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La fosa de La Puebla de Cazalla (Sevilla) ha padecido el silencio rotundo de las administraciones durante casi cuatro años. La cuarta fase de exhumación, suspendida desde 2009, se ha retomado hoy gracias al convenio firmado por la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de esta localidad. 17.000 euros de subvención permitirán el derribo de los nichos que se encuentran encima de la parte norte de esta fosa conocida como “el Carnero”. Aún quedan pendientes cuatro niveles de enterramientos. Casi 200 cuerpos más que se sumarían a los 59 ya exhumados en las anteriores etapas. Ninguno de ellos ha sido aún identificado por pruebas de ADN. No hay “dinero suficiente” para iniciar este necesario y doloroso proceso.
Mari Carmen España, representante de los familiares, ha señalado “que se espera que para mayo de 2014 pueda comenzar la siguiente fase”. Las 18 familias aguardan con esperanza el inicio del derribo, antes de iniciar la denuncia de estos delitos de lesa humanidad ante el grupo de desapariciones forzadas de Naciones Unidas. “Ese será nuestro último paso cuando encontremos a los nuestros”, relata.
El abuelo de Mari Carmen, Manuel España Gil, desapareció de su casa el 17 de septiembre de 1936. Jornalero en la finca Casablanca, entre los pueblos de Lantejuela y Osuna, hacía como cada día su labor, labrar una tierra que no era suya. “Llamaron a unos pocos y los llevaron hasta el cuartel de Lantejuela. Mi abuela Carmen nunca volvió a verle”, cuenta. A sus 28 años, Manuel era un hombre adelantado. Su mujer Carmen era una de las pocas en el pueblo que sabía con soltura leer y escribir. “Era muy republicana”, destaca María Carmen con orgullo. Juntos se casaron en la plaza municipal bajo la bandera tricolor. Juan Cadenas García, alcalde de la localidad en el 36, ofició la ceremonia. Y en esa misma plaza realizaba enfurecidos mítines antes las fuerzas que se avecinaban antes de darle, al igual que a muchos de aquella reunión, el temido “paseo”.
Mari Carmen recuerda con tristeza que algunos falangistas veían a su abuelo Manuel “en aquellos círculos y lo acusaron”. Tras varios días de cárcel, Manuel iría de madrugada en un camión junto a nueve hombres más camino de un pueblo vecino, la Puebla de Cazalla. Cuenta Mari Carmen que al pie de la fosa, Manuel preguntó a uno de aquellos falangistas : “¿Tú que vas a hacer conmigo?”. Lo miró a los ojos y le dijo que corriera. Entre los nichos que se comenzaban a construir intentó, ávido, correr. Aquel joven que apuntaba a Manuel, había sido conocido suyo de la finca y lo quiso dejar escapar. Según relata María Carmen, “otro de los jóvenes falangistas le comentó ‘¿cómo lo dejas ir así?’. Y enfundó su arma con un tiro final”. Ningún papel demuestra hoy día que Manuel España esté enterrado bajo aquella fosa. Solo testimonios orales permiten aguardar a Mari Carmen al pie de esta lucha y a la espera de subvenciones cada vez más imposibles por el recorte provocado por la crisis. “Mi padre murió con 68 años sin saber dónde estaba su padre y le quedó muy marcado”. Su abuela Carmen pasó, junto a sus hijos, hambre y miseria en aquella España de tanto dolor. Hoy solo quiere hacer justicia.
INFORME
Elena Vera, antropóloga encargada de la exhumación de los 59 cuerpos de la fosa, destaca en su informe el evidente maltrato físico que presentaban las víctimas. Hombres jornaleros y mujeres jóvenes, incluso embarazadas. “Gracias a los huesos tan desarrollados podemos saber que muchos de ellos trabajaban en el campo”, agrega Mari Carmen. El escalofriante documento habla de signos evidentes con tiros de gracia en el cráneo y múltiples ataduras en las manos. La colocación de los cuerpos es aleatoria. “No siguen un patrón”, destaca este escrito. Individualizados uno a uno, los cuerpos esperan su identificación en la sala forense de este cementerio de La Puebla desde hace cuatro años.
En el verano de 2006 comenzaron las primeras investigaciones con la recuperación de los tres primeros cuerpos. Gracias a una primera subvención de 40.000 euros, por parte de la Junta, se consiguieron exhumar 17 cuerpos en 2008. La siguiente y penúltima fase llegó en 2009 gracias a otra ayuda de 62.000 euros como una partida conjunta del Gobierno, La Junta de Andalucía y la Diputación de Sevilla. 39 cuerpos más fueron hallados en esta ocasión. Aún quedan casi 200 bajo la tierra. Sus familiares solo esperan que ningún nuevo obstáculo frene la excavación. “La fosa del Carnero” espera el último proceso antes de cerrar por completo sus heridas.
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