Las antiguas paredes de la cárcel La Model siguen marcando el paisaje urbano de Barcelona, pero sus muros no pretenden ya encerrar personas. Tras 113 años de vida, la prisión está cerrada, y sus llaves, en manos del Ayuntamiento, que busca abrirlo a la ciudadanía.
En pleno Eixample barcelonas –entre las calles Rosellón, Provenza, Nicaragua y Entença–, se levanta el macizo edificio que durante 113 años albergó el centro penitenciario La Model. Sus muros internos y externos hablan por sí solos y guardan mensajes y reivindicaciones históricas, algunas anónimas e intímas, otras públicas y colectivas. Rodeando la prisión topamos una de ellas: «La Model pel barri. Abaix els murs de la presó» (La Model para el barrio. Abajo los muros de la prisión). 113 años después, la reivindicación ha sido cumplida.
Desde el pasado mes de junio, las llaves de la vieja cárcel están en manos del Ayuntamiento de Barcelona y desde hace dos semanas los muros se han abierto a la ciudadanía. La Generalitat de Catalunya decidió cerrar La Model y así anunciaba el fin del proceso el exconseller de Justicia Carles Mundó vía Twitter: «Con la entrega de las llaves al Ayuntamiento de Barcelona se completa el cierre de la #PresóModel. Parecía imposible pero la Modelo está cerrada. Gracias a todo el mundo que lo ha hecho posible!». Paradojas de la vida, lo hacía apenas un mes después de recuperar su libertad desde la cárcel de Estremera, donde fue encarcelado acusado de rebelión por el 1-O.
Nombres para la historia
Inaugurada el 9 de junio de 1904, también La Model mantuvo recluidas a cientos de personas por motivos políticos, principalmente durante la dictadura de Primo de Rivera, la guerra de 1936 y el franquismo. Uno de los símbolos de la Barcelona contemporánea, también es testigo y testimonio de la historia de Catalunya. Tras cruzar su portón metálico y adentrarse en los oscuros corredores de La Model, ahora silenciosos y solitarios, una no puede evitar imaginar lo que fue La Model durante sus 113 años de vida.
Lo primero que llama la atención en la nave ubicada en el centro de una estructura circular. Se trata del panóptico, singularidad de la prisión barcelonesa. Y es que la construcción del edificio se inspiró en la teoría del panóptico, un nuevo concepto de arquitectura carcelaria ideado por el británico Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII. Bentham introdujo con este elemento el concepto de la «dictadura de la mirada», que consistía en la vigilancia permanente del preso desde un único punto central de observación. De este modo, los funcionarios controlarían cualquier movimiento en el recinto. El panóptico ideaba además la «cárcel modelo» como instrumento de control social basado en la vigilancia y, sobre todo, en la incertidumbre de dicha vigilancia. De ahí el nombre de la prisión.
Desde el habitáculo situado en el centro se observan los accesos a las seis galerías que constituían la prisión. En su origen, cada una de las seis galerías acogía una distinta tipología de presos. La número 1 era para internos primarios; la 2, para internos con buen comportamiento; la 3, para reincidentes con conducta adaptada; la 4, para reincidentes con dificultades de adaptación; la 5, para internos primarios y presos que trabajaban en la prisión; y la 6, para presos en régimen de aislamiento.
Entrando en la galería número cuatro, la mirada registra el pasillo para buscar la celda número 443. Allí sería ejecutado por garrote vil en 1974 Salvador Puig Antich, el último preso muerto con este método desde que se instaurara en 1908. Antich, anarquista y antifascista que formó parte del Movimiento Ibérico de Liberación, fue uno de tantos presos de motivación política encarcelados por el franquismo.
Es el caso de Lluis Companys, quien fuera president de la Generalitat y fusilado en Montjüic tras vivir en el exilio y ser capturado por la dictadura franquista. Líder de ERC, pasó por La Model en 1930. Una año después proclamó la República española y en 1934 el Estado catalán dentro de una República española. Su íntimo amigo Salvador Seguí, el “noi de Sucre”, también conoció la cárcel barcelonesa. El militante anarcosindicalista de la CNT.
Siguiendo el recorrido por la galería 4, cerca de la celda de Puig Antich, encontramos la que lleva por numero 445 y en cuya pared reza el lema “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”. Y es que gran parte de la historia de esta prisión fue grabada a puño y letra por los presos. Reflejo de ello es la capilla gitana pintada por el artista Helios Gómez Rodríguez. El luchador antifranquista dejó su obra en la cuarta galería, donde entonces se situaba el corredor de los condenados a muerte. La obra fue tapada en 1998.
Entre los personajes que marcaron la historia de La Model está también Juan José Moreno Cuenca, conocido como «El Vaquilla», quien liderara el motín del 13 de abril de 1984.
La Model también fue centro de internamiento de homosexuales, perseguidos por la dictadura de Franco. La prisión llegó a recluir entre sus paredes a 2.500 presos en los años más convulsos, aunque el centro estaba diseñado para aproximadamente la mitad de esas personas lo que permite hacerse una idea de las condiciones en las que tuvieron que subsistir.
Proceso participativo
Todo ese patrimonio histórico, triste pero que conviene mantener vivo, está ahora accesible a la ciudadanía, que puede visitar el centro. El Ayuntamiento de Barcelona tiene en marcha un proceso participativo para decidir los usos que se le darán a la prisión. Entre los proyectos previstos está el de espacio memorial, así como programar actividades sociales y culturales.
Precisamente el pasado enero una representación de alcaldes de Euskal Herria, entre ellos Joseba Asiron (Iruñea), Gorka Urtaran (Gasteiz), Aitziber Irigoras (Durango) e Iraitz Lazkano (Elgeta), visitaron La Model para participar en unas jornadas de reflexión en torno a la impunidad franquista y las numerosas iniciativas de respuesta organizadas en el Estado español
Entre los usos futuros sobre la mesa, el Gobierno municipal quiere construir viviendas de alquiler asequible y equipamientos. La intención es definir los proyectos durante este año, elaborarlos durante 2019 y empezar las obras en 2020.
Tras recorrer los oscuros pasillos entre escalofríos por la consciencia de lo vivido entre sus paredes, la luz del día y el óxigeno tras salir al patio permiten sosegar el ánimo. Ese mismo resquicio de aire que durante tiempo limitado respiraban los reclusos en su estancia en La Model forma ahora parte de un proyecto de gran riqueza por su voluntad de devolver a la ciudadanía parte del patrimonio de Barcelona y hacer de él una herramienta que preserve su memoria y mejore las condiciones de vida de su comunidad.
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