divendres, 2 de novembre del 2012

La memoria se aferra a fosas y paredones



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Paterna rinde homenaje a las 2.238 personas fusiladas en la posguerra


Homenaje a las personas fusiladas durante la posguerra en Paterna, ayer. / JOSÉ JORDÁN
El día de los Todos los Santos no fue solo un habitual peregrinaje a los cementerios. En Paterna y Valencia, por ejemplo, se aprovechó la fecha para rendir homenaje a dirigentes socialistas fallecidos o a fusilados durante la posguerra. En ambos casos se repitió firmemente la palabra “memoria”. Memoria y reivindicación. Dos sustantivos cargados de significado político e histórico que ayer afloraron frente a las losas de los que no consiguen huir del recuerdo colectivo.
“En Paterna no es Halloween”, explicaba Matías Alonso, coordinador del grupo para la recuperación de la Memoria Histórica, frente al monumento levantado en honor a los fusilados en el cementerio municipal. “Es un día muy especial porque se recuerda a los 2.238 asesinados durante la posguerra”. Según comentó, estos honores se realizan el 1 de noviembre porque durante la dictadura no se podía visitar a los familiares muertos en grupos de más de dos. “Si veían a más personas juntas les echaban del cementerio. Por eso la gente aprovechaba esta celebración católica para venir y honrar a sus seres queridos”, explicó delante de unas 200 personas. “Es también el momento de acordarse de los valores que defendían estos represaliados y de hablar de su dignidad”, añadió en un ambiente de orgullo y emoción. Varias banderas republicanas ondeaban mientras se aludía al lugar donde se encuentra la segunda fosa más grande de España. “Aquí se mató hasta el año 56”, apuntó Alonso.

El Fòrum per la Memòria señalizó los enterramientos comunes de Valencia
“No somos vengativos, lo que no queremos es olvidar”, destacaba a su lado Juan Antonio Sagredo, secretario general del PSPV en Paterna, entre gritos de “Visca la República”. El socialista también aprovechó para proponer el primer Encuentro Nacional de Familiares Fusilados antes de que Carmen María Fernández, secretaria de la Memoria Histórica del grupo municipal, leyera versos de Miguel Hernández: “Campesino, despierta. Español, que no es tarde”.
El homenaje continuó con el canto de la Internacional Socialista y con un paseo hasta el muro donde les disparaban. En este lugar, situado a medio kilómetro, se recambió la corona de flores tricolor y se explicó cómo se asesinaba a los elegidos. “Se ha podido salvar un trozo del muro”, relataba frente a una pared bajita con un orificio, “porque esto era un terraplén donde los soldados practicaban el disparo”. El coordinador ilustró las hipótesis de cómo se daba muerte a los detenidos y mostró los restos de casquillos en el cemento. “Ahora queremos que se convierta en un muro con los nombres de los 2.238 fusilados para poder recordarles más allá del horario del cementerio”, concluyó. Entre los que se habían desplazado al lugar se escuchaban conversaciones sobre los recuerdos de la época o de las historias que contaban sus antepasados. “También lo llamaban el picadero”, atajaba uno, “porque les agarraban de las orejas y les pegaban un tiro de gracia, como a los animales”.
Un poco antes, el Fòrum per la Memòria del País Valencià desafiaba la prohibición del Ayuntamiento y señalizaba las seis fosas comunes que alberga el cementerio general de Valencia. “Es evidente que para el Consistorio las víctimas del franquismo no han tenido ni han de tener más derecho que el de permanecer en la invisibilidad total y en la clandestinidad más absoluta”, comunicaban. “Nosotros no vamos a olvidar a las 23.661 personas que representan la talla moral y política sobre la que ha de edificarse una sociedad digna, libre, sin censuras y sin impunidad”, respondían en consonancia con Pepa, la nieta de José Celda, uno de los exhumados en la fosa común, que entonó una poesía “a los fusilados en el muro de Paterna”: “Perdonar se perdona, pero el olvido nunca llega”