https://www.elindependientedegranada.es/politica/antonio-fernandez-lopez-vida-lucha-antifascista
Nació el 5 de agosto de 1912 en Motril (Granada), de padres desconocidos porque sabemos que fue abandonado en el torno de un convento. Nunca supo quiénes fueron sus progenitores y siempre creyó que era hijo de una joven soltera de familia rica motrileña. Una vez, mucho más tarde, cuando se presentó en su casa, tras pedir visitarlos, acompañado de un amigo, lo echaron de allí con cajas destempladas, lo que le confirmó lo que antes creía, al ver cómo se desarrolló la conversación y cómo lo echaron. Cuenta su hija Montserrat Fernández Garrido en su libro (Tres generaciones rebeldes. La historia del maquis “Ollafría” contada por su nieta. Y la lucha por la libertad de las mujeres. Ediciones Carena, Barcelona, 2021), que las monjas del convento en el que fue abandonado contrataron a una mujer para que lo amamantara. Esa mujer fue Verónica, que junto a su marido Felipe, lo adoptaron tras morírseles, uno tras otro, los seis hijos biológicos que tenían. Ellos, en realidad, fueron sus padres y ambos se profesaron un cariño mutuo.
Nunca pisó la escuela y con tan tierna infancia pasaba las noches enteras en la montaña cuidando cabras y ovejas, con el miedo en los talones por los ruidos y las sombras nocturnas
Esta familia se trasladó a Campotéjar, donde Antonio vivió la niñez y la adolescencia. Como tantos niños, hijos de la pobreza, niño yuntero, comenzó a trabajar cuando le salieron los primeros dientes y ya, con ocho años, inició sus primeros pasos como cabrero. Nunca pisó la escuela y con tan tierna infancia pasaba las noches enteras en la montaña cuidando cabras y ovejas, con el miedo en los talones por los ruidos y las sombras nocturnas. Después aprendió el oficio de carpintero y, luego, el de encofrador. Con 18 años se había casado en Campotéjar con otra joven del pueblo. Tuvieron dos hijas que murieron enseguida, como tantos niños en la época y una tercera que murió recientemente.
Tras la proclamación de la II República se afilió al PCE y en ella depositó la esperanza de los de su clase. Pero sus anhelos quedaron truncados con el golpe de estado fascista del 18 de julio de 1936
Tras la proclamación de la II República se afilió al PCE y en ella depositó la esperanza de los de su clase. Pero sus anhelos quedaron truncados con el golpe de estado fascista del 18 de julio de 1936. Tenía entonces 24 años y en su pueblo de residencia ocupó el cargo de Secretario del Comité Revolucionario. Luego, en diciembre de 1936, se alistó en el ejército republicano para defender con las armas la legalidad republicana. Lo encuadraron en el Tercer Batallón 93 Compañía Mixta, donde, por méritos propios, fue nombrado Comisario Político, tras haber sido enviado por sus superiores a la población de Bogarre (Granada). En la batalla del Ebro fue hecho prisionero por la Brigada mora Litorio. Cayó el 18 de abril de 1938 en Roquetas (Tortosa). También otros investigadores lo dan por desaparecido en el frente de Tortosa (Tarragona) el 28 de marzo de 1938 (García Márquez, 2009, pp. 336-337, y en fudepa.org). Fue salvajemente torturado, delante de dos sacerdotes que se santiguaban y decían “si no queda más remedio”...
Como tantos republicanos, al finalizar la guerra civil fue detenido y procesado. Según el testimonio de sentencia, en sus conclusiones, se afirma que:
“… el procesado, al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional se afilió al Partido Comunista; fue nombrado Secretario del Comité del pueblo de su residencia e ingresó después voluntariamente en las milicias rojas.” “Hechos probados". En las dos imágenes se recoge la sentencia de Antonio Fernández López. Cedidas por Montserrat Fernández Garrido.
El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 12 de abril de 1939, lo condenó por el delito de “Auxilio a la rebelión” a la pena de 12 años y 1 día de reclusión, así como la inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena
El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 12 de abril de 1939, lo condenó por el delito de “Auxilio a la rebelión” a la pena de 12 años y 1 día de reclusión, así como la inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. (Causa 4.332/39). Ingresado en prisión, recorrió la geografía española, de cárcel en cárcel, catorce en total, incluidas las Canarias. Pasó por la Iglesia de Sant Lluc de Uldecona (Tarragona), la Plaza de Toros de Vinaroz (Castellón), Alcañiz (Teruel), la prisión del “El Acebuche” de Almería, el Cuartel de Zaragoza, las prisiones de Aranda de Duero, Burgos, Sevilla, Granada (donde fue juzgado y condenado) Astorga (León) y de allí a trabajar en regiones devastadas a la reconstrucción de Oviedo, Santa Cruz de Tenerife (por un castigo: alejamiento de familia), Yeserías y Cádiz. En total, seis años en prisión. Aunque se le abrió otro proceso (Causa 50.856/39), fue sobreseído porque ya había sido condenado por los mismos motivos. En esta causa, cuyo juicio se celebró en Burgos, se afirma que fue capturado en Tarragona.
Mientras estaba en prisión, fue uno de los represaliados en Granada a los que se les abrió expediente en la Comisión Provincial de Responsabilidades Políticas para incautarle sus bienes (1936-1945)
Mientras estaba en prisión, fue uno de los represaliados en Granada a los que se les abrió expediente en la Comisión Provincial de Responsabilidades Políticas para incautarle sus bienes (1936-1945). Este Tribunal le abre expediente por testimonio de sentencia condenatoria, pero desconocemos en qué se sustanció, aunque probablemente se sobreseyera porque, obviamente, carecía de toda clase de bienes. (Véase expediente de Antonio Fernández en Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25877, Pieza 140).
En 1944 se instaló en Granada en casa de su prima Concha Gálvez González, sobrina de su madre adoptiva, que a sus 28 años era viuda con tres hijos, pues su marido Miguel Gómez Fernández había sido asesinado por los fascistas, en la fábrica de municiones de El Fargue
A su salida de la prisión, en 1944, su joven esposa había fallecido de meningitis y antes había tenido una hija con otro hombre, niña que había sido inscrita como hija del matrimonio de Antonio y Victoria y que él aceptó como hija propia. En 1944 se instaló en Granada en casa de su prima Concha Gálvez González, sobrina de su madre adoptiva, que a sus 28 años era viuda con tres hijos, pues su marido Miguel Gómez Fernández había sido asesinado por los fascistas, en la fábrica de municiones de El Fargue. Ambos mantuvieron una relación de pareja de la que nacería una niña, Enriqueta, pero acabará separándose de ella. Antonio se fue a vivir a un piso alquilado en el Albayzín, junto a su madre y sus dos primeras hijas.
Ya en 1950, Antonio Fernández entabló relaciones amorosas con María Garrido Martín, hija del célebre guerrillero granadino Juan Garrido Donaire, “Ollafría” y de Leonor Martín Pajares, ambos de Colomera (Granada). Como de Juan Garrido Donaire se ha escrito bastante, rescatamos aquí la micro biografía de Leonor.
Con su nueva esposa se embarcó en el Sevillano en el mismo año de 1951, trasladándose a Barcelona.
El matrimonio llevaba por toda propiedad un colchón. Se instalaron en las barracas del Turó Caritg, de Badalona (población a 7 kilómetros de Barcelona). De la pareja nacieron Antonio -en diciembre de 1952- y Montse -en enero de 1954-. Al primero se le inscribió con los apellidos de sus padres, como hijo natural, pero a la segunda -que también nació en la Maternidad de Barcelona-, la inscribieron como hija de padres desconocidos y con los apellidos Estany Padró. Antonio y María tardaron 4 años en conseguir que su hija se apellidara como ellos.
El barrio de barracas tenía unas 200 viviendas y en su mayoría los habitantes eran andaluces. Una sola familia catalana y un guardia civil entre ellos, por lo que había que tener mucho cuidado cuando él escuchaba la Pirenaica, pues mantuvo su militancia comunista
El barrio de barracas tenía unas 200 viviendas y en su mayoría los habitantes eran andaluces. Una sola familia catalana y un guardia civil entre ellos, por lo que había que tener mucho cuidado cuando él escuchaba la Pirenaica, pues mantuvo su militancia comunista. No tenían agua, luz, ni gas y, por tanto, ni ducha, ni wáter.
En el Turó Caritg, Antonio se hizo muy querido y respetado. Enseñaba por las noches a los vecinos, mientras también daba clase a sus hijos, Antonio y Montse. Y a todos les recitaba poesías de los autores del 27 o anónimos. Trabajó como encofrador en la construcción de la Facultad de Derecho de Barcelona, a razón de 17 horas diarias, en 1957, que recibió fue el prestigioso premio FAD (Fomento de las Artes y el Diseño) de Arquitectura en el primer año que este se instituyó, 1958, siendo los arquitectos Guillermo Giráldez Ávila, Pedro López Íñigo y Xavier Subiás i Fagés. Significativamente, en esa misma Facultad, pasado el tiempo, su hija Montse estudiará y llegará a ser profesora del Master de Familia e Infancia durante 10 años, especializada como Abogada Defensora de los Derechos de las Mujeres. Y es que su padre, sin duda, le inculcó la pasión por la justicia, la indignación contra toda explotación y discriminación, contra cualquier resignación. Y, aún así, Montse reconoce que su padre, hijo de su tiempo, no carecía de contradicciones porque era la autoridad patriarcal en el seno de la familia.
Siempre ganó un escaso salario, por lo que su compañera siempre trabajó tan duramente como él, dedicándose a la confección de pijamas con una máquina sin electricidad o a la limpieza de domicilios y entidades bancarias, además de cuidar de la familia
Posteriormente, Antonio también trabajó en una empresa eléctrica, FECSA, conocida como “las Tres Chimeneas” de Barcelona. Siempre ganó un escaso salario, por lo que su compañera (no se podían casar porque el primer esposo de ella huyó a Casablanca con su suegro, “Ollafría”, dejándola abandonada con dos hijos) siempre trabajó tan duramente como él, dedicándose a la confección de pijamas con una máquina sin electricidad o a la limpieza de domicilios y entidades bancarias, además de cuidar de la familia. Construyeron una nueva barraca de ladrillos, con tres habitaciones, comedor y cocina, a las que añadieron un patio trasero, para el banco de carpintero de él y otro delantero para las flores y las macetas de ella. Era una casa bonita, pintada de blanco. Ayudaron a la pareja los dos hijos, que aunque pequeños, cargaron arena, ladrillos y cemento Porland, desde la falda de la montaña hasta lo más alto, que es donde estaba su barraca, la 139, justo debajo de los cañones, donde había un destacamento militar.
A épocas vivieron con ellos, en la barraca, Verónica, la madre de él, que falleció allí en 1962, y la madre de ella, Leonor, a la que le consiguieron un pasaporte, comprándolo a un policía corrupto, con el que pudo viajar hasta Casablanca a reunirse con su marido y padre de sus 6 hijos, Juan “Ollafría”, también en los años 60. Luego Juan y Leonor, como exiliados políticos, fueron destinados a Bélgica por la ONU. Murieron allí en 1974 ella y en 1975 él, siete meses antes que el dictador. Antonio y María nunca supieron si eran espiados en Cataluña por las autoridades franquistas. Ha sido en 2020 cuando su hija Montse, investigando la historia de la familia, ha dispuesto de documentos que prueban que la Guardia Civil los investigó a ambos entre 1954 y 1957.
Pero su relación con Granada nunca se perdió para Antonio. Cada año procuraba viajar en tren, en el que llevaba una moto con la que recorría los pueblos de la provincia. Casualmente, en el verano de 1970, acompañado de su hija Montse, pudieron presenciar en directo la carga policial contra los albañiles en la huelga de la construcción de 1970
Vivieron en las barracas desde 1951 hasta 1969, en que pasaron a vivir a un barrio también de Badalona, San Roque, en unas construcciones de la Obra Sindical del Hogar. Allí se trasladaron los que llegaban desde distintos barrios de barracas. El piso les costó 3.000 pesetas (6 €) que tuvieron que pedir prestadas, porque no las tenían. Trabajó como carpintero en la empresa Cotonificio de Badalona durante años, donde estaban encantados con él. Estaba cedido por un pequeño empresario de la ciudad, que era quien lo tenía contratado y que le declaraba un salario mucho menor del que cobraba, de manera que cuando empezó a percibir una pensión por larga enfermedad la cifra era misérrima. El jefe lo había engañado durante años. Había podido casarse con su última compañera (María Garrido Martín) a finales de julio de 1979, al saber que el marido de ésta había fallecido en Francia, recuperando al poco tiempo a los dos hijos que ese marido hizo raptar de Colomera cuando supo que María tenía nueva pareja. No permitió ningún tipo de relación con su madre durante 30 años, lo que fue un drama para ella.
Pero su relación con Granada nunca se perdió para Antonio. Cada año procuraba viajar en tren, en el que llevaba una moto con la que recorría los pueblos de la provincia. Casualmente, en el verano de 1970, acompañado de su hija Montse, pudieron presenciar en directo la carga policial contra los albañiles en la huelga de la construcción de 1970. Montse recuerda que:
Claro que la represión tenía los brazos muy largos. Y, aunque ellos nada tenían que ver con la huelga, esa misma noche un conocido de Antonio le informaba que la Guardia Civil del pueblo quería interrogarlo en el cuartelillo, el mismo donde había sido torturado en 1938
Claro que la represión tenía los brazos muy largos. Y, aunque ellos nada tenían que ver con la huelga, esa misma noche un conocido de Antonio le informaba que la Guardia Civil del pueblo quería interrogarlo en el cuartelillo, el mismo donde había sido torturado en 1938. Ese hombre, de derechas, dio la cara por ellos ante la Guardia Civil. Ni la hija ni Antonio pudieron dormir durante toda la noche y, de madrugada, salieron del pueblo. A pocos kilómetros les dio el alto la Benemérita, pero se quedó sólo en un susto porque les advirtieron que la moto era muy pequeña para dos personas. El miedo, siempre el miedo. El viaje tuvo su contrapartida porque Montse, nada más llegar a Badalona, comenzó su militancia en CCOO.
Antonio Fernández siempre fue un declarado ateo y anticlerical, lamentando que una de sus hijas, Enri, se metiera a monja en un convento de clausura en Granada, en el que estuvo durante 5 años, de los 16 a los 21. Hoy esa hija es agnóstica. El la visitaba cada año en verano y convenció a las monjas para que le dejaran entrar al convento, a fin de arreglar las puertas y ventanas, la única forma que tuvo para hablar con ella y abrazarla.
Bibliografía
- FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat: “Homenaje a mi abuela y a mi madre”. Revista Poder y Libertad. 50 años de lucha (1939-1989). Homenaje a las mujeres de la guerra civil española, 1989.
- FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat: Tres generaciones rebeldes. La historia del maquis “Ollafría” contada por su nieta. Y la lucha por la libertad de las mujeres. Ediciones Carena, Barcelona, 2021.
- FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat, “Fue hace 50 años”, en el Independiente de Granada, del 8 de agosto de 2020.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro, Diccionario de la represión en Granada, 1931-1981, en elaboración.
- Archivo de la Real Chancillería de Granada, expediente de Antonio Fernández López, Caja 25877, Pieza 140.
- Archivo Provincial de Almería, Prisión de “El Acebuche”, Signatura 45711.
Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento. Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981.
Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Actualmente es profesor del IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.
Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976); Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.
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