dissabte, 5 de novembre del 2022

Los ángeles caídos de Franco que ‘combatieron’ el gen rojo.

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Cándido Polo presenta en León el documental de Rosa Brines y Félix Vidal que aborda el fanatismo de los psiquiatras al servicio de la dictadura 

No solo vencieron con las armas. La represión franquista se valió de determinados científicos e intelectuales que se alinearon con el bando rebelde a la República para demonizar al enemigo y justificar su aniquilación.

Son los ángeles caídos, personajes como el psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera, el inventor del gen rojo, que convirtió a los brigadistas internacionales en «degenerados y alcohólicos» y a las mujeres republicanas en «bestias salvajes», que sustentaron con sus teorías eugenésicas la represión sobre determinados grupos, como los homosexuales, y el robo de bebés con la aquiescencia de la iglesia católica.

Sobre esta represión y las consecuencias que tuvo en la sociedad española, y particularmente en el atraso de la psiquiatría, versa el documental Los ángeles caídos. El fanatismo de los psiquiatras de Franco, dirigido por la periodista valenciana Rosa Brines y producido por el leonés Félix Vidal, que se proyecta este miércoles en El Albéitar (20.30 horas) dentro del ciclo de cine documental del XI Encuentro Internacional de Investigadores del Franquismo. 

El psiquiatra Cándido Polo, impulsor de la renovación del antiguo régimen asilar y la implantación del modelo de psiquiatría comunitaria en Valencia y pionero en el estudio de la asistencia psiquiátrica a las brigadas internacionales, es uno de los asesores del documental que presentará en León. Polo resalta que no fue solo Vallejo-Nágera, aunque «su cercanía a Franco le permitió estar al mando de la psiquiatría y experimentar con algunos grupos para buscar la corroboración de que el gen rojo contenía todas las maldades» como una forma de justificar la alteración del orden constitucional.

Otros psiquiatras como Marco Merenciano, uno de los tres delatores del rector Peset Aleixandre, considerado uno de los científicos más brillantes de la época, o López-Ibor, en la segunda generación, dieron cobertura a la que fue una de las armas más poderosas del franquismo.

Los brigadistas recluidos en San Pedro de Cardeña, en Burgos, y las mujeres de la cárcel de Málaga fueron los grupos concretos sobre los que el conocido como el Mengele español aplicó sus teorías, pero las consecuencias se extendieron más allá. «Se instauró una psiquiatría retrógrada sobre las bases del nacional catolicismo que repercutió en la formación de las sucesivas generaciones y produjo un atraso científico irreparable en nuestra especialidad, creando profesionales deformados más que formados», subraya Polo.

Una visión que sustentó la persecución de los homosexuales hasta los años 70 en España y la trama de los bebés robados, que acabó convirtiéndose en un enorme negocio hasta los años 80. «Los bebés robados son consecuencia de esa fabricación moral del enemigo, con la que no sólo se exterminaba a los padres, sino que robaba a los hijos bajo la teoría farisaica y maniquea  de que los entregaban a buenas manos», explica.

El documental aborda en varios bloques las diferentes áreas en las que intervinieron los ángeles caídos, «con la connivencia impune entre franquismo e iglesia que exculpaba a médicos y religiosas, mientras la justicia demoraba las causas». Como investigador de lo que se hizo con los brigadistas internacionales, el psiquiatra sostiene que fue una guerra «que no tiene justificación alguna» y detrás de la cual se esconde «una mentalidad inquisitorial».

Esta afirmación la sustenta en que Vallejo-Nágera llegó a pedir la creación de un Cuerpo Nacional de Inquisidores «donde se pudiera llevar a cabo la cruzada y buscar una auténtica eugenesia para exterminar y eliminar al enemigo». Una mentalidad que replicaba en sus prácticas «aquella frase de Franco, que dijo que si era necesario había que fusilar a la mitad de España»

La victoria de Franco y sus afines supuso, según Cándido Polo, «una impunidad que se prolongó durante décadas para estar limpiando el país». La generación siguiente a Nágera la representa López-Ibor, que «sin estilo castrense ni cuartelero, modernizó aspectos formales desde la alianza con la iglesia». De esta forma, «hasta que no desaparece la figura de Franco, no desaparece el anclaje y ha costado décadas renovar la especialidad y perseguir a los delincuentes» que participaron en la trama de los bebés robados.

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Para Cándido Polo, obras como Los ángeles caídos son esenciales en el proceso de reparación en el que ha tomado parte al rescatar el trato psiquiátrico que se dio a los brigadistas, como una forma de reivindicar la memoria de esas 40.000 hombres y mujeres que acudieron en auxilio de la República. «No eran degenerados ni alcohólicos. Eran idealistas que venían a luchar porque sabían lo que pasó después, pues la Guerra Civil fue la antesala de la II Guerra Mundial». El psiquiatra recuerda las palabras de Eistein, «nada sospechoso de retrasado ni pervertido: En tiempo de barbarie hay que ponerse del lado del pueblo español». 

Los ángeles caídos son la segunda obra documental de Rosa Brines y Félix Vidal, después de La amarga derrota de la República,  que acaban de crear la productora Docline Producciones para seguir con el rescate de la memoria democrática.