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MAGAZINE Cuarenta años tapando el cuerpo femenino
Decenas de profesionales de la ilustración se pasaron media vida subiendo escotes
Motivos políticos, religiosos y sociales también eran objeto de la tijera
El 1 de diciembre de 1977, el BOE anunciaba oficialmente, y por decreto, que el primer gobierno del presidente Adolfo Suárez suprimía la censura definitivamente. Se ponía así fin a cuarenta años de cortes en las películas, pero también se acababa con el martirio al que dibujantes y cartelistas tan prestigiosos como Jano, Soligó o Mac habían estado sometidos.
Decenas de profesionales del diseño y la ilustración se pasaron media vida subiendo los escotes a las grandes divas de la pantalla e intentando, inasequibles al desaliento, "colar" algún dibujo más atrevido. A veces lo consiguieron.
En 1982 comencé a recopilar todo tipo de material relacionado con la censura franquista en el diseño cinematográfico. Poco a poco fui descubriendo un mundo contradictorio en el que ocultar carne era lo principal, pero no lo único. Motivos políticos, religiosos y sociales también eran objeto de la tijera.
Estrellas de cine como Joan Crawford o James Cagney, que habían mostrado su apoyo a la causa republicana durante el conflicto bélico,fueron declarados persona non grata. Sus rostros podían aparecer en el cartel de una película, pero no su nombre. Curioso.
La censura tenía, digamos, dos niveles: por un lado estaba el material destinado a los empresarios cinematográficos que habían de contratar la película para exhibirla, y luego la publicidad masiva que habría de llegar al gran público. En el primero de los casos la permisividad era mayor. Al fin y al cabo había que vender el producto.
Aquí se permitían más escotes y más piernas. Ahora bien, en los programas de mano que llegaban al pueblo llano, ahí la censura era absolutamente férrea. En el libro se muestran las dos variantes y se ve claramente la diferencia.
Curiosísimo es el tema de la censura local, o la "censura de la censura". Había lugares en España en los que el comité censor local se llevaba las manos a la cabeza de la permisividad que habían tenido sus colegas a nivel nacional, y se veían obligados a poner tachones en zonas conflictivas. Era una censura de andar por casa.
Pero de todo el material reflejado en el libro, la joya de la corona es el programa de mano troquelado de la película El caballero Adverse, donde el diseñador logró, esta vez sí, meter un gol en toda regla a la censura. La pomposa forma del cartel esconde camuflado un pene en estado de erección.
* Bienvenido Llopis es propietario de la tienda de coleccionismo cinematográfico Casablanca. Su libro 'La censura franquista en el cartel de cine (Notorius ediciones) saldrá a la venta la primera semana de diciembre.
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