divendres, 19 de novembre del 2021

"El campo de Casa Ponga de Coyanza es el más desconocido y el más ‘humano’". José Cabañas.

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El autor del libro José Cabañas.Ampliar imagenEl autor del libro José Cabañas.
Fulgencio Fernández | 19/11/2021AA
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PUBLICACIONES José Cabañas presenta este viernes su nuevo libro, ‘Convulsiones’, con numerosos datos y novedosas aportaciones sobre los campos de concentración leoneses, algunos prácticamente desconocidos
Leyendo la ‘Biografía de Franco’ de Paul Preston, en 1993, creció el interés de José Cabañas por todo lo relacionado con la guerra civil y el franquismo, que ha convertido en el objeto central de sus estudios e investigaciones. Muchos ya han visto la luz, otros muchos artículos pueden seguirse en su página web (www.jiminiegos36.com) y hoy presenta su último libro, 'Convulsiones', en el Centro Asociado de la UNED de San Andrés del Rabanedo (a las 19 horas). Una obra que lleva prólogo de Paul Preston.

– ¿Cómo se pasa de apasionarse por el estudio de la guerra civil gracias a un libro de Paul Preston a lograr que Preston le escriba el prólogo, por segunda vez pues ya lo había hecho en ‘Los prolegómenos de la tragedia’ (2013)? ¿Y qué significa?

–Empezando por el final. Para mí es una enorme satisfacción y un alto honor, además de una distinción que Preston escriba el prólogo, siendo como soy seguidor de toda su magistral obra, empezando por su 'Biografía de Franco' que abrió mi interés por nuestra última guerra civil y por el franquismo. Creo que su prólogo representa, por otra parte, una evidente garantía de que el lector está ante una obra seria, honesta y rigurosa en cuanto a la temática tratada.

–¿Cómo contactó con Preston?
– A la altura del año 2009 nuestra paisana Lala Isla, afincada desde hace años en Londres, se dirigió a mí cuando quiso contrastar los relatos que su familia— conservadora de Astorga y marcadamente derechista de La Bañeza— le había transmitido sobre la guerra civil y la posguerra en uno y otro lugar (ello dio lugar a su recomendable libro de 2018 Las rendijas de la desmemoria), y estando ella académicamente próxima a Paul Preston, esto facilitó que desde entonces el prestigioso historiador tenga conocimiento de mis trabajos y mis indagaciones.

El día de la boda de Jaume Cusidó.
–En la primera parte de su libro tiene especial protagonismo el preso catalán Jaume Cusidó y un campo de concentración leonés, en Valencia de Don Juan, poco conocido.

–Así es. Este libro muestra parte de las acciones criminales del franquismo después de la derrota republicana de 1939. Descubre un campo de concentración de prisioneros de guerra, antesala de batallones de trabajadores y de otros lugares de trabajo esclavo, prácticamente desconocido hasta ahora: el de Casa Ponga que existió en Valencia de Don Juan, y lo hace partiendo del Diario de uno de los cautivos allí recluidos, el catalán Jaume Cusidó, quien además de sus anteriores odiseas desde que en su tierra es movilizado por la República, plasmó sobre la marcha en el mismo un fiel relato de cómo era la vida en aquel campo.

–Pero también documenta o habla de otros campos de concentración leoneses.
– 'Convulsiones' ofrece información ingente sobre los campos de concentración de San Marcos y de Santa Ana de León, y los de Santocildes y La Pajera de Carro —o Santa Ana– de Astorga (otros dos campos apenas conocidos hasta ahora), y numerosos testimonios de quienes los sufrieron. Incluye, entre otras muchas novedades, el Diario del soldado nacional leonés Antonio Lobato Cabañas, como contrapunto al del republicano, y un centenar de reseñas de recluidos en la Prisión de Partido de Valencia de Don Juan. Revela también y profundiza en un dato, casi un enigma, del que poco o nada se ha hablado hasta la fecha: el de los centenares de catalanes asesinados en León y enterrados en Puente Castro en los primeros meses de 1939, una especie de laguna histórica para el periodo de la guerra civil y la posguerra en León que no se había abordado hasta el momento, un llamativo hecho casi desapercibido aquí y en Cataluña, del que también en esta obra nos ocupamos en detalle.

Portada del libro. | LOBO SAPIENS
–¿Quién era el soldado Jaume Cusidó Llobet, autor del Diario?

–Era un soldado originario de Sabadell, contable jefe en una industria textil, casado, de 34 años en 1938 y padre de un hijo de tres años, de uno de los reemplazos de ‘maduros’ movilizados por el Gobierno republicano. Su Diario me llega en catalán, de la mano de su hijo, y que yo transcribo, traduzco, y contextualizo en cuanto a los hechos y detalles que él anota. Cusidó narra fecha por fecha su paso por el campamento de instrucción, su retirada a Francia en enero de 1939 ante el asalto de las tropas de Franco a Cataluña y su estancia en uno de los campos de internamiento franceses, su repatriación por Irún y su paso por la plaza de toros de San Sebastián, desde donde con mil más lo trasladan al campo de concentración de Valencia de Don Juan. Aquí pena hasta mayo de 1939 el solo ‘delito’ de haber sido soldado llamado a filas por la República.

–¿Qué novedades aporta sobre el campo de concentración de Valencia de Don Juan?
–En 'Convulsiones' casi se inaugurar el conocimiento de la existencia del campo que en aquella villa se estableció en una parte de los Talleres Casa Ponga, del que apenas sabían o recordaban ni siquiera los vecinos más mayores, y desde luego a él se debe poder conocer hoy los detalles del día a día de los bastantes más de mil confinados en el campo, que, por cierto, no fue de los más duros e inhumanos de los que formaron parte de lo que yo denomino ‘el gulag leonés’, gracias a la inusual favorable disposición del responsable militar del mismo, que dispensó a sus obligados moradores un trato mucho menos aflictivo del que era entonces norma, permitiendo incluso que sobre todo vecinas de la villa ayudaran y atendieran no poco y de modo solidario y altruista a mucho de los cautivos, muchos de ellos catalanes

El equipo de pesos en el Campo de la Pajera de Astorga.
– ¿También aborda la existencia de otros campos, como la Pajera o Santocildes de Astorga, Santa Ana y San Marcos de León ¿Eran especialmente duros?

–Sobre los campos que ya eran conocidos, San Marcos, Santa Ana, y los demás de León, este libro acrecienta considerablemente lo que ya se sabía. Sobre estos y sobre los que ahora descubre por vez primera o casi, una fuente importante para conocer especialmente de las penosas condiciones que a diario en ellos padecían los prisioneros han sido los testimonios, desgarradores muchos de ellos, que algunos de los cautivos nos dejaron. Vemos por ellos que, efectivamente, en el recuerdo de la mayoría de quienes los sufrieron quedaron, en especial los de San Marcos y Santa Ana, como aquellos en los que, entre tantos como funcionaron en la España de Franco, se dieron las mayores aberraciones, crueldades y maltratos, en los que se causaron a sus inocentes pobladores mayores sufrimientos.

–¿Cómo pueden ser prácticamente desconocidos campos como los de Valencia o Astorga?
– En general, más allá de las investigaciones académicas no se ha hablado mucho de los campos del franquismo hasta hace bien poco, posiblemente por el interés de algunos en seguir manteniendo en la sombra esta vergonzante faceta de nuestro ‘pasado incómodo’, relativamente reciente y no tan ajeno como pudiera parecernos, y por la comprensible reticencia de quienes fueron obligados a vivir semejantes barbaridades a rememorar y reverdecer tales traumáticas y dolorosas experiencias. Seguramente lo uno y lo otro haya influido en mantener oculto o en penumbra lo que desvelamos en el libro, que es ahora mismo el más completo y actual sobre las numerosas prisiones, destacamentos penales y campos de concentración franquistas desperdigados por la provincia de León.

–¿Aporta como contrapunto el testimonio del soldado nacional Antonio Lobato Cabañas, ¿es muy diferente su testimonio al de Cusidó desde el lado republicano?
–El testimonio del soldado ‘nacional’ Antonio Lobato Cabañas, de Jiménez de Jamuz, mi pueblo, uno de tantos jóvenes de nuestra tierra movilizado por los sublevados para una guerra que la inmensa mayoría no quiso, que unos pocos iniciaron como consecuencia de un golpe de Estado exitoso solo a medias, y que benefició solo a una minoría, es en este libro el contrapunto o contraste al del soldado republicano desde el otro lado de la trinchera, y se trata más bien de un Diario de operaciones de la unidad militar en la que estaba destinado en el frente de Aragón, del Segre y del Ebro, que muestra la crudeza y las penalidades de la guerra que sobre todo en primera línea, como era su caso, se obligó a padecer también a los soldados que a la postre poco vencedores resultaron, y que como Antonio Lobato, después de la victoria hubo de volver en su pueblo a su oficio de alfarero.

Campo de concentración de Valencia de Don Juan


Un catalán en el ‘gulag’ de Coyanza

Jaime Cusidó, prisionero en Valencia de Don Juan, dejó testimonio escrito de su paso por el campo de concentración que hubo en la localidad al final de la Guerra Civil. El investigador leonés José Cabañas saca a la luz sus cartas y Diarios..

Querida e inolvidable esposa:

Ayer recibí tu apreciada carta del 17 actual la que por su extensión y contenido me ha gustado mucho. Procuraré corresponderte en la forma que te mereces y por este motivo te escribo a mano en lugar de hacerlo a máquina, ya que de esta forma parece que queda más bien impreso lo que el pensamiento dicta a la pluma.

Continúo en la Oficina y estoy muy bien de todo, distraído, comiendo bastante bien (cuando venga y te lo cuente, casi no te lo creerás) e incluso duermo en la misma, que es una gran ventaja. Somos seis trabajando en la misma y hay mucha cordialidad y compañerismo. Son unos chicos muy alegres y pasamos los días todo lo más bien que se pueden pasar. Hay uno que es dibujante de profesión y me tiene prometido hacerme un retrato-dibujo. Ahora tiene que hacer otros que le tienen encargado y luego me hará el mío[1]. En cuanto esté ya te lo enviaré por correo certificado. Verás que “pinta” estoy hecho.

Acabo la presente porque van ya 4 páginas y el censor quizá se enfadaría, de manera que me despido de ti, cariño mío, hasta recibir tu nueva carta. Recibe muchos besos y abrazos del que nunca ha de olvidarte.

Jaime

ANA GAITERO | LEÓN

La carta de Jaime Cusidó Llbet a su esposa Manolita Muñoz, fechada el 29 de abril de 1939, forma parte del legado que este contable de Sabadell dejó como testimonio de su paso por el Campo de Concentración de Prisioneros y Presentados de Valencia de Don Juan en los últimos meses de la Guerra Civil.

Fue la última época de aquel campo que se pierde en la memoria coyantina. Los primeros prisioneros en llegar fueron los republicanos caídos en el frente Norte, en Cantabria y Asturias. La gente de más edad en Valencia de Don Juan recordaba a finales del siglo XX a aquellos hombres que querían comprar con ‘belarminos’, la moneda que acuñó durante la Guerra Civil el Consejo de Asturias y León con el nombre de su presidente, Belarmino Tomás. Los ‘Belarminos’ no valían nada en León. Apenas hay rastro de esta primera época del campo de concentración ubicado al sur de León, en la margen izquierda del río Esla, donde ya estaban muy arraigados los vínculos con Asturias.

Ahora sale a la luz en la última de su existencia. En 1939, en los últimos días de la contienda, llegaron presos trasladados desde los últimos bastiones republicanos. Entre ellos Jaime Cusidó Llobet y varios centenares de catalanes. Llegaron a las dos de la madrugada del 3 de marzo. La estación estaba oscura. «Nos da la impresión de que no sabían que tenían que llegar tantos forasteros pues no había allí nadie para recibirnos», anota Cusidó en sus Diarios. La pareja de la Guardia Civil llegó poco después para hacerse cargo y les mandaron a dormir en unos locales cercanos. «Como no hay ni una triste colchoneta para poder dormir, cada uno ha de arreglarse como puede, y al igual que en San Sebastián, hemos de descansar sobre el suelo, pero aquí es aún más duro pues el piso es de cemento», añade.

El sabadellense, de 34 años, permaneció recluido en el campo de concentración durante dos meses. La primera impresión cuando se levantaron «es muy agradable», al comprobar que no van a estar «encerrados a cal y canto y que podremos airearnos a placer en un descampado extenso que hay delante mismo del local en el que hemos dormido y que han habilitado para hacer un Campo de Concentración que ahora inauguramos nosotros».

Afiliados de la Falange hacían guardia fusil al hombro. Cusidó refleja el trato «respetuoso», «eso hace que respiremos un aire de libertad», y las miradas curiosas del vecindario «que han venido a ver el rebaño que formamos». Los barracones, cercados por una alambrada, se hallaban en los almacenes de los Talleres Casa Ponga, cuya fachada de ladrillo aún se conserva en la unión de la carretera de Pajares de los Oteros con la avenida Luis Alonso.

La chavalería hacía los recados para los prisioneros que disponían de algún dinero. «Van a comprarlo al pueblo y lealmente lo traen sin armar ningún engaño o ‘martingada’», escribe Cusidó. Una banda de música y muchachos con boinas rojas que hacían coros de canciones franquistas les amenizaba las noches.

En el viernes día 109 deja constancia de las «saludables excursiones» por el río, «que tiene por nombre Esla» y del gesto humanitario de una mujer llamada Mercedes a quien le pidió que le lavara la ropa a cambio de un poco de dinero: «Me dice que la escaldará y que no me preocupe, que cada semana vendrá a recogerme la muda».

El día 513 anota el fin del cautiverio: «Esta mañana el teniente jefe del Campo, don Eustaquio, nos ha entregado la documentación de la marcha y provisiones de boca para el viaje. Se ha despedido de cada uno de los ocho oficinistas que dejamos el campo». «Desde este momento ya so mos completamente libres (...) encargamos para celebrarlo, una comida en la fonda Esgueva», añade.

José Cabañas (www.jiminiegos36.com) andaba investigando cómo se vivió el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, episodio que rastrea en toda la provincia en su libro Cuando se rompió el mundo, con la ayuda de Fernández Ponga. Este cartero jubilado le puso en contacto con la hija y nieta de dos prisioneros, Ángel Dalmau Ruiz y Andreu Dalmau Gambut que fueron a parar a este campo de concentración, donde llegó a haber hasta un millar de recluidos.

Montserrat Dalmau le habló sobre Cusidó «y otros vecinos de Sabadell que padecieron infortunios parecidos» y que conocieron Valencia de Don Juan a través de aquellas alambradas de los almacenes de Casa Ponga. Josep y Jaume Cusidó Muñoz, hijos de aquel soldado hecho preso tras la guerra, le entregaron los Diarios de su padre, en los que cuenta desde que fue militarizado, la retirada con el Ejército Popular de la República hacia Francia, el paso por los «oprobiosos» campos de internamiento en las playas francesas, en febrero de 1939, la repatriación y el regreso a la España de Franco por Irún.

«Tras una corta pero penosa estancia recluido en San Sebastián», Cusidó salió al Campo de Concentración de Valencia de Don Juan a primeros de marzo. Desde allí escribe a su esposa y a su madre cartas en las que al final remataba con un ¡Viva Franco! para tener contentos a los censores. El 5 de mayo salía por fin con destino a su casa y junto a su querida e inolvidable Manolita.