diumenge, 13 de gener del 2013

La familia Franco, inmune a la crisis

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15 / 11 / 2012 Javier Otero
Los herederos del dictador mantienen una holgada posición económica 37 años después de su muerte gracias a la fortuna secreta que amasó en la Guerra Civil.
La familia de Francisco Franco se ha mantenido inmune a la crisis económica y al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El patrimonio que aflora en sus empresas ronda los 140 millones de euros. Si se tienen en cuenta los dividendos que cobraron además por la más importante de sus operaciones urbanísticas, en la finca de Valdefuentes, que heredaron del dictador Francisco Franco, las cantidades conocidas que asoman alcanzan ya los 160 millones de euros. Apenas se resienten, cuando han quebrado grandes empresas del sector y las que quedan han perdido buena parte de su valor y sobreviven a duras penas. Esta es la situación de la familia cuando se cumplen, este 20 de noviembre, 37 años de la muerte del dictador.
La finca de Valdefuentes es precisamente la clave de la herencia que la familia recibió de Franco. ¿De dónde salió ese dinero? Lo que no se sabía hasta ahora, y ha descubierto Tiempo entre los papeles privados del dictador que se encuentran en el Archivo de la Memoria Histórica de Salamanca, es que esta fortuna está relacionada con el dinero que consiguió el general al quedarse con donativos para su causa recaudados durante la guerra. Su fortuna secreta ascendía a 34 millones de pesetas en 1940, justo al terminar la Guerra Civil española. Franco se gastó pocos años después 2,5 millones de pesetas en la finca de Valdefuentes, de unos 10 millones de metros cuadrados de superficie, e invirtió casi 10 millones de pesetas más en ella.
Para poder actualizar el valor de aquellos 34 millones de pesetas podría seguirse la evolución de esa operación de Valdefuentes. Si toda la fortuna de Franco se hubiera invertido en suelo, a día de hoy, al precio que se paga el metro cuadrado que se expropia, según algunas de las últimas sentencias, su valor alcanzaría los 2.500 millones de euros. Se colocaría como la quinta mayor fortuna de España, por encima de apellidos relevantes en la famosa lista Forbes como las Koplowitz o Emilio Botín, por ejemplo.
Si se aplicara el rendimiento que obtuvieron de la operación de Valdefuentes para actualizar la fortuna secreta del dictador, la riqueza de Franco sería menor, pero rondaría todavía una cantidad importante: 314 millones de euros. Sin embargo hay que tener en cuenta que la recalificación y el negocio inmobiliario se han realizado solo sobre un tercio de la finca. Si se hubiera podido recalificar entera entonces la fortuna ascendería a los mil millones de euros. Además, otros señalan que a esa cantidad habría que sumar el valor de los regalos que recibió durante los años que estuvo en el poder y que no pasaron a manos del Estado, sino a su patrimonio particular.
Hasta ahora se conocía que la familia Franco recibió una herencia del dictador y que parte de ese patrimonio aflora hoy en sus empresas, donde aparecen Carmen Franco o su hijo Francis. Luego podrían sumarse los valores de inmuebles que compró la familia, o los que heredó directamente de Franco. Algunos han especulado con que parte de la fortuna se encuentra fuera de España. Un buen síntoma de ello sería el suceso ocurrido el 7 de abril de 1978, cuando no se habían cumplido aún tres años de la muerte del dictador y ni siquiera se había aprobado la Constitución. Carmen Franco Polo, la hija del general, fue detenida en el aeropuerto de Barajas cuando intentaba llevar a Suiza 38 medallas y condecoraciones de su padre. Finalmente tuvo que pagar una cantidad nada desdeñable que da cuenta del valor del patrimonio que no aflora en las empresas de la familia. El tribunal le impuso una multa de 6,8 millones de pesetas por el intento de evasión de objetos de valor histórico, aunque la sentencia fue anulada en 1980. Al ser detenida, Carmen Franco realizó un comentario que se hizo famoso: dijo que iba a fundir las joyas para hacerse un reloj de cuco.
Rentabilidad y dividendos.
La sociedad Valdefuentes era la joya de la corona de la herencia. Era la dueña de la inmensa finca junto a Arroyomolinos, limítrofe con los terrenos donde se ha construido el parque comercial Xanadú, con la mayor pista de esquí cubierta de Europa incluida. Parte de la finca fue recalificada y, como siempre que se cambia la calificación del suelo, disparó el valor de los activos de la empresa. En 2002 eran de 1,6 millones de euros pero, una vez hecha la recalificación, los activos han llegado a estar valorados en 20 millones de euros. Los Franco dieron entrada en la empresa a Fidel San Román, un constructor que se ha visto implicado en varios escándalos urbanísticos, entre ellos la operación Malaya. Con la construcción en sus terrenos, la empresa pasó de los 167.000 euros de pérdidas en 2002 a conseguir la tremenda cifra de 23,9 millones de euros de beneficio en 2007.
Aquel año, la mayoría del dinero que ingresaba iba directamente a la casilla de los beneficios. La rentabilidad de la empresa era impresionante: un 685% conseguido solo con 3,5 millones de euros de fondos propios. Todo el beneficio de ese año, los 23,9 millones de euros, aunque también casi todo el de otros anteriores, se destinó a dividendos. La familia Franco y Fidel San Román se repartieron a medias la empresa. Valdefuentes cambió el nombre a FR Promociones del Suroeste. Así los Franco conseguían dar entrada al socio que iba a construir en sus terrenos y, por lo tanto, los dividendos se repartieron a medias. Finalmente, FR Promociones del Suroeste se ha escindido en una nueva empresa llamada Arroyo de la Moraleja, que cuenta aproximadamente con la mitad del patrimonio, 8,4 millones de euros, que tenía la propietaria de la finca de Valdefuentes de la que se desgajó. Así, si se suman los 8,4 millones de euros de los activos que los Franco sacan hacia la nueva empresa desde Valdefuentes y los dividendos que les correspondieron (unos 14 millones de euros), la familia pudo ganar con estos terrenos 23,1 millones de euros. Una cifra muy por encima de la valoración de la finca antes de su recalificación, ya que en 2002 era de 1,6 millones de euros, con lo que consiguieron un rendimiento 15 veces mayor del valor que tenía en ese año. También merece compararlo con los 2,5 millones de pesetas que le costó al dictador Francisco Franco en la década de los cincuenta del siglo pasado. Y eso a pesar de años de abandono de la misma, en la que incluso se rodaron películas eróticas o escenas de La escopeta nacional de Berlanga.
Como se ha visto, la más importante inversión conocida realizada por el dictador Francisco Franco, la pista clave para conocer el origen de la fortuna secreta del dictador, y la propiedad más importante que dejó en herencia a su familia, ha sido exprimida al máximo tras su recalificación después de pasar lustros casi abandonada. La hija de Franco, Carmen, y su nieto, Francis Franco Martínez-Bordiú, que se cambió el orden de los apellido para llevar el del dictador en primer lugar, presidieron la empresa. Hoy el nieto de Franco es aún director general de la empresa.
Los Franco consiguieron el gran negocio inmobiliario con la finca de Valdefuentes justo antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Y en plena crisis, en 2009, es cuando escinden la empresa dueña de la finca FR Promociones del Suroeste, en una nueva sociedad, Arroyo de la Moraleja, manejada por la familia. Los dividendos más importantes ya habían sido cobrados en 2007, justo un año antes del comienzo de la recesión. Pero en el resto de las empresas no les ha ido nada mal. A pesar de que su negocio es el inmobiliario, buena parte es de alquileres, a menudo de garajes, que no ha sufrido tanto como el de la construcción de viviendas. Las pérdidas de las empresas que las han cosechado han sido lo suficientemente razonables como para que su patrimonio no sufra graves quebrantos. Las que han perdido patrimonio se compensan con las que han ganado.
Garajes y finanzas.
Además de las inversiones inmobiliarias, los Franco realizan también a través de ellas inversiones financieras, como los casi 6 millones de euros, por ejemplo, que tiene Fiolasa y que ha puesto en manos de Banif, JP Morgan o BNP, o, los 18,4 millones que Sargo Consulting, de Carmen Franco, la hija del general, tiene en empresas del grupo y tres fondos de inversión: DWS Dinerplus, Grundbesitz Invest y DWS Topiary Select. Por cierto, que Carmen Franco se adjudicó un sueldo de 17.000 euros al mes de Sargo Consulting en 2008. Los alquileres de garajes son algo más estables económicamente que el resto del negocio inmobiliario. Aparcamiento Atocha 70 ha vuelto a tener beneficios en 2010. Pero una de las que van como un tiro es Comerzia, donde Francis Franco, el nieto del dictador, ha concentrado sus inversiones financieras y su patrimonio, que alcanza en esta empresa los 21,7 millones de euros.
Entre los nietos también destaca María de la O Martínez-Bordiú Franco. El patrimonio de su empresa CM 16 ha crecido a pesar de la crisis, al pasar de 15,5 millones a 22,5 millones de euros, aunque le reporte pérdidas. En la sociedad Domarma, donde es consejera, tiene activos por otros 5,7 millones de euros. De hecho, esta última no tiene miedo a realizar inversiones inmobiliarias en plena crisis del sector. En 2010, por ejemplo, se gastó 1,5 millones de euros en una parte de un edificio en Madrid.
En definitiva, las pérdidas de las empresas de los Franco se compensan con los beneficios que tienen otras, que a veces no son pocos. Fiolasa ganó 306.000 euros en 2010, último ejercicio del que se conocen las cuentas, frente a los 65.000 euros de 2009. Además, las pérdidas, cuando las hay, son pequeñas en comparación con su patrimonio, por lo que pueden hacerles frente sin agobios.
Hay que recordar que este no es todo su patrimonio. Es lo que aparece en sus empresas. Las inversiones que hayan realizado a título personal los miembros de la familia no se conocen, aunque sí existen noticias de los inmuebles que, por ejemplo, ha vendido Carmen Martínez-Bordiú a lo largo de los años. Pero la fortuna que les dejó Franco era impresionante.
Otra manera de hacerse una idea de lo que suponían esos 34 millones de pesetas es que con 2,5 millones de pesetas Franco se compró los terrenos de Valdefuentes. Eso quiere decir que, si hubiera invertido los 34 millones de pesetas en tierras, podría haber comprado 136 millones de metros cuadrados, tanto como la superficie del municipio de Valencia, o tanto como la cantidad de suelo que se va a quedar el llamado banco malo de todas las entidades financieras en apuros por los conocidos como activos tóxicos, según calculan sus responsables. Esa fortuna secreta es la que ha enriquecido a su familia.
Origen del patrimonio familiar.
Para intentar explicar el patrimonio que tiene la familia automáticamente se responde que se trata de los frutos de la herencia que recibió de Franco. Y al pensar en la herencia hay que preguntarse de dónde consiguió el dictador una fortuna como esa, cuando la propaganda del régimen se encargaba de transmitir que el general era una persona que no quiso nunca ganar dinero en el ejercicio del poder.
Los hechos que aparecen en sus papeles privados parecen desmentirlo. En agosto de 1940, nada más terminar la guerra, el secretario militar y particular de Franco resume las “cantidades que existen procedentes de donativos y otros conceptos a disposición de su excelencia el jefe del Estado y generalísimo” a fecha de 31 de agosto de 1940. Se trata de 34 millones de pesetas procedentes de suscripciones y donativos realizados durante la Guerra Civil. A diferencia de lo que ocurrió con el resto de las suscripciones y donativos recaudados en la Guerra Civil por el bando nacional, estos no fueron a parar a la junta liquidadora y, por lo tanto, al Tesoro público. Según el libro de Sánchez Asiaín sobre la financiación de la guerra (ver siguiente reportaje), la regulación legal del destino de estas suscripciones establecía que las sucursales del Banco de España eran las encargadas de centralizar los depósitos de sus zonas, que luego remitían a la central del Banco de España en Burgos. Un decreto de 1941 canceló la suscripción nacional previa constitución de una junta liquidadora.
Esta revista también publicó que, por ejemplo, el general Queipo de Llano dio cuenta, y liquidó con las autoridades del régimen, los fondos que quedaban de estas suscripciones o donativos al finalizar la guerra y cuya administración se encontraba bajo su autoridad. En el caso de Queipo, las cantidades que liquidó ascendieron a 26 millones de pesetas, con lo que el dinero que se quedó Franco fue mucho más.
Los donativos que manejó Franco directamente estaban destinados, entre otros, a los huérfanos de la guerra, al llamado Fondo de España, donativos para soldados indígenas y hasta para la reconstrucción del Alcázar de Toledo. También tenía otras cuentas en diferentes bancos “a disposición de su excelencia el jefe del Estado”, tal como aparece en el resumen encontrado entre sus papeles. La más importante de estas cuentas se encontraba en el Banco de España en Madrid, y ascendía a 18 millones de pesetas. Además, tenía cuentas en sucursales del Banco de España en Burgos y en otras entidades financieras privadas como el Banco Hispano Americano, el Banco Español de Crédito, el Banco de Bilbao, el Banco Mercantil en Madrid e incluso en el Banco Espirito Santo en Lisboa. Este banco y Portugal tuvieron un papel clave en la financiación de la sublevación militar. A pesar de los donativos que realizó Franco, la suma total no decreció significativamente con los años, tal y como muestran documentos hasta ahora desconocidos del archivo privado de Franco que se encuentran en Salamanca.
En otro resumen realizado al finalizar 1950, estas cuentas ya solo alcanzan los 21 millones de pesetas. Los documentos de su archivo que ha encontrado esta revista sirven también para comprobar que Franco gastó en la finca de Valdefuentes 10,4 millones de pesetas, de los que 2,5 millones se dedicaron a la compra de la misma y el resto a su maquinaria, construcciones, ganado y utillaje, según el estadillo más antiguo de los pagos efectuados en la finca y que está fechado el 4 de octubre de 1951. Este dato es importante, ya que se trata de la fecha exacta en que se constituyó la empresa Valdefuentes, la joya de la corona de la familia, según atestigua aun hoy el Registro Mercantil. Valdefuentes, como se ha dicho, cambió recientemente de nombre por el de FR Promociones del Suroeste.
Pagar la finca de Valdefuentes.
Así, Franco estuvo pagando antes de finalizar 1950 la finca. A la vez, los fondos que tenía en sus cuentas ocultas hasta esa fecha se reducen en 13 millones de pesetas. El estado de los gastos de la finca del 4 de octubre de 1941 destapa unos gastos de 10,4 millones. Si se restan de los 34 millones que tenía Franco a su disposición en 1940 estos 10,4 millones que se gastó en Valdefuentes, los 23 millones de pesetas restantes se encontrarían bastante cerca de la cifra de 21 millones de saldo a finales de 1950 de las cuentas que provenían de los donativos y suscripciones de la Guerra Civil.
Hay que considerar que los resúmenes de sus cuentas sacan a la luz que Franco dedicó también en aquellos años algunas cantidades a donativos y otros gastos personales, que explican que el saldo fuera finalmente de 21 millones en 1951. Es decir, la compra de Valdefuentes coincide con un recorte en el saldo de las cuentas de la guerra similar a lo invertido en la finca, lo que explicaría este descenso del dinero de las cuentas que manejaba. Hacia 1950 Franco realiza también otras inversiones financieras en acciones y deuda, con los fondos que provenían de la guerra, y ha trasladado 3,5 millones de pesetas en efectivo a la caja de seguridad de su residencia en El Pardo, con lo que se ve de nuevo que el dictador usó los donativos y suscripciones de la guerra para su enriquecimiento personal. El último resumen, con fecha de 31 de marzo de 1959, presenta un saldo de 22,7 millones de pesetas. Incluye solo dinero y acciones, no el valor de la finca de Valdefuentes.
Hay que tener en cuenta, además, que la familia se benefició de otros ingresos, como los que obtenía de la explotación de las fincas de Franco. A Franco algunos altos capitostes del régimen le apodaban por eso El Ranchero. Los mismos archivos que hoy pueden consultarse en Salamanca con el mismo desorden con que se encontraban sobre la mesa de trabajo de Francisco Franco en el palacio de El Pardo dan cuenta, por ejemplo, que en 1973 Franco se quedó con 100.000 pesetas de las 135.000 de beneficios que daba la finca de La Piniella, como también ocurría con el Pazo de Meirás, que no era un mero lugar de recreo.
Solo ha habido una iniciativa relativamente reciente de IU que pedía que se auditara la fortuna de la familia Franco. No tuvo éxito.