dilluns, 25 d’octubre del 2021

Hallada la fosa común de 150 civiles asesinados en Belchite dos días después de estallar la Guerra Civil

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FOSAS COMUNES

Miembros de la Falange fusilaron en la localidad zaragozana a unas 400 personas, en grupos de 20, tal y como reconoció un falangista detenido por los republicanos en 1937.


Un equipo arqueológico trabaja desde hace un mes en la fosa común hallada en el cementerio de Belchite.

CARLOS GIL-ROIG

Belchite - 

El río Aguasvivas discurre, sarcásticamente, muy próximo al lugar donde se ocultan las muertes más crueles. La asociación Mariano Castillo Carrasco ha promovido la apertura de las fosas comunes de, al menos, 150 personas, fusiladas en el cementerio de Belchite (Zaragoza) el 20 de julio de 1936, entre las diez y las doce de la noche, a manos de un centenar de miembros locales de la Falange. El horror que provocó la masacre ―se calcula que hay otros 200 cuerpos más en las tapias exteriores del camposanto― provocó que las tropas franquistas, al retomar el municipio al final de la guerra, se escandalizasen ante actos tan inhumanos. Los primeros cuerpos hallados a pocos centímetros de la superficie, hombres y mujeres indistintamente, están todos sin calzado y algunos, incluso, con los pies y las manos atadas a la espalda. La mayoría presenta orificios de bala en el cráneo. Junto a sus restos mortales, pequeños objetos de la vida cotidiana como botones, hebillas y hasta un humilde lápiz. “Desconocemos la extensión de la fosa, pero las dos prospecciones que hemos realizado [separadas unos 20 metros] dejan ver a pocos centímetros de la tierra los huesos de los ejecutados. Los testigos de todo aquello dijeron la verdad”, afirma el arqueólogo Gonzalo García Vegas, codirector de las excavaciones.

Dos días después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, milicias falangistas entraron en Belchite y depusieron al alcalde de la localidad, el socialista Mariano Castillo, además de detener a su esposa y a su hijo. Castillo se suicidó en la celda donde fue recluido, pero esa decisión desesperada no evitó que sus dos familiares fuesen fusilados sin piedad. Sin embargo, no fueron las últimas víctimas inocentes.

Los republicanos atacaron este municipio de entonces 3.800 habitantes un año después, en agosto de 1937, en su intento de cercar la próxima Zaragoza, por lo que se entablaron unos durísimos combates que terminaron con la total destrucción del pueblo. Se luchó calle a calle, casa a casa, puerta a puerta. En la actualidad hay una ruta llamada Huellas de la Guerra Civil, que señala las trincheras, refugios y construcciones militares, tanto de ataque como de defensa, de esta batalla que se prolongó 13 días y que acabó con la toma de la localidad por los republicanos.

Uno de los cadáveres que aparece con los pies y las manos atadas a la espalda.
Uno de los cadáveres que aparece con los pies y las manos atadas a la espalda.CARLOS GIL-ROIG

En uno de los combates, Constantino Lafoz Garcés, falangista afiliado a este partido el mismo día en que la Falange se adueñó de la localidad y campesino de 35 años, fue detenido por los leales a la República e interrogado el 7 de septiembre de 1937. Su declaración, que se guarda en el Archivo General de Simancas, es estremecedora. Sostiene que se fusilaron a unas 200 personas en el interior del cementerio ―y otras 200 fuera―, civiles todos, de los que él mismo mató a 50 hombres y cinco mujeres, tal y como le ordenaron los jefes de la Falange. Lafoz detalló que las tropas que defendían el pueblo incluían a unos 100 falangistas, 150 miembros de Acción Ciudadana y un centenar de requetés. Sus jefes se llamaban Miguel Salas, don Antonio (registrador de la propiedad) y el requeté Narciso Garreta.

Acabada la guerra, y tras la destrucción completa del pueblo, el dictador Francisco Franco ordenó que no se reconstruyese y que se levantase otro adyacente. Un manto de silencio cubrió así la localidad durante la dictadura. Los fondos del proyecto Memoria Democrática ―con aportaciones del Ministerio de Presidencia, Secretaría de Estado de Memoria Democrática y Gobierno de Aragón― han servido para que desde hace un mes el equipo del antropólogo forense Ignacio Lorenzo Lizalde, los arqueólogos Hugo Chautón, Gonzalo García Vegas, Sergio Ibarz, la restauradora Eva Sanmartín y un grupo de colaboradores intenten recuperar los cuerpos de los asesinados.

Puerta de acceso al cementerio de Belchite, donde se ha hallado la fosa común.
Puerta de acceso al cementerio de Belchite, donde se ha hallado la fosa común.CARLOS GIL-ROIG

“Casi todas las víctimas de la masacre eran vecinos de Belchite o de algún pueblo cercano”, explica el codirector Hugo Chautón. “Por eso, bajo la coordinación de Ignacio Lorenzo se van a realizar pruebas de ADN a las víctimas exhumadas, para cotejarlas con sus familiares vivos e incorporarlos a la base de datos del Gobierno de Aragón. Así podremos determinar quién era quién”.

La excavación arqueológica que actualmente se está realizando ocupa unos 80 metros cuadrados y es adyacente a la zona de nichos, aunque hay otra menor a unos 20 metros de distancia. Al abrir la tierra se han hallado ―a menos de medio metro― una docena de cuerpos humanos, algunos de los cuales están atrapados por los ladrillos de los nichos, ya que esta zona del cementerio es posterior a la matanza. Se desconoce si bajo estos cuerpos entrelazados hay más, pero no se descarta.

Declaración de Constantino Lafoz Garcés, tras ser detenido en Belchite.
Declaración de Constantino Lafoz Garcés, tras ser detenido en Belchite.ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS

Uno de los restos, perteneciente a un hombre de más de 1,80 metros, ha aparecido boca abajo con los pies y las manos atadas a la espalda. “Posiblemente”, explica García Vegas, “por su gran corpulencia se resistió más y lo ataron antes de asesinarlo. Lo arrojaron a la fosa sin contemplaciones”.

¿Y quiénes eran? El testimonio de Constantino Lafoz no deja lugar a dudas. Da nombres y motes de las víctimas y relata que fusilaron, en grupos de 20 personas, a los hermanos Sargantanas, al Hojalatero, al Listero, al Alpargatero, al Sopas, a Carruela, a Simón Pedro Juan y a una hija de este, a la Pascualota o a las Muñecas... Antes, según Lafoz, fueron azotados “para sacarles declaración”.

En 1940, Franco decidió no reconstruir el devastado pueblo de Belchite como muestra del valor de los defensores. Murieron más de 2.000 soldados del bando franquista, de los 7.000 que resistían en la población, y unos 2.500 atacantes republicanos, en un ejército compuesto por unos 25.000 soldados. El número de vecinos de la localidad pasó de unos 3.500 antes de la guerra a menos de la mitad. “Yo os juro que sobre estas ruinas de Belchite se edificará una ciudad hermosa y amplia como homenaje a su heroísmo sin par”, afirmó el dictador. Lo que se olvidó, sin embargo, fue mencionar que bajo la tierra del cementerio, así como junto a sus tapias, amontonados se ocultaban ignominiosamente los restos de centenares de inocentes, muy cerca del río Aguasvivas.


https://www.eldiario.es/aragon/maniatados-torturados-nueva-fosa-belchite-muestra-brutalidad-primeros-fusilamientos-franquistas_1_8429251.html

Maniatados y torturados, la nueva fosa en Belchite muestra la brutalidad de los primeros fusilamientos franquistas

Trabajos en una de las fosas halladas en Belchite

Las excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en el cementerio de Belchite (Zaragoza) han permitido descubrir dos fosas con población civil asesinada durante la Guerra Civil, una de ellas de grandes dimensiones en la que han aparecido 15 cuerpos y que podría albergar hasta 150, o incluso más. El equipo de arqueólogos que inició los trabajos en el cementerio de Belchite hace apenas tres semanas ya trabaja sobre más de una decena de cuerpos en la primera de las, al menos, tres fosas comunes en las que se planea actuar.

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Por el momento, el equipo desconoce el tamaño de la fosa sobre la que se encuentran trabajando. Además, existe la certeza de una segunda fosa, sobre la que todavía no se ha actuado en profundidad, y una tercera, localizada con los trabajos previos del georradar, en la parte exterior de la tapia del cementerio. La búsqueda está impulsada por la Asociación Mariano Castillo para la Recuperación de la Memoria Democrática de Belchite y financiada por los gobiernos central y aragonés, el proyecto está codirigido por el antropólogo José Ignacio Lorenzo, los arqueólogos Gonzalo García, Sergio Ibarz y Hugo Chauton y la restauradora Eva Sanmartín, quienes cuentan con la colaboración de voluntarios e historiadores.

Hace apenas una semana que salían a la luz los primeros cuerpos de las víctimas de la represión perpetrada por falangistas y tradicionalistas en Belchite. Una brutalidad que comenzaría el mismo día del alzamiento militar. Un año antes de aquella batalla la represión fascista se adueñó de las calles del Belchite viejo que hoy languidece rodeado de vallas de obra. La derecha belchitana ya había dado muestra de sus ganas de revancha tras la llegada de la Segunda República. Habían amenazado a sindicalistas, alardeaban por el pueblo y la comarca, incluso, llegaron a colgar una bandera fascista de la torre del reloj tras la victoria del Frente Popular, en las que serían las últimas elecciones republicanas, celebradas en marzo de 1936.

A día de hoy, el viejo pueblo de Belchite está en ruinas, con la esperanza de ser salvado con los siete millones de euros anunciados en los Presupuestos Generales del Estado para su restauración. Tras la victoria del bando sublevado Francisco Franco aseguró en la localidad zaragozana que sobre las ruinas de Belchite se edificaría "una ciudad hermosa y amplia como homenaje a su heroísmo sin par". Hizo todo lo contrario, dictó meses después la prohibición de construir. Solo quedaron en pie la puerta de la villa, un santuario y el cementerio.

Desde hace unas semanas se trabaja intensamente en la recuperación de decenas de cuerpos de aquellas y aquellos que fueron "paseados" por la temprana violencia falangista que asoló el pueblo de Belchite y las localidades cercanas.

Los asesinados podrían superar los 350

Las cifras varían según las fuentes pero los asesinados a manos de falangistas, tradicionalistas y guardia civil en Belchite podrían superar los 350 en las primeras semanas que sucedieron al golpe militar que precipitó la Guerra Civil.

Contrastando las declaraciones de vecinos de Belchite vinculados de alguna forma a la izquierda de la localidad, así como las declaraciones de algunos de los asesinos que fusilaron sin contemplaciones a decenas de personas, la historia de las primeras semanas tras el golpe militar pudo ser así: un grupo de exaltados pertenecientes a Falange Española y a Acción Ciudadana precipitaron una sangría que en la que obligaron a participar a otros vecinos, todo a punta de pistola y fusil.

El resultado de aquella matanza está bien presente en las declaraciones de quienes participaron en la misma, muchos de ellos condenados a muerte, en un juicio que se celebraría en Caspe en 1937. Si bien es cierto que en las declaraciones tomadas, las cifras varían sobre el número de ejecuciones.

El enterrador de la época aseguró haber enterrado a 157 asesinados en las tapias del cementerio. Uno de los supuestamente obligados a participar en las sacas y fusilamientos, Constantino Lafoz, capturado el último día de la Batalla de Belchite, que había participado en 150 fusilamientos, dando todo lujo de detalles sobre horas y lugares donde se celebraban estos asesinatos en masa.

Maniatados, torturados, con tiros de gracia en las cabezas, así están apareciendo las decenas de cadáveres en el cementerio de Belchite. En la primera de las fosas abiertas. Nadie sabe con certeza cuántas fosas hay, ni cuántas vidas truncadas albergan. Desde el sumario que juzgó aquellos actos resuenan nombres de fusilados y fusiladas: José Mallandía, María Álvarez, Simón Álvarez, Rafael Destre, Andrés Teresa… así, una lista larga. Una lista de varios cientos de nombres de vecinos y vecinas de Belchite, pero también de Mediana y del resto de la comarca que perdieron la vida por la barbarie fascista.

Gonzalo García ha asegurado que los cuerpos denotan "violencia importante", porque uno de ellos ha aparecido maniatado de pies y manos y boca abajo y presentan un tiro en el cráneo. Como arqueólogo, ha incidido en la importancia del hallazgo para "destapar" hechos de la historia que "han sido ocultados o no se han querido ver".

Los cuerpos ocupan hasta el momento dos oquedades, una sobre la que arrojaron cal. Presentan una mala conservación debido a las arcillas con sales del terreno y a la humedad y algunos tienen los cráneos fragmentados, ya que sobre una fosa arrojaron bloques de piedra, ha explicado el antropólogo.

La Asociación Mariano Castillo para la recuperación de la Memoria Democrática de Belchite solicita a las personas que sepan, o sospechen, que alguno de sus familiares fue fusilado durante los primeros meses tras el golpe militar, se pongan en contacto con ellos para solicitar las pruebas de ADN, enviando un correo electrónico con su nombre y apellidos, así como un número de teléfono de contacto a marianocastillocarrasco@hotmail.com.