Rosa Font Beltran «la Budella», militante socialista y afiliada a la UGT, fue asesinada con 29 años en 1939
Sus bisnietos rescatan su historia en unas jornadas sobre memoria histórica celebradas en la localidad
«Ja ve la Budella!», decían en Cullera cuando Rosa Font Beltran, de aproximadamente metro setenta de altura y noventa kilos de peso, paseaba por sus calles gritando sus ideales, envuelta en una bandera republicana y con una pistola enfundada en su cinturón. Rosa (conocida como «la Budella») fue la única mujer fusilada por el franquismo en Cullera, con solo 29 años. Este sábado, sus bisnietos rescatan su historia en «Una mirada a la Memòria Històrica des d'un poble del País Valencià: Cullera», unas que se inauguraron ayer en el auditorio municipal.
Nacida en 1910, fue hija de Isabel y Vicent, padres de una familia numerosa de ocho hermanos bajo el apodo de «Budell», por su gran apetito a la hora de comer. Ama de casa, fundó las Juventudes Socialistas en Cullera junto al exalcalde , organización de la que se desvinculó más tarde para afiliarse a la UGT. Su nieta, Fani Nàcher, y su bisnieta, Estefania Català, cuentan a este diario que Rosa era una mujer con un carácter fuerte, algo inusual para la época. «Dio la vida por sus ideas», cuenta Estefania.
Según sus relatos, Rosa no dudaba en expresar sus opiniones abiertamente. Vestida con su uniforme de miliciana y a veces portando una pistola, recorría las calles de Cullera gritando consignas contra el fascismo, «siempre desde la voz y la acción de la palabra, nunca participó de la lucha armada», como expresa su bisnieta. Participó en varios actos milicianos, entre ellos una manifestación del Primero de Mayo, donde le hicieron unas fotos que pasarían a la historia y que serían utilizadas en periódicos extranjeros y como propaganda de la lucha antifascista. Estas son las únicas imágenes que conserva su familia de ella.
Un matrimonio republicano
La vida de Rosa dio un giro cuando decidió seguir a su marido, Pasqual Lli Bertó «el Greixós de Sueca», hasta València. Pasqual era miliciano y Rosa, siempre a su lado, se involucró en la lucha, lo que le costó la vida. Fue acusada de incitar a la violencia y de participar en la quema de una iglesia de el primero de mayo, cuando realmente se encontraba en València. Rosa estaba con sus tres hijos en su casa del carrer de l'Esperança, en el barrio de Sant Francesc de Cullera, cuando fueron a arrestarla para encarcelarla en la antigua Prisión Modelo de València durante siete meses. Condenada por un procedimiento sumarísimo de urgencia celebrado el 15 de junio de 1939, la fusilaron el 4 de noviembre del mismo año en Paterna.
«La Budella» fue enterrada en una de las fosas comunes del «Paredón de España». El conocido sepulturero «contaba que Rosa murió de frente, de pie y con el puño en alto al grito de "viva la República"», explica Estefania. la colocó sobre el resto de otros 41 cuerpos, todos hombres, por lo que sería la primera encontrada al abrir la fosa en los años setenta. «Por lo menos mi madre pudo darle una sepultura digna a la suya. Por Todos los Santos vamos a dejarle flores», relata Fani.
La vida tras la muerte
Su marido Pasqual pasó nueve años en la cárcel, hasta que un conocido lo indultó. Se volvió a casar con otra mujer de y se mudó a Madrid, donde murió a los pocos meses de tener otro hijo por una enfermedad que había contraído en prisión. Los tres hijos del primer matrimonio vivieron el resto de su vida «marcados por el estigma y el sufrimiento», como recuerdan sus descendientes. «Mi madre y su hermano pequeño fueron dando tumbos entre casas de familiares que podían hacerse cargo de ellos, teniendo en cuenta que fue una época de mucha pobreza. Como no podían hacerse cargo de los tres, a la más pequeña la dejaron en un convento, pero murió a los doce años por tuberculosis. Creemos que se hacía pis en la cama y las monjas la obligaban a pasear a la intemperie. La dejaron morir por ser hija de quien era», comenta la nieta de Rosa.
«La vida después de aquello fue un desastre, todo el mundo en Cullera sabía quién era Rosa "la Budella". Nos tuvimos que quedar aquí porque no podíamos vivir en otro sitio, no teníamos recursos, y hemos estado toda la vida señalados por el pueblo, de generación en generación», relata Fani, su nieta.
A pesar del miedo que vivió la familia de Rosa, su legado sigue vivo. Su hija mayor, también llamada Rosa, tuvo seis hijas, entre ellas Fani. La hija de esta, , es regidora de Compromís en Cullera, y su hermano Roberto Català es secretario comarcal de las Juventudes Socialistas de la Ribera. «Las ideas de Rosa corren por nuestras venas», afirma Estefania. «Hemos vivido siempre con miedo, pero las nuevas generaciones hemos podido alzar la voz», concluye la bisnieta de «la Budella».
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