misma manera, para demostrar la consciente voluntad de ocultar lo ocurrido y para enfatizar el papel soviético en la represión ejercida en aquella retaguardia.

Los tres artículos de Corral no aportan ningún elemento nuevo, salvo la traducción para el gran público del informe de Henny, bien conocido por los historiadores. El autor extrae de estos documentos y de la literatura reciente sobre este tema los elementos necesarios para denunciar el ataque soviético contra el delegado del CICR. Proporciona numerosos elementos y detalles, a menudo sin citarlos, extraídos de un libro publicado hace unos meses en francés sobre el delegado Georges Henny[8]. Sin embargo, evita deliberadamente comentar las conclusiones de este último, que señalan la orientación filofranquista del CICR y su proximidad a las redes de solidaridad que actuaban en favor de los rebeldes españoles. Tampoco aborda recientes trabajos que documentan el deliberado papel de las embajadas y representantes extranjeros en Madrid y que demuestran de la misma manera sus vínculos con los servicios de inteligencia franquistas[9].

Georges Henny, delegado de Cruz Roja Internacional, se recupera de sus heridas en un hospital madrileño después del derribo del avión (foto: Ministerio de Cultura)
Diplomacia, espionaje y viceversa

¿Fueron los representantes extranjeros en Madrid y el delegado del CICR unos “héroes humanitarios”? Ciertamente, su intervención protegió a personas amenazadas y ayudó a evacuarlas de Madrid. Sin embargo, su actividad se apartó de los principios de neutralidad e imparcialidad. De hecho, la acción llevada a cabo por buena parte de estos actores en la capital de España se encuadra en un determinado contexto de lucha diplomática enfocada a denunciar la legitimidad internacional de la República, en conexión con la ofensiva llevada a cabo en el terreno militar por los rebeldes.

El papel de la Misión francesa en Madrid, objeto de una tesis doctoral de próxima defensa, es muy representativa en este sentido[10]. La embajada de Francia en España mantenía relaciones estrechas con la inteligencia franquista. A finales de agosto de 1936, el encargado de negocios, René Bonjean, nombró al doctor Fernando Sánchez-Covisa como director del Hospital Saint-Louis-des-Français, de acuerdo con el rector de la obra francesa, el padre André Azémar[11]. El médico español facilitó desde su puesto el desarrollo de una red quintacolumnista perteneciente a Falange Clandestina en los centros sanitarios de bandera gala de Madrid[12]. Contando con la complicidad del personal religioso, Sánchez-Covisa mantuvo contacto con la retaguardia rebelde mediante la valija diplomática y el Quai d’Orsay[13].

En ese contexto se enmarca el derribo del avión de la embajada francesa. En la valija que transportaba, además de las listas de los traslados de la población reclusa de la capital, se incluyeron informes secretos destinados al Alto Mando de Burgos. De hecho, como se ha demostrado y según la declaración jurada de posguerra del capitán de Artillería Manuel Jiménez-Alfaro y Alaminos –el «brazo derecho» de Schlayer–, el avión enviaba «cartas para el General Dávila con noticias que [habían adquirido] sobre los planes y concentraciones rojas[14]». Según varios testigos, parte de esta documentación fue pasto de las llamas antes de la llegada de las ambulancias[15]. La tripulación y los pasajeros del aparato fueron luego trasladados al Hospital Saint-Louis-des-Français, donde fueron atendidos por Sánchez-Covisa[16]. El 30 de diciembre de 1936, una nota de la antena del SIFNE en París, una de las principales agencias de información rebeldes, señalaba que «parte de los documentos que llevaba dicho avión» se encontraban de nuevo en las manos de la embajada francesa[17]. No era la primera vez que se sacaba la información de carácter militar de aquella manera. El 21 de noviembre de 1936, el decano del Cuerpo Diplomático, el embajador chileno Aurelio Núñez Morgado, pedía al nuevo encargado de negocios francés, Emmanuel Neuville, que enviase a París «por medio de la correspondencia oficial» de su embajada «dos cartas aéreas» destinadas al agregado militar chileno, el teniente coronel Humberto Luco, quien también colaboraba con la inteligencia rebelde[18].


Félix Schlayer y Manuel Jiménez-Alfaro y Alaminos (fotos: Libertad Digital)

¿Ataque o accidente?

¿Se trató de un ataque “preventivo” ante la sospecha de que Henny hubiese reunido nuevas pruebas que pudieran perjudicar al Gobierno republicano, o de una “venganza para hacer pagar al delegado” por el “daño causado por sus denuncias a la imagen internacional del Frente Popular español”? Esta última hipótesis propuesta por Corral es cuestionable, porque en ese momento Henny se encontraba aislado y se quejaba amargamente de la falta de apoyo de la sede del CICR y del responsable de la acción en España, Marcel Junod, que ponía todos sus esfuerzos en las negociaciones con los nacionalistas vascos. En diciembre de 1936 no se produjo ninguna campaña internacional de denuncia de Paracuellos en la prensa o ante el Consejo de la Sociedad de Naciones. Al contrario, en cuanto regresó, el Comité, con el apoyo de la diplomacia suiza, enterró el asunto. Tampoco se atacó al avión para impedir a Henny denunciar ante la Sociedad de Naciones al asalto en contra de los inmuebles anejos de la Legación finlandesa[19]. Si Henny solicitó la intervención del CICR en defensa del asilo diplomático pocos días antes de su salida[20], su organización en Ginebra no le hizo caso. De hecho, no hacía falta que el CICR interviniera: la cuestión fue defendida por la diplomacia chilena a través de su representante Agustín Edwards[21].

Por contra, la hipótesis del accidente no es contemplada por P. Corral. En sus memorias, el jefe de las Fuerzas Aéreas de la República, Andrés García Lacalle, contó que uno de los pilotos rusos, engañado por el reflejo del sol en la carrocería del avión francés, pensó que éste le estaba disparando y devolvió el fuego[22].  El encargado de negocios británico, George Ogilvie-Forbes, se hizo eco de esta versión al día siguiente del ataque. Informó al Foreign Office de que se había enterado “por un general francés de que el avión francés fue derribado por dos bombarderos gubernamentales con pilotos rusos que no lo reconocieron[23]”. Así, el incidente habría resultado de un error, una posibilidad más coherente que encaja con la política soviética marcada desde el comienzo de la Guerra Civil. En efecto, Moscú perseguía el objetivo de estrechar sus lazos con Francia y reforzar una política de alianza antifascista con las democracias. El inicio del asedio a Madrid y el bombardeo de la capital contribuyeron a movilizar a la opinión internacional contra la España franquista. En este contexto, una operación contra un avión de la embajada francesa llevada a cabo por los servicios soviéticos con la colaboración de la Junta de Defensa parece contradictoria con esta voluntad de convencer a Francia para modificar su política de no intervención. Por otra parte, los documentos y testimonios sobre los crímenes de Paracuellos circulaban ya en los círculos diplomáticos europeos. Por lo tanto, la información posiblemente transportada por Henny no constituía ningún elemento fundamental para denunciarlos. Una parte, además, ya había sido enviada a Ginebra.

La hipótesis de un ataque deliberado en contra del aparato francés se basa sobre todo en el papel que se suele atribuir a Robert Marcellin, un agente francés de los servicios especiales de la Junta de Defensa de Madrid.  Emmanuel Neuville le acusó de haber formulado amenazas veladas en contra de Henny, insinuando que uno de los pasajeros del avión no llegaría a su destino[24]. Esas declaraciones son las que sirven a Pedro Corral para demostrar la premeditación y la intencionalidad del ataque[25]. Sin embargo, este elemento parece poco acertado. Aunque varios testimonios y documentos mencionan estas amenazas, difieren a la hora de identificar a la persona que las hubiera escuchado de la boca de Marcellin. Si una nota del Quai d’Orsay indica que las pronunció en presencia de Bougrat, el radiotelegrafista del avión de la embajada, Felix Schlayer aseguró que lo hizo frente a un “funcionario del Comité internacional”[26]. Un telegrama del cónsul Emmanuel Neuville fechado del 12 de diciembre de 1936 sugiere que se trataba de rumores, por eso buscaba “con la máxima cautela, el individuo del que se dice que el citado Marcellin dijo lo siguiente a una persona en el aeródromo de Barajas la víspera de la salida (que se aplazó hasta el día siguiente), a saber: ‘Habrá al menos uno de los que salen que no llegará’, refiriéndose muy probablemente al Dr. Henny, representante de la Cruz Roja Internacional[27]. Si se trataba de Bougrat o de un funcionario del CICR, ¿por qué hacía falta que el cónsul buscase el testigo?

El diario «Paris-soir» informa el 10 de diciembre de 1936 de que su corresponsal en España, Louis Delaprée, ha resultado herido en el ataque (fallecerá un día después)(foto: BNF/Gallica)

Todo indica que el relato fue reconstruido a posteriori para justificar la tesis de un complot contra Henny. Marcellin fue más tarde acusado de haber ordenado también el asesinato del Barón de Borchgrave, agregado honorario de la embajada belga, acusado de espionaje, así como el bombardeo que alcanzó la embajada británica en Madrid el 9 de enero de 1937. Esas acusaciones fueron promovidas por los representantes franquistas en la frontera francesa, así como por el agregado comercial de la legación rumana, Henry Helfant, quién colaboraba también con el espionaje rebelde en la capital[28]. No se puede descartar que fuera pura propaganda.

De hecho, el propio jefe de la inteligencia francesa en España y agregado militar en la embajada, el teniente coronel Henri Morel, no creía en las acusaciones en contra de Marcellin, como lo certifica un telegrama del cónsul francés en Alicante, René Neuville (hermano del cónsul en Madrid): Morel confió a Robert Marcellin “varias misiones secretas, entre ellas proporcionarle información sobre el material bélico alemán e italiano[29]. Marcellin fue un colaborador de la inteligencia francesa y Morel usaba sus servicios antes del ataque en contra del avión, y siguió usándolos después[30]. Resultaría extraño y poco probable que el agregado militar francés recurriera a un agente culpable de una acción tan hostil a su país, como atacar el avión de la embajada[31]. También hay que recordar que, además de denunciar en sus informes las violencias de los comités de Madrid, Morel acogió bajo el pabellón francés al coronel José Ungría Jiménez, futuro jefe de la inteligencia franquista, antes de organizar su salida clandestina hacia la zona rebelde en abril de 1937[32].

Lo que sí podemos demostrar sin duda alguna es que Marcellin fue uno de los dos agentes que investigaron el derribo del avión de la embajada francesa en Pastrana. También que participó en la redacción del informe, que atribuyó la culpabilidad a la aviación rebelde. De la misma manera, se puede afirmar que pertenecía a la brigada de servicios especiales liderada por el cenetista Manuel Salgado Moreira[33]. La misma que intervino poco después en el asesinato del barón de Borchgraves, sin que sepamos aún si el propio Marcellin participó o no en su ejecución[34]. Sin embargo, ante la ausencia de documentación que pueda probar que los servicios republicanos o soviéticos ordenaron el derribo del aparato francés, lo único que se puede concluir con certeza es que Robert Marcellin, junto con otros miembros de los servicios especiales, intentó ocultar que fueron dos cazas rusos los que atacaron el avión de la embajada[35]. Pero esto no descarta la posibilidad de que se tratara de un accidente que se intentó ocultar conscientemente por las repercusiones internacionales que podría acarrear.

Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Madrid durante la guerra (foto: CDCRE, Archivo CICR)
Coda

La lectura realizada por Corral y otros en el mismo sentido busca la denuncia deliberada de la responsabilidad de los dirigentes republicanos en los sucesos de Paracuellos y estrechar sus lazos con los servicios secretos soviéticos. Tampoco compartimos su hipótesis sobre el papel de Largo Caballero, sobre quien pone una pesada losa al acusarle de no entregar las listas de presos de las cárceles madrileñas en sus intercambios con el delegado Henny. La postura del jefe del gobierno republicano se explica mejor por la falta de reciprocidad de las autoridades rebeldes en lo referente a la cuestión carcelaria, pues entonces ni los miembros del Cuerpo Diplomático ni el CICR tenían acceso a las prisiones de la retaguardia sublevada. Esto requería, además, el reconocimiento de la condición de prisioneros de guerra a los detenidos por su participación en el golpe de Estado de julio de 1936, lo que suponía una forma de legitimación internacional a los responsables del levantamiento, la aplicación de los Convenios de Ginebra y, en consecuencia, el reconocimiento de la condición de beligerante al bloque insurgente, objetivo diplomático central para Burgos en ese contexto.

El inmaculado papel humanitario ejemplificado en los representantes extranjeros y, en este caso, en el propio delegado del CICR, debilita deliberadamente la complejidad de lo sucedido en la retaguardia republicana durante la Guerra Civil española. Por una parte, la acción de los diplomáticos fue ampliamente tolerada por la República, a pesar de la participación de muchos de sus asilados en la creación y colaboración con la Quinta Columna.  Por otra parte, las puertas de las cárceles madrileñas no estuvieron cerradas a sus visitas, que realizaron en numerosas ocasiones y gracias a las cuales pudieron confeccionar las precisas listas de los asesinados al este de la capital española. Por el contrario, los refugiados, las personas amenazadas y los presos en la zona rebelde no gozaron de una protección similar por parte de los representantes diplomáticos ni de los colaboradores de las organizaciones humanitarias. La represión contra ellos durante la guerra y después no despertó prácticamente ninguna iniciativa por parte de algún “héroe humanitario”, de los que España entera careció, sin duda alguna, aquellos días.

[1]<https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2023-03-18/pedro-corral-georges-henny-un-heroe-humanitario-en-la-guerra-civil-i-6997062/>; <https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2023-03-19/pedro-corral-georges-henny-un-heroe-humanitario-en-la-guerra-civil-ii-6997073/>; <https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2023-03-20/pedro-corral-georges-henny-un-heroe-humanitario-en-la-guerra-civil-y-iii-6997092/>.

[2]<https://esradio.libertaddigital.com/2023-03-27/federico-jimenez-losantos-entrevista-al-historiador-pedro-corral-6999593/>.

[3] <http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/7281821>.

[4] Pedro Corral, «Aviones republicanos hirieron al delegado de la Cruz Roja que iba a informar de la matanza de Paracuellos», ABC (7/12/2016), <https://www.abc.es/cultura/abci-aviones-republicanos-hirieron-delegado-cruz-roja-informar-matanza-paracuellos-201612070149_noticia.html>.

[5]<https://laverdadofende.blog/2018/08/02/el-derribo-del-avion-con-las-pruebas-de-paracuellos-no-han-cambiado-elcadenazo2>. Véase también el artículo de Pedro Togores, “El atentado aéreo de la República para silenciar Paracuellos”, El Debate (30/09/2021), <https://www.eldebate.com/historia/20210930/atentado-republica-consiguio-ganar-guerra-propaganda.html>.

[6] Felix Schlayer, Diplomático en el Madrid rojo, Sevilla, Espuela de Plata, 2008 (1938). Carlos Morla Lynch, España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republicano, Madrid, Renacimiento, 2008.

[7] César Vidal, Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, Libroslibres, 2009; Alfonso García López, Entre el odio y la venganza. El Comité internacional de la Cruz Roja en la Guerra civil española, La Coruña, Espacio Cultura Editores, 2016.

[8]  Sébastien Farré, L’Affaire Henny. Le Comité international de la Croix-Rouge et les massacres de Paracuellos (novembre-décembre 1936), Genève, Georg, 2022.

[9] Carlos Píriz, En zona roja. La Quinta Columna en la guerra civil española (1936-1941), Granada, Comares, 2022; Carlos Píriz, «Decanos del humanitarismo y la perfidia. La colaboración de las Misiones Diplomáticas de Argentina y Chile con la causa franquista durante la guerra civil española (y después), 1936-1969», Culture & History Digital Journal, vol. 10, n° 1, 2021; Nathan Rousselot, «Violences et répression dans l’Espagne en guerre (1936-1937) : regard diplomatique, regard orienté ?», Guerres mondiales et conflits contemporains, vol. 279, no 3, 2020, p. 121-140; Nathan Rousselot, L’Ambassade de France auprès de la Seconde République espagnole durant la guerre civile (juillet 1936-février 1939), mémoire de master, Nantes, 2015.

[10] Nathan Rousselot, Les diplomates français et britanniques face à la guerre civile espagnole (1936-1939): de la perception des violences aux interventions humanitaires, tesis doctoral en historia en cotutela entre Nantes Université y la Universidad Complutense de Madrid. Se defenderá en el otoño de 2023.

[11] Centro de los archivos diplomáticos de Nantes, fundo de la embajada de Francia en Madrid, serie C1, caja 556, expediente 89-1C (en adelante: CADN, Madrid, C1, 556, 89-1C), carta de René Bonjean a Fernando Sánchez Covisa, 28 de agosto de 1936.

[12] Carlos Píriz, En zona rojaop. cit., p. 173‑174.

[13] Ibid., p. 201‑211.

[14] La declaración se conserva en el Archivo General Militar de Ávila. Carlos Píriz, En zona roja, op. cit., p. 99.

[15] Ibid.

[16] Sébastien Farré, L’affaire Hennyop. cit., p. 140; Juan de Á. Gijón Granados, Los presos de Madrid en 1936, Séville, Espuela de Plata, 2020, p. 237.

[17] AGMAV, c.2458,4,1, nota del SIFNE recopilando informaciones provenientes de París, 30 de diciembre de 1936.

[18] CADN, Madrid, B, 583, carta de Aurelio Núñez Morgado a Emmanuel Neuville, 21 de noviembre de 1936. Carlos Píriz, En zona roja, op. cit., p. 114-115.

[19] Si el cuerpo diplomático en Madrid intentó instrumentalizar el asalto en contra del Gobierno republicano, denunciando mediante su decano Aurelio Núñez Morgado un atentado en contra de la extraterritorialidad de una misión extranjera, tuvo que reconocer los abusos del portero de la legación finlandesa, el español Francisco Cachero, que usurpó su calidad de encargado de negocios. De hecho, el encargado de negocios británico, George Ogilvie Forbes, quien supervisó el asalto del inmueble vecino al secretariado comercial de su embajada, alabó la intervención de los agentes de la policía republicana que, “circunstancias muy difíciles […] desempeñaron sus funciones legalmente y con gran moderación antes de verse obligados a efectuar disparos de advertencia contra las ventanas y derribar las puertas”. CADN, Madrid, B, 583, nota verbal n° 147-1127 de Aurelio Núñez Morgado a Julio Alvarez del Vayo, 4 de diciembre de 1936; telegrama de Aurelio Núñez Morgado a Julio Alvarez del Vayo, 7 de diciembre de 1936; y TNA, PRO, FO 371/20552, W17450/62/41, telegrama n.º 581 de Georges Ogilvie-Forbes al Foreign Office, 4 de diciembre de 1936.

[20] ACICR, B CR 212, GEN-060, telegrama de Georges Henny al CICR, 5 de diciembre de 1936.

[21] Javier Rubio, Asilos y canjes durante la guerra civil española, Barcelona, Planeta, 1979, p. 209-216 y 229-230; David Jorge, Inseguridad colectiva. La Sociedad de Naciones, la guerra de España y el fin de la paz mundial, Madrid, Tirant lo Blanch, 2016, p. 294-310.

[22] Andrés García Lacalle, Mitos y verdades. La aviación de caza en la guerra española, México, Lito Offset Persa, 1973, p. 218-220.

[23] The National Archives (TNA), Public Records Office (PRO), FO 371/20553, W17687/62/41, telegrama no 602 de George Ogilvie-Forbes al Foreign Office, 9 de diciembre de 1936.

[24] CADN, Madrid, B, 570, GC 5/D4, telegrama n° 269-272 de Emmanuel Neuville al Quai d’Orsay, 9 de diciembre de 1936; ACICR, B CR 212, GEN-058, informe del Dr. Georges Henny sobre el ataque del avión de la embajada francesa.

[25]<https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2023-03-20/pedro-corral-georges-henny-un-heroe-humanitario-en-la-guerra-civil-y-iii-6997092/>.

[26] Servicio Histórico de Defensa (Vincennes), GR, 7NN 3235, nota de información secreta del Quai d’Orsay al Deuxième Bureau (inteligencia militar francesa), 6 janvier 1937; Felix Schlayer, Diplomático en el Madrid rojoop. cit., p. 190.

[27] CADN, Madrid, B, 570, GC 5/D4, telegramas n° 290-291 de Emmanuel Neuville al Quai d’Orsay, 12 de diciembre de 1936.

[28] CADN, Madrid, B, 570, GC 5/D4, nota del cónsul general de Francia en San Sebastián, 15 de diciembre de 1936; CADN, Madrid, B, 568, GC 4/B2, telegramas n° 121-122 de Emmanuel Neuville al Quai d’Orsay, 6 de febrero de 1937;  TNA, PRO, FO 371/21282, W915/1/41, nota verbal n° 7 de Francisco Serrat al embajador británico Sir Henry Chilton, 9 de enero de 1937. Sobre los lazos de Helfant con el espionaje franquista, véase Carlos Píriz, En zona roja, op. cit., p. 90, 162 y 211.

[29] CADN, Madrid, B, 591, telegramas n° 118-119 de René Neuville al Quai d’Orsay, 20 de mayo de 1937.

[30] Cuando señaló a Robert Marcellin por primera vez el 9 de diciembre de 1936, Emmanuel Neuville indicó que era «conocido por los servicios [del] Agregado militar». CADN, Madrid, B, 570, GC 5/D4, telegramas n° 269-272 de Emmanuel Neuville al Quai d’Orsay, 9 de diciembre de 1936.

[31] Sobre Henri Moral, véase Anne-Aurore Inquimbert, Un officier français dans la guerre d’Espagne. Carrière et écrits d’Henri Morel (1919-1944), Rennes, Presses universitaires de Rennes – Service historique de la Défense, 2009.

[32] Anne-Aurore Inquimbert, Un officier français dans la guerre d’Espagneop. cit., p. 172-174.

[33] Uno de los primeros informes republicanos sobre el ataque del avión francés lo redacta Manuel Salgado Moreira como jefe de la sección de servicios especiales de la Junta de Defensa de Madrid, el 9 de diciembre de 1936. Menciona las investigaciones que llevaron a cabo dos de sus agentes en Pastrana y Guadalajara, Marcellin y Florentino Ruiz. Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares), archivos del ministerio de Asuntos exteriores, «Archivo de Barcelona», caja 12/03199, expediente 5, copia de un informe de Manuel Salgado Moreira, 9 de diciembre de 1936.

[34] Marina Casanova, «Las relaciones diplomáticas hispano-belgas durante la guerra civil española : el caso del barón de Borchgrave», Espacio, Tiempo y Forma, no 5, 1992, p. 293-302, p. 297‑298.

[35] En Pastrana, Robert Marcellin intentó disuadir al piloto Boyer de que dijera que “habían sido aviones rojos los que habían realizado la agresión”. Ver la declaración de Andrés de Vizcaya ante el fiscal de la Causa General: AHN, Causa General, 1519,5 declaración jurada de Andrés de Vizcaya febrero de 1941.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: el avión Potez-54 de la embajada francesa tras su aterrizaje forzoso cerca de Pastrana (Guadalajara) el 8 de diciembre de 1936 (foto: Georg Éditeur)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia