dilluns, 25 de febrer del 2013

Un asesinato que resume la historia


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La asociación memorialista de Coria busca los restos del jornalero Juan Landero

El 52,52% de las víctimas de la Guerra en Sevilla fueron campesinos

“El último recuerdo de mi padre es ver al suyo boca abajo con un tiro en la cabeza. Ahora solo quiere enterrarlo, como a todo el mundo”. Viki Landero ha vuelto al lugar donde asesinaron a su abuelo Juan en el otoño de 1936, un crimen que resume gran parte de la represión fascista: fue uno de los miles de jornaleros y campesinos muertos a manos de los franquistas, que se cebaron con este colectivo, al que pertenecían el 52,52% de las 13.122 víctimas de las que hay constancia en Sevilla; y ejemplifica la brutal y desmesurada acción criminal del fascismo durante la primera fase de la represión, cuando se aniquilaron sin discriminación a numerosas personas que ni siquiera habían participado en la débil resistencia. Este crimen, a sangre fría y delante de su familia, va a empezar a ser desenterrado por su nieta y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Coria del Río.
Juan Landero López, natural de Jerez, miembro de la CNT y residente en Coria del Río en Sevilla al comienzo de la Guerra Civil, fue localizado entre octubre y noviembre de ese año por cinco hombres que acudieron a caballo a una zona de chozas situada en la orilla oeste del Guadalquivir. A Landero lo apartan de la zona mientras aseguran a los miembros de su familia —su esposa, Juana Zamora, y sus cinco hijos, Fernando, Miguel, José, Juan y Josefa— que no va a pasar nada.
Pero a escasos metros de la choza, le disparan sin mediar palabra y dejan su cadáver sobre la tierra. Su hijo Miguel, de seis años, está cerca y aún hoy, con 83 años, lo recuerda con todo detalle. Su testimonio es fundamental para delimitar la zona de búsqueda, situada en el entorno de un pozo que es el único vestigio arquitectónico que aún permanece en el lugar.
Juan Landero.
“Enterradlo o seguimos matando”, dijo uno de los integrantes del escuadrón, entre los que se encuentra el dueño de la finca a quien Landero había reclamado un año antes el pago de salarios que debía a los jornaleros por la recogida de aceitunas.
Los temporeros que habitaban la hoy conocida como Dehesa La Atalaya, cavaron una fosa y lo enterraron con sacos a modo de mortaja. Mientras, los fascistas obligaron a un adolescente de 14 años a quemar la choza de la familia Landero. A partir de ahí, vivieron un “calvario” que impidió a Juana ocuparse de todos sus hijos. La hermana de la viuda ayudó para evitar que murieran de hambre.
“Mi abuela no hablaba del tema, pero a mi padre no se le ha olvidado. Me lo ha contado a mí y yo a mis hijos. Porque no se puede olvidar esta injusticia”, afirma Viki sobre la zona donde está sepultado su abuelo.
Landero es uno de los 200 asesinados o desaparecidos durante la Guerra en Coria del Río, una población tomada en pocos días sin incidentes y sin apenas resistencia. La localidad, ante la eventualidad de que fuera utilizada para impedir la navegación, fue asaltada por el capitán retirado Diego López de Morla, conde de Villacreces, a bordo de un mercante llamado Mogador, desde donde dispararon con mortero y fuego de fusilería, según recoge el historiador José María García Márquez en su libro Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla. Algunos trabajadores respondieron con disparos y mataron al conde con más fortuna que intención.
Un día después, un avión riega la zona con octavillas amenazando con destruir el pueblo, a lo que los vecinos responden sacando sábanas blancas a los balcones. Esta actitud permite tomar la población, que entonces cuenta con unos 17.000 vecinos, con solo 30 guardias.
El único incidente fueron los disparos al Mogador. Pero no impidió una sucesión de asesinatos y represalias que costó la vida a decenas de vecinos. Muchos fueron retenidos previamente en el buque, fondeado en el Guadalquivir, Cabo Carboeiro, más conocido como El Barco; el cine Jáuregui y lo que en la actualidad es la plaza de abastos. Uno de ellos fue el concejal de Unión Republicana Mariano Baquero, abuelo y bisabuelo de los responsables hoy de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Coria del Río.
En la recuperación de este episodio colaboran todas las administraciones implicadas: Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía y los Ayuntamientos de Coria y Dos Hermanas. Este último ha puesto a disposición de la asociación memorialista de Coria tanto la maquinaria precisa como los operarios municipales. También participan en el proyecto la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía (AMHyJA) y el grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía, de CGT.
El director general de Memoria Democrática, Luis Naranjo, calificó esta circunstancia de “fundamental” por el entendimiento entre las diferentes administraciones públicas y la necesaria coordinación en favor del derecho que asiste a las víctimas.