ENTRE LA FICCION Y LA LEYENDA DE UN HECHO HISTORICO REAL.
Aiyoa Arroita Lafuente & Jesús Pablo Domínguez Varona.
El dictador Franco no era uno de los elegidos para dirigir los destinos de la nueva España nacionalcatólica, sino que se encontró con el cargo por designio divino, suerte o un plan perfectamente premeditado.
El golpe de estado planificado para el 18 de julio de 1936 tenía como protagonista al general José Sanjurjo, uno de los militares implicados y que estaba previsto fuera el general en jefe del bando sublevado al inicio de la rebelión.
El 20 de julio, cuando iba a tomar el avión para trasladarse a la zona sublevada y tomar el mando, sufrió un accidente durante el despegue de la avioneta y falleció.
El piloto Juan Antonio Ansaldo (Monárquico) va a Estoril a recogerle con su avioneta “De Havilland Puss Moth” para trasladarle a Burgos, donde asumiría el mando del golpe de estado. Sin embargo, el avión se estrella a los pocos momentos del despegue en el hipódromo portugués de La Marinha en Cascais.
Tras el accidente el piloto fue ascendido militarmente y recompensado con cargos políticos en el gobierno franquista.
Ante la muerte de Sanjurjo, la captura y fusilamientos de otros de los generales implicados en la sublevación, Manuel Goded en Barcelona y José Fanjul en Madrid, Franco se quedó con Emilio Mola como único rival militar en su ascenso a la jefatura del estado. Su rival político José Antonio Primo de Rivera había sido fusilado por la república el 20 de noviembre de 1936 en Alicante.
Que casualidad que Primo de Rivera muera el 20 de noviembre, el general Sanjurjo también el día 20 pero de julio de ese mismo año y muchos años después el propio Franco “eligiese” ese día 20 también en noviembre pero de 1975 para morirse.
Franco y Emilio Mola juntos a la salida de un acto religioso. (Archivo LIFE).
EL “ACCIDENTE DEL GENERAL MOLA”.
La figura del general Emilio Mola ha pasado a la historia por haber sido el minucioso planificador del fallido golpe de estado que acabó en Guerra Civil, el que así mismo se llamada “El Director”. Son conocidas sus “directrices secretas”en las que establecía los métodos de represión destinados a todos los miembros simpatizantes del Frente Popular, que luego serían aplicados hasta sus últimas consecuencias. Ya iniciada la guerra, y como rival militar de Franco en la jefatura de las fuerzas sublevadas, su muerte accidental siempre ha sido motivo de discusiones y especulaciones. El 3 de junio de 1937 el general Mola falleció en un accidente aéreo. El avión en el que viajaba, un Airspeed Envoy, se estrelló en una colina de la localidad de Alcocero por culpa de la niebla, tal y como se dice de forma oficial.
Una de las escasísimas fotografías existentes de uno de los Airspeed Envoy en servicio con los nacionales durante la guerra durante una revisión. Este ejemplar, originalmente G-ACMT, fue el codificado como 41-1 y asignado como avión de transporte ligero en el Grupo 41. Fue utilizado por el General Mola y en él encontró la muerte. El avión había entrado en servicio en Agosto de 1936 (Francisco Andreu / AviationCorner.net).
El motivo del viaje fue la ofensiva republicana sobre La Granja (Madrid), la cual había alarmado a Mola. Se dice que ese fue el motivo por el que insistió en trasladarse desde Vitoria a Valladolid a supervisar las operaciones más cerca del frente.
Sin embargo hay otras opiniones sobre su repentino viaje de Mola a Valladolid. Algunos historiadores han afirmado que justo el día antes de que Mola perdiese la vida había mantenido una acalorada discusión telefónica con Franco después de que Mola le indicase su intención de abrir una investigación sobre el bombardeo de la Legión Cóndor a la población de Gernika. Ese tema enfadó mucho a Franco, quien temió que esa investigación sobre el mismo pudiese romper las buenas relaciones con Hitler en aquellos momentos. La prensa del momento, concretamente el semanario “Política”, recogió a los pocos días de la muerte de Mola que éste contaba con el respaldo del Gobierno nazi para desplazar del Gobierno de Burgos y de la jefatura militar a Franco hasta dejarlo en segundo lugar.
El general Emilio Mola. https://es.wikipedia.org/wiki/Emilio_Mola
Desde el mismo día de su muerte surgieron rumores en torno a ello, dado que la desaparición de Mola favorecía claramente a Franco como rival. No obstante, hay que señalar que Mola empleaba este avión con bastante frecuencia para llevar a cabo sus desplazamientos y más allá de los rumores, lo cierto es que no existen pruebas de que hubiera sabotaje, aunque si algunas extrañas evidencias y un misterioso rumor convertido casi en una leyenda urbana para regocijo de programas de tipo sensacionalista.
Cuentan las crónicas que todo fue culpa de una maldición “que roza lo paranormal”, culpando de ello a una pobre mujer, posiblemente bizkaina, que además era también curandera, santera, exorcista o bruja, según la versión que lo cuente. Era la encargada de cuidar la ermita dedicada a San Pedro en lo alto de un cerro cercano al que fue frente de guerra en la zona norte, y que a pesar del relato detallado, nadie sitúa en un lugar geográfico concreto.
En los combates que se desarrollaron en esa zona, la ermita quedó destruida por el ejército nacional que comandaba Emilio Mola que además la hizo campamento o base de operaciones. La mujer maldijo a Mola por haber destruido ese lugar sagrado y él, temeroso de la maldición lanzada, mandó reconstruir la ermita y dar una satisfacción personal a la cuidadora por el daño causado. Además restauró la imagen del santo y tuvo el detalle de donar su sable militar de general para que estuviera expuesto en el altar junto a San Pedro.
Se dice que ese día 3 de junio a la misma hora del accidente, sobre la ermita se desató una tormenta eléctrica misteriosa, un rayo impacto contra el campanario y entrando por el tejado partió por la mitad la imagen restaurada del Santo San Pedro a la vez que destruía el sable fundiéndolo, que se encontraba junto a ella en el altar.
Fotograma sacado del documental “La mano de Franco, maldición…¿Fue un accidente la muerte del General Mola?” del programa “Cuarto Milenio” del canal de televisión Cuatro.
Esta inverosímil historia se publica por vez primera en el libro de José Antonio Silva “Como asesinar con un avión” (editorial Planeta 1981).
José Antonio Silva fue escritor metido a periodista que en origen fue piloto comercial desde principios de los años 60. Voló para las compañías Spantax, Trans Europa, Aviaco, Universair y Air Europa.
En 1966 ingresó en Televisión Española y fue destinado a los servicios informativos. Su condición de piloto aéreo le sirvió para cubrir numerosas informaciones, como el primer alunizaje Apólo desde la base de la NASA en Madrid, ejerciendo de reportero y corresponsal en diferentes países.
Fue el primer presentador del programa decano de la información en la televisión en España: Informe Semanal, que condujo entre los años 1973 y 1976. Más tarde pasaría a un programa similar, llamado Siete días, en el que permaneció entre 1974 y 1977. También intervino en el informativo diario de La 2 Redacción Noche(1976) y el programa cultural La víspera de nuestro tiempo (1981-1982). En sus últimos años de actividad profesional, colaboró con El Correo Gallego y con la cadena de televisión autonómica de Galicia, TVG.
En su aspecto como escritor destacan varios libros, aparte del que hemos citado antes; V de Vázquez (1994), El hereje (1993), Compostela, guía para peregrinos perezosos (1993), Mística y misterio de los OVNIS (1987), Mi vida con Ramón Franco (1981) y la novela Bomba a bordo (1981).
A lo largo de su carrera consiguió varios premios; medalla al Mérito Civil, medalla al Mérito Aeronáutico, medalla de la Cruz Roja, premio Espejo de España y un premio Onda.
Con ello queremos decir que su trabajo como periodista estaba reconocido, pero que con las teorías conspiratorias de índole “misterioso” en el libro “Como asesinar con un avión” hacen dudar de su credibilidad y fuentes fiables en este caso de Mola. Veamos por qué.
La única fuente que utiliza, y que cita en el libro, es una narración ocurrida en un programa de televisión llamado “Tribuna de la Historia” del que él era presentador a finales de los años 70 y principios de los 80. Dicha cita se localiza en el libro ya mencionado y dice así:
“Este curioso episodio fue narrado al autor por don José María de Areilza en el programa de TVE Tribuna de la Historia. La familia del señor Areilza es quien, precisamente, tenía la conservación de la ermita a su cargo al terminar la guerra”.
José Antonio Silva junto con la portada de su libro donde se especula con la muerte “misteriosa” de Mola.
Nada más… esa es su fuente, una conversación en una tertulia u entrevista en un programa, que hemos tratado de localizar en el archivo documental de TVE sin resultado. Hay varios capítulos digitalizados pero no el que nos interesa.
Y todo ello sin decir en ningún lado donde estaba la susodicha ermita para poder contrastar la historia.
Además hay que añadir, a todo el embrollo, la biografía personal y política deJosé María de Areilza, un destacado miembro de la derecha monárquica más radical. Desde su juventud fue miembro de la Unión Monárquica de Vizcaya y se presentó candidato al Congreso en 1934. Ayudó a la fusión de Falange Española y las JONS. Miembro del I Consejo Nacional de Falange Española y de las JONS, designado por la Junta de Mando el 28 de agosto de 1934. Abandonó FE de las JONS en el momento de la creación del Bloque Nacional de Calvo Sotelo. Al estallar el golpe de estado militar contra la república se posicionó con el bando sublevado y combatió con ellos en varios frentes de guerra, entre ellos el del norte. Tras la caída de Bilbao en poder franquista, fue nombrado alcalde de la ciudad, ejerciendo el cargo entre el 21 de junio de 1937 y el 24 de febrero de 1938.
Después ocupo diversos cargos durante la dictadura franquista como director general del recién creado Ministerio de Industria hasta 1940 y posteriormente embajador en la República Argentina (1947-50), Estados Unidos (1954-60) y Francia (1960-64).
Superposición de dos fotografías sacadas de Internet de José María de Areilza, la pequeña con uniforme militar del ejército sublevado y la grande de civil.
Con este curriculum tan cercano al pensamiento y Movimiento franquista, no hay más que leer sus escritos y discursos, era uno de los máximos dirigentes falangistas de la provincia interesado en divulgar “hechos” y “sucesos” de carácter patriótico-religioso, que casaran con el mesianismo hacia Franco y así ensalzar aún más el destino del régimen dictatorial, con la protección divina y casi mística de sus más ilustres personajes.
Las investigaciones realizadas en la búsqueda de la supuesta ermita dedicada a San Pedro, han sido negativas, pues no hay escrita una sola linea sobre ello aparte de la antes señalada.
Alguna referencia, sin sentido, sitúa en primer lugar a la posible ermita en una zona cercana a la del accidente, en los alrededores de Alcocero, Briviesca, etc. Sin embargo la historia contradice rápidamente esta posibilidad por una sencilla razón, las tropas del ejército de Mola no actuaron nunca en la zona Burgos y menos en la retaguardia del frente de guerra. La mayor parte de Burgos quedó en poder de los sublevados rápidamente y el frente estaba localizado en la frontera entre Burgos, Palencia y Cantabria, en la línea de la llamada Montaña Burgalesa. Esta zona comprendía desde la cercana Aguilar de Campo (Palencia), pasando por La Lora en Sedano, Bricia y Valdebezana en Burgos. Allí actuó el ejército del general Sagardia y no el del general Mola que actuaron en los frentes de Gipuzkoa, Alava y Bizkaia.
A pesar de todo hemos tratado de buscar ermitas dedicadas a San Pedro emplazadas en las zonas cercanas al frente norte en aquellos inmediatos días anteriores a la muerte de Mola y que cumplan con los requisitos: ruina anterior y alguna tradición escrita u oral sobre el rayo y el sable. Como ejemplo algunos de ellos.
Ermita de San Pedro de Beratza en Amurrio-Orduña (Alava-Bizkaia). Fue destruida durante la guerra civil en los combates llamados de Pico San Pedro a finales de 1936 y principios de 1937. No se llegó a reconstruir y no existe historia alguna sobre Mola ni nada parecido.
Estructura localizada mediante LIDAR de los restos de la destruida ermita de San Pedro de Beratza formando parte del complejo defensivo de Pico San Pedro.http://guerraenlauniversidad.blogspot.com.es/2017/05/la-ermita-de-san-pedro-una-historia-de.html
Ermita San Pedro de Atxispe en Gamiz-Fika (Bizkaia). Fue destruida durante la guerra civil pero no fue reconstruida. No tiene historia recogida ni sobre Mola ni del rayo y menos del sable.
Podríamos citar muchas más, ya que la mayoría de estos edificios religiosos se localizan en cerros y montes, con claro valor estratégico militar para cualquiera de los dos ejércitos enfrentados. Muchas fueron totalmente destruidas, otras con numerosos daños, algunas se olvidaron y otras se reconstruyeron.
En la localidad bizkaiana de Amorebieta- Etxano, conocida en euskera como Zornotza, existen dos ermitas dedicadas a San Pedro, que en su momento sufrieron daños durante la guerra pero que fueron reconstruidas. La zona sufrió los combates de la guerra durante el mes de mayo de 1937 y concretamente la toma de la localidad de Amorebieta fue el día 19. La primera es la ermita de San Pedro de Saratsua, sin historias relativas a Mola y la segunda la ermita de San Pedro de Boroa, también llamada de Larrineta.
En esta última parece ser que circula una historia de forma oral no muy divulgada, que recuerda la “leyenda del rayo y el sable” de Mola. Se dice que es una “leyenda rural” para justificar la no existencia real del sable en la actualidad y que todo es un “cuento de la guerra”.
Ermitas de San Pedro de Saratsua y de Boroa respectivamente. https://www.ametx.eus/es/ametx-presentacion/producciones/gure-herria-ezagutu/iglesias-y-ermitas
Este relato, falto de fuentes reales, también ha sido recogido en un breve documental emitido para el programa de misterio de Iker Jimenez “Cuarto Milenio” del canal de televisión Cuatro y que aún se puede ver en su página web que citamos en la biografía consultada. La publicidad del citado documental dice en la web:
“El 3 de junio de 1937 marcó la vida del pequeño pueblo de Alcocero de Mola, en Albacete. Los historiadores aseguran que también marcó el futuro devenir de España. Un avión militar, un modelo aparentemente moderno, se estrelló a las afueras del pueblo con cinco pasajeros: entre ellos, el general Emilio Mola. El cabecilla del alzamiento militar que dio origen a la Guerra Civil perdió la vida y desde el momento de su muerte el misterio rodeó el accidente. Los registros, en inicio, hablaban de que existía un sexto pasajero que desapareció de cualquier papel posteriormente. También se habló de sabotaje por parte de un grupo con oscuros intereses”.
En el mismo, para ilustrar el documental titulado “La mano de Franco, maldición…¿Fue un accidente la muerte del General Mola?” aparecen una serie de invitados que dan su testimonio como entendidos. Uno de ellos, Roberto Palencia Martínez, del periódico gratuito “Crónica de las Merindades” es uno de los que nuevamente relatan la historia de la ermita, el rayo y el sable sin citar fuente alguna en el mismo.
Otro de ellos es el exdirector del periódico de sucesos “El Caso” Juan Rada que, para meter más leña “sensacionalista” al caso, afirma en el mismo que dos días antes de la muerte del general Mola “dos mujeres jóvenes y rubias” se acercaron a él y le entregaron unos papeles en los que al parecer se aseguraba que no entraría victorioso con sus tropas en Bilbao. Dice que se “investigó quienes eran esas chicas, al parecer alemanas, pero no se supo más”. Además incide nuevamente en el relato de la ermita, el rayo y el sable como en el caso anterior para darle más credibilidad.
Esta información, lejos de ser inédita, aparece cómo no nuevamente en el citado libro del Sr. Antonio Silva. Es decir, todo el relato, contado en el documental es el mismo que el del libro y que por suerte para ambos sólo tiene una única fuente, el Sr Areilza, que por desgracia murió en 1998 y no puede aportarnos nada más.
Tan sólo el documental aporta nuevos datos no citados en el libro del Sr. Silva y son puestos en boca de dos nuevos entrevistados.
En primer lugar Gerardo González, director de “ Correo de Briviesca”, pone más carne en el asador, al afirmar que no hay ningún informe oficial sobre el accidente ni sobre los restos del avión, que fueron recogidos en la plaza del pueblo de Alcocero por un camión militar y que desapareció con “rumbo desconocido”. Además cita la información de que “él descubrió” un dato fundamental que había sido pasado por alto hasta ahora por los historiadores, que había 6 personas en el avión y no 5 tal y como muestran las noticias de agencias y las imágenes de la época. Dice que hay dos agencias “una española y una elemana” que hablaron de esa sexta persona que luego nadie más habló nunca. En la entrevista no cita cuales son esas tales agencias.
En segundo lugar Carlos Blanco Escola, historiador militar y autor del libro“General Mola. El ególatra que provocó la guerra civil” (La esfera de los libros, 2005). En su intervención cita el posible sabotaje del avión, a cargo de dos individuos misteriosos de los cuales no aporta ninguna prueba y de quien es la famosa y enigmática frase publicitaria del documental “… sabotaje por parte de un grupo con oscuros intereses”. Como se puede suponer su fuente es su propio libro y en el documental no aporta prueba ninguna tampoco.
Lo que sí se sabe con total seguridad es que el avión en el que viajaba Mola se estrelló en el cerro mientras una niebla densa cubría su cima.
Vecinos de Alcocero con los restos del Airspeed recuperados en las sierras del Puerto de la Brújula tras el accidente. http://www.aerohispanoblog.com/aviones-que-cambiaron-el-curso-de-la-guerra-civil-espanola-ii-el-accidente-del-general-mola/
La versión oficial del accidente aparece en el diario de Teruel “Lucha” del 4 de junio de 1937 que publica un telegrama con los detalles del mismo:
“Salamanca.— El General Mola ha muerto en acto de servicio cuando se trasladaba esta mañana en un avión desde Vitoria a Valladolid.
Todavía las noticias del accidente son incompletas y las referencias que hemos conseguido hasta el momento de redactar estas líneas, pueden resumirse ha ocurrido de la siguiente manera:
El General salió de Vitoria próximamente a las nueve de la mañana, con dirección según decimos, a Valladolid. Viajaba en un avión que lo conducía un experto piloto. Chamorro. Le acompañaban su ayudante, el teniente coronel Pozas y el comandante de Estado Mayor Senac. Iba también un sargento mecánico llamado Barredo.
El aparato cruzó a motor parado, según declaración de los vecinos, por encima de Castil de Peones, que se encuentra en la línea férrea de Irún a Madrid. Iba en dirección de «La Brújula» que tiene una latitud de unos novecientos metros y donde son frecuentes las nieblas en muchos días del año. Sin duda, entonces el piloto, al advertir como se encerraba el horizonte y faltaba la visibilidad, retrocedió pasando sobre Alcocero, donde dio una vuelta muy rápida. Pues iba lanzado sobre un monte.
Salió el avión de un peligro para arriesgarse en otro mayor que había de ser fatal. Al sortear el monte, penetró por un valle estrecho y encajonado, donde ocurrió la catástrofe. Se observó claramente que el piloto sorteaba con dificultad la serie de obstáculos que se oponían: Huyó de un mogote pero el ala tropezó con otro dando lugar al vuelco, estrellándose el aparato contra las rocas.
Quedó el avión desarticulado, hecho pedazos y saliendo proyectados los tripulantes con gran violencia.
Tres cadáveres aparecieron a quince metros de los restos del aparato. Los otros cadáveres fueron encontrados a unos veinticinco metros de distancia de los restos. Eran el General Jefe del Ejército del Norte y el del piloto Chamorro.
Fueron recogidos por los vecinos y guardia civil de aquellos pueblos y trasladados esta tarde, con la urgencia del caso, al hospital militar de Burgos.”
Los autores de este reportaje han investigado y encontrado la información original de las dos agencias, una española y otra alemana, que citaba más arriba el Sr. Gerardo González, y que desmienten el comunicado de prensa oficial sobre el número de ocupantes reales del avión siniestrado en el que viajaba Mola.
El diario ABC del viernes 4 de junio de 1937 publica en su página nº 3 la noticia de la muerte de Mola con el siguiente titular: “ A MUERTO EL TRAIDOR MOLA. El aeroplano en que viajaba sufrió un accidente a causa de la niebla”
La primera noticia parte de la agencia española FABRA que desde Berlín el día 3 a las 9 de la noche envía este comunicado: “(Urgente). La agencia D.N.B. da cuenta, en un comunicado, de la muerte del General Mola en un accidente de aviación, haciendo el siguiente relato: Salamanca, En el día de hoy, a las 9 y media de la mañana, cuando el general jefe del Ejército del Norte realizaba un vuelo de reconocimiento, el aparato se estrelló contra el suelo a causa de la niebla.
El general iba a cumplir un deber en el frente de Vizcaya, y con él han perecido en el accidente su ayudante de campo, dos oficiales del Estado Mayor y los dos pilotos del avión”.
Emilio Mola hablando con varios oficiales sublevados durante la “campaña del norte”. (Archivo Canario Azaola).
Mas abajo en la misma noticia da nuevos datos al actualizar la información antes de salir la edición a la calle.
La agencia española FEBUS actualiza desde Valencia, el mismo día 4 a las 3 horas de la madrugada, la noticia con una descripción sobre que “los acompañantes del ex general eran destacadas figuras del campo rebelde”.
“Se conocen nuevos detalles del accidente de aviación en el que ha perdido la vida el ex general faccioso Mola.
Los acompañantes del cabecilla rebelde, y que perdieron con él la vida, eran su ayudante, el teniente coronel Pozas, el comandante del Estado Mayor hombre de gran prestigio entre los facciosos por sus conocimientos técnicos de la guerra moderna, Serac; el piloto jefe de aviación, Chamorro; el sargento mecánico Barredo y un mecánico de nacionalidad italiana.
El accidente ocurrió entre Castil de Peones y Alcocero, pueblos ambos de la provincia de Burgos.
Fotografía aérea del monumento a Emilio Mola en Alcocero de Mola (Burgos). Imagen de Google.
Los cadáveres han sido encontrados en un espacio de cien metros del lugar donde cayó el aparato. El cadáver de Mola ha sido trasladado a Burgos.”
También hemos encontrado otro medio de prensa de la época que mantiene la información inicial de que eran seis y no cinco los tripulantes del avión siniestrado. El diario Tierra Vasca, órgano de Acción Nacionalista Vasca del día 4 de junio de 1937.
Cabecera del diario Tierra Vasca del viernes 4 de junio de 1937.
Las únicas diferencias que apreciamos con la versión oficial las tenemos en dos puntos importantes, la primera es la diferencia del número de pasajeros de 6 a 5, tras quitar de la oficial el cuerpo del misterioso “mecánico de nacionalidad italiana”, del que nunca conoceremos su nombre y segunda ¿porqué el resto de agencias españolas y extranjeras nunca volvieron a citarlo?.
Página 3 del diario ABC, edición de Madrid, del 4 de junio de 1937.
¿La causa de su “desaparición” tiene algo que ver con algún complot para esconder la posibilidad de un atentado o sabotaje, o solamente es con la intención de mantener un secreto conocido a voces, pero negado siempre por las autoridades militares franquistas, la colaboración de la Italia fascista con la sublevación?
Un nuevo dato viene a complicar el suceso, que bien podría explicar la caída del aparato dado por todas las agencias y el propio gobierno franquista como un mero accidente. Es el testimonio del piloto militar franquista José González Feo, recogido por el periodista Vicente Talón, que declaró haber disparado ese día contra un bimotor en la zona de Orduña, el mismo tipo de avión en que viajaba Mola.
La causa de ello era que el avión aún tenía su matriculación original del ejército del aire republicano, la misma con la que salió de Inglaterra cuando fue adquirido.
No es nada raro que una batería antiaérea franquista u otro avión de los sublevados, incluidos los de las potencias extranjeras alemanas o italianas que ayudaban a los rebeldes, hubiera disparado a propósito con la intención de derribarlo.
Otro punto importante en el que no hay una coincidencia clara pero en el que los testigos del suceso no se ponen de acuerdo es en la causante del accidente, la niebla.
Los testigos de los pueblos cercanos que estaban realizando sus labores en el campo afirman que vieron pasar el avión bajo y sin motor, que dio una vuelta y se estrelló. Otros en el propio pueblo dicen que solo oyeron el avión pasar y dar vuelta pero que no lo vieron por la niebla. Otros dicen que vieron el humo del aparato siniestrado a kilómetros de distancia. Si vieron el humo o el aparato volando y estrellarse poca o ninguna niebla tenía que haber. Es cierto que en ese lugar la niebla puede aparecer y desaparecer en poco tiempo, pero tendrían que coincidir todos los testigos en si había o no niebla en el preciso momento del accidente, cosa que no sucede.
Para rematar el asunto, los propios partes meteorológicos del día tampoco aportan nada, pues son partes locales realizados con los equipos propios de los aeropuertos o aeródromos, lo que indica que si en Vitoria hacía buen tiempo, ya que se le dio permiso de despegue al aparato, en Burgos podría estar mal como parece que así era, pero en la zona de los montes de la Brújula, aunque cercana a Burgos, cuenta con unas condiciones de clima propios de montaña, donde el buen tiempo despejado puede cambiar a niebla espesa en breves momentos.
Y para acabar con todo este lío, hay más teorías conspiratorias que no hacen más que hacer dudar del fatal “accidente” que costó la vida a Mola ese 3 de junio de 1937.
Emilio Mola y demás autoridades militares en el aeródromo de Gamonal (Burgos) en fecha no concretada. (Archivo Fundacion Yagüe).
El blog “Sol y Moscas” publica el 26 de julio de 2012 un artículo firmado porFlorentino Areneros titulado “La Muerte del General Mola”. En el, además de otros datos de interés sobre el accidente, tiene una serie de comentarios de lectores que son relevantes. Varios de ellos pertenecen al nieto de uno de los que tuvo algún tipo de información directa de los hechos:
“…Esta historia me la ha contado mi padre. Mi abuelo estaba destinado en el aeropuerto de Valladolid que iba a recibir ese día a Mola. Al parecer uno de los mejores amigos de mi abuelo estaba destinado en el aeropuerto de Vitoria. No tengo ni idea si fue ese mismo día o posteriores cuando ambos hablaron por teléfono sobre el accidente, pero el amigo de mi abuelo le dijo que se había colocado un artefacto en dicho vuelo y que habían participado cinco personas. Desconozco si uno de ellos era él.”
Para que Mola tuviese que coger ese avión, ese día necesariamente, faltaba por casar la última pieza de este puzle. Su vehículo particular, con el que siempre se movía en trayectos cortos, estaba estacionado en Pamplona. Era el medio de transporte alternativo en caso de que el avión no pudiera volar por cualquier causa, las meteorológicas, mecánicas, etc. Pues ese vehículo no llegó a Vitoria ya que según algunas fuentes silenciadas y que lo cuentan en los mismos comentarios del citado blog; “estallaba en un garaje de Pamplona”.
Todo esto no hacen más que confirmar la información que Dionisio Chamorro Miranda, hermano del capitán Chamorro y piloto fallecido en el accidente, todo fue una conspiración para acabar con la vida del General Mola. Dicho relato aparece en el blog “Monumento al General Mola”, pero que desgraciadamente ya no existe porque ha sido eliminado de la red.
Inaguración del monumento a Emilio Mola el 4 de junio de 1939 en Alcocero, llamado después Alcocero de Mola en honor a él. Asistió al acto el propio Franco. Su construcción fue realizada por presos republicanos. (Archivo Centro de Estudios de Castilla-La Mancha)
Afortunadamente el blog “Sol y Moscas” lo transcribe:
“Mi cabeza ofrecía como garantía de que la muerte de Mola se debe a mi primo. Tantas veces se jugó la vida, que jugársela una vez más y perderla a cambio de aniquilar a un tirano no ha sido cosa que haya tenido que pensar durante mucho tiempo. El por encima de todo, era anarquista”.
La reacción de Franco, cuando le dieron la noticia de la muerte de Mola, tampoco ayudó a eliminar los rumores que sobre la responsabilidad del dictador aparecieron desde aquel día.
Cuando la mañana del accidente, su ayudante, hecho un manojo de nervios, entró en su despacho, y muy alterado le dijo, “¡Mi General! ha ocurrido una terrible desgracia, el General Mola ha muerto en un accidente de aviación”.
Franco sin inmutarse contestó: “Qué susto me ha dado usted, creí que nos habían hundido el Canarias”. (1).
Tras la muerte de Emilio Mola, Franco se quedó como único general al mando, unificando el poder político de su gobierno franquista de Burgos y como general en jefe de todo el ejército sublevado.
La paranoia a ser “eliminado” de alguna forma y que tenía visos de ser real en cualquier momento, hizo de Franco un ser temeroso y desconfiado de todo y de todos. Hasta junio de 1937 a franco se le planearon 4 atentados fallidos, los dos primeros antes de la sublevación militar y el tercero el mismo día. El cuatro fue en el intento de la aviación republicana de bombardear la comitiva en el entierro de Mola, pero fracasó por una mala coordinación por parte del ejército republicano que impidió la llegada de los bombarderos a la zona del funeral.
Entierro de Emilio Mola en Pamplona (Navarra). https://www.todocoleccion.net
La suerte sonreía a Franco.. ¿o era la protección “mágica” de algún objeto religioso que el propio dictador se había apropiado allá por el mes de enero de 1937?
La respuesta en el próximo reportaje.
NOTAS.
- “El Canarias (C-21) fue un crucero pesado de la marina de guerra española. Tomó parte en la Guerra Civil Española con los sublevados. Su velocidad de 33 nudos, junto con su artillería, hizo que fuese muy temido por los barcos de la Marina de la República durante la Guerra Civil, al igual que su gemelo, el Baleares; parecía que ambos podían aparecer en cualquier lugar en cualquier momento. Su potente artillería hizo que participase en varios bombardeos de costa, y participó en operaciones de bloqueo naval del mar Cantábrico apresó varios buques con armas y suministros para la República”.
FUENTES CONSULTADAS.
Como asesinar con un avión. José Antonio Silva, 1981.
General Mola. El ególatra que provocó la guerra civil. Carlos Blanco Escola, 2005.
Enigmas y conspiraciones: El lado oscuro de la historia de España. Gonzalo Ungidos, 2017.
Atlas Ilustrado de Batallas de la Guerra Civil Española. Varios autores, 2014.
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