https://documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com/2017/08/09/en-zaragoza-mas-de-3-500-republicanos-fueron-atrozmente-exterminados-por-agentes-criminales-del-fascismo-franquista/
El 18 y 19 de julio de 1936, la guarnición militar de Zaragoza, fuertemente armada, secundó decididamente la rebelión fascista. El gobierno civil dudó en armar a los trabajadores, imposibilitando la defensa republicana de la ciudad. El general rebelde Cabanellas engañó a las autoridades manifestando lealtad a la República, mientras que detenían al general leal Núñez de Prado. Guardia civil, de Asalto, ejército, falange, carlistas se unieron a la agresión, la delegación de gobierno fue ocupada y la ciudad cayó en manos fascistas. Empezó la matanza.
La religión y el patriotismo ampararon el asesinato de varios miles de ciudadanos en Zaragoza durante la Guerra Civil y la posguerra por pertenecer o ser miembros de familias republicanas. Desde julio de 1936 hasta agosto de 1946 fueron fusiladas unas 3.543 personas en las tapias del cementerio de Torrero, 3.096 durante la contienda y 447 en la posguerra; alcanzaron a menores, mujeres y ancianos, familias enteras. Hay 607 víctimas sin identificar. Al principio los cadáveres se abandonaban a orillas del canal Imperial, en los descampados de Valdespartera, en los barrios rurales. Después se apilaron en dos grandes zanjas al pie de las tapias, desperdigando sus objetos personales. Cientos nunca fueron inscritos, otros muchos aparecieron sin identificar. El terror no necesitó garantías previas, sólo 27 de las 2.598 víctimas registradas en 1936 pasaron por las pantomimas de los consejos de guerra.
El fraile capuchino Gumersindo de Estella asistió a los fusilados en la cárcel de Torrero: A las 5 de la mañana entraban los presos en capilla, algunos aceptaban auxilio espiritual, otros no. “No me invite a practicar la religión, las derechas están matando y hacen la guerra en nombre de una religión tan cruel”. Después, atarles las manos, traslado en camioneta a las tapias del cementerio, allí en fila mirando a la tapia, derribados por los tiros del pelotón de fusilamiento, absolución y extremaunción, y el teniente les descargaba “dos o tres tiros de pistola en la cabeza”. El padre Gumersindo “sentía repugnancia, no podía aprobar una actitud de religiosos, que se entregaban a un regocijo extraordinario, aprobaban cuanto ocurría, aplaudían y prorrumpían en vivas con frecuencia”.
El terror y la violencia, la venganza, humillación, ajustes de cuentas eran habituales con el bando vencido. Las bandas de fascistas, pistola en mano, sembraban el terror por todas partes. Se pasó de los asesinatos sin juicio previo, efectuado en muchas ocasiones por bandas paramilitares fascistas, a la institucionalización del crimen por parte del estado franquista, con la colaboración del ejército y las fuerzas de seguridad. Las denuncias y represión sobre los acusados procedían del nuevo triángulo de poder, eclesiástico, fuerza pública y falange.
Los fusilados permanecieron enterrados en fosas comunes durante la dictadura de Franco. En 1941 se construyó en el cementerio una capilla para los “caídos de la Cruzada de liberación”, en 1992 se trasladó a la entrada principal del cementerio un gran “monumento a los héroes y mártires de nuestra gloriosa Cruzada” que estaba desde 1953 en la plaza del Pilar. Por fin, en 2010 se instalaron 3.543 placas con los nombres de las víctimas del franquismo, y en 2016, el ayuntamiento descubrió una placa de homenaje a los 30 trabajadores municipales y los 15 ediles republicanos asesinados por los fascistas. Entre estos, en Agosto del 36, Bernardo Aladrén, Manuel Pérez-Lizano, Antonio Ruiz, Jenaro Sánchez, Alfonso Sarría; un mes después Antonio Aramendia y Mariano Serra, en octubre Mariano Augusto, Casimiro Sarría y Joaquín Uriarte. Y los 5 alcaldes pedáneos Pablo Gabasa (San Juan de Mozarrífar), Felipe Hernández (Movera), Mariano Lozano (Casetas), Vicente Martín (La Cartuja) y Paulino Navarro (Garrapinillos).
Documentos originales: Enciclopedia aragonesa (1 y 2), El País (Julián Casanova), Wikipedia, Heraldo (Marín Chivite), Público (Eduardo Bayona)
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