dissabte, 1 de març del 2014

Blas Infante. Asesinato en el kilómetro cuatro de la carretera de Carmona a Sevilla.


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  • Blas Infante, considerado el 'padre de la patria andaluza', fue fusilado por fuerzas falangistas en la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936. La familia nunca pudo recuperar sus restos mortales que, se supone, descansan en la fosa común del cementerio de Sevilla con cerca de 3.000 cadáveres sin identificar.
Por ALEJANDRO TORRÚS
20/02/2014 07:32 Actualizado: 20/02/2014 07:32

 La madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936 un pelotón fascista trasladó en un camión a Blas Infante desde la improvisada cárcel situada en el antiguo cine Jáuregui del centro de Sevilla hasta el kilómetro cuatro de la carretera que unía Carmona con la capital andaluza. Los falangistas pusieron a Infante y otro número de presos imposible de determinar en una fila en la oscuridad de la noche. En un segundo sonaron los disparos y los cuerpos de los cinco presos cayeron al suelo sin vida. Antes, cuenta la leyenda, Infante gritó dos veces "¡Viva Andalucía libre!". Los fascistas celebraban con sangre inocente el golpe de Estado fallido del general Sanjurjo ocurrido el 10 de agosto de 1932. Infante, con su vida y muerte, plantaba la semilla para una Andalucía más libre, más justa y autogobernada.
"A Infante lo mataron sin sentencia de muerte, sin juicio. Sin nada. Como a otros tantos miles de personas. Junto a él fueron asesinados, además de otras personas anónimas, varias personalidades importantes de la Sevilla de la época como José González Fernández de Labandera, alcalde de Sevilla en 1932, Manuel Barrios, diputados socialista y Fermín Zayas, dirigente masón de Sevilla", explica a Público el historiador Francisco Espinosa.
A Infante lo mataron sin sentencia de muerte, sin juicio. Sin nada. Como a otros tantos miles de personas
La cuenta atrás de Infante había comenzado ocho días atrás. Un grupo de falangistas fue a detenerlo a su casa, bautizada como Dar Al-farah o la casa de la alegría, de Coria del Río, municipio sevillano situado a orillas del río Guadalquivir. Sería la última vez que Infante vería a su familia. Desde allí fue traslado al Ayuntamiento de la localidad, primero, y después a la sede principal de Falange en Sevilla. Finalmente, fue trasladado a la improvisada cárcel emplazada en lo que era un cine antes del golpe de Estado. Fueron sus últimos ocho días de vida. Fue el final del Blas Infante hombre y el comienzo del Blas Infante mito. Su pensamiento, su tenacidad y su pasión por Andalucía le han hecho ser considerado como padre de la patria andaluza.
Lo que sucedió después con los restos de Blas Infante es imposible de conocer. Por la tónica general de cómo funcionaban las sacas fascistas se puede intuir que o bien sus restos fueron llevados por ese mismo camión a una fosa común o, por el contrario, que sus restos fueron dejados en el lugar de su fusilamiento. El historiador Manuel Ruiz asegura que, probablemente, sus restos serían recogidos a la mañana siguiente por un nuevo camión que iría recorriendo los caminos y recogiendo los cadáveres que encontraría a su paso. "Como si fuera el camión de la basura", asegura el historiador Ruiz.
La hipótesis con más fuerza es que sus restos fueron trasladados a la fosa común del cementerio de San Fernando de Sevilla. En esta fosa común ingresaron, según una investigación del historiador Francisco Espinosa, entre el 22 y 23 de julio de 1936 y los primeros meses de 1937, 3.028 cadáveres. Solamente en su primer día de funcionamiento fueron almacenados en esta fosa los restos mortales de 123 víctimas de la represión franquista.

2.000 pesetas de multa después de muerto

Cuatro años después de su muerte, Blas Infante sería juzgado por un Tribunal de Responsabilidades Políticas, que dictó, el 4 de mayo de 1940, una sentencia ‘post mórtem' que justificaba su fusilamiento por su actividad política andalucista en aplicación del bando de guerra e imponía a la viuda, que quedaba a cargos de los cuatro hijos de la pareja, una multa de 2.000 pesetas.
"Formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936, se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz y (...) falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra", rezaba la sentencia que incluía la sanción de 2.000 pesetas a pagar por la viuda.
Para que esta condena sea declarada nula, su nieto Estanislao Naranjo Infante continúa luchando. A finales de 2010 presentó un recurso en el Tribunal Supremo para reclamar larevisión del juicio y la anulación de la sentencia. Aún no haobtenido respuesta alguna. Cabe recordar que con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, en 2007, los veredictos judiciales de los juzgados franquistas fueron automáticamente declarados ilegítimos, pero no nulos, consideración de mayor alcance jurídico. No obstante, el caso de Infante reviste una mayor complicación ya que no es una condena a muerte por un Tribunal de la dictadura sino por la jurisdicción creada en 1940 por el franquismo para saquear a los perdedores de la guerra.

 "Mi abuelo era un gigante"

Estanislao recuerda hoy a su abuelo como "un gigante". "Un hombre capaz de hacer todo lo que se propusiera y hacerlo bien", asegura. Estanislao recuerda que desde niño tuvo la figura de su abuelo bien presente. Sus visitas a la casa de la alegría de su abuelo constituyen un recuerdo imborrable. "La casa es una preciosidad. Para cualquier niño aquella casa es muy sorprendente y entonces mi familia ya me hablaba de mi abuelo y me decían que la casa la había hecho él y de lo extraordinario que era. Desde pequeño me han enseñado a aprender, respetar y conservar la figura de mi abuelo", señala.
La admiración de Estanislao por su abuelo fue evolucionando con el paso de los años. De admirar la figura familiar pasó a admirar el pensamiento, la obra y la vida de Infante. "Mi abuelo ha hecho bien todo lo que se ha propuesto. Tenía un saber enciclopédico. Era, por así decirlo, un hombre renacentista", explica Naranjo. No obstante, el nieto de Infante reconoce sentirse algo "irritado" con el uso que muchas veces se hace de la figura de su abuelo.
"Es cierto que cuando a un hombre lo convierten en 'padre de la patria' es lógico que todo el mundo intente sacar un rédito partidista, sobre todo, cuando uno tiene una obra tan extensa como la de mi abuelo. Es como cuando Aznar citaba a Azaña", explica Naranjo, que reconoce cierto temor de que la figura de su abuelo pase de ser historia a ser mito y del mito pase a la fábula sin que nadie conozca el verdadero pensamiento de Infante y la profundidad de su lucha. "Lo importante, más allá de estatuas y nombres a calles, es que se mantenga su pensamiento y se siga discutiendo sobre su obra. Es la mejor manera de mantenerlo vivo", asegura.
Infante tenía una personalidad poliédrica, heterodoxa. Era un libre pensador, imposible de encuadrar en una doctrina clásica

¿Quién fue Infante?

La definición de un hombre como Infante, asegura el historiador y especialista en la figura de Blas Infante, Manuel Ruiz, es "prácticamente imposible". "Infante tenía una personalidad poliédrica, heterodoxa. Era un libre pensador, imposible de encuadrar en una doctrina clásica, que estaba muy comprometido con los jornaleros andaluces y la explotación a la que estaban sometidos", afirma Ruiz, que señala que la obra de Infante está dirigida principalmente al impulso de un "movimiento político de base ciudadana y social para buscar la renovación y transformación de la realidad de Andalucía y, consecuentemente de toda España".
"Todo lo que quiere para Andalucía lo quiere para España. Sus ideas pasaban por un proyecto federal de Estado con una nueva redistribución de competencias", reflexiona Ruiz, que continúa con la descripción de Infante: "No estamos ante un hombre de leyes, aunque fue notario: no fue un historiador, aunque hizo sus indagaciones; no fue editor, aunque impulsó publicaciones; no fue lingüista ni arabista, aunque se preocupó por el andaluz y enseñó árabe; no fue sólo flamencólogo, aunque elaboró y publicó su propia teoría sobre el origen del flamenco; no fue literato ni escritor, aunque tuvo sus escarceos como autor de cuentos con una gran carga proyectiva de sus vivencias personales y sociales".

Lecciones de Infante para el mundo del siglo XXI

La obra de Infante, aún cuando hay que entenderla dentro del contexto en el que fue escrita, deja algunas enseñanzas válidas para la España y la Andalucía del siglo XXI. Así Ruiz señala nueve enseñanzas de Infante válidas para el mundo actual.
1.      Llama a defender la identidad andaluza como pueblo en un mundo globalizado cada vez más deshumanizado y sometido a las reglas del mercado
2.      El enriquecimiento de las personas debe ser fruto del trabajo y no de la mera especulación
3.      Invita a sentirse orgullosos de todos los habitantes de Andalucía, desde los Tartesos, a la Bética visigoda pasando por el Al-Andalus musulmán
4.      Denuncia la intolerancia de las religiones y de las falsas políticas electorales que hacen de la vida pública un oficio cuando no un negocio
5.      Ayuda a descubrir la cultura andaluza a través del flamenco
6.      Enseña a mirar por el medio ambiente y a tratar los animales con el respeto debido a todo ser vivo, denunciando que la cultura no debe ser ni arte ni espectáculo
7.      Anticipa el diálogo entre culturas y civilizaciones abogando por un concepto de ciudadanía multicultural en donde las fronteras unen más que separan
8.      Requiere a los andaluces unidad y solidaridad para superar el subdesarrollo a través de un autogobierno que potencie un nacionalismo humanista, pacífico, solidario y cívico
9.      Reclama el orgullo de ser andaluces a la hora de construir una nueva España cooperativa y una nueva Humanidad